
Fernando
Montaña Lozano
Villavicencio, Meta
(Colombia) |
Siembra en tu parcela
(Jotabé con estrambote)
No me abones ni siembres candidatos
que harto de todos te despejo datos:
gordos mis pies después de ser tan flacos,
están ya de mentiras y de atracos;
oscuros mis oídos y berracos
de oír todos los días pajarracos
vendiendo sus discursos y acrobacias,
sembrando en los incautos más desgracias.
¿Será que en este mundo sin zapatos
no sentimos el peso de bellacos
que pisan nuestros callos con falacias?
Ninguno gana gracias,
pues ese que tú eliges redentor
poder y erario asalta con honor.
Por qué seguí fumando
(Jotabé)
Siempre quise dejar el cigarrillo,
lavar mi dentadura con cepillo,
relegar mi sudor de nicotina,
dejar de restregarlo en la cortina.
Pensé que conquistaba la vecina,
de talle y cuerpo dignos de vitrina.
Conseguiría en ella su servicio
de querer este ser de maleficio.
Mas, cierto día me pasé de pillo:
espiándola noté que en la piscina
estaba dedicada al otro vicio.
Por qué seguí bebiendo
(Jotabé con estrambote)
Cuando quise alejarme de bebidas
terminé aficionado a las corridas.
Los toros me suplían el desierto
así considerase ya estar muerto,
entusiasmo apagado y medio yerto.
Un día mi entereza, sin acierto,
alas plegó en mi plano pundonor:
manzanilla voló en mi alrededor,
botas ebrias de manos conocidas
convirtieron mi tarde en un entuerto.
Y aquí estoy navegando en el licor...
Espero que el Señor
recompense por todos los favores
a todo el que en su fe me lleve flores.
Glosario de calle colombiana
(Jotabem)
Pilas: es una advertencia;
Ojo: le hace competencia.
Paila: el que está condenado.
Parce: el amigo adorado.
Jincho: el que está muy tomado.
Chimba: es estar agradado.
Guaro: es el noble licor.
Sardina: chica en su flor.
Vaina: es cualquier ocurrencia.
Chamba: se da al empleado.
Tusa: pérdida de amor.
El verdadero peso de la lealtad
(Jotabem con estrambote)
Sí, señor, Don Juan Benito,
lo ha dicho en un solo grito.
Y lo recalca Gerardo,
aquel fabuloso bardo
que preciso y sin retardo
no duda en lanzar el dardo.
Otros también, jotaberos,
han sentido desafueros
cuando un amigo «bendito»
convierte en pesado fardo
la lealtad de parceros.
Van primeros
los amigos de verdad
con Dios en fidelidad.
Discípulos perdidos
(Jotabé dodecasílabo)
Dime, amigo Sol, tus rayos imparciales
¿de dónde vienen? ¿Tal vez de celestiales
y justas fuentes de amor sin marginar?
Siempre calientas desde el ansioso mar
atravesando los valles, montes, lar
de la alta, baja, tarima de mostrar.
Eres ejemplo, maestro generoso;
pero invidentes, su corazón rocoso
late egoísta azuzando principales
y los desliza con máscaras de actuar
por el oscuro resquicio sospechoso.
En memoria de Rafael
(Jotabea)
Homenaje a Rafael Manjarrés (E.P.D.)
Hay días de tristeza, de gélida energía,
de soles bajos, tibios, letal melancolía.
Hay tardes veraniegas de lánguido sopor,
mañanas silenciosas que niegan Creador
y noches solitarias de espantos y temor.
El día oscuro, inerte, se llena de terror.
Las aves bulliciosas no alertan el dintel,
abejas hacendosas se niegan a la miel.
Pero esos días mustios de poca algarabía
habrá de acariciarlos entre su inmenso amor
el Dios de las Alturas que acoge a Rafael.
Mundo terrestre
(Jotabé)
Dime, mi Mundo de veraz locura:
lo que aferra a los hombres a su altura.
¿Es oler mortecina primavera?
¿Es la nostalgia de la edad primera?
¿Es la arrogancia de ostentar cimera
y bellaca soberbia barrendera?
¿Es la pierna falaz que lo enamora?
¿O la espalda al final curva y canora?
Mundo, te advierto: solo tienes cura
si en los valores toma delantera
franca sencillez de la aseadora.
Trapichito y la magia de Mazamorra
(5 Jotabems con estrambote)
En el Circo Americano,
varios días en el Llano,
el payaso Trapichito
no imaginó quedar frito
con el ánimo marchito
cuando entre el público inscrito
a un concurso, nuestra nieta
descubrió. ¡Qué cantaleta!
Quiso el hombre veterano
derrotar todo niñito
en curiosa jugarreta.
Les preguntaba al azar
con ganas de desollar
los impulsos del infante.
Pedía al participante
«¡Mazamorra!», en adelante,
responder su interrogante.
«Si no respondes lo hablado,
te ganarás un helado
y no podrás continuar.
Seguirá tu contrincante
y te irás a tu tablado».
Trapichito preguntaba,
«¡Mazamorra!», no escuchaba.
