Inicio Juan Benito
 
 

Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé



Rima Jotabé



Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé en lenguas diferentes al Español

Directorio de Poetas que escriben en rima Jotabé en español
 
 
ÁNGEL RAÚL MORINIGO INCHAUSTI
 
Poemas página 01
Poemas página 02
 
Ángel Raúl Morinigo Inchausti

Ángel Raúl
Morinigo Inchausti

Ciudad del Este
(Paraguay)

Perpetuo laberinto

(Jotabé 33)


Efímera mariposa dorada...
belleza melancólica: alborada.

Luciérnaga noctámbula; verdad
palpitante; callada oscuridad.
Esfinge, misteriosa vastedad,
perpetuo laberinto: soledad.

Alígero caballo refulgente,
celerípedo compañero: mente.

Indefectiblemente destinada
al anfítrite toda vanidad,
inmóvil esperará eternamente.



¡Sé fuerte!


(Jotabé)


Sigue tu camino con alegría,
sé fuerte, cultiva el amor; ¡sonría!

Disfruta del tiempo, de la amistad,
de la alborada, de la soledad.
Defiende la justicia... la verdad;
y en Dios, pon tu fe en la dificultad.

Demuestra empatía al dolor ajeno,
ante la tuya... mantente sereno.

Vive con esperanza el nuevo día,
buscando siempre la felicidad,
y frente a tanta maldad, tú, sé bueno.



Silencio del alba (Julia de Burgos)


(Jotabé dodecasílabo)


En el aire siento tus versos. Flotantes
átomos de tu alma de luna. Distantes

auroras en suaves nostalgias floridas;
mariposas de las pasiones dormidas.
Las brisas del mar fueron sueños, ¿lo olvidas?
Eran tus sueños de amapolas heridas.

Y entre tu silencio del alba que grita...
tu corazón, Julia de Burgos, palpita.

Claridades entre las sombras constantes,
fueron tus versos de tristezas nacidas;
ya tu partida, al mar, le ha vuelto eremita.



El barco que se hudió en el cielo


(Jotabé tetradecasílabo)


Veloz volaba un barco sobre la mar bravía,
el cielo azul bajo su casco... resplandecía.

Los rayos del sol, las nubes blancas traspasaban,
quemando el casco amaranto; su iris reflejaban.
En el fondo, los pájaros canoros nadaban
hacia el sur, donde tierras fértiles esperaban.

El barco iba al norte, rumbo a tierras de Aquilón,
no llevaba riquezas, menos tripulación.

Iba solo, vacío, la entena sin vigía...
se hundía en el cielo, sus velas la mar tocaban,
lentamente naufragaba sin contemplación.



Rosa de alabastro (Fragmento)


(Jotabé)

a Sa'dī de Shiraz (1210- 1292)


Del Shiraz son tus versos; bellas flores,
de Persia para el mundo... los mejores.

*Golestan, que jamás se ha marchitado.
Fragantes rosas, tu tiempo ha guardado.
En Bagdad por el sultán fuiste amado...
Pero era Shiraz... tu pueblo adorado.

Aunque en tierras extrañas, luengos años
recorriste tras sabios ermitaños;

solo encontraste lobos y traidores.
Al regresar a Shiraz, ya cansado,
has enseñado al hombre, sus engaños.


*Golestan: rosaleda.



Mujer


(Jotabé)


Sempiterna eres, creación divina...
sublime mujer que el cielo ilumina.

Eres fortaleza, amor y ternura,
de belleza perenne, de alma pura.
En tus ojos de esperanza fulgura,
una ilusión de callada blancura.

La vida primigenia de la vida...
llevas en tu ser cual llama encendida.
¡Eres tú, mujer! edén que camina,

grandeza femenina que perdura;
promesa de la tierra prometida...



Cometa


(Jotabé)


Corta la nube a velocidad plena,
el viento en su estela gime y resuena.

Sonriente un niño vuela su cometa,
que surcando va por todo el planeta.
El blanco cordel que al sol es violeta,
¡se arquea y se tensa en cada pirueta!

Y es cometa el niño, acaricia el cielo,
son sueños... sus alas de terciopelo.

Su alma de luz y felicidad llena,
todo un mundo de ilusiones sujeta,
siendo una cometa, va en raudo vuelo.



En la guerra no hay victoria


(Jotabé tetradecasílabo)


Ya saciada la muerte en el campo de batalla,
se fue a descansar. Un grito de júbilo estalla

entre los vencedores. Sin gloria los vencidos,
amigos y enemigos por el campo esparcidos,
yacen juntos, en silencio, para siempre unidos.
Sus nombres y sueños, jamás serán conocidos.

¿Quien ha ganado? Por sobre todo: ¿Qué ha ganado?
Solamente los buitres de comer se han hartado.

El rey que nunca luchó se forja una medalla,
festeja su logro agradeciendo a los caídos:
Las madres han perdido, a sus hijos han matado.



Melódicos fulgores (Octavio Paz)


(Jotabé tridecasílabo)


Vas río arriba, hacia aquella verde colina,
donde madura el durazno y el sol ilumina.

Rayó el agua tus versos y brotaron flores...
del manantial donde beben los ruiseñores,
y la diáfana piedra, en múltiples colores,
refracta de tu luz... melódicos fulgores.

Y la mar, Octavio Paz, arrastra tus olas,
y las deposita en antiguas caracolas...

guardando los ecos de tu musa divina,
esperando almas de misteriosos temblores,
para soñar con la lumbre de tus farolas.



Albufera del alma


(Corona Jotabea con rima leonina)


Jotabé madre

La vida voy llevando con amoroso acento,
de mi alma voy dejando la estela de su aliento.

Ya no vivo en pavura; sé mi fragilidad,
por ser de vida pura, sueño con su verdad,
allende está la cura para esta brevedad;
lo efímero perdura... toda la eternidad.

Siempre me ha serenado la luz crepuscular
más que el albor dorado que miro al despertar.

Aunque sigo esperando, la sombra va en aumento;
el alma que fulgura de fuego y tempestad,
por siempre enamorado, vuela buscando el mar.


Jotabé hijo 1

La vida voy llevando con amoroso acento,
alegre voy cantando porque vivir intento.

Más allá de utopía, más allá del dolor,
emerge en poesía la esencia del amor;
alas del alma mía, de divino fulgor...
la ufana melodía que escucha el creador.

La sublime natura, perenne de bondad,
regala con premura su arcana unicidad.

Aunque pase volando de mi tiempo el fragmento,
surcaré cada día sin odio ni rencor;
ya no vivo en pavura... sé mi fragilidad...


Jotabé hijo 2

Ya no vivo en pavura, sé mi fragilidad,
aún la senda oscura, llama la claridad.

