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Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé



Rima Jotabé



Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé en lenguas diferentes al Español

Directorio de Poetas que escriben en rima Jotabé en español
 
 
FERNANDO MONTAÑA LOZANO
 
Poemas página 1
Poemas página 2

Poemas página 3
Poemas página 4
 
Fernando Montaná Lozano

Fernando
Montaña Lozano

Villavicencio, Meta
(Colombia)

Paraíso cuantiholístico

(Jotabem)


Vendedores chichipatos
hay que venden emiratos.

Yo quise vender anillos
en mi empresa de tornillos.
Me dijeron: «¿Ves los pillos
de decencia a los tobillos?»

Los miré. ¡Qué tan romántico!
¡Vendían un transatlántico!

«Para captar insensatos
y esculcarles los bolsillos,
al sello le agregas: cuántico"».



Más vale pájaro en cielo


(Jotabé hexadecasílabo)


¿Más vale pájaro en mano que cien volando en el cielo?
Yo no lo creo, mi hermano, tampoco mi buen abuelo.

¿No has visto cómo planean y disfrutan las alturas
del azul entre los aires como pacientes criaturas
olvidados de los dardos cazadores de aventuras?
¿No sientes fresco en tu calma ni bonanza en tus
[ premuras?

Alegra tu entraña y vive los espacios compartiendo
los pinceles celestiales; y no tu mano fingiendo,

con semillas de la entraña, que acaricia terciopelo.
Ya en este mundo de cambios, es hora de otras lecturas:
«Más vale pájaro en cielo que cien en mano sufriendo».



Ancestros de mi Rima Jotabé


(Jotabea)


Tuvieron grandes hombres maestros de mi infancia
la clásica mirada de ritmos y elegancia

para enseñar sus gustos por noble poesía.
Pasaron de las coplas de humor y de alegría
a métrica de versos y estrofas de armonía
para instalar sonetos en mi memoria pía.

De ahí vienen los ritmos marciales de croché
tejidos en mis textos que nunca olvidaré.

Y ya en mi edad adulta, gustoso de constancia,
hallé mi paraíso: gozar en la ambrosía
de degustar gran plato de Rima Jotabé.



El abrazo verdadero

(Jotabea)


«¿Sabes cómo se abraza?», me dijo la verdad.
«Se abraza con verdades», dijo la sociedad.

Pensando siempre estuve: «Quedé con la secuela
de rectas expresiones, cumplidos y novela».
Mas, quiso mi docencia la vía paralela
de rígidos abrazos mostrar desde la escuela.

Un verdadero brazo sin músculo te auxilia,
sin normas ni saberes abraza tu vigilia.

La sociedad y escuela pretenden la bondad
pero sus muros grises son muros que la abuela
se salta con amores, con brazos y familia.



Abuelos valencianos


(Jotabem)


La familia se les crece
por lo que muestran, parece.

Gozaron mucho la unión,
quizá bailaron un son,
cantaron una canción.
Yo por aquí, de fisgón,

un ave de muchos vuelos,
les vaticino desvelos

que tener nieto establece.
Cómo será la emoción
cuando resulten abuelos.



Del refrán a la rima


(Jotabé)

Anécdota en Jotabé


Mi padre dijo: «No hay palabra ociosa».
Yo no creía en sentencia dichosa.

Falleció el padre de un compañero.
Quisimos darle un sufragio primero
y lo compramos a fines de enero;
mas, el colega llegaba en febrero

el año siguiente, tras el entierro.
Propuse el sobre al siguiente en destierro.

Palabra ociosa, de pronto chistosa,
cumplió cometido en el refranero:
mi pobre viejo fue el siguiente fierro.



Amigo leal


(Jotabé decasílabo)


Nunca busco deshojar la rosa
que alegra la vida primorosa.

No me cabe desechar aromas
que besan los valles y las lomas.
No envidio medallas ni diplomas
habidos por otros, ni de bromas.

Nada me oscurece la verdad,
huyo de la odiosa falsedad.

Flores y perfumes y una diosa
de triunfo y veraz en mil idiomas
gozarás, mi amigo: lealtad.



Sopórtico de sueños


(Jotabé acróstico)


Mis musas en prisión narcotizadas
ignoran mis palomas alertadas.

Sopórtico posee mi edificio
orondo y fiel ante su nuevo oficio:
pesa las alas al pasar el quicio,
ósculos pinta en estelar bullicio.

Ríe en las plumas del versar amigo,
tañe campanas que al volar persigo.

Insta mis sueños en las madrugadas,
corta a mis versos todo maleficio.
Oye: el tuyo es también como te digo.