Tras varios eliminados
que fueron ganando helados,
los asistentes flechados
aplaudieron fascinados
a mi nieta bogotana,
turbulenta cual fontana:
«¡Mazamorra!», tal gritaba
mirando a todos los lados
la hermosa niña Mariana.
Y por más que Trapichito
preguntó por infinito,
fingiendo su desconsuelo
no pudo poner anzuelo
a la niña de alto vuelo
azuzada por su abuelo.
Terminada la función,
denotando corazón,
el sensible payasito
agachándose hasta el suelo
tuvo gran desilusión:
Alzó la niña mimoso
gozando de lo sabroso.
Y asombrado de verdad,
instalado en la bondad,
preguntole en seriedad
a la niña por su edad.
Casi pierde hasta la gorra
mostrando su calva porra
cuando el payaso curioso
escuchó con gravedad:
«¡Mazamorra! ¡Mazamorra!».
No descorra
de un pilo niño su velo:
podría tomarle el pelo.
Inspirador de versos
(3 Jotabés)
Sólo nubes oscuras pesarosas
navegaban las brumas deseosas
de empapar con sus blancos virginales
mi mundo de silencios colosales.
Bebía de las fuentes siderales
las rimas y los ritmos por caudales.
Mi pluma vacilaba en el arnés,
lo escrito se moría en dos por tres.
En mis densas tinieblas, lamentosas,
un maestro de cálidos modales
instó mi inspiración a Jotabés.
Observé de inmediato su bondad
corrigiendo con gran fraternidad
los poemas que hacían jotaberos.
Generoso, sin gestos altaneros
delataba invisibles agujeros
sin ambages ni ruidos lastimeros.
Puse entonces mis versos en sus manos,
usó su corazón de juicios sanos
e invitome a palpar la libertad
después de prepararme en los primeros
hijos suyos que hoy trato como hermanos.
Padre celoso de la hermosa Rima
es Juan Benito, ser de noble estima.
Lleva en sus pasos métrica y conteos
y en la mente los cálidos solfeos
para hacer de los versos los trofeos
celestiales después de los bloqueos.
Ha convertido la enseñanza en rito
que emana siempre su mejor escrito.
Cuide el Señor desde su blanca cima
y guiñe al gran poeta con flirteos.
¡Guarde siempre el Señor a Juan Benito!
Legado navideño
(2 Jotabems con estrambote)
La brillante Navidad
que ilumina la ciudad
es un nicho de colores,
de bullicios y sabores,
oraciones y fervores,
mil abrazos y calores.
Se rebosa la alegría
y en ruidos, algarabía,
nace el Rey de la humildad:
el Señor de los amores
que no conoce ambrosía.
Opacos los sentimientos
del orbe sin mandamientos
se iluminan en amor.
En un sublime candor
la oración es un loor
para el amado Señor
que hecho niño desde cuna,
ojos vivos de aceituna,
concede mejores vientos
de paz, sosiego y sabor
de la tierra hasta la luna.
En tribuna
de amor total y diverso,
se refresca el universo.
Metamorfosis antártica
(Jotabea con estrambote)
Es agujero blanco tan yerto como el mundo
de dádivas oscuras y taladrar profundo
tras oro negro, turbio, tras belicosas gemas.
Es blanca como novia, brillantes sus diademas,
su frío intenso arruga las digitales yemas,
y rompe las escalas de medición extremas.
Antártida nevada: juré tomar la idea
de calentarte a versos. Tu gelidez flaquea.
Te asaltan ya calores del bello hogar fecundo
de excelsos jotaberos haciéndote poemas
en todas las variantes; como este jotabea.
Mas no fue mi tarea
evaporar tus fríos de huesos encogidos
sino admirar de lejos tus cielos coloridos.
Idiotencers
(Jotabé acróstico tridecasílabo)
Instalado en lo alto de la fullería,
dominando tarimas de la fruslería,
instigando curiosos de babas y risas,
ondulando en la cima de agudas cornisas,
tomando una selfie de fingidas sonrisas
entrega su intelecto cobrando en divisas.
No aporta ni crea, mas deja al papanatas
conceptos de vida: «Si comes alpargatas,
enseñas tus muslos y orinas en la vía,
regarás como a matas mundo entre las prisas».
Sabia enseñanza de un estulto botaratas.
Acróstico: Idiotencers.
Alabanza
(Jotabé eneasílabo)
Érase un asno sin enjalma
llevando a cuestas una palma.
Burlas aguantaba el jumento
de gentes viendo el esperpento.
Mas, él miraba el firmamento
olvidándose del tormento.
Quiso el Altísimo Señor,
suplir del burro su dolor:
le puso al animal un alma
y el nuevo ser en el momento
batió su carga al Creador.
El amigo recochero
(Jotabé pentadecasílabo)
Viene el alegre café bullido en risas y chanzas,
camina a pasos de prisa aunque rompe las balanzas.
Con una chica se topa y suspira ojos cerrados,
patea un balón de fútbol que sube a los tejados;
a muchachos colegiales les paga sus helados
y canes corretea con sus rabos asustados.
Mas nada lo distrae de su noble prioridad:
ríe, canta, se divierte con todos, de verdad.