Si cubre el camalote la albufera de ayer,
de noche sale a flote nostalgias a beber;
y la luna en un bote rememora al volver,
donde una vez su dote fue esperanza y placer.

Tal vez haya olvidado la brisa en el pomar.
Tal vez se ha marchitado; no puedo regresar.

Con mi abstracta locura, camino en soledad,
sin que el «Atlante» note, digo al oscurecer;
«siempre me ha serenado la luz crepuscular».


Jotabé hijo 3

Siempre me ha serenado, la luz crepuscular,
ardiendo arrebolado sus alas sobre el mar...

Comprendo que la vida se llena de espejismo,
si la senda florida marchita el fatalismo,
que la luz concebida conduce al egoísmo,
si la mente es nutrida con vano dogmatismo.

Sé que me está llamando la carena del viento,
la sombra navegando, llevará mi lamento.

Mi voz de desterrado se escuchará vibrar,
desde la vieja herida gritándole al abismo;
«de mi alma voy dejando la estela de su aliento».


Jotabé hijo 4

De mi alma voy dejando la estela de su aliento,
el misterio indagando, de respuesta sediento.

Amar es la razón para morir de aurora,
cuando ama el corazón el universo explora,
cabalga sin arzón porque distancia ignora,
actúa sinrazón porque amar es... ahora.

Es divina cordura crear la eternidad,
del éter que captura tiempo y felicidad.

Para seguir estando más allá del momento,
cerca de la expiación de la cruz redentora;
«Por ser de vida pura, sueño con su verdad».


Jotabé hijo 5

Por ser de vida pura, sueño con su verdad
es la senda que augura, perenne claridad.

El vacío consume, lejos de su presencia
el desierto presume la infecunda conciencia,
la vanidad asume, negando su existencia,
y el ateo resume; «nada más que la ciencia».

Yo, siempre lo he buscado, sé que voy a encontrar...
la llama que ha dejado para el cielo esperar.

De su humilde figura destella santidad,
su palabra trazume de reluciente esencia;
más que el albor dorado que miro al despertar.


Jotabé hijo 6

Más que el albor dorado que miro al despertar,
el véspero anhelado me invita a caminar...

por la senda florida, de aquel viajero errante,
que lleva derretida la noche fulgurante,
de la musa dormida como estrella distante;
la añoranza vertida del viejo navegante.

La manzana madura tienta a la gravedad,
la memoria captura la sombra sin piedad,

de un mundo ya olvidado que puede visitar,
pero el recuerdo olvida que solo soy instante;
allende está la cura para esta brevedad.


Jotabé hijo 7

Allende está la cura para esta brevedad,
donde el rocío dura lejos de la otredad.

Mientras, a plantar flores dedico mi mañana,
de múltiples colores como la raza humana,
y busco resplandores de aquella luna ufana,
que guarda los amores de la noche profana.

Pero voy declinando de todo juramento,
Eolo va, llenando de olvido el firmamento.

No quiero otra ventura, más que la libertad,
jamás pide favores, su propio brillo emana;
aunque sigo esperando, la sombra va en aumento.


Jotabé hijo 8

Aunque sigo esperando, la sombra va en aumento...
sombra que va llenando, de luz mi sentimiento.

Ya voló la paloma de mi barca doliente,
va buscando la loma donde ayer fui presente,
va siguiendo el aroma que viene del poniente.
donde mi niño asoma...con su tiempo sonriente.

Es de adara blancura; fragor de mi heredad,
el tiempo que murmura mi niño sin edad.

Con él sigo soñando, para vivir un cuento
detrás de aquella loma, donde a mi niño ausente,
lo efímero perdura toda la eternidad.


Jotabé hijo 9

Lo efímero perdura toda la eternidad...
cuando el abanto apura su vasta dualidad.

Aún con la certeza del prado celestial
admira la grandeza del mundo natural;
es sublime belleza su arpegio de cristal,
guardián de la riqueza de la vida mortal.

Es raíz, fruto y hado, lumbre, sueño y pesar,
la vida es su legado, la noche su palmar.

La incólume dulzura de su vaga entidad;
cuando de amor tropieza, noble y sentimental
por siempre enamorado vuela buscando el mar.


Jotabé hijo 10

Por siempre enamorado vuela buscando el mar,
el río que ha bañado las nubes al pasar.

Y es primavera el río; las notas de un violín...
y es carne del rocío, su llanto de arlequín...
«y es, un pecho vacío, lejos de Mallorquín,
donde dejó su estío cultivando un jardín».

En su cauce murmura la perenne entidad,
retrata con altura, de la luz su beldad.

Y... a veces, anegado de cielo por llorar,
en el invierno frío, deshoja del jazmín;
«el alma que fulgura de fuego y tempestad».


Jotabé hijo 11

El alma que fulgura de fuego y tempestad,
de la caverna oscura conduce a la deidad.

El camino del ser, es buscar el saber...
Su destino, entender que amar es florecer...
Que cada amanecer es para renacer...
Que «Ahora» va a verter hasta el atardecer.

Por eso voy soñando con la vida contento,
y continúo amando la flor de mi tormento.

¿Qué la noche es segura? ¡Pura futilidad!
¿Qué no voy a volver? ¡Qué importa perecer!
¡La vida voy llevando con amoroso acento!


(Ganador del Primer Premio del XIII Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)



Sombra


(Jotabea)


¿Quién escapa a la sombra? La cantimplora llena...
el camino derrama; después, hay solo arena.

Diminutos cristales de silencio y de olvido,
que a veces por el fuego del tiempo derretido
subyace con la sombra como un alfil dormido;
pirámide que guarda, lo que Imhoted ha sido.

Los jardines marchitos del olimpo, descubre
la tumba de los dioses que la quimera encubre.

Y el efímero aliento que al mito se encadena,
bajo la torre espera, de la vida sentido...
mientras viste la sombra que de eternidad cubre.



Alfarero


(Jotabé)


Espera en el torno la humilde arcilla,
suave, humedecida y girando brilla.

Y serán tus manos viejo alfarero,
que diestras forjen del barro un florero;
ánforas para el vitro, de un alero,
ya secarán bajo el sol mañanero.

Tres días al horno será cocido,
y el barro en arte lo habrás convertido.

Después, pintaras de forma sencilla,
con algún primario color, ligero...
lo que de tus manos ha florecido.



El árbol cerca del río


(Jotabé tetradecasílabo)


El árbol cuya sombra busco, está en Mallorquín,
está cerca del río... en un agreste jardín.

Bajo su sombra cuando niño, escuché cantar...
el viento entre sus copas dulcemente al pasar,
las gotas de luces comenzaron a bailar;
esa arcana canción que jamás pude olvidar.

Tumbado bajo su sombra con mi soledad,
mirando el cielo... reía de felicidad.