Acróstico: Mi sopórtico.



¿Uno solo? No creo...


(Jotabem)


Para Gerardo, el amigo
más generoso testigo

de la Rima Jotabé
en Colombia, yo lo sé,
que cumpla bebiendo té,
porque guaro, me enteré,

un virus no le permite
y alguien hay que le limite

sus copitas con castigo:
Una esposa que, observé,
un solo trago le admite.



Lar de sapiencia y poesía


(Jotabé acróstico con estrambote)


Juntos en la armonía del hogar
Unen sueños de artístico velar.

Aran la lengua en son de poesía,
Nadan el mundo en mar de fantasía,
Bordan la vida en tierna simpatía,
Echan al ruedo enérgica osadía.

No puede el orbe anclar su diligencia,
Ignora que es hermana de sapiencia.

Transpira sencillez su dulce lar
Oxigenado en plástica alegría
Y animado en fervor de efervescencia.

Amores en Valencia
No nacen cada día, cada noche.
Anita y Juan, amor, feliz derroche.



Cándido amigo


(Jotabem)


Tengo amigos silenciosos,
tengo muchos bulliciosos.

Voy por calles y avenidas
alegrándoles las vidas
con bolsillo y con comidas.
¡Qué grandioso salvavidas!

A tal dádiva me aferro
cuando salgo del encierro.

¡Qué leales y animosos
cuando toman las bebidas!
¡Grandioso amigo, mi perro!



Préstame tu luz


(Jotabé)


No eres mía, lunita pasajera.
No eres mía, si tienes vida austera.

No aceleras mis lóbregos momentos
ni redimes mis vacuos sentimientos.
Efímera y oscura, mis lamentos
no dejan germinar mis pensamientos.

Quédate en mí, alumbra con albor,
mi sol radiante es sólo sinsabor.

Dame tu brillo, enciéndeme la espera
con chispas de esperanza y mis tormentos
apaga con tus guiños al amor.



Caricias para el dios dinero


(Jotabé)


La envidia que le tengo al dios dinero
proviene del abrazo que primero

recibe de personas afectuosas
que lamen los metales, pretenciosas.
Si dios dinero fuere, las hermosas
caricias insensibles, fastidiosas,

habría de evitar, pues la salud
bestial peligro corre en la altitud

del ostentoso ser que, financiero,
entre el oro y el mármol en baldosas
sólo tiene por sueño el ataúd.



La fuerza de la idea


(Jotabé decasílabo)


No se sabe quién es más idiota:
si aquel que posee la pelota

o el otro que juega sin balón.
No lo digo por el hábil don
de jugar poniendo el corazón.
Sale la idiotez de la agresión

que inflige el imbécil al momento
de hacer de su idea un monumento

sin pensar que el otro ni una jota
quiere de su magna creación;
menos si un madrazo es su argumento.



Pereza, la sabia


(Jotabé)


Me gusta conciliar con la pereza,
pues me quita dolores de cabeza.

Además, tal señora es sabia y pura:
enseña a no gastarse en la premura
y a mezclarse tan sólo con la holgura.
Qué gran dama que incita a la postura

de apreciar que vagar no es la nesciencia
y estudiar no es tampoco la sapiencia.

Te acompaño, pereza, con cerveza
y embebido en licor mi mente jura:
«En verdad, eres madre de la ciencia».



No hay derrota sin victoria


(Jotabem con estrambote)


Corazón en mil pedazos,
el sentir a puñetazos.

Solloza el alma rendida,
bulle sal entre la herida,
llora la visión perdida,
yerta y frágil es la vida.

Nadie quiere una derrota
ni con goles ni pelota.

Menos los caídos brazos
por la trágica partida
que demuele hoy a los Jota.

Siempre brota
de lo oscuro y de la escoria
el consuelo de victoria.



Vecina de mil trajes


(Jotabem utilizando el recurso del anagrama)


Mi blanco* balcón* te espera
en cómplice primavera.

No se te olvide una cosa*:
con saco* te ves hermosa,
con gato* eres belicosa,
con toga* eres estudiosa.

O, bien, sal de la rutina*:
tu piel de nutria*, vecina,

suave almíbar, como pera,
endulza mi estancia sosa*.
Si osas*, voy a la cocina.


Palabras que son anagramas: blanco, balcón; cosa, saco; gato, toga; rutina, nutria; sosa, osas.



Nobleza del silencio


(Jotabé)


¿Que meta por el otro brazo al fuego?
Si se aleja sin dar un hasta luego...

Los de allá, de confianza, desconciertos;
los de aquí, tan cercanos, son entuertos.
Hombres sanos inocuos deben muertos
y los limpios son monstruos encubiertos.

