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Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé



Rima Jotabé



Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé en lenguas diferentes al Español

Directorio de Poetas que escriben en rima Jotabé en español
 
 
ÁNGEL RAÚL MORINIGO INCHAUSTI
 
Poemas página 01
Poemas página 03
 
Ángel Raúl Morinigo Inchausti

Ángel Raúl
Morinigo Inchausti

Ciudad del Este
(Paraguay)

Sueños en primavera

(Jotabé)


Vacío está el puente, nadie ha cruzado,
es primavera, el cielo está nublado.

El viento trae fragancias de flores,
la montaña se llena de temblores,
patos mandarines traen colores,
fugaz es la primavera; no llores.

Aún sin amor, el atardecer...
llega y no lo podemos detener.

El río fluye y yo nada he pescado,
ya han vuelto a casa todos los pastores;
recogí leñas para el amanecer.

«Colapsa el puente flotante de los sueños en primavera».



Cyrano de Bergerac


(Jotabé Estructura triple dodecasílabo)


Aurora, mi amor Amanece, te llamA.
Admirada flor, Alma mía reclamA.

Baja de tu vuelo, Brilla cual queruB.
Bájate mi cielo, Basta nuestro cluB,
Bastará el suelo, Bendito aerocluB,
Bailarás sin velo, Briosa ve a mi puB.

Cantaremos juntos, Con un buen coñaC,
Casaremos puntos Con reloj tictaC.

Ama sin dolor, Ama sin miedo amA...
Busca mi consuelo, Brille en mi night cluB,
Cerremos asuntos; Clamó BergeraC.



Náufrago


(Jotabé dodecasílabo)


Arenas del tiempo, escurres de mis manos,
detenerte es utopía; sueños vanos...

Náufrago eres, como el ocaso en el ponto,
en espumas de olvidos, te vistes pronto,
Lleva mi sueño y la desdicha que afronto...
pero deja el ayer; de ayer no remonto.

Vas de mi fragua, desnudo de bondad,
diluyendote con tu efimeridad...

Sin piedad me llevas sin irme en tus granos...
aunque no quiera, en mis retazos te monto,
Vamos al ponto; llevo mi soledad.



África


(Jotabé)


África cuna de la raza humana,
¡bendita tierra, bella y soberana!

En tu alma brilla la felicidad...
y tus hijos, con amor y amistad,
muestran a todos, qué es humanidad;
a tiempo perdido en la oscuridad.

¡Nunca te rindes África querida!
¡Vas por el planeta manando vida!

Tu horizonte florece y engalana,
tu primigenia sangre; de beldad,
la del racista, solo alma podrida.



Laurel (Dafne)


(Jotabé)


Cupido te hirió con su flecha de oro,
¡oh! púber Febo... ¡ruega con decoro!

A ella la hirió con su flecha de plata,
huyó cual río del tiempo que mata.
Dafne la ninfa de pelo escarlata...
su virginidad, ningún dios desata.

Odiando su hermosura, llama cruel;
vió su padre, la transformó en laurel.

Febo besó el árbol con triste lloro,
pidió llevar a la musa beata...
como corona, del amor aquel.



Negra Envidia


(Jotabé tetradecasílabo)


Envidia, pálida diosa de rostro enfermizo,
tu alma emana fealdad, así Minerva te hizo.

Hambrienta, caminas por la tierra sin parar...
buscando Narcisos que de ti puedas llenar,
jamás te sacias; de tu cuenco viertes el mar...
mar del mal que consume y ahoga sin ahogar.

Tus verdosos pechos amamanta al desdichado,
perdido está, una vez que tu veneno ha probado.

«Negra Envidia», tú, envolviste el mundo con tu hechizo.
¿Cómo mi corazón de ti se puede alejar?
He de confesar; el saber de otros he envidiado.



Ecos de almas


(Jotabé Pentadecasílabo)


Feliz aquel que vuela allende de las tempestades...
allende del ego y la vanidad de vanidades.

Son seres embriagados de nardos, luz y colores,
en veleros de sueños de límpidos esplendores,
van navegando con la vida, destilando flores...
perfumando el éter con la esencia de sus albores.