Era un niño, soñando alegre en aquel confín;
hoy lejos, añoro ese árbol para descansar,
tumbado en la sombra, lejos de la gran ciudad.



Albores que se fueron


(Jotabé)


Me llaman los albores que se fueron,
fueron gotas que de mí se vertieron.

Vertieron sus ignotas tempestades,
tempestades, rayos y soledades,
soledades, sueños y vanidades,
vanidades de olvidadas deidades.

Deidades que forjaron mis quimeras,
quimeras de efímeras primaveras.

Primaveras que de brumas vistieron,
vistieron múltiples realidades...
realidades de almas prisioneras.



Paloma


(Jotabé tridecasílabo)


Plena de azucena de tu piel el aroma,
de dulzura llena... tu trinar de paloma.

Hechiza tu risa con pudoroso encanto,
lapacho en flor, tu cabellera de amaranto;
con el viento vuela mi pasión, entretanto,
en tus labios quisiera apagar mi quebranto.

Dos gemelos querubes firmes se levantan,
cuando la tempestad sacude, se agigantan.

Ebrio de ilusión el corazón se desploma,
de tu venus albores espera mi llanto...
donde los ruiseñores para morir, cantan.



Azul diamante (Lope de Vega)


(2 Jotabés)


I

De tu amada, desdenes sin razón,
de ausencia te apuñala el corazón.

Y sangra versos de pureza orlada,
llanto de jazmines en madrugada,
desvelo que desnuda la alborada;
el son de la campana en tu morada.

Marta era casada, pero el amor...
de pasión ido, fue más que el pudor.

Y quien ama aprovecha la ocasión,
bajo el velo de la noche prestada,
besando a la amada, apaga el dolor.


II

En un mar de sueños Lope de Vega
tu bajel de luz... cantando navega.

Y has dejado un legado fulgurante,
con tu pluma de oro y azul diamante,
el dulce aroma de un jardín distante,
rocío en flor; la dicha de un amante.

Dramaturgo; del soneto monarca,
el siglo de oro, tu nombre lo abarca.

Al amor, sacro beso tu alma entrega,
siendo la eterna dulzura, un instante,
donde ardiente de sol, tu lira embarca.



Llama de oropel


(Jotabé dodecasílabo)


Llevo un tantō clavada en el corazón,
forjada en rosa, quimera y de ilusión.

Límpida la sangre, tinta de la musa,
en el tintero arde en la noche difusa,
calígine el verso, a brotar se rehusa,
de un mar silente con lágrima profusa.

Una borrasca de plomo en el papel,
idos garabatos siembro en mi vergel.

Y el tantō que me apuñala de pasión,
sigue derramando melodía abstrusa...
sobre esta mísera llama de oropel.



Mi abuelo


(Jotabé)


Sombrero de paja, pañuelo al cuello,
tricolor la faja... puñal sin sello.

De azañas mil, de guerra veterano,
con su viejo alazán, sueña lejano.
Cruzando va la campiña, temprano,
rumbo a la montaña, sigue el anciano.

Otrora era, guadaña de la muerte,
no busca ni añora, tan mala suerte.

Hombre noble y risueño, con destello
de recuerdo de campaña en su mano,
cuando en suelo chaqueño, se hizo fuerte.



Ruiseñor del campo


(Jotabé dodecasílabo)


Ruiseñor del campo, de manos callosas
curtidas de sol; vas destilando rosas.

Sembrando quimeras, semillas al viento,
florece en tu cantar un dulce lamento,
la tierra regada sudor de tu aliento,
en tu mesa será... su fruto alimento.

Testigos tus ojos, jardín de esperanza;
la madre natura nutre tu labranza.

Y de blancas nubes las lluvias copiosas,
si arrecia la sequía el Dios siempre atento,
a tu dulce lamento, entrega bonanza.



A mi hijo Elías
(Fragmento)

(Jotabé dodecasílabo)


Te gusta el rock, los gatos y la lectura,
y del espacio tiempo, su curvatura.

Me cuentas de planetas y exoplanetas,
de cinturón de asteroides y cometas,
y de multiversos y que estan repletas,
igual que la nuestra, de múltiples grietas.

Amas la guitarra, el ajedrez; y el mar...
en un barquito de papel... navegar.

Elías, eres magín de la aventura,
y tu alma, jardín de juegos y piruetas,
donde lo imposible es; dejar de soñar.



Blanca cometa (Gloria Fuertes)


(Jotabé)


Un mundo de sueños y fantasía,
Gloria Fuertes legó con alegría.

Escribió con pasión a la inocencia,
«La blanca cometa» deja su esencia,
como una estela de pura conciencia;
el amor por los niños como herencia.

Fue su lucha, con determinación,
por un mundo sin discriminación.

Hoy, todos admiran su valentía...
su legado marcó la diferencia,
siendo poesía... fue integración.



Y...


(Jotabé tetradecasílabo)


Y cuando me vaya, iré con las manos vacías,
dejaré mi casa esperando mejores días.

Y tendrá frutos la tamarera que he plantado...
y tendrá mi guitarra, otro dueño enamorado...
y tendrá melancolía el atril olvidado...
y tendrá la luna mi tesoro más preciado...

Otras personas, tal vez, habitarán mi hogar,
y serán felices; nadie me va a recordar.

Y un día cualquiera encontrarán mis poesías...
y saldrán a ver la tamarera que he dejado...
y entonces dirán: que vivir la vida, es plantar...



Kal (Tiempo)


(Jotabé dodecasílabo)


Enloquecido hijo de la eternidad,
tu aliento es fragmento de la brevedad.

Te alimentas de tu propia creación,
la insaciable oscuridad es tu bastión,
y es tu mundo una grotesca imitación;
de la realidad... es mera ilusión.

Kal, nadie escapa de tu celda con vida,
sino el silencio del alma desprendida...

forjada en la mente con la claridad,
de aquel que busca la eterna redención,
a través de la verdad siempre escondida.



El árbol de los suicidas


(Jotabé)


De lugar ninguno... a medio destino,
el árbol de brumas cubre el camino.

Su contorno de silencio vestido,
de la desolación ha florecido,
el que llega a su sombra está perdido;
de albedrío vive el árbol podrido.

El Iscariote colgado en su rama...
perdón celestial perenne reclama.

El árbol de los suicidas; rabino
del susurro del ángel corrompido,
al hombre herido suavemente llama.



Canario


(Jotabé)


Un canario canta llorando; es tarde,
su jaula amarilla, como el sol, arde.

Es tarde, un canario canta llorando,
su jaula, de Apolo sigue quemando,
es tan tarde, pero sigue esperando;
los Jacintos, continúan sangrando.

Llora un canario su cielo perdido...
es tan tarde, la jaula ha florecido.