Más legal, impoluto, el noble perro
que husmeando en silencio, sin cencerro,

avanza conduciendo al hombre ciego,
no le falla ni tiene desaciertos
y suple fiel en su ocular encierro.



Esmeralda: gritos y destellos


(Jotabé con estrambote)


Por ti gimieron montañas sangrantes,
rieron patrones en autos flamantes.

Calles y asfaltos de plomo vistieron,
rostros de pánico ilesos huyeron,
cantos de réquiem en misa se oyeron,
cuerpos inertes en zanjas yacieron.

Hoy no facturas con riñas ni heridas;
hoy, esmeralda, iluminas las vidas.

Pasaste de oscuro a días brillantes:
manos, muñecas y cuellos lucieron
seres de afectos y estimas floridas.

Fulgen las avenidas
de ríos y montañas encantadas
viéndote izar damas enamoradas.



Diamante escondido


(Jotabé pentadecasílabo)


Fueron muchos los momentos en que me condené,
todas las veces que, queriendo surgir, fracasé.

La angustia, cada noche mi conciencia consumía,
pensando que en mi corazón algún mal existía.
Una fuerza negativa a mi mente le decía
que vivir de esa manera para nada valía.

Mas tú, Señor, con tu inmensa bondad me rescataste,
y el diamante escondido que había en mí revelaste.

Lo que no podía lograr, contigo lo logré;
ahora puedo ver el valor que mi alma tenía,
pues por ella tu viva sangre en la cruz derramaste.



Te lo dice Crítico


(Jotabé)


Todos le hacían la venia al patrón
y nadie osaba moverle el sillón.

Veían en él la pura verdad,
un alma de ensueño, de caridad,
un noble prohombre, limpia bondad.
Mas, alguien veía una falsedad:

«Tienes un traje que todos admiran
y al fuego por ti tus locos se tiran.

Sé cauteloso y mantén tu atención:
es transparente tu traje a tu edad
y orates del fuego ocultos conspiran».



Pequeña y grande


(2 Jotabems pentasílabos)


La audaz hormiga,
mi buena amiga,

no tiene miedo.
Camina en ruedo
por el viñedo
rezando el Credo.

Va tan campante,
risa brillante.

Carga boñiga
picando un dedo
de un elefante.


Nada le pasa
por poca masa.

Pero el león,
fiero burlón
y grandulón,
¡tan correlón!

Huye de aquel,
busca el cuartel.

En su carcasa,
el cobardón
cuida su piel.



Catálisis funesta


(Jotabem)


Amistados perro y gato,
terminado el alegato

asaltaron la alacena.
Se comieron rica cena,
terminaron con la avena
y compartieron la arena.

Fue una amistad palafítica
por no decir que raquítica:

Cuando pasó cierto rato,
sin rubores y sin pena
le revolvieron política.



Autoentierro


(Jotabem con estrambote)


Un arrocero quebrado
imploró ser sepultado

vivo, por su gran clientela.
En la calle paralela
lo llevaban en cajuela.
Pero una amiga, Manuela,

para salvarle el pellejo
le ofreció arroz al viejo.

-¿El arroz está pelado?
-No señor, usted lo pela.
-Gracias, que siga el cortejo.

Dios dé rejo
a aquel de talante grácil
que todo lo quiere fácil.



Escusado afortunado


(Jotabem)


Mi devoción de exigir
gobernaba mi vivir.

Siempre fui tan repelente...
Estando con la gerente
me obsequió lindo pendiente.
«Oro barato, se siente».

El regalo rechazado
lo tiró al escusado.

Acabé por inferir
que no se le mira el diente
a caballo regalado.



Rascándose pa'dentro


(Jotabem)


El hombre que en un momento
echando pestes al viento

no presta ni el asador,
mucho menos el freidor,
no quiere almuerzo mejor.
Mas, cuando siente el hervor

y que sirve una muchacha...
no aporta ni remolacha.

En relax de pensamiento
se concluye que el señor
ni raja ni presta el hacha.



Arrepentimiento


(Jotabé con estrambote)


Tanto bicho acelera mi escozor;
se aprovechan que tengo el bañador.

Uno llegó a mis carnes, tan conchudo,
y una palmada le brindó el saludo.
El que a mis piernas arribó suertudo
nunca sintió mi manotazo rudo.

Di mortal apretón a un mosco enano
y otro voló a probar mi ser humano:

Vistiéndome la ropa de interior
en noble parte se paró el zancudo
y pensé en aplastarlo con la mano.