Son libres con la luminosidad del pensamiento;
sus alas la razón, el amor como fundamento.

A la grita brumosa de perennes soledades;
cual poetas, dejan sendas de divinos fulgores...
el lenguaje de las flores, ecos de almas al viento.



Mi amigo «Ayer»


(Jotabea)


Para el viaje de «Ayer», hoy cargo en su equipaje...
la dicha de mi ser, para tan largo viaje.

Con el atardecer, «Hoy», se va a navegar...
«Mañana» será «Ayer», nunca ha de regresar.
En la playa ha de ver, «Ayeres» como mar...
Él, alegre ha de ser, pues nació para amar.

En su alma va a brillar, nuestro sueño de infante,
que le hará recordar, su pasado radiante,

Cuando me sea «Ayer», llegaré a su paraje...
surcaremos, «Ayer», nuestro tiempo estelar;
siempre hemos de volar, ese cielo distante...



El payaso triste


(Jotabé tetradecasílabo)


Acudió al doctor un hombre muy, muy deprimido...
Le dice: -doctor, la tristeza me ha consumido-.

-Siento que muero, no tengo ganas de vivir,
el dolor de mi corazón me va a consumir-.
Doctor, dime; ¿qué hago para calmar mi sufrir?
Le Dice el doctor: ¿sabés que llegó Bladimir?

¡Es el payaso más gracioso que vi en mi vida!
Ve a su actuación y verás que todo se te olvida...

¡Es el hombre más feliz del mundo conocido!
Pero doctor dice el hombre: -Yo soy Bladimir-
llorando de pena sonrió al doctor con su herida.



Madre sublime


(Jotabé)


Es la madre sinónimo de amor,
toda plena de ternura y candor...

En su corazón una flor cultiva;
es la sonrisa más bella y atractiva,
su encanto perenne el alma motiva,
de la vida; filósofa intuitiva.

¡Da paso a la reina el divino cielo...
la reina humilde, alegría y consuelo!

Vive sonriente sin mostrar dolor;
aunque a veces triste, siempre motiva...
para que en la vida, su hijo alce vuelo.



A Garcilaso de la Vega


(4 Jotabés tridecasílabos)


Poeta del dolorido sentir


I

Insigne poeta *agora quiero ofrendarte,
*deste mi cálamo humilde, un loor a tu *arte.

El príncipe de los líricos castellanos,
orgullo de España y todos los toledanos.
Un perfecto caballero entre cortesanos;
hábil guerrero, amigo de los venecianos.

*Deputado a la grandeza, tu pluma de oro,
bulle en tu corazón *peregrino tesoro.

Vuelan tus versos al viento cual estandarte,
vertiendo tus amores de tiempos lejanos;
insigne toledano que tanto valoro.


II

Trajiste de Toscana a Virgilio y Petrarca...
luces renacentistas que ardían en tu arca.

Y tu soneto Garcilaso de la Vega...
de tu corazón, amor y dolor entrega.
Ya para siempre, por este mundo navega,
a todos los confines, con tu lumbre llega.

Fuiste al Danubio, de tu tierra desterrado,
tu alma; tristeza y melancolía ha llorado.

Culto, poliglota, *contino del monarca,
músico y gentilhombre que no se doblega;
tu «dolorido sentir» será recordado.


III

Tu pecho *aflito derrama con *abastanza
Tu dolor que en verso espera la venturanza

La *cara musa de tu corazón dolido
te conmina a *escreber todo lo que has sufrido...
Y la dea beldad con tu amor has vestido;
con la llama perenne de un amor prohibido.

Acongojado miraste la sepultura,
de *Beatriz, o *Isabel, luz de tu alma pura.

E inmortalizaste el dolor de tu añoranza;
del amor sublime para siempre escondido,
tu pluma es testigo *dese amor que perdura.


IV

*«La muerte es natural, al hombre es cosa cierta
Y la *ora y el día en que ha de ser, es cosa incierta».