Así lo hemos querido: recochando en sus andanzas,
serio, fiel, dicharachero; es un ser de los mandados
a armonizar el mundo con su cálida amistad.
Cristalinos opacos
(Jotabeíno)
¿Tienes la verdad? Acomoda tus ojos
a la luz del sol y verás que los cojos
cojos nunca son. Como nunca los buenos
en su corazón permanecen serenos.
Como nunca están preparados los frenos
cuando hay que parar en lluviosos terrenos.
El mundo traidor no es un mundo de fianza:
el malo es mejor y merece confianza
y el bueno es peor que postrarse de hinojos
ante el gran amor cuyos oros obscenos
son de otro señor con adarga y con lanza.
Te queremos
(6 Jotabems)
Ese día de tristeza
te ganará la pereza.
Tus claras obligaciones
dormirán en los cajones
pero en todos los rincones
ebullirán tus funciones
creadoras, diligentes,
afectuosas con las gentes.
Nadaremos en riqueza
los que gozamos tus sones
en Jotabés trascendentes.
Habrá vencido la Parca,
que gana en toda comarca,
pero a tu carne terrena.
Cuando vaya a tu alacena,
guadaña con mano plena
se encontrará con la pena
de solo escritos hallar.
«De Juan Benito ese altar»,
le dirán, «el gran patriarca
que goza vida serena».
Y ella se pone a llorar...
Si algo quedó por hablar
o contigo elaborar,
es probable que suceda,
no está lejos mi vereda
para que en traje de seda
tu alma visita conceda
a este amigo, como ves,
sin pánico ni revés.
Te invitaré a recitar
caminando en la alameda
tus preciosos Jotabés.
No debo ofrecer perdón
a quien en plena función
de ayudar al crecimiento
del que busca gran talento,
lee fragmento a fragmento
y corrige sin tormento.
Incluso si todo el año,
yendo a oscuro de castaño,
cree que es un reguetón,
rimas, versos, son un cuento,
¡y se gana un gran regaño!
Cuerpo yerto, blanco y frío
no tendrá ya el mismo brío;
pero adentro, en lo insondable,
bajo dermis tersa, amable,
arderá rima impecable
de corazón envidiable.
Si en Valencia yo estuviera
antes que el hombre se fuera,
un abrazo cual estío,
caluroso y memorable
le daría si quisiera.
Difícil en la nobleza
no llorar por la tristeza.
Sin embargo comeremos,
beberemos y reiremos,
amaremos, soñaremos.
Mas, lo dicho pospondremos
porque esta vida en peldaños
permite ganar escaños
a seres de gentileza
y al Señor le pediremos
para el maestro mil años.
Yo solo
(Jotabé Verevés tetradecasílabo con estrambote)
Esperanza tibia en infartados corazones
de sangre terrícola y sumisas decisiones.
Al contrario resulta paupérrima pujanza:
corazones infartados en tibia esperanza.
Al revés o al derecho caemos en la danza
de lánguidas baldosas y tímida ordenanza.
Mi tibia esperanza se caliente en los sudores
autónomos del verbo callando a sus censores.
Mi corazón de infarto reviva entre canciones
enérgicas, de vida, de céntrica confianza
y pueda yo, emergente, pintar con mis colores.
Mejor si los señores
que tienen por verdades sus propios corolarios
no imponen las falacias tapando sus prontuarios.
Mi bandera
(Jotabé)
Es tu amarillo emporio de riqueza,
tu azul ingente brillo de nobleza.
Más, tu rojo es la entraña memorable
hirviendo el corazón que, inexpugnable,
agita la conciencia inmensurable
y lega a su nación un ser ecuable.
Son tus colores faz del firmamento,
estruendosa alegría del momento
envolvente del triunfo en la firmeza
de la mente, del músculo incansable.
Eres Colombia en grácil monumento.
Razonamiento díptero
(Jotabé)
Un promontorio guiña sobre el riel
en la vía aledaña al Gran Burdel.
Viste marrón de cándida humedad,
ante todos es pura suciedad;
para mí, alimento en la ciudad
que ha perdido el erario y sanidad.
Iré tras él en avidez salvaje,
aunque reciba del humano ultraje.
Pues es mejor estar metido en él;
así no tengo posibilidad
de untar siquiera mi valioso traje.
Hermosas tías
(Jotabé Anre)
Jotabé Anverso
Sinceros gozos hierven con las penas,
primeros besos, frágiles faenas.
Alegrías que explotan sin sazón,
sinfonías que infunden desazón.
Energías caídas, sin pasión,
autovías de furias en trancón.
Escozor de raíces en las canas,
comedor sin sus platos y sin ganas.
Viajeros extraviados en arenas,
tranvías de tediosa conducción,
candor para aplaudir bestias humanas.
Jotabé Reverso
Penas hay que envilecen a sinceros,
faenas que oscurecen los primeros.
Sazón insípida, sin alegrías,
desazón que silencia sinfonías.
Pasión de fracturadas energías,
trancón sin la presencia de autovías.
Canas zurumbáticas, de escozor,
ganas sin cubiertos en comedor.