«Perdón, bichito hermano»,
le dije embadurnado de ternura.
«¡No puedo destriparte tu hermosura!»



Amigo Loro


(Jotabé)


Si vienes a mi casa, amigo mío,
no olvides que te quiero. En tí confío.

Las grietas en el piso son tesoro
que escondo en mis recuerdos y que adoro,
pues llevan humedades de mi lloro
en lo turbio y adverso con decoro.

Del techo se desprenden las goteras
y hormigas hacendosas en hileras

reflejan mi alegría y desvarío.
Nada te extrañe si te anima el loro
a no juzgar mi estancia a las carreras.



Maestro Suelo


(Jotabé)


Logré menospreciar mi profesor
y apantallar mi don de creador.

En un computador luego aprendí
que comiendo empanada con ají
y también Coca Cola con maní
aprendía a volar cual colibrí.

Al balcón de mi casa me asomé,
me lancé y lacerado confirmé

que no tiene la culpa el Gran Autor
de la dura cabeza de rubí
que nos pone a pensar más con el pie.



Riñas amorosas

(Jotabé)

¿Quién no ha jugado un chico de parqués
dejando el tiempo mudo y al revés?

Gran combo de injusticia y alegría
solazadas en noble algarabía.
La trampa, el carcelazo, la porfía
de querer derrotar hasta a la tía.

Qué buen esparcimiento es la bendita
familia compartiendo la bonita

mañana, tarde o noche, como ves,
pensando que llenamos la alcancía
ganándole el dinero a la abuelita.




Mirada de soslayo


(Jotabé)


¿Vienes a verme la casa bonita?
¿O vienes a hacer amable visita?

Lo primero, lo sé, te despeluca,
vira tu cuello hasta el dolor de nuca,
delata a leguas tu actitud maluca,
salmón eructas si te ofrezco yuca.

Lo segundo será mejor presea
para este corazón cuya azotea

se complace en mostrar que la bendita
amistad no fallece ni caduca
en silla dura ni en la casa fea.



Lo bueno... ¿bueno?


(Jotabé decasílabo)


Urge en este mundo cementoso
estar muy despierto y cuidadoso.

Pues nadie está exento de lo incierto
que es ver la basura como el huerto,
cultivar monedas en desierto
y gritar al orbe: «Aquí yo invierto».

Si un día te ofrecen un encanto
piénsalo muy bien: es un espanto.

Miro a lado y lado, sigiloso,
y entre la malicia al fin advierto
que «de eso tan bueno no dan tanto».



Jirones de amor


(4 Jotabems hexasílabos)


Mi nieto fregado
me tiene ovalado.

Camina de prisa
cual cura pa´ misa.
Detrás, con sonrisa
me trago la brisa

nutriendo pulmones,
pidiendo bastones.

Me siento agotado;
mi hermosa camisa
ya es sólo jirones.


Ayer en la noche
no le hice reproche.

Mi sueño profundo
como un vagabundo
transitaba el mundo.
Tan sólo un segundo

bastó pa' que hiciera
mi pelo y la estera

un tierno derroche
gracioso y jocundo
con hábil tijera.


Ahora sentado
me chuza el teclado,

arruina mi escrito.
«¿No cierto, abuelito,
que soy muy bonito
y muy juiciosito?».

Le cambio de tema,
le ofrezco una crema

y el gran avispado,
el bello niñito,
me borra el poema.


Así es cada día:
con gran melodía

de afecto y cariño
que brota de un niño
de néctar y armiño
mis auras me tiño.

No importa fatiga
ni hinchada vejiga.

Y en esta osadía
agrego a mi estriño
dolor de barriga.



Roles sinuosos oscilantes


(Jotabé)


Sí vales, Corrupción, para el de allá
que a la noble decencia acallará.

En poco tiempo cambiarán papeles:
Aquí el decente dejará sin pieles,
en vacío, silentes anaqueles
que puedan delatar a los carteles.

El de allá, transparente, lanza un grito:
«¡Me quitaron el cargo favorito!».

En gordo contubernio acabará
el uno con el otro que a manteles
consideran que ya nada es delito.



Alegra tu día


(Jotabé)


¡Cuánta energía alboroza un saludo!
La tenue mañana, plácido embudo,

abre compuertas a soles de vida,
rayos que bañan la estrecha avenida.
Bello horizonte, cual fresca bebida,
bulle sentidos de son sin medida.

Pasan las horas con calma, sin prisa,
cálido afecto te estampa la brisa.

Brinda el saludo, no es cosa del rudo,
goza tu día en feliz bienvenida
y da al más humilde alegre sonrisa.