Viviste como aquel que sabe que la vida...
por ser breve, al máximo debe ser vivida.
Y dejaste una senda de amistad florida;
como soldado poeta, misión cumplida.

¿Qué le habrás dicho a *Francisco en tu hora postrer?
¿Que diga a tu amada que no vas a volver?

En Niza de eternidad tu alma fue cubierta,
tu nombre con la inmortalidad revestida...
y tu pluma... en lucero de un amanecer.


Léxico

*Agora: ahora
*Arte: menera, técnica.
*Abastanza: abundancia.
*Aflito: afligido.
*Bulle: se mueve.
*Contino: capitán.
*Cara: querida.
*Dese: de ese.
*Deputado: destinado.
* Escreber: escribir.
*Ora; hora.
*Peregrino: excelente.


Personajes

*Beatriz: Beatriz de Sá.
*Isabel: Isabel Freire.
Francisco: Francisco de Borja, Duque de Gandía.


Frase

«Porque la muerte es natural a los hombres y es cosa cierta...
y la ora y día en que ha de ser es incierta…».
Frase en el testamento de Garcilaso de la Vega.



Cerezo en flor


(Jotabé)


Con la ceniza de mi amor escribo,
este dolor que del tiempo recibo.

Hace frío, no hay crisantemos; llueve...
la flor de loto marchitó la nieve;
y el cerezo en flor de vida tan breve...
lo vi llevarse el río de aguanieve.

Distante se encuentra la primavera,
los gansos no vendrán a su rivera...

La nieve apura, en mi sien lo percibo,
y antes del olvido, mi amor te lleve
el viento; del valle de mi quimera.


«En la ceniza escribo un nombre de mujer, al calor del brasero». Akutagawa Ryūnosuke.



Averno y rosas


(Jotabem Kigo Espejo)


Lento su caminar
va rumbo al mar...

El sueño de las rosas,
cual bellas mariposas...
efímeras y hermosas,
que mueren briosas.

Ya perenne de invierno,
el sueño eterno...

se niega a navegar...
en sus noches brumosas
el frío averno.


En su gobierno
cual almas silenciosas,
el sueño ha de esperar.

Llora el infierno...
su frío sempiterno.

Flores graciosas
con esencia de diosas,
fragancias fulgorosas
en él yacen penosas...

no puede amar...
solo queda llorar.



Pequeña villa


(Jotabem Kigo)


En el bosque de pinos...
florecen linos...

La amapola al sol brilla...
y más allá, en la orilla...
una pequeña villa...
luce amarilla.

Baña la primavera...
la sementera...

Todos los campesinos...
su destino acaudilla...
a su manera.



Amigo entrañable


(Jotabé)


Se apagó en sus ojos la primavera,
al insigne amigo, Hermógenes Vera.

Aunque estamos tristes por tu partida,
somos gratos de conocerte en vida.
Tu pecho de amistad siempre florida,
dejó una fragancia que no se olvida.

Honesto, trabajador incansable;
alegre, de una sonrisa imborrable.

El Buen Pastor te llamó a su pradera,
donde ya espera tu esposa querida;
¡junto a Dios vivan! amigo entrañable.



Aliteración del silencio


(Jotabé)


Su siniestro silencio sepulcral...
sobrevuela su sombra sideral.

*Caelum cuarzado, clamor candente,
caliginoso cisne cecuciente.
Casi ciego canta calladamente
cual cano céfiro contra corriente.

Ente etéreo en eterno esperar...
espectro embriagado en engargolar...

sumiso sino sobrenatural,
con cluórico cantar clarividente,
erebo esperando en ella escapar...

*Caelum: constelación Cincel.



Ezis Ampalagua del Desierto


(Jotabé Lauro Simétrico Arriba)


I

Con su canto me arrulla la tristeza,
cubre con su manto mi honda pobreza.

Me besa con la ceniza del viento...
que esparce su dolor y sufrimiento.
Callada abraza mi quedo lamento...
llenando con su sombra mi aposento.

Y la luz de sus ojos de ostracismo,
invade la penumbra de mi abismo.

Y su fragancia de mengue e incerteza...
embriaga el escaso razonamiento;
convirtiendo mi esencia en amorfismo.