Arenas frescas pisan los viajeros,
conducción celestial de sus tranvías:
humanas tías abren al candor.
Inchausti
(Jotabé)
Tiene Inchausti la musa efervescente
proponiéndole el verso refulgente
de figuras aéreas, retóricas,
primorosas palabras que pletóricas
de ciencias y saberes, escultóricas,
le dicta sus estrofas metafóricas.
Jotabeísmo inspira en lo profundo
del ánima sensible que en el mundo
de paz, amor, vivencia trascendente,
saborea las líneas históricas
y escribe jotabés meditabundo.
A ti, hermana Venezuela
(Jotabea)
Hermosa Venezuela: ¡Qué tanto te han tramado!
Con el falaz discurso de un déspota endiosado
plagado de secuaces y obseso de poder,
tú, noble paraíso, perdiste amanecer,
jirones tu bandera sólo es anochecer.
Ha de brillar tu frente, cielo has de merecer;
en luchas desiguales derribarás el muro
y de la infamia inerte florecerá tu puro
jardín de amor, familia, tu chamo desterrado,
la dignidad de rosa dolida en tu mujer.
Podrás gritar al mundo: «¡Maduro está maduro!»
Olor tecnológico
(Jotabé)
Tengo mi lápiz temblando, nervioso,
entre mis dedos sufriendo, nuboso.
No pinta versos ni pinta canciones,
tampoco dibuja mil corazones.
Mira de lejos un par de ratones
de colas muy largas. ¡Qué maldiciones!
Pierde su punta, camina de lado,
ya casi cae. ¡Será desechado!
No sabe mi lápiz que, ya canoso,
pinta poemas hermosos en sones
lejos del ruido del sordo teclado.
Rosas profundas
(Jotabem heptasílabo)
Cuando rozas, las rosas
se yerguen aceitosas
ungiéndose en la euforia
de aromas y en la gloria
de acústica victoria.
Olores en memoria,
sonidos de canción
que apura el corazón,
aúpan las nerviosas
neuronas de amatoria
y lúbrica pasión.
Retinas de amor
(Jotabea acróstico sérmico)
La música celeste de enamorar historias,
vida es de soles rubios gozando las victorias,
es cántaro repleto de alegres golondrinas.
Muy vívidas sus notas diluyen las espinas,
bonita es la mañana que vibra en mandolinas
si el claro azul del cielo se mete en mis cortinas.
Tú empapas en sonidos mi cielo de armonía,
estás asida al orbe manando lozanía,
siempre brisando en cantos de lides amatorias,
cerca a mi piel erguida brillando en mis retinas.
Amor, estando cerca, la vida es sólo mía.
Acróstico: La vida es muy bonita, si tú estás siempre cerca, amor.
Tercera amenaza
(Jotabé)
Sufrieron los abuelos la primera,
la segunda veló su primavera.
¿La horrorosa tercera llegará?
¿El ave de colores finará?
¿El agosto en sus vientos morirá?
¿Un nuevo dinosaurio arribará?
Hija mía, entonemos la canción
invocando la santa evolución
de aquel amo rastrero de madera
que en poder, en dinero, ya, quizá,
sacraliza letal conflagración.
Paraíso para mi covid
(Jotabé)
Iba a comprar mis versos en la tienda,
paliar adversidades con ofrenda
habida en lo incoloro de lo externo,
cebada en pasto gris de cruel invierno,
vehículo falaz hacia el infierno.
Mas, pronto mi sorpresa en lo fraterno:
al centro comercial casi llegando,
abrí mi celular. Me fue anunciando:
los versos no se compran y que entienda
que inspirado me libro del averno,
más si los comparto en Jotabeando.
Legado de San Pelayo
(Jotabé Trirrima)
No podía faltar el homenaje
de alegría sin par en nuestro viaje.
Dejar sin el vendaje la estadía
es legar un ultraje a la armonía,
es rapar el pelaje de la cría,
es pinchar un carruaje por la vía.
Traje al Llano energía de la mar
y el mensaje de guía para amar.
Un día en San Pelayo, lar, voltaje,
hogar de aprendizaje y melodía,
encaje, patria mía, en tu danzar.
El recibimiento de San Pelayo
(Jotabem 33 hexasílabo)
Vamos al congreso
sin pagar ingreso.
Listos: la energía,
versos de valía,
cielo en ambrosía,
van de correría
en caliente mayo
sin ningún desmayo.
Explícito beso
en bella armonía
nos da San Pelayo.
La tragedia de Ana
(Jotabem Abecedario)
Ana bebía, cantaba,
dormía en felpas, gritaba,
hurgaba instando jarana.
Kilos libaba mi nana.
Ñoña, ociosa, parroquiana,
quilates robaba sana.
Tequila urgía viciosa,
whisky «Xe», yerba zumosa.
¡Alma bendita! Cataba
durmiendo enferma. Fontana
gozona, hiposa. Infructuosa.
Caro disimulo
(2 Jotabems con estrambote)
Han pasado por mi vida
ancianos de abierta herida
en su oscilante memoria.
Unos sabían su historia
pero en ceros su oratoria.