Zapatos compartidos


(Jotabé tetradecasílabo)


Ponte mis zapatos. Sentirás algo distinto
y no criticarás mientras compartes un tinto.

Mi frío no es tuyo ni tu calor es el mío.
Es lento mi arroyo, tan caudaloso tu río.
Pausada mi charla, la tuya al galope es brío.
Mi sueño reposa, tu sueño en vivo es bravío.

¡Hasta dónde llega la sabia naturaleza
develando extremos: mi pobreza y tu riqueza!

Cuando vengas acá, tendrás corazón extinto.
Cuando llegue yo allá, sentiré un escalofrío.
No debes morirte: tú en tu lar, yo en mi llaneza.



Las raíces del tirano


(Jotabé)


Juzga a todos sin evidencia alguna,
aprovecha su tiempo en la tribuna.

Allá, postrado con cabeza gacha,
la víctima se siente cucaracha.
Allí, sumido en lastimera facha,
el otro se guarece en su covacha.

Son todos los habidos; no son dos,
vejados al poder del semidiós

que vio las luces en humilde cuna,
cada voto compró con remolacha
y tiene más poder que el mismo Dios.



Mi confuso mundo From the lake


(Jotabé con estrambote)


El gran lago de seres diminutos
nunca tiembla en segundos ni en minutos

de quejas silenciosas y apocadas.
Espera emocionarse en las espadas
bulliciosas, valientes y arropadas
en pasteles, en formas; y lanzadas

como dardos virtuosos de mayores,
jubilados y voces sin censores.

El lago resucita entre los frutos
de esas lanzas voraces y variadas
que a veces se derraman en amores.

Si Georgia en sus fervores
vio un lago de color en trabalenguas,
yo veo un mundo en confusión de lenguas.



Abismos superficiales


(Jotabem)


¿Qué puede tener el mundo
nadando en lo más inmundo

que desata un corazón
entre ritmos de abyección,
hedores de sinrazón
y palpable maldición?

No se requiere la ciencia,
tampoco una competencia

para ver que en lo profundo
se revuelca perversión
y nos lega la violencia.



Caída ascendente


(Jotabem)


Qué bueno caer parado
estando tan embarcado.

Me pusieron en el cargo
donde pasé trago amargo.
Tras de idiota y manilargo
terminé con un embargo.

Pero el jefe me salvó,
pues nuevo empleo me dio

importante, bien pagado.
Concilió mi desembargo
y la mordida pidió.



Grita el mundo poético


(Jotabé con estrambote)


Guarde Dios siempre al hombre de valores,
creativo y veraz en sus labores.

Guarde siempre su cándida humildad,
su gran servicio a la comunidad,
las alas que lo elevan en bondad,
sus Jotabés de universalidad,

su amor por enseñar en los lugares
más remotos, atravesando mares.

Conceda Dios también muchos loores,
multiplique su creatividad
y se goce a Rodríguez Manzanares.

Fruyan bares, altares
pregonen los poetas en un grito
el ¡Feliz cumpleaños, Juan Benito!



Evita la mordida


(Jotabem)


Siempre quise ser muy listo
y vi que tan sólo existo.

Había un perro de asilo
comiendo de carne un kilo.
Entonces dije: «Lo esquilo».
Le puse en el rabo un filo

y mordió mi camisola.
Desde ahí riego la bola:

«Al can que jamás he visto,
así esté echado y tranquilo,
nunca le toco la cola».



Triunfal derrota


(Jotabea)


Disfruta tu victoria de hirviente batahola
y ríe en la conquista de espléndida aureola.

Un mundo de metales te exige dependencia,
la empresa de papeles te niega una licencia,
el jefe de recursos humanos te silencia.
En tanto, más diversos te exigen competencia.

Esfuérzate en el campo gozando la pelota
y piensa que en el juego la gentileza brota

sin humos que te eleven, sin lastres en la cola.
Y con tu fe creciente, recuerda esta sentencia:
humilde para el triunfo, más grande en la derrota.



Delirio


(2 Jotabems)


Vengan uno, dos y tres
y si quieren, al revés.

Vengan muchos, vengan cientos
con leales sentimientos.
Yo les cedo mis asientos
y que traigan novecientos.

Me conformo con diez mil
aunque suene a mercantil.

Mis cien mil, como lo ves,
son dos millones quinientos
que los muestra mi perfil.


Su discurso en tal euforia
se comió toda la gloria.

No amasaron la bonanza
y nadando en desconfianza
se cansaron de la usanza
y emprendieron la mudanza.

Con el rabo, cual perruno,
entre piernas, uno a uno,

huyeron y zanahoria
les quedó para la panza.
Él se quedó con ninguno.