II

En su noche de mar y misticismo,
naufraga la lumbre de mi espejismo.

Ceñida mi alma a su naturaleza
bucólica de amarga sutileza,
ella me seduce con su rareza...
y me besa con su cruel gentileza.

Frío el calor de su corazón siento,
como un canto febril sin sentimento.

Muerta vive en la espera, sin lirismo...
y yo viviendo muero con presteza,
cuando ella me besa; vivir intento.


III

Entonces su alma se vuelve mi aliento...
mi soledad... de su amor alimento.

Tristeza: ¿has amado con tal altruismo
antes de amarme con tanto egoísmo?
Tu presencia de perenne mutismo,
silente grita su favoritismo.

Mi prisión volviste una fortaleza
de sombras, que en la sombra me despieza.

Y yo, un esclavo del remordimiento...
soy prisionero de tu absolutismo,
dulce tristeza de negra belleza.


IV

Nunca me amaron con tal paroxismo
Tu sueño de amor, es surrealismo.

Tu inmortal delirio musa ufaneza...
es del mortal la más dura proeza,
mata tu amor de divina pureza,
al ser que te ama con delicadeza.

Ampalagua del desierto, sediento
de llanto tu corazón polvoriento.

En mi desierto solo hay pesimismo,
no encontrarás lágrimas, con certeza,
pues soy... de tu corazón un fragmento.


V

Tristeza, de tristeza en mi tristeza,
la mía es parda, la tuya es nobleza.

Mi camino es sendero turbulento,
la tuya, es un valle de agotamiento
recordarás mañana, triste acento,
el eco de mi eterno juramento.

Habrás bebido más que ilusionismo
en mi pecho, que devora a sí mismo.

Tu esencia con su más pura crudeza,
angustia, dolor, soledad; no miento...
así tu amor Ezis, triste eufemismo.



Hay tiempo...


(Jotabé tetradecasílabo)


Aún hay tiempo... ¿ves? Es tu tiempo de vivir,
de soñar, de ser feliz, de volar, de existir...

De sentir la brisa que galopa con el mar,
trayendo ecos de mil caracolas al pasar.
Aún hay tiempo, de ver estrellas y contar,
cada una de ellas hilando sueños sin parar.

No tienes porqué esperar un nuevo amanecer,
ahora es tu momento de amar, de florecer...

La vida te ha dado todo; es hora de lucir,
en tu rostro tu mejor sonrisa y caminar...
siempre hacia adelante, lleno amor para ofrecer.



Aborigen americano


(Jotabé tetradecasílabo)


En mi pecho fluye cual perenne manantial...
la sangre indígena de mi abolengo ancestral.

Aborigen americano, ojos de lucero,
guardián de la floresta, de corazón guerrero.
Tu canto es alma del río, del cielo el sendero;
tu corazón es tierra, crisol, llama y brasero.

Yo soy tu nostalgia, la semilla de tu monte,
soy el sueño quedo como aquel perdido horizonte.

Yo visto tu plumaje de viento celestial...
y vuelo por tu empíreo bosque mañanero;
surcando te venero, guerrero sacromonte.



El libro, los escritores y yo


(3 Jotabés)


I (El libro)

El libro es fuerza, esperanza y valor,
es de la sabiduría... el fulgor.

Es de los sueños el suave sendero,
para el alma... el tesoro verdadero.
Y para el pensamiento es un lucero,
que anuncia un amanecer duradero.

En su seno cabe el tiempo y el ser;
es vasija del alma y del saber...

De sus hojas germina con dulzor,
para quién lo visita con esmero,
todo un mundo nuevo por conocer.


II (Los escritores)

El libro guarda un perenne legado;
son inmortales hombres del pasado.

Homero, Dante, Machado, Cervantes
Borges, Shakespeare; ¡vosotros sois gigantes!
Y tantos otros, astros fulgulrantes,
que forjaron con sus letras; diamantes.

Hermosas mujeres de pluma de oro,
dejaron un canto de eco sonoro...