Pasó un gitano, le dijo que guarde,
el azul cielo en sus ojos, cantando;
y es tan tarde, llorando, se ha dormido.



Ensoñación en un sueño


(Jotabé tetradecasílabo)


Cruzando el río, subí una empinada ladera;
largo y sinuoso el camino, verde la pradera.

El onírico horizonte acompaña mi andar,
sé que estoy dormido y no me quiero despertar...
¡Qué felicidad! después del bosque he de llegar...
a ese pequeño claro donde espera mi hogar.

Pasando la tranquera se estruja el corazón,
jamás creí volver, -pensé- cerrando el portón.

Ahí está, mi pequeño ranchito de madera...
y casi susurrando, escucho el dulce cantar
de mi madre, mientras, yo duermo... ¡qué ensoñación!



Efímero dios de barro


(Jotabé tetradecasílabo)


Fluyen por el río las noches que fueron días,
llevando claveles, silencios y melodías.

Es cáliz de vino para el ser iluminado,
la crepuscular melancolía del pasado...
y la blanca musa del poeta enamorado,
desnuda de versos, en el limbo lo ha guardado.

El efímero y pequeño dios de barro deja,
abstractos universos que su vida refleja...

Y más allá del tiempo, serán sus poesías,
testigos de la vida que la muerte ha dejado,
del paraíso añorado... que la noche aleja.



Sol, selva y panambí


(Jotabé tetradecasílabo)


Bardo ilustre de la heroica tierra guaraní
de estampa florida... con encaje *nandutí.

Defendiste, la patria querida con bravura,
encendiendo con verso de radiante hermosura...
el corazón de cada soldado en la hora oscura,
dejando un legado a la generación futura.

Natalicio Talavera, hoy flamea el pendón...
de tu lírica y bella pluma en mi corazón.

Tu tierra perenne de sol, selva y *panambí,
de polkas y guaranias; como tu alma perdura...
el pueblo, aunque *pynandÍ... ¡libre como nación!

*Ñandutí: El ñandutí (en guaraní, tela de araña) es un encaje de agujas que se teje sobre bastidores en círculos radiales, bordando motivos geométricos o zoomorfos, en hilo blanco o en vivos colores, que imita el diseño de la telaraña.
*Panambí: mariposa.
*Pynandí: descalzo.




Navidad, sinónimo de salvación


(Jotabé hexadecasílabo con rima leonina)


Otrora, una estrella guiaba con su fulgor al sendero,
en el mundo aún reinaba la muerte sobre el viajero.

Pero vino el buen pastor, a salvar al pecador
del pecado redentor... la pureza de su amor.
El único mediador; de la muerte vencedor...
es Jesús nuestro señor, de este mundo salvador.

Recordar la navidad es abrir el corazón...
aceptar con humildad de Jesús la salvación.

En parábolas hablaba de la expiación el cordero,
cargando todo el error... del hombre con su dolor,
dándole la eternidad... en la cruz con su pasión.



Lo sé...


(Jotabé)


Sentiré la brisa, que va pasando
de melancolía llena; llorando...

gritaré tu nombre mirando el cielo,
y desgarrado el alma... sin consuelo,
maldeciré la vida sobre el suelo,
que de ausencia sucumbe en su desvelo.

Se apagarán las sombras... y tus huellas
serán, pálidas cenizas de estrellas.

Poesía... de mi alma vas volando,
ya no beberá en tu fuente mi anhelo,
Y tus flores... serán de otros; más bellas.



El pastor


(2 Jotabés tetradecasílabos)


-El pastor al oráculo de Delfos-.

Divino Apolo, dime: ¿porqué canta el gorrión...
con su lira de esperanza frente al nubarrón?

Si desprovisto de la azul bóveda se enfrenta,
al anuncio terrible de una amarga tormenta,
sin más refugio que una rama que lo sustenta;
sus alas no sirven en la tempestad violenta.

Sin embargo canta, llegará de cualquier modo,
canta más fuerte, mientras va oscureciendo todo.

Si tan solo pudiera cantar con tal pasión,
ante la adversidad que la vida me presenta,
sería más que un ser arrastrándose en el lodo.


-El oráculo-.

Dice el oráculo, que todo velo levanta.
«Canta porque tiene alas, tiene alas porque canta».

Esto carece de sentido, dice el pastor;
nadie puede alimentar arpías sin temor,
mucho menos puede el hombre salir ganador...
el sepulcro siendo de su tiempo portador.

Dice el oráculo: «el ciego ve mucho más lejos...
mucho más que un sabio incapaz de aceptar consejos,

pues perdido está quien su felicidad espanta,
envidiando de otro su dulce canto de amor;
oscuro el corazón, que va nutriendo complejos».



Un cielo de plomo


(Jotabé tetradecasílabo)


El reloj se llevó las cenizas; y la sombra
herrumbrosa del olvido, silente me nombra.

El cielo de plomo se rompió con la tormenta,
y en el pecho vano que de ocaso se alimenta,
murmura una voz tenue que a mi ser atormenta;
la voz del ego, que a la indiferencia se enfrenta.

Está seca la fuente del otrora orgulloso
río; nada queda, sino un camino sinuoso...

que en fantasmal silencio, de soledad asombra,
mientras llega la noche de negra vestimenta...
contemplo sonriente un ocaso maravilloso.



Pálida lumbre


(Jotabea con rima leonina)


Vierto al río las gotas de mi pulcra esperanza,
fluye a tierras remotas vestida de añoranza.

Va en ella el alma mía, pálida lumbre en flor...
quimera y poesía, la llama de mi amor.
Mas allá de utopía, sin miedo ni pudor,
beberé la ambrosía de perenne dulzor.

Y si acaso el nepente libara sin saber,
a la Hécate silente... juré siempre volver...

como ave de alas rotas, que aún herido avanza,
soñando que algún día, volará sin dolor;
entonces del poniente... vendrá el amanecer.


(Jotabé ganador del Tercer Premio del I Concurso Internacional de Rima Jotabé «Jotabenado en México»)



Platero al trote


(Jotabea)


Platero... que parece de copos de algodón,
trotando desde tu alma llegó a mi corazón.

«Yo» se marchó contigo, mientras, corre Platero
por el campo... mostrando su divino sendero;
el burrito que al trote va dejando un lucero,
de quien eterno vive con su amado Platero.

Es Juan Ramón Jiménez de su Moguer oriundo,
poeta incomparable, luz de sueño fecundo.

Y perenne será su nombre y con razón...
como un jardín, sus versos, rayos de albor primero,
brillarán con Platero... volando por el mundo.



Gárgola de arcilla


(Jotabea con rima leonina)


Busco de noche, errante cual espectro sombrío...
el fugitivo instante que reposar ansío.