Oscuridades del solio


(Jotabea)


A gritos de batalla que alertan la esperanza
promete el candidato la plenitud de panza.

En sus visitas lleva valiosos invitados
que cargan sus paraguas y limpian sus calzados.
Allá los asistentes, magníficos soldados,
defienden a su jefe de opuestos embaucados.

Engaño tras engaño, fingiendo democracias,
omnívoros los solios nos fraguan las desgracias.

¿Oh, mundo cómo quieres ganarte la confianza
de seres del corriente, de seres segregados,
si tu falaz discurso no doma suspicacias?



Amor omnisensorial


(Jotabea)


Eres manjar a mano, mis coros celestiales,
las mieles de mis ansias, mis notas musicales.

Las luces de mis ojos, deleite de sabores,
faroles de placer, el néctar de las flores,
las tersas emociones, el toque de tambores
en piel humedecida, el ritmo de furores.

Aromas que lubrican el digital candor,
perfumes que aceleran de pieles el sudor.

Las huellas persistentes de frutos tropicales,
olores que secuestran mis cánticos de amores.
Eres mi dulce luz, eres todo, mi amor.



Involución


(Jotabé)


El mundo de sublimes alegrías,
de flores y armoniosas sinfonías,

de aromas de café de mil sabores,
de lienzos y pinturas de colores,
de seres de peluche abrazadores,
de gentes generosas en amores,

ha cambiado en los últimos momentos.
Ya no admira los cultos monumentos,

ha mutado el respeto en agonías,
ha entregado el erario a roedores,
ha puesto la agresión por argumentos.



Aurora redentora


(Jotabé tridecasílabo)


Camina lento atropellado por el vicio,
cabeza gacha con desórdenes del juicio.

No halla las luces, no halla mano redentora,
tampoco techo ni comida alentadora
ni traje digno ni farmacia sanadora.
Pero a la vista, entre las luces de la aurora,

le coquetea un sol de cielo mensajero.
Le guiña un ojo y le descubre un asidero

de blanca bata pregonera del servicio.
Junto al cariño de mirada conductora
lo aloja en la «Casa vital del alfarero».



La voz de la prudencia


(Jotabé)


El silencio que guardan los sensatos
no es silencio de normas ni formatos.

Es locuaz el odioso camorrista,
charlatán el meloso que conquista,
parlanchín el falsario clientelista,
hablador un mediocre especialista.

Todos juntos, más otros de fluidez
terminan convencidos que mudez

se traga en el silencio sus recatos
y evita exposiciones. A la vista
salta que «por la boca muere el pez».



Hermosa la Vida


(Jotabé tridecasílabo)


Hermosa la vida en los soles mañaneros,
hermosa, entusiasta en los cánticos llaneros.

Hermosa en los rayos de intenso mediodía,
hermosa en las danzas de prístina armonía,
hermosa en los coros de dulce melodía,
hermosa en los ritmos en son de poesía.

Hermosa en colores de tardes en caída,
hermosa en aromas de piel joven servida.

Hermosa y fulgente en artísticos joyeros,
hermosa por siempre en los días, cada día
que el Dios Poderoso prolonga nuestra vida.



La lección de un corcho


(Jotabé decasílabo)


Era un hombre de feliz retar
hecho en licoreras de altamar.

«Tomaré varias», reflexionó
y apretando muchas, observó
que en tantas la fuerza se perdió.
No pudo libar; luego notó

que con una, su procaz receta
le ayudaba a conservar la dieta.

En ella, tras el corcho rotar,
a corazón febril concluyó:
«El que mucho abarca, poco aprieta».



Athena inmortal


(Jotabé)


Llorando el corazón, triste y vacío,
solapa el sol, se momifica el frío.

Sombría soledad, seca y nubosa
extiende sus tentáculos de diosa
retando la energía vigorosa,
por ahora sumisa y pesarosa.

En la escuálida playa sin arena
sólo brota en el ser oscura pena.

Mas, echa al mar la fe de tu navío
que a casa llevará la misteriosa
y amorosa presencia de tu Athena.



El rastrero argumento del poder


(Jotabé)


Perdido el mundo entre las uñas largas,
guarecerte detrás de las adargas

razón no tiene. Belicosos gritos
pretenden ocultarte los delitos
impuestos en oscuros requisitos
de colmar codiciosos apetitos.

Si argumentos los gritos de rechazo
no convencen y no tuerces el brazo,

terminarás oyendo las amargas
agresiones del solio como ritos
que encima te regala un gran madrazo.