Vitale, Carolina Coronado...
Mistral, Alfonsina; ¡damas radiantes!
¡Sois para la humanidad un tesoro!


III (Yo)

Y yo me siento más que bendecido,
en un libro me hallé estando perdido.

Fue entre los versos de bardos de otrora...
que en mi corazón vi fulgir la aurora.
Y mi alma que su nostalgia atesora;
derramó en libro lo que tanto añora.

Aunque soy de una ignorancia infinita...
bebo del agua donde luz habita.

Si por acaso me llega el olvido...
habré dejado lo que me enamora,
en versos cual flor que no se marchita.



Barca de olvido


(Corona Jotabé)


Jotabé Madre

Soy una barca que se hunde en la llama...
crepitante; el ocaso que derrama...

sus sueños rotos, perenne de olvido...
en la fragua del tiempo derretido;
donde la noche, en mi cantar dolido...
engalana en miserere el tañido...

de una vieja campana ya sin gloria
derruido en la penumbra, ¡sin memoria!

Como cenizas ya de otrora flama,
el tiempo lleva el recuerdo vivido
y entre sueño y pena; muere mi historia.


Jotabé Hijo 1

Soy una barca que se hunde en la llama...
del ave fénix que eternidad clama.

Y en el alma llevo melancolía
de luna dormida en mi poesía,
una gota en la copa de ambrosía,
para suavizar pena y agonía.

Voy llevando lo mucho que he sufrido,
y la ventura aquella que he perdido...

va dejando una estela que reclama
al silencio de la noche sombría,
sus sueños rotos, perenne de olvido...


Jotabé Hijo 2

Sus sueños rotos, perenne de olvido,
van ahogándose sin haber sido...

más que marchitas hojas sin aliento,
arrastrada sin piedad por el viento,
del vergel de mi triste sufrimiento;
olvido que corroe el pensamiento.

No existe de la noche escapatoria,
a sus brazos sigue mi trayectoria.

Mi eco será solo pena y quejido,
tañido silente en el firmamento,
de una vieja campana ya sin gloria.


Jotabé Hijo 3

De una vieja campana ya sin gloria,
querencia de paloma migratória...

en la noche repica con tristeza,
misereres para su onda pobreza,
un corazón enlutado que reza:
¡Piedad... piedad señor a mi vileza!

Solo el silencio de la noche exclama:
-La única verdad, mi esencia proclama-.

La vanidad de la vida ilusoria,
va dejando una estela de incerteza...
crepitante; el ocaso que derrama.


Jotabé Hijo 4

Crepitante, el ocaso que derrama
pasiones marchitas de vieja rama.

Y yo derramo de mi muerte en vida,
las horas muertas que otoño convida.
La felicidad siempre en despedida,
jamás llega; sino siempre dolida.

La amarga soledad nunca se ha ido,
en sus brazos descansa lo que he sido.

Mis ilusiones mueren en su cama,
y apaga la tenue luz encendida,
en la fragua del tiempo derretido.


Jotabé Hijo 5

En la fragua del tiempo derretido,
mis alas con fuego fue consumido.

Desnudo abandoné el nido silente,
arrastrando la penumbra inclemente,
del alma sin pasado, ni presente,
en la miseria de la vida ausente.

Y mis días, cual rueda giratoria,
con su tétrica sábana mortuoria...

Va cubriendo cual velo deslucido,
los recuerdos de ayer, hoy ya inconciente,
derruido en la penumbra, sin memoria.


Jotabé Hijo 6

Derruido en la penumbra, sin memoria...
termina la existencia transitoria.

Felicidad, alegría y dolor,
no son más que gotas de resplandor,
quimera meliflua como el amor;
fuego marchito, en pétalos de flor.

Muriendo siempre, hoy, espera afligido...
el mañana que de la muerte ha huido.

Su sendero de espera dilatoria,
sigue mi vuelo con pena y temor,
donde la noche, en mi cantar dolido...


Jotabé Hijo 7

Donde la noche, en mi cantar dolido...
toda mi pena y nostalgia ha bebido.