Mi mármol sueña y brilla bajo la torre oscura...
cual gárgola de arcilla que ignora su figura;
es sacra pesadilla para tan vil criatura,
esperar en la orilla del templo la blancura.

El silencio abomina la campana de cobre,
a sonar se empecina sin treguas para el pobre.

La mortaja adelante que conduce al vacío
con su flor amarilla, será la sepultura...
de la espectrosa ruina de esta vida salobre.



Canta


(Jotabé)


Canta musa, que la noche es risueña,
canta suave, mientras el alma sueña.

Deshoja tus pétalos; clama el viento,
mientras cantas, va perdiendo su aliento;
los astros fugaces del firmamento...
desean tu canto de suave acento.

Canta, que la noche de albor rebosa;
besa un lirio, o si quieres... una rosa.

Que volar la mariposa se empeña...
ardiente de pasión y sentimiento;
por un momento, en mi mano se posa.



Dulce Rima Jotabé


(Jotabea)


¡Oh! Rima Jotabé, crisol del alma mía,
en ti yo me derramo... para ser poesía.

La luz de tu hermosura brilla en el firmamento,
es rima que fulgura como vanguardia acento;
en ti yo vivo y sueño volando con el viento,
voy sembrando utopía de puro sentimiento.

Por el mundo los bardos pregonan tu dulzura,
la perenne belleza de la nueva estructura.

Tu ánfora guarda, vida, tiempo, amor y alegría,
y en sacra sinfonía vistes el nacimiento...
de una nueva variante que emprende la aventura.



Escombros de lunas


(Jotabé tridecasílabo)


Yo llevo pena y melancolía en mi canto...
escombros de lunas; crisol de triste llanto.

Yo llevo la noche en mi lira; son y olvido
de un páramo silente donde estoy perdido.
Pero canto, a los mármoles del tiempo herido,
de la fría soledad que me ha sometido.

Entre polvos del tiempo y pétalos de rosas,
vuela mi alma con efímeras mariposas.

Unas diminutas gotas de sol en tanto...
prismas perennes de un horizonte dormido,
pintó en mi alma herida, sus llamas temblorosas.



Divina quimera


(Jotabea)


Al borde de las páginas, un guapido de versos...
esperan cruzar hacia mundos de hombres dispersos.

Quedo sueño del alma que del bardo amanece,
y en un canto vestido, su esperanza florece.
Es la idílica esencia que al amor pertenece,
la divina quimera para el ser que perece.

Una gota, un murmullo siquiera; bastaría...
y el corazón feliz de nuevo latiría.

Y en paralelos mundos, machitos universos...
dentro del hombre triste... la luna reverdece,
como un jardín silvestre; bebiendo poesía.



Ojos de luna


(Jotabea con rima leonina)


Su mirada es ternura de sublime belleza,
es la flor que fulgura de fragante pureza.

Embriagado deliro de pasión embrujado,
desdichado suspiro si se va de mi lado.
En sus ojos aspiro navegar sin cuidado,
de su aroma respiro, petricor ya olvidado.

Y soñando quisiera derretirme en sus ojos,
es perenne hechicera que me tiene de hinojos.

Y febril de ventura cantaré su belleza,
si la luna que miro con amor anhelado;
con un guiño me diera, naufragar en sus ojos.



La dualidad del sueño


(Jotabé tetradecasílabo)


Habitas dentro de mis ojos, fúnebre tea,
para ser en mi mármol... la eterna Galatea.

Miro el horizonte mientras el sueño agoniza...
como una gota de sal; de mi alma se desliza,
y su aliento de azufre a mi sendero enfatiza...
«todos los sueños, en solo un sueño finaliza».

Entonces, el sueño dormirá un sueño profundo...
*-y los sueños, sueños son- decía Segismundo.

¡Ay! terrible dualidad que locura bordea;
soñar la vida viviendo la muerte que hechiza...
con sus ojos que marchita... de sueño mi mundo.

* La vida es sueño: Pedro Calderón de la Barca.



La sombra


(Jotabé tridecasílabo)


De mi barca; está hecha de quimera el timón
y no tiene ancla, pues navega el corazón.

No sigo la estela de nadie, porque voy...
con las olas del tiempo, donde tarde soy;
y muy temprano me espera donde no estoy,
el olvido que me ha llamado el día de hoy.

No espero paz en alguna playa perdida,
ni busco lo que Fausto buscó de la vida.

Mi alma mantiene un canto indescifrable, un son...
de silencio, eco y locura que al caos doy,
Intentando nombrar la sombra perseguida.



Desde el sur


(Jotabea)


¡Oh! Juana de Ibarbourou, «de melena sombría»,
tu acento del Olimpo derramó la ambrosía.

Blancas y taciturnas pepitas de diamantes,
a veces misteriosas, a veces delirantes...
florecen en las cuencas de noches fulgurantes;
melopeas de tu alma sobre besos distantes.

Tempestuosa ternura de perfume salvaje...
tus versos, desde el sur emprendieron el viaje.

Cantando por el río de la tierra partía,
cual ave migratoria tus ojos fulgurantes...
en un cálamo, el sueño, como único equipaje.



Fiel escudero


(Jotabé)


¡Qué triste es tu vida, noble escudero,
en la soledad... sin tu caballero!

El sueño de un corazón oprimido...
«en la realidad yace dormido»;
tantas injusticias ha combatido,
la triste figura de mente ido.

¿Y dónde estarán Rucio y Rocinante?
-tal vez en alguna ínsula distante...

donde tú gobiernas, fiel escudero,
allende de un mar de tiempo y de olvido,
de este mundo perdido y delirante-.



El río


(Jotabem)


Despide la luna al río...
que corre y tiembla de frío.

Jamás tornará a su fuente,
va rumbo al cénit de frente,
sigue un sendero inclemente,
para ser un ponto algente.

Y fluye buscando asilo...
un mar de sueño tranquilo.

Dejando su alma al rocío,
será de ilusión afluente,
y del templo... peristilo.



Blanca paloma


(Jotabé dodecasílabo)


Blanca paloma, mi alma triste te implora,
¡mira! un río de sangre apagó la aurora.

Ya la barca de Caronte se ha llenado,
con otra guerra, que recién ha empezado.
Y tú, blanca paloma, ¿dónde has estado?
El hombre, aquel diluvio ya lo ha olvidado.

Se tiñe de indiferencia el corazón,
cada uno sostiene tener la razón.

Tu canto de amor y paz... de olvido llora;
tu grito de esperanza se ha disipado...
en la sorda piedra del Ser sinrazón.



Copas de alabastros


(Jotabé)


No amo el azúl que evoca lo perdido,
pero amo el gris perenne del olvido.