Lógica de harina


(Jotabé)


Hay lágrimas que mana la razón
tergiversada en boca del mandón.

No importa el agua en vino que convierte
ni importa el huracán que muta en suerte
ni importa que se oponga el grito fuerte
ni importa copa que su paz subvierte.

Llora, razón; tu lógica de harina
no revela que el agua de la tina

meciéndose en sinuosa refracción
no sepulta la idea de la muerte
pero ha de convertirte en asesina.



Frutos del desierto


(Jotabem)


Mirando oscura belleza
alrededor de la alteza,

como nunca nadie pudo,
por más mordaz y filudo,
despojarla de su escudo
y nadie desata el nudo,

en tan vil desasosiego
se inferirá, desde luego,

que este mundo da tristeza:
«Al sordo le dijo el mudo
que quería verlo el ciego».



Opaco desde arriba


(Jotabé)


¿Hasta cuándo, Señor, la gran mentira,
habrá de sonrojar la dulce lira?

Vibraba entre colores de verdad,
tapizando en azul la humanidad,
en terso verde la sinceridad,
en poemas de vida la bondad.

Cabizbaja, insonora, sin entrañas,
humillada en las órdenes extrañas

del mandante de solio que transpira
valores al revés, la opacidad,
¿cuándo, Señor, su nitidez restañas?



Amor omnisensorial


(Jotabea)


Eres manjar a mano, mis coros celestiales,
las mieles de mis ansias, mis notas musicales.

Las luces de mis ojos, deleite de sabores,
faroles de placer, el néctar de las flores,
las tersas emociones, el toque de tambores
en piel humedecida, el ritmo de furores.

Aromas que lubrican el digital candor,
perfumes que aceleran de pieles el sudor.

Las huellas persistentes de frutos tropicales,
olores que secuestran mis cánticos de amores.
Eres mi dulce luz, eres todo, mi amor.



Competencia de nado no sincronizado


(7 Jotabems)


Había un hombre muy rico
que puso al aire su pico:

«Vengan, vengan a mi casa,
jóvenes guapos en masa.
Vengan, que nadie fracasa
y ni el más débil se atrasa.

Nadarán en la piscina,
poco menos que una mina:

No tiene mono ni mico
ni una lora de payasa.
Menos, habrá cocaína.


Tiene sólo un tiburón
que se jacta de tragón.

Y también unas pirañas
que no comen telarañas.
Y unas víboras extrañas
que traje de las montañas.

Quien atraviese nadando
la piscina, va ganando

en una gran emoción
la niña de mis entrañas
y puede estarse casando».


Acudieron los solteros
que se creyeron enteros.

Afrontarían el reto
por encima del respeto
que la vida en peso neto
suele poner en aprieto.

Se lanzó un primer mancito
y en medio de tanto grito

entre ruidos lastimeros
terminó como esqueleto.
¡Pobrecito el señorito!


Un segundo se lanzó
y entre el agua braceó.

En estilo mariposa
creyendo ser mucha cosa
queriendo tener esposa
perdió la forma carnosa.

Con el agua vinotinto
nadaron más; hasta el quinto.

Nadie, por más que luchó,
se ganó la bella rosa
con un braceo distinto.


Cuando ya nadie esperaba,
saltó un hombre que nadaba

en la piscina de rojos.
Abriendo mucho los ojos,
cuadrando sus anteojos,
eludía los enojos

de los fieros animales.
En medio de tantos males,

el público celebraba
casi postrado de hinojos
al joven en sus cabales.


Los aplausos no pararon
cuando las piernas saltaron

huyendo de tal infierno.
Salvado ya del averno,
quiso el rico dar al yerno
un gran abrazo fraterno

y el joven correspondió.
«¿Qué cree que se ganó

compitiendo por mi Sharon?».
«Yo no quiero nada externo
ni quiero nada. ¿Oyó?».


Asombrados, los presentes
apretaban hasta dientes,

alborotados sus pelos.
Y olvidados de los celos
agitaron sus pañuelos
cuando añadió sin recelos

el mozo de la ocasión
en completa sinrazón:

«Mientras me seco los lentes
quiero mandar a los cielos
al del maldito empujón».



Cien años de perdón


(Jotabem)


Dijo un justo carnicero:
«De este lado van primero

los que me guiñan el ojo
y agitan el trapo rojo
acelerando a mi antojo.
Los de allá, los de reojo,

que piensan por otro lado,
jamás comerán asado».

Gritaba el justo altanero
y el cercano, sin sonrojo,
le birlaba un buen bocado.