Y embriagada va hasta el amanecer...
vertiendo por el tiempo, sin querer;
olor a saudade y atardecer
de una rosa que pudo florecer...

en el desierto árido de quien ama
la soledad, que el corazón inflama.

Y vuela el día que nunca ha nacido;
no sabe que pudo arder para ser...
como cenizas ya, de otrora flama.


Jotabé Hijo 8

Como cenizas ya de otrora flama,
la Cibeles, a sus hijos aclama.

Y entre ellos, hijo de la ambigüedad...
acolla este, en busca de su verdad.
Ser bicéfalo, luz y vanidad,
mi esencia es... de barro y divinidad.

Agua y fuego el eter ha consumido,
de mis ojos que llora arrepentido.

Y al otear el triste panorama,
una tenue flama en la oscuridad,
engalana en miserere en tañido...


Jotabé Hijo 9

Engalana en miserere el tañido
de la esperanza, que del cielo ha fluido.

Y vierte de sus alas fulgorosas
para mis penas, blancas mariposas,
esencia de primaveras hermosas,
engalanando el invierno con rosas.

Es bálsamo, de pena paliatoria,
para el hombre que parte sin euforia.

Sin aviso, la noche me ha herido,
con su sable de brumas silenciosas...
y entre sueño y pena; muere mi historia.


Jotabé Hijo 10

Y entre sueño y pena; muere mi historia.
antes de aprender de mi vanagloria...

El hombre que todo lo necesita...
nunca es feliz con la vida bendita;
cuando la muerte llega de visita...
nunca se marcha, ni marca otra cita.

Y ese es, de la vida su cometido
comedia, que para unos ha concluido.

El día y la hora es siempre aleatoria...
y todo al olvido se precipita...
el tiempo, lleva el recuerdo vivido.


Jotabé Hijo 11

El tiempo lleva el recuerdo vivido,
y ni rastro deja de lo existido...

Yo me voy para ya jamás volver...
no tengo nada para resolver,
no llevo, ni dejo mi padecer;
él, conmigo tendrá que perecer.

Baja la cortina del melodrama,
esta comedia, se convirtió en drama.

Y si por acaso fui bendecido...
fue en conocer quién soy para entender:
¡Soy una barca que se hunde en la llama!



Herida «sacra»


(Jotabé Birrima)


Ardía en tu corazón luz del día...
sonreía tu alma que amor vertía.

Pero una nube cubrió tu lucero;
velero gris del tiempo lastimero.
Primero te apagó la llama; el clero ...
sendero, que seguías con esmero.

Dolida la noche cubrió tu vida;
perdida, viste tu luz derretida.

Sombría tus ojos triste pedía...
aguacero de olvidos y romero;
ceñida a mi pecho, mermó tu herida.



Profesora Gabriela Mistral


(3 Jotabés dodecasílabos)


I

Hospedaste en tu seno versos y mar,
ruegos tímidos con luna de azahar.

De los Andes poetisa magistral
inigualable eres Gabriela Mistral.
Al alba escribías o de noche austral,
la tarde te era estéril y sepulcral.

Siempre buscabas un pedazo de cielo
de Chile azul, de Europa el gris del desvelo.

Fijabas en los árboles tu mirar...
y los versos de una dimensión astral
Venían creando un mundo paralelo.


II

Siempre vertido, pero no desolado,
tu corazón tembló de amor anegado.

Y el destino fatal de carne desnuda
tu pensador toma con su mano ruda,
mientras acecha la muerte que no duda;
cada amanecer sonriente le saluda,

abriendo un surco de bronce en la guarida,
el viento va lamiendo la noche herida.

El puerto duerme y el marino encantado,
Vaga ébrio por el muelle buscando ayuda...
la barca partió como parte la vida.


III

De hinojos y frente al Cristo que padece
sentiste brotar la fe que de amor crece.

Y enseñaste a tus niños con tal ternura,
que te amaban con ese amor que perdura...
dejando sendas de divina blancura,
como profesora rural que procura...

construir un futuro digno y diferente,
a los niños de un Estado siempre ausente

Gabriela Mistral, tu ejemplo resplandece,
como rayos de sol, perenne fulgura...
En el corazón del mundo y de tu gente.