Otros contaban prehistoria
mas ignoraban presente
y todo lo más reciente.
Sus manos, piel derretida,
trituraban con euforia
lo que no podía el diente.
Uno de ellos, cierto día,
manifestó la osadía
de comer una galleta
poniendo en riesgo su dieta.
En una fugaz gambeta
el comestible hizo treta
triturado entre las manos,
volando lejos de humanos.
Mi abuelo agradecería
mi tapaboca en la jeta,
pues tengo defectos sanos.
Mis hermanos:
mientras van disimulando,
el Alzheimer va iniciando.
Cantos del árbol y el agua
(4 Jotabés)
Heme aquí consentido de algodones
entre abonos buscando direcciones
en que yaces, romántico nutriente
de amor, vida, traslúcido y clemente.
Mi faz has de empapar, fogosa fuente,
como animas sublime lo existente.
Cuando estire mi cuerpo he de entender
que manas mundo. Habré de agradecer
tu elástica figura de torsiones
a lo verde, animales y a la gente
mojándolos en dicha por nacer.
Trepando por los aires miro al cielo;
me embriaga el horizonte, admiro el suelo:
Has hecho de la selva y de mi llano
bulliciosa tarima en que el humano
restaura el corazón y da la mano
en alegre sentir al más cercano.
Van mis piernas hurgando el pedestal
en tu busca, mi líquido vital,
suplicando en lo seco tu consuelo,
taladrando angustiosas en verano
para hacerme crecer noble y frutal.
Juega en mis brazos mi dulce y jugoso
retoño de pepas, pulpas, sabroso
bebé de cosechas, miel natural
de endulzar el alma desde el panal
a tórridos gustos sin más caudal
que rones sedientos de carnaval.
Salta del verde a madura presencia,
echa en la altura su aroma y su esencia.
Ser de tus frescos, manjar delicioso,
funge de padre, feliz manantial
legando a la vida mi descendencia.
Lerdos mis brazos de piel agotada,
pelambre en el suelo, faz derrotada,
nidos sin dueños, hormigas sin norte,
savia invisible fluyendo en un corte,
vuelo de abejas amargo en su porte,
sin ti… ¡ni mis pies son ya mi soporte!
Impiden que bañes mi piel candente
dándote rutas del hombre pudiente
en tanto me curvo y, como si nada,
desértico muero. Sin que le importe,
quien te posee te vende a su cliente.
Sueño de niña
(Jotabé)
Mañana cuando reine la armonía,
tu sueño, niña, de febril sequía,
fiel compañero de tu danza coja,
ñoño, niñero de letal congoja,
leño sin llamas que al tocarlo moja,
pálida araña que al andar sonroja;
señorona caricia lo levante,
guiño sonoro en el trasluz le cante,
pide al Señor te eleve en lozanía,
sé la pequeña que en virtud recoja
la hazaña de soñar como gigante.
El plato más rico del mundo
(2 Jotabems con estrambote)
Nuestra Colombia querida
come bueno, incluso herida.
Come un plato sabrosón
consistente en un lechón
que sonríe en el fogón
gozándose la sazón.
Ajos, arvejas, cebolla,
arroz y pimienta en olla.
Manteca bien derretida,
completa la guarnición.
¡Qué comilona tan criolla!
Al comenzar en enero
y continuar en febrero,
nos engullimos el plato.
Nos recostamos un rato
y… llega el San Pedro grato
en donde come hasta el gato.
Llega pronto Navidad
y el cerdo de más edad,
que se creía el primero,
cebado en amor y trato,
pierde toda autoridad:
cruel bondad:
por creerse con corona,
termina en rica Lechona.
Corazón por razón
(Jotabea)
Quise adornar mi vida con unos y con ceros
buscando liberarme de yerros y agujeros.
Llevaba de estandarte mandatos de la ciencia
que en sabios teoremas gritaban mi presencia.
Mi mundo entre lo plano calaba en la decencia,
locuras y osadías en otros, indecencia.
Aristas, muchas curvas, colores de sazón
hallé curioso un día desierto de emoción.
Mi izquierdo autoritario de números enteros
perdiose en el derecho de sana irreverencia
anclando mi cerebro en mi oculto corazón.
Manos de amor
(Jotabé tridecasílabo acróstico)
Maternal amparo siguen siendo tus huellas
asidas a tu piel de cálidas morcellas.
Nada en todo el orbe descuella entre el oscuro
ocaso de afecto, rocambolesco muro,
silente y lánguido, cual pálido perjuro.
Dedos de tierna luz que alumbran al futuro,
estrellas místicas que auguran la esperanza,
amor de corrido, de espléndida alabanza,
manos cielo en tierra de imágenes tan bellas,
oración de cuna meciéndose en el puro
redil celestial en la bienaventuranza.
Acróstico: manos de amor.
Degustación
(Jotabé tridecasílabo)
Abre tus noches a este ansioso corazón
de lúbrico vibrar y férvida pasión.
Deja que mi tacto deslice en tu fragancia
de pétalos rojos de opípara sustancia,
mi golosas manos exploren tu abundancia
cual recién nacido abstraído en su lactancia.