Centro invisible


(2 Jotabems)


No está el centro en el ombligo
donde puede ser testigo

al este de coqueteos,
al oeste de flirteos,
al norte de manoseos
y al sur, al sur de trofeos.

No está el centro en la mitad
donde también hay maldad.

¿Dónde está el centro, mi amigo?
No diré que en los museos,
tampoco en la ancianidad.


El centro, punto intocable,
muchos estiman probable

acorralar y comprar.
Los de allí, con sobornar;
los de allá, con embaucar
y estos, prestos al votar.

Tiene de Job la paciencia
y no quiere la insistencia.

Es abstracto, deseable,
nunca se puede besar



Metamorfosis


(Jotabé con estrambote)


Qué fácil desde el aula ver el mundo.
Clara el agua del mar; y tan profundo

el saber que deviene del locuaz.
Brilla el asfalto opaco y montaraz,
halaga los oídos lo procaz,
asciende al infinito lo veraz.


Y al pisar los tapetes del terreno
descubrimos que no todo es sereno:

hiede lo noble en gesto inverecundo,
muta Mentira a traje de disfraz.
¿A dónde fue lo que decían bueno?

Cuando comamos heno
que sea por rumiar conocimiento
y no porque nos crean un jumento.



Sentidos trastocados


(Jotabem)


Anegados mis sentidos
en la labia de torcidos

no registran la verdad.
Solo ven la majestad
de aquellos que en vanidad
pregonan su probidad,

desdeñan naturaleza
a cambio de la pureza

de engañosos cometidos
que sangran en terquedad
de la idea sin cabeza.



La magia de los vientos


(2 Jotabeas con estrambote)


Los vientos en mis días son ráfagas oscuras
que tapan soles vivos y alegres risas puras.

Comienzan en saludos obtusos, desganados,
de rostros de limones y pasos solapados
en calles de tristezas y ruidos desmadrados
que aúpan sus taladros y sones desfasados.

Se notan en sequías de afectos forasteros
y amores insensibles, huidizos, lastimeros.

Mis días de quejumbre son días de premuras
en los que el tiempo vuela sembrando en mis estados
la inercia de la vida, de estrés y muchos peros.


Mas, hay vientos cimeros que enjugan la tristeza
y dan vuelta a mi vida sembrando fortaleza

en días imposibles de cáustico rigor.
Mi espíritu levantan, me alejan del temor,
las sales son más dulces, no hay pérfido tremor
y en las heridas huyen las costras del rencor.

Son fuerzas sensitivas, son lúcidos faroles
que empujan mi optimismo, que alumbran mis bemoles.

Versátiles mis vientos anuncian la entereza;
tan buenos o no tanto son péndulos de amor
que oscilan majestuosos al son de nuevos soles.

La Vida es de controles:
en el momento triste, no debes maldecir;
tan sólo una palabra te puede hacer reír.


(Jotabea ganador de la Octava Distinción del XIV Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)



Es que...


(Jotabea)


Es que la luz del día me nubla el pensamiento.
Es que la noche oscura me esconde el sentimiento.

Es que las rosas rojas retardan mis labores.
Es que en las frías calles pululan vendedores.
Es que la gloria ajena me postra en sinsabores.
Es que el trabajo en grupo no deja vencedores.

Es que el aroma dulce me obstruye los oídos.
Es que la sal marina me endulza los sonidos.

El día escurridizo que el «es que» de lamento,
mordiéndose en entrañas, acoja sus errores,
en ese día claro se extinguirán bandidos.



Carreras que hieden


(2 Jotabems)


Era un hombre que corría
para todo; y sonreía.

Corría por la mañana,
por la tarde con su hermana.
por la vía más cercana,
por la noche en ruta plana.

Corría al desayunar,
corría para almorzar.

Corría en la gradería,
en la pista más cercana,
corría para trotar.


Corría sin refrigerio
y no ponía misterio.

Corría sin gaseosa,
corría en una baldosa.
Corría en luna nubosa,
corría en brisa lluviosa.

Un día el gran referido
plegó al corazón partido.

Estando en el cementerio,
al descender a la fosa,
ya estaba el hombre podrido.



Salustiano


(Jotabé dodecasílabo)


Los grandes maestros son toda la vida
maestros del alma, de luz colorida.

Alumbran por siempre nubladas estancias
sembradas de niños de mil circunstancias;
de jóvenes curvos que viven infancias,
de adultos que gozan sus justas ganancias.

Alumbran los tiempos, incluso en verano
de fuerzas resecas, de otoño cercano.

Así conocimos su fe decidida
regando saberes de nobles fragancias
obviando sus años. ¡Qué gran Salustiano.

 
     
 
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