Lustrabotas


(Jotabé)


Yo fui lustrabotas y soñador...
pinté mi mundo de luz y color.

Aún con la miseria en mi camino:
rumbo a la escuela forjé mi destino...
y de mi guitarra de son divino,
derramé alegría y amor genuino.

Me curtí de valor, fe y esperanza,
esperando que un día la bonanza...

toque a mi puerta con su resplandor;
mientras tanto, como fiel peregrino,
con un pedazo de pan ya me alcanza.



Chamamé


(Jotabé tridecasílabos)


Un día de abril a Corrientes me asomé...
entre acordeona, *sapucai y *chamamé...

Llegué a la casa de mi amigo correntino
Don José Luis, conocido como el «Tanino»,
descendiente de paraguayo campesino,
un chamamecero de aquel pago argentino.

No tardé en desenfundar mi guitarra criolla
al son de "toro Pampa" ya se desarrolla...

un baile chamamecero que tanto amé,
entonces brindé, con una copa de vino,
con la acordeona que en sapucai resolla.

* Sapucai: es un grito largo y agudo, como llamado o signo de júbilo. Es típico de la cultura guaraní, muy difundido en las provincias de Corrientes, Misiones, Chaco, y Formosa de la región del Litoral en Argentina y en Paraguay. Es particularmente usado en la cultura del Chamamé y por los pescadores de la región.

* Chamamé: es una manifestación cultural que comprende un estilo de música y danza propios de la provincia de Corrientes y nordeste argentino.




Noche de luna


(2 Jotabés tridecasílabos)


I

Buenas noches luna de trémula mirada...
amiga de mi nostalgia; sin alborada.

Yo te canto mis ilusiones y quimera...
y te derramo del otoño primavera,
y te presento los sueños de larga espera,
de mi alma aprisionada en tu pálida esfera.

Vierto mi olvido en la rivera de tu llanto...
y fluyo contigo en versos de tanto en tanto.

Un día cuando no estés en la noche orlada
me marcharé con el viento de la pradera,
lo que un día era, me cubrirá con su manto.


II

Tus cárdenos reflejos se irá trás mis huellas,
y entre caracolas, brumas, sueños y estrellas...

apagará tu lumbre mis huellas perdidas,
y entre acordes de viejas canciones dolidas,
el eco te traerá el canto de otras vidas;
pero nuestro canto siempre estarán unidas.

Sabrás que siempre con locura te he amado,
porque viví en tus noches de ti enamorado.

Entre todas las más fulgorosas doncellas,
eres tú, luna, quien sanaba mis heridas...
en esta vida, que hoy mis noches te ha dejado.



Te busco


(Jotabea)


Yo te busco en las noches, cuando el dolor abraza,
y en la penumbra triste, mi alma se despedaza.

En el oscuro ponto, se ahoga el corazón,
la añoranza golpea, perdido, sin razón,
voy gritando en silencio, quema la desazón,
y tú lejos amada, feliz en el barzón.

Me Dejaste tu ausencia, de tu vida un retazo,
y herido voy penando, mi dolor no disfrazo.

El olvido a mi puerta, no toca, ni amenaza,
pero la vil tristeza, se encuentra ya en sazón,
no respira ni bebe; su ida no tiene plazo.



Dulce inocencia


(Jotabé vigintasílabos cuádruple rima)


Brilla en sus ojos, tierna blancura, dulce inocencia de alma
[ fulgente.
Juegan antojos en la espesura, sin inferencia de otra
[ corriente.

Me veo lejos, jugando viene, raudo al presente mi dicha
[ otrora.
Son los reflejos que me entretiene, mi niño ausente que
[ busca aurora.
Busco consejos, que amor contiene, luz de la fuente, su
[ alma atesora.
Ojos de espejos que magia tiene, los tengo en frente,
[ viéndome ahora.

Feliz me siento cuando los miro, «la vida es bella», tiene
[ sentido.
Cometa al viento como suspiro, surca con ella, sueño
[ florido.