Alza tu mirada oscilante y blanquecina,
espía mi cielo, mi nuez de gelatina.
Tiembla mi estructura en calórica fricción
en tanto degustas, en rígida observancia
de fálico deseo, eréctil golosina.
Nostalgia navideña
(Jotabé hexadecasílabo)
Se vestía de colores mi Paujil en alegría;
rojos, verdes y dorados matizaban sinfonía.
Niños éramos, cantores en la iglesia en Navidad.
Villancicos, panderetas refrendaban amistad.
Con natillas y buñuelos doblegaban voluntad
de guardar la sana dieta consumiendo por mitad.
Iba el cura por las calles presidiendo la novena
y en sus casas las abuelas preparaban rica cena.
Veinticuatro por la noche, rumba y mucha algarabía,
esperábamos del Niño que, infinito en caridad,
un volquete nos trajera para jugar con arena.
Oscuro doloroso
(Jotabea)
Bello país que pliegas rodillas a los santos,
derecho tu discurso torcido en sus encantos,
que manchas superficies con rojos de violencia
y opacas las retinas y eliges sin conciencia:
dime ¿en qué bando acecha, gozando de tu anuencia,
la pútrida mentira de manos con licencia?
Si componerte quiero mi prístina canción
¿dónde inspirarme debo, no pierda el corazón?
Porque balcones tienes, algunos sin espantos,
que señalarme puedas en rutas de decencia
cuyos caminos ruedan sin que haya corrupción.
Ven de nuevo
(Jotabé Rimipri)
Mensajeros tus cínicos deslices,
pregoneros de todo lo que dices.
Pendencieros tus pasos me vulneran,
zalameros tus guiños desesperan.
Rumberos en la esquina te veneran,
primeros en amarte, consideran.
Prisioneros de besos en tu andanza,
lanceros van hurgando con su lanza.
Bomberos a la espera que aterrices,
enteros mis anhelos te liberan
senderos que te invitan a la danza.
Letal oscuridad
(Jotabea)
La oscuridad del mundo me pone de narices
besando el pavimento, sumando a mis deslices
mi frente corrugada, mi rostro en desvarío,
mis pasos cabizbajo, de inagotable hastío.
Quisiera el universo fluyendo como río
en prístino sosiego con frescos de rocío.
Quisiera acariciando de frente el firmamento
llegase a mis entrañas acrisolado viento.
Quisiera inacabable, de estáticos felices,
el fugitivo instante que reposar ansío
y hacer de mis infiernos cenizas del momento.
Vaivenes de la mente
(Jotabé tridecasílabo)
¡Vuela, mente! Vuela en azules sin confines.
Surca los colores, devela querubines.
Que la excelsa belleza brille en tus paletas,
las notas de tu lira y solos de trompetas
acaricien espacios; vuelen cual saetas
cinceles de cielo esculpiendo los planetas.
¡Vuela, mente! Vuelve. Te espera lo imperfecto:
loando tus aristas, huye del defecto.
¡Vuela, mente! Vuelve. Retumben los clarines
a tu feliz regreso; y en versos de poetas
revela al universo que… ¡eres arquitecto!
Los ojos de mi mona
(Jotabé acróstico tridecasílabo)
Tienes los ojos del color de tu entereza:
irreverentes, si has de predicar justeza.
Enormes, libres, cuando estallas al amor.
Redondos, vacuos, si respiras sinsabor.
Nuevos, felices al aroma de una flor.
Orondos, bellos, cuando le oras al Señor.
Sanos, alegres en destellos de locura.
Ociosos, lentos en la sórdida apretura.
Jacarandosos de los pies a la cabeza.
Oh, Dios, cuán ogros al hallarse en desamor:
sé Tú quien los sana en amores de ternura.
Acróstico: Tiernos ojos.
Huellas de la hermosa España
(Jotabé tridecasílabo)
Entre cielos ya otoño y pálido verano
pusimos en España corazón ufano.
Anduvimos por parques, bellas avenidas,
iglesias y museos, cúpulas erguidas,
jardines esmeralda flores consentidas,
jóvenes sobrinos buscando nuevas vidas.
Generosa nación; se explica gran afluencia
de almas esquivando quizá febril violencia.
Madrid, Barcelona, son de este colombiano
recuerdos por siempre; lo mismo las salidas
con Ana y Juan Benito, ilustres de Valencia.
Gozo marino
(Jotabé dodecasílabo)
Camino descalzo en las frescas mañanas;
la playa me aclara los grises de canas.
Arenas se acercan jugando en las olas,
abarcan mis pies dibujando aureolas;
variados sus fríos me dicen a solas
que acaba mi mundo de mil bataholas.
En sienes de paz quiero siempre jugar
cual niño con tarros y arenas contar
tentando al adulto que en tímidas ganas
metido en su carpa no goza cabriolas
de libres gaviotas creyéndose mar.
Falso Ratón Pérez
(3 Jotabems)
«A este diente con sigilo
lo sustraigo con un hilo».
Dice Antonio el camarita
y al momento solicita
que le traigan la copita
de aguardiente y fina pita.
Engullido el cruel licor
toma aliento el buen señor.