Ya no remonto el vuelo; ni los astros
han dejado sus copas de alabastros...
caer sobre los tupidos alastros...
que guardan del viento y la luz; sus rastros.

Ya no espero la impoluta blancura
del alba; sino aurora en noche oscura.

Y que la sombra que siempre he seguido,
entre vinos y sacros olivastros...
revele la esencia de mi alma pura.



Silencio de las flores


(Jotabé dodecasílabo)


Se ha solapado en la penumbra los versos,
los sueños ya sin sendas, yacen dispersos.

Y llueve en tenue silencio de las flores...
fragantes recuerdos de viejos amores;
otrora mi dicha manaba en dulzores,
hoy, sucumbe en la soledad sus fulgores.

Triste la memoria recorre el pasado,
y aún ella, muchas tardes ha olvidado.

Sé bien que el tiempo y el olvido son perversos,
y que entre murmullos, ecos y rumores;
me iré con los versos que mi alma ha guardado.



Primavera


(Jotabé)


Llega ufana la hermosa primavera,
de verdor... se vistió la enredadera.

El *«del dulce aliento» alegre en su vuelo,
en concierto canoro... cruza el cielo.
**«La eternamente joven» viste el suelo,
con agrestes flores... de terciopelo.

Posa la esperanza en el corazón,
perenne mariposa de ilusión.

Perfumada en flor, el sueño prospera;
cantando el amor descubre su velo...
a la lozana y florida estación.

* Céfiro: dios del viento oeste.
** Cloris: diosa de las flores.




Reloj de arena


(Jotabé Alfa)


Busco la senda del sueño dormido,
cansado y solo, me encuentro perdido.

Chilla el dolor pasando la espesura,
de la soledad... mi añoranza pura;
el alma rehén de mi vida oscura,
febril camina ahogada en locura.

Gana el tiempo su puñado de pena,
guarda en silencio mi reloj de arena.

Helado el recuerdo, yace de olvido,
inerte... la rosa que de amor cura,
jubilosa la Parca... me encadena.



Cáliz de enigmas


(Jotabea con rima leonina)


Dices verter, poeta, con la imaginación...
toda herida indiscreta que calla el corazón.

Tu gris lamento vuela fingiendo que no sientes,
el dolor que revela, de verdad lo que mientes.
Tu alma, de almas tutela; son tus yoes dolientes...
que pintan una estela de varios penitentes.

Tú Fernando Pessoa, fuiste un cáliz de enigmas;
en tu bella Lisboa rompiste paradigmas.

Y es tu aguda saeta, luz y aliteración,
tenue llama que anhela las estrellas durmientes,
muchos, *«uno em pessoa» con los mismos estigmas.

*uno en persona.



El río de Heráclito


(Jotabé tetradecasílabo)


Solo el péndulo, célebre alférez de la Parca,
sobre el río de Heráclito su vértice abarca.

Del cántaro de éter de la bóveda silente...
cayó sobre los árboles de un jardín fulgente,
efímeras gotas que el hombre llama presente,
como el rocío, en el crepúsculo ya está ausente.

Solo el péndulo al compás continúa su danza...
de música fúnebre y de lánguida esperanza.

Testigo impávido del Ser que llega y se embarca,
con sus alas de cera cual Ícaro, impaciente...
volando rumbo al poniente... lo utópico alcanza.



Elegía a una poetisa


(Jotabé tetradecasílabo)


Te has marchado con la tarde, bella poetisa,
elegiste con la noche apagar tu sonrisa.

Maquillaste la tristeza de tu alma oprimida,
derramando versos sobre la luna dormida;
pero la penumbra apagó la esperanza herida;
multitud de soledades, ahogó tu vida.

Entonces dejaste el sueño para perseguir,
la muerte que persigue para poder partir.

Hoy con el repicar de las campanas en misa,
cae la realidad sobre mi alma abatida;
la bella poetisa... ha dejado de escribir.



Regiones etéreas


(Jotabé)

A Gustavo Adolfo Bécquer


Siento de tu corazón su latir;
en tus rimas navegar tu alma al fluir.

Entre lágrimas y suspiros, pasa...
el silencio de la noche que abrasa,
con el recuerdo fugaz que traspasa...
el tiempo disforme de ocrea brasa.

Pero tú Bécquer, sabes de regiones
etéreas, de astros y sus bastiones...

a do el espíritu puede existir,
en la pupila que de amor arrasa,
las ideas, palabras y emociones.



Niño


(Jotabé dodecasílabo)


Fulgura como el sol, el alma de un niño...
es pulcra inocencia, su pecho de armiño.

Vuela con el viento el eco de su risa,
en la arena un corcel, pintando improvisa,
si quiere un castillo, construye de prisa...
si falta la reina, una estrella requisa.

En sus ojos de luna, el sueño florece...
la esencia divina, en su ser permanece.

Y corre feliz, dando amor y cariño...
iluminando el mundo con su sonrisa;
del cielo se desliza, la luz que ofrece...



Calandria


(Jotabé tetradecasílabo)


¿Por qué sigues recogiendo piedras en la playa?
¿No ves que el ocaso lentamente se desmaya?

Contempla cómo la tarde pinta una acuarela,
que a lo lejos en el ponto matiza una vela...
con su sueño un marino va dejando una estela;
sana tus heridas... ¡abre tus alas y vuela!

Deja las piedras, Calandria, no podrás llevar,
subirá la marea y te puedes ahogar...

Vete, deja de arreglar la derruida atalaya,
que el sol cuando al fin desmaya, la luna revela;
¿ves que junto a las estrellas, espera tu hogar?



Lo que ignora la aurora


(Jotabé)


Nada sabe de mis penas la aurora,
no sabe que de noche mi alma llora...

cuando saco la máscara sonriente,
para lavar mi faz en la corriente,
que salitre del pecho brota ingente,
para de nuevo solapar mi frente...

Ella nunca sabrá cómo la vida...
me golpea sin piedad... decidida.

Despertará feliz y encantadora,
matizando de sueños mi presente,
con sus ojos de esperanza florida.



Musa ufana


(Jotabé tetradecasílabo)


Ufana doncella de celeste cabellera...
tu canto melodioso mi corazón lacera.

Arrastro mi silencio, embriagado de pasión...
voy buscando, en la etérea llama tu bastión,
y no encuentro, sino ecos de lejana ilusión,
caminando en la penumbra sin inspiración.

Mediocres versos al abismo voy derramando,
mi pluma sin ascuas, desde el alma va sangrando...

Pero tú... musa ufana de eterna primavera,
vierte sobre el atril de la amarga redención,
tu canto alegre; que de tristeza voy llorando.



Rocío


(Jotabé)


Sobre un pétalo de lirio azul, llora
mi gota de rocío al ver la aurora.

lejos duerme su luna enamorada,
lejos los sueños de la noche orlada,
lejos los astros, de su alma morada;
hoy su carne evapora la alborada.

Se lleva con su efímera existencia,
el misterio de la noche y su esencia...

el arcano silencio que devora
la quietud, de soledad inundada.
Llora el rocío; yo, muero de ausencia.



Huellas de gaviotas


(Jotabé con acentuación melódica corta)


No persigo el eterno que ya fluye,
bebo olvido, que todo lo destruye.

Alas quiero y volar con las gaviotas,
sobre mares, de lágrimas remotas,
entre miedos y cándidas derrotas,
ver mis sueños remando galeotas.

Siempre bello, volando ya se ausenta,
marcha el niño... ya llegan los sesenta.

Sigo huellas, mi sombra ya no huye;
viejas lunas, florecen en mis notas,
canto y fuego, de mi alma vestimenta.



Versos náufragos


(Jotabé)


La nostalgia devora la mirada
peregrina, buscando su morada.

Cabalgando los sueños en tropeles,
se derraman de mi alma sin laureles.
Condenados dirán a la cibeles,
sus tristezas vertidos en papeles.

De sus cuerpos escuálidos; desnudos
nacerán, universos sordomudos.

Gritarán su silencio en madrugada,
deshojando amarguras sus claveles,
desengaños de náufragos, ya mudos.



Camino a Ubar


(Jotabé octonario con rima leonina)


Matiza el sol mañanero de azafrán la lejanía,
despellejando el sendero, de la oscuridad sombría.

Dos hombres se preparaban a continuar el camino,
tan asombrados estaban, aquel mito era genuino,
en el desierto vagaban, como viento, sin destino,
los genios que reclamaban por las noches al beduino.

- Barro desagradecido, vil, miserable y orgulloso,
aún siendo bendecido, vives siempre quejumbroso.

De la creación, primero fuimos; del cielo alegría...
ángeles y genios daban, loores al Dios divino,
el barro no era esculpido, todo era maravilloso.


Con su aliento el Dios eterno le dio al adobe alma y vida,
albedrío sempiterno con un pensil de acogida-.

Así juraron llenar, al adobe de pesares...
El barro perdió su hogar, marchó de los olivares...
- Los hombres iban a Ubar la ciudad de lo pilares,
ya están cerca de llegar al oasis de azahares.

Una vieja profecía por fin se había cumplido,
en la estrella se leía; que el mesías ha nacido.

Mirra, el rey de su gobierno, la bella Ubar florecida,
con miel he incienso han de dar, ¡ofrendas tan singulares!
A aquel niño que traía la senda al pensil perdido.



Orballo de Galicia


(Jotabea)


Poeta de la tierra, del prado, del amor,
tus versos florecieron como esperanza en flor.

Entre mar y quimera, de sueño y poesía...
en tu dulce gallego, tu cantar se vertía,
una hermosa alborada, lentamente nacía,
con tus versos... la tierra, con honor se vestía.

Rosalía de Castro, perenne es tu legado
Galicia tu alma y tierra; reina te ha coronado.

Y para las mujeres fuiste ejemplo y valor,
una gota de *orballo de quien tanto sufría...
rompiendo paradigmas; rémoras del pasado.

*Orballo: rocío.



Endecha al lobo


(Jotabé)


Sean estos versos, lobo, mi aullido...
endecha al viento del sueño perdido.

Ya las hienas mi carne devoraron,
con mi sangre sus cálices llenaron,
y embriagados de locura dejaron,
los huesos que los buitres festejaron.

Escucha, lobo; mi ladrido es muerte,
que del hombre no te alcance esta suerte,

porque en sus garras estarás perdido,
ya muchos han huido, a otros atraparon;
¡corre! oye la voz de quién yace inerte.



Musgo


(2 Jotabems)


Cenote de paz silente...
verde musgo fluorecente,

sutil la roca engalana,
el dulce aroma que emana;
natura de era lejana,
vergel de la diosa Diana.

Tu existencia es sueño; vida
en soledad florecida,

cual vidro que eternamente
fluye buscando mañana,
hacia el mar que le convida.


De oro matiza el fulgor;
de la luz, todo esplendor.

Y esperando primavera...
descansa la enredadera,
el árbol en la ribera...
desnudo con ella espera.

De nuevo han de florecer
con las rosas por doquier.

Ojalá llegue tu albor,
a mi vida pasajera,
un día al atardecer.



El jardín del fauno


(2 Jotabems)


El jardin abandonado,
su sombra vaga ha llorado.

Un sueño de luz crepita,
credo de noche infinita;
la ninfa ya no visita...
su fuente de agua bendita.

Ya los pájaros se fueron,
de nostalgia se vistieron...

Y escondido ha derramado...
en llanto, el fauno eremita.
las flores que perecieron.


Pinta el eco la tristeza...
con su lúgubre pobreza.

Retumba en la gruta el son,
ahí yace un corazón...
de pena y desolación;
otea su perdición.

Ya cansado de beber,
la nostalgia del ayer,

he inundado de certeza;
el vergel de su canción...
ya nunca va a florecer.



Pluma


(Jotabé)


Descansa la pluma sobre el tintero,
dibuja un cirio sombras del viajero...

baila crepitante con luz ufana,
cual sueño del Ser que busca mañana,
la pluma del tintero ya no emana,
sino un espectro de noche lejana.

¿Qué guardará el tintero abandonado
Si la pluma sin alas se ha quedado?

Del olvido el otoño es mensajero,
el invierno ya su sendero allana;
el viento sin pluma, ¿qué habrá llevado?



La muerte y el poeta


(Jotabé hexadecasílabo)


Me dices ¡oh! pálida muerte cantando victoriosa:
- Tu realidad es mi seno, la simétrica fosa.

Empireo, solo tenues hedras de nieve de plata,
en la que bogará tu misterio de luna escarlata;
ya no serán tus versos sobre la luz de una fogata,
ni el austro te traerá el eco de la musa beata...-

¡Oh... poeta, también morirás! en tu silencio estoy,
en tu desdicha también; adónde vayas, yo, me voy...

- Mi noche será tu seno, ahí florecerá tu rosa...
- ¡Hh! muerte... la verdad, yo, lo sé, eso tu furia desata;
cuando yo soy, tú no eres, cuando tú eres... yo, ya no soy...



Nenúfar


(Jotabé dodecasílabo)


Sueño con tus ojos, con tu boca sueño,
sueño con un beso de tus labios; sueño...

En los rincones de la noche mi anhelo...
te busca; y se desmaya en deseo el vuelo.
Se agiganta la ilusión en su desvelo,
sediento busco el perfume de tu cielo.

Tus labios de azahares, dulce ambrosía...
es néctar perenne de mi fantasía.