En la cama un cocodrilo
de peluche, piel bendita,
abre fauces de terror.
Bajo su vientre de seda
hace guiño una moneda.
La temblorosa paciente
abre boca y pela el diente.
Solo tiene el aliciente
del Ratón Pérez en mente.
Toma Antonio su pabilo;
del Señor un gran pupilo,
pide a Dios que le conceda
una mano omnipotente
de esquivar el brioso filo.
Jala el hombre con tesón,
salta el diente hasta el mesón.
La paciente no reclama;
presurosa va a su cama
y descubre ¡todo un drama!
El ratón es solo fama.
Ve su animal muy tranquilo;
es, como siempre, su estilo.
El famoso galardón
era tan solo una trama:
¡Se lo tragó el cocodrilo!
Escultores de futuro
(Jotabem)
Este sí, no como aquel,
también resultó novel.
A la carga, dijo: «Sí»,
sin importar si era ají,
un delicioso maní
o vuelo de colibrí.
Dijo: «Le hacemos a todo
y luchamos codo a codo».
Pidió martillo y cincel
para mostrar que es así
como se esculpe en el lodo.
Dame tu piel
(Jotabé decasílabo)
Esta piel de sombras ondulantes
muchas veces luces titilantes,
otras en oscuros de terror,
ha encontrado al fin solo un color
indeleble a aromas de una flor,
serviles soldados del amor.
Esta piel a veces agonía,
entrañable hoy goza en lozanía.
Si llegan tinieblas acechantes
y sórdidas mutan el olor,
me queda tu piel, amada mía.
Mi adorado envoltorio
(Jotabé)
Joto caliente de verdosa piel,
no imaginaba que serías cruel.
Enviaste tus vapores a mis fosas
y revolcaste mis entrañas sosas.
Rompí tu dermis: qué tan deliciosas
tus vísceras, tus carnes calurosas,
tu cama diseñada en el maizal
por las manos gloriosas del jornal.
¡Gordo me hiciste! Pero todo gel,
no renuncio a adorar las llantas briosas
que me ciñen, periódico tamal.
Bufones pala-ciegos
(Jotabé Alfa con estrambote)
¿Adulas a quien manda así no sepa?
Borricos los que viven de la arepa
creyendo que el maíz se da en palacio,
danzando en los comandos que al espacio
eructa satisfecho en su solacio
fantoche el Mandamás de oído lacio.
Ganas el pan que te celebra el día
hurtando al universo la armonía
instando al Hombre Sol entre su estepa,
jalándolo a meterse muy despacio
kilos de orgullo, engendro de anarquía.
Los hombres, señoría,
matan si ciegos ven que quien ordena
niega la vida en cuanto vida ajena.
Debate de control
(Jotabé dodecasílabo)
¿Que opine? ¡Claro! Con mucho gusto opino
cuando en mi selva, que aún a olor de pino
mantiene alerta nadando en las frescuras,
rejuvenece cual niño en sus diabluras,
celebra el triunfo con todas las mesuras,
sobre la hamaca se mece entre lecturas;
no irrumpa el tono voraz de oscuro trazo
ni aceche el grito patán como frenazo.
Claro que opino probando añejo vino,
mas no te acepto que incluso mis tochuras
al piso pongas gritándome un madrazo.
Mis hermanos
(Jotabé tetradecasílabo)
Hubo mágicas peleas sin razón ni ruta,
jardines y arenales de intrépida disputa,
odios locos y decentes, corazón lloroso,
rostros incendiados y cerebro quejumbroso.
Hoy ganó el afecto de pelo maravilloso
años ha en las riñas de lenguaje revoltoso.
¿Quién compra una querella? ¡Nadie! Todo es en vano.
¿Quién, pues, a las patadas? ¡Nadie que alce la mano!
Sublimes reencuentros son risas de la hirsuta
y alérgica alegría que nos izó el hermoso
trasiego por el mundo en afecto de un hermano.
Abuelo
(Jotabem)
al maestro Juan Benito
Ser abuelo es experiencia
que no explica ni la ciencia.
Se regresa a la niñez,
se desarruga la tez,
se camina con fluidez
y se nada como pez.
Qué bonito es ser inquieto
y adorar con peso neto.
Quiera Dios en su sapiencia,
prodigarle en su adultez
las travesuras de un nieto.
Bellas travesuras
(Jotabé)
Nuevos soles naranja, más que el Llano,
habrán de acariciarlos, dulce mano.
Tendrán nuevas tareas en bullicio,
nuevos estrados para su ejercicio.
Una que otra carrera no es suplicio
y un porrazo no los saca de quicio.
Lo habrán ganado sin comprar boleto
y en su familia formará el quinteto
de azul, de Millos y criterio sano
que hasta perdiendo mantendrá su juicio.
¡Gócenlo ya, que pronto asoma el nieto!
Escapismo
(Jotabem)
No quiero abrir las ventanas.
¿Para ver cosas sin ganas?
Ya no vuelan las abejas,
ya no balan las ovejas,
ya no paran las orejas
los borricos entre rejas.