Pero tan solo es un sueño, estéril sueño...
a la deriva en un silente arroyuelo;
Nenúfar de luna, la flor de «algún día».



A Carlitos


(Jotabé)


Amigo del alma... ¿a dónde te has ido?
Tu mente, sin avisar ha partido.

Te fuiste con él, dejando latente
un cuerpo vacío que nada siente.
A veces ríe... y me mira de frente;
le sonrió, aún sabiendo que estás ausente.

Más allá del tiempo y de la distancia,
te fuiste llevando sueños de infancia...

Dejaste en mi alma todo lo vivido,
pero un día regresarás sonriente,
y hablaremos de amor y tolerancia.



Don Juan Benito y la Rima Jotabé


(Jotabé tridecasílabo)


Floreció una aurora en el jardín de la musa,
su estructura, belleza y rima es inconcusa.

Su dulzor, fragancia y pétalos de lucero...
del vate Juan Benito brotó con esmero.
La llamó Jotabé y se volvió jotabero;
y obnubilado amaneció el mundo entero.

La rima neoclásica, pulcra vestía...
de nuevas luces la clásica poesía.

Y vierte el poeta su inspiración profusa,
la Rima Jotabé es su canto y su velero;
rima que, en lucero, perenne florecía.



Sendero


(Jotabé)


Ego: - yo mi esencia conservaré -.
La carne: - yo tierra siempre seré -.

Ego: - yo provengo de lo divino,
la eternidad es mi dulce destino -.
La carne: - yo soy mi propio camino,
el fruto de la vid, anfora y vino -.

Ego: - yo alas tengo para mi vuelo -.
La carne: - yo soy deseo y desvelo -.

Vida: - ego y carne se los contaré...
somos el sendero de un peregrino;
démosle en su peregrinar, consuelo -.



Anacoreta


(Jotabea)


En un viejo grimorio de antigua brujería,
cuyo raro alfabeto su secreto escondía.

Un sabio anacoreta buscaba descifrar...
el contenido arcano del silencio y del mar,
de la vida y la muerte, del alma sin hogar,
del corazón que sufre de penas sin cesar.

El tiempo le llevó años en ese menester,
aquel raro alfabeto negaba su saber.

La clave por acaso logró encontrar un día...
la nota del grimorio, decía al empezar:
-Vivir es dar amor-, más no pudo leer...



Penumbra


(Jotabea)


Las formas, el azur, las aves, los colores,
el lejano horizonte, los rayos, los fulgores...

las piedras y la luna, con el sol se marcharon,
de noche se vistieron... sus luces apagaron.
Las flores en silencio mis penas ahogaron,
y desgarrado el alma; por mi suerte lloraron.

Esas verdes colinas de dicha y de sosiego,
de guitarra y de sueños en llamas de azul fuego...

Solo serán recuerdos de distantes albores,
en la triste penumbra que en mi mente quedaron...
las luces se apagaron; yo, me he quedado ciego.



Fauno de las letras


(5 Jotabé tridecasílabo)


I

Jorge Luis Borges, marinero del espejo,
Fauno de las letras, penumbra del reflejo.

El tiempo y espacio nunca es una barrera,
¡Oh! tortuga... rehén de la eterna carrera,
Aquiles te acosa, pero jamás supera,
la aporía en la que llevas la delantera.

¿Viste en el puerto de Sidón anclar la barca...
que traía los papiros de una vieja arca?

Cabalístico saber de un rabino viejo,
símbolos de la Torá de luz verdadera;
conocimiento y misterio que el todo abarca.


II

En el ritón del tiempo cuál añejo vino,
perdura tu canto de ruiseñor divino.

Alquimista de sueños, de transmutaciones...
en paradoja de silenciosas canciones,
en laberinto de luz y constelaciones,
va gritando tu Golem buscando emociones.

Tu yo plural sueña con alegre ufanía,
recorrer la biblioteca de Alejandría.

Y volando con el tiempo hiciste camino...
hablando con griegos, persas y anglosajones,
de sus corazones; bebiste poesía.


III

Has visto la hoguera ulterior de las estrellas...
mecerse en los ojos de níveas doncellas.

Y descifraste el misterio de una mirada,
que de dolor te cegó al verla enamorada...
de otro; sin esperanza, el alma desgarrada,
aquellos ojos fueron tu última alborada.

En la penumbra, tu desdicha cristalina,
se desmaya en tus versos de llama argentina.

Envolviste en enigmas de luces las huellas...
que derramó en tu playa desierta y olvidada,
la doncella que en tu silencio predomina.


IV

La sombra del viento camina hacia el poniente
tu sombra inmensa deja un susurro al Oriente.

Boga el perenne espíritu sobre la tarde,
tarde de aquel ruiseñor que de dolor arde,
y sin embargo, de su cantar hace alarde...
vertiendo rimas para que la noche guarde.

La indescifrable musa te ha dado la flor...
Inmarcesible; y tú destilaste el fulgor.

Ariosto te enseñó sobre luna ferviente...
que siempre huye; gritando dices que aguarde;
ella se va y tú... triste lloras de dolor.


V

Y un día encontraste, de la realidad...
una grieta y viste, la desnuda verdad.

Como el tiempo, la vida es quimera, utopía;
es un cuento de ficción, drama y fantasía...
donde el alma busca ser en filosofía,
lo que no puede ser en la geometría.

Entonces con tu alma, no pudiste medir...
ni descifrar la esencia que busca existir...

Pero existiendo te ibas a la eternidad
como aquel «poeta menor de antología»,
que dejó en poesía... todo su sentir.



Tristeza


(Jotabé dodecasílabo)


Ojalá en la orilla te viera parada...
yéndome en mi río de noche encumbrada.

¿Acaso te diría: -me voy- sin más?
O te gritaría... ¡vuela! eso nomás.
Y sabiendo que no volveré jamás,
pedirte que vengas sería demás.

Pero me gustaría verte al pasar,
tal vez, «Tristeza», sonrías sin pensar.

Y yo, llevaré esa risa aprisionada,
esa melancolía pura y además...
tu silencio que en soledad supe amar.



Antes de Babel


(Jotabea)


Entre tantos arpegios, entre todos los sones,
existe un son que rompe luz y constelaciones.

Es alma, musa y rima, del poeta maldito...
es sirena que canta desnuda al sol marchito;
su sacra melodía viene del infinito,
en la melancolía del poeta está escrito.

A veces se sustancia bailando en un burdel,
con un cáliz de vino, sobre un sucio papel.

Es una vieja barca de antiguas emociones,
ruiseñor del poeta, templo, locura y rito...
el sonido bendito, que se perdió en Babel.

 
     
   
     
 
    Amigos conectados     Arriba