Sentado aquí en el sofá
no lamento el bla bla blá
que con cosas tan insanas,
tan insulsas y pendejas
te birlará el Gran Pachá.
Noble dador
(Jotabé dodecasílabo)
¿Quién ágil pasó por la dolida alfombra
y ufano ignoró con altivez que asombra
que los árboles, otrora bendecidos,
raíces llanas, follajes desleídos,
de roncas flores de pétalos dormidos,
rústicos tallos y nidos agredidos,
oxígeno dan para el mortal viviente,
lúdicos gestan el fresco de la gente
pese a sus hojas decrépitas sin sombra?
¿Será que ese hombre de pétreos sentidos
ataúd tiene para su ser yacente?
Hermano Álex
(Jotabé decasílabo)
Voces llegan desde el infinito
y levantan alma sin ser grito.
Llevan en su cresta la esperanza,
luces de colores y bonanza,
vastas energías y templanza
inspirando en todos la confianza.
Brilla el líder de actitud señera,
pasos ágiles de escasa espera.
Vibra el hombre en su trajín, un rito,
llevando en su mente la pujanza
y en el hombro Salle por bandera.
Discos de vida
(Jotabé)
Hay retornos que avivan los febriles
estados luminosos, de candiles.
Se disfruta en la vibra el corazón
más gozoso y radiante, sabrosón.
«¡Es un niño!», dirá aquel criticón
sin aliño, sin gota de sazón.
Me disfruto la salsa cuando en vilo,
pleno en alegría, kilo por kilo,
en regreso a mis años juveniles,
resucita mi oído una canción
sazonada en un disco de vinilo.
Reinicio de amor
(Jotabé dodecasílabo)
Ya vienen, mi hermosa, los tiernos arrullos
de aromas y luces y suaves murmullos.
Carcome tu pecho abrasiva resaca,
tu pelo de erizo te pinta más flaca,
tus blusas, tus faldas te visten de hallaca,
mas no desesperes: serás una guaca.
Ya llegan tus risas de trueno que adoro,
tus danzas de cielo abrazándote en coro.
Amor que tiraste no vuelve en capullos
ni largo despecho te mece en tu hamaca.
¡Despiértate, linda, disfruta, tesoro!
El profe Guillo Rojas
(Jotabé dodecasílabo)
Guitarra en alma de elásticos momentos
brilla en los tiempos de alegres firmamentos.
Aires de rumba besando la enseñanza,
jovial auspicio a parejas en su danza,
viajes, saberes, conforman la semblanza
del fiel amigo que inspira remembranza.
Hoy pierde el bosque sus tallos y sus hojas,
flores y frutos son fardos de congojas.
Raíces quedan sanando los lamentos
y entre la historia germinará la andanza
del profe Guillo, Guatellanero Rojas.
Bella
(Jotabea)
Hay cosas que se observan y nublan los sentidos.
Ejemplo de ello es Bella, que en diáfanos vestidos
a soles del ocaso, calor rojo de infierno,
silueta seductora sinuosa hasta el averno
derríteme la vista cual horizonte eterno.
Otra hay que me colapsa, me oculta el lado tierno
en su añorada ausencia: me duele la cabeza,
quisiera evaporarme, tener la fortaleza
de resistir entero demonios poseídos
que enturbian mi paciencia, mi fiel autogobierno.
«¡Perdóname, mi Bella! ¡Mi cura: una cerveza!»
Devaneos del mundo
(Jotabea)
Mi mano izquierda sabe lo que hace la derecha,
pues ambas gozan fieles la rectitud maltrecha.
Mi corazón ansioso de prístina bondad
observa cabizbajo transido en la maldad
de aquí, de allá, de todo, de toda la ciudad,
del orbe retorcido fingiendo santidad.
Celebraré con brazos lanzados a la luna
cuando torcidas manos convivan dos en una,
el mundo se equilibre, ya libre de sospecha,
manando bullicioso sublime claridad,
tullido se enderece sin cortapisa alguna.
Contubernio
(Jotabem)
La frondosa Impunidad
se casó con Vanidad.
Cuando tañen las campanas
van a misa, siempre ufanas.
Antes pliegan las persianas
y abren pleno las ventanas.
De rodillas al Sagrario
agradecen millonario
capital que en la ciudad
todos saben: las catanas
son la envidia del erario.
Corrección de ruta
(Jotabem)
Apuntarás transparente
a este círculo de enfrente,
a la izquierda o la derecha.
Si te sales, con tu flecha
ilegal y de sospecha
borrarás hasta la fecha.
Apuntaste mal, ¿es cierto?
Debes mejorar tu acierto:
pide que un juez indecente
valide tu acción maltrecha
y agrande el radio de entuerto.
Credo terrenal
(Jotabé)
Levante la mano el que no es torcido
y pueda gritar: «No vivo escondido
y en libros muy claros y el corazón
te muestro las cuentas sin dilación.
Amo el trabajo, no importa el patrón,
tributo en los tiempos, mi obligación.
Sigo las normas con fiel optimismo,
nunca soborno y cuestiono el cinismo.
Huyo a poderes de solio lamido,
nunca les pido nefasta porción».
Y pueda gritar que cree en sí mismo.
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