Tiran manojos, que dicha augura, como conciencia de flor
[ naciente.
Entre festejos de Dios obtiene, la reluciente luz sanadora.
Y yo presiento que voy de giro, pues me atropella todo mi
[ olvido.



Luna


(Jotabemo 4-4)


I

¿Ves la luna que asoma lisonjera?
Es de los bardos perenne hechicera.

Con su séquito de estrellas derrama
en el ponto del poeta su flama...
Etérea llama que lira emana
en el corazón del bardo que la ama.

Y en su cálamo de luna florece,
el arcano anhelo que de amor crece.

Estela de su alma vierte la hoguera,
tiempo del tiempo que el tiempo reclama...
versos que de eternidad resplandece.


II

Callada luna, bella mensajera...
de la nostalgia eterna compañera.

Y del poeta que su amor declama,
sigilosamente a la hermosa dama,
pasión ardiente que su amparo clama,
Ventura y deseo, febril exclama.

Cómplice de amor la luna oscurece,
su átomo de fuego que el viento mece...

sobre los amantes en la pradera.
Con el corazón sumergido en llama
guarda la noche que secreto ofrece.


III

¿Ves la luna que siempre al bardo espera?
Lo aguarda cada noche en la rivera...

de la alegría y la pena que inflama,
el corazón que utopía embalsama,
y lo envuelve con su manto sin drama
pintando de vida su panorama.

El rimador en silencio padece
cuando de su inspiración adolece.

La musa de fulgente cabellera,
como consuelo su pelo esparrama,
sobre el pecho del vate que perece.


IV

Y lo envuelve con su ala misionera,
para llevarle al refugio de otra era,

donde el bardo su libertad proclama,
y la luna con su miel desinflama,
el corazón que de añoranza brama,
su amor de verano que aún aclama.

Ilusión que en el pasado adormece.
fiel testigo la luna permanece,

al lado del vate que un día fuera,
crisol de su lumbrera y una amalgama
de brumas, que rara vez aparece.



Otoño


(Jotabé)


Ermitaño de manos temblorosas,
lentamente vas, deshojando rosas.

Tu aliento flébil de melancolía,
ufano desnuda mi alma sombría.
Y vistes los árboles de agonía,
desnudando de hojas su gallardía.

Las hermosas gaviotas ya partieron
de la playa, fugaz, sin más se fueron.

Tu sien de gélidas noches lluviosas,
en ambarino camufla tu día,
Y tu ocaso, otoño, en mí se vertieron.



Huellas


(Jotabé)


Una candela a orillas de la mar,
entre tus huellas, encontré al pasar.

La mar borró esas efímeras huellas,
pero había huellas de unas estrellas,
estrellas vestidas como doncellas
en la vieja candela; ¡pobre de ellas!

Traje la candela como recuerdo,
para ver las huellas cuando me pierdo...

en las noches buscando sin parar,
ilusiones de viejas noches bellas
que tiré al mar cuando de ti me acuerdo.



Añoranzas de un inmigrante


(3 Jotabés)


I

Vienes a mí, como una sombra herida
de otros tiempos, recuerdo de otra vida.

Niebla derruida de un faro distante
en la ribera del tiempo; un instante.
En tu alzaprima de luna menguante,
traes la sombra de mi sombra errante...

que mira en silencio, inmóvil de pena,
mi alma rendida con su noche plena.

Vienes, como una calleja perdida
que recorre mis recuerdos de infante...
y en la sombra; tu sombra me encadena.


II

Yo te espero aquí buscando tu sombra;
mi sombra te abraza cuando te nombra.

Y recorro tu senda de azucena,
tus pétalos de ocasos en la arena.
De la miel que gotea tu colmena...
bebe el corazón sumergido en pena.

Y navegando voy sin esperanza,
en mi barca cargada de añoranza.

Lejos tu pradera de verde alfombra
queda, y yo llevo tu eco que resuena
en mi sangre como perenne alianza.


III

Vienes a mí, cual sacra procesión
de nostalgias en mi desolación...

Y poblando va mi alma tu verano
de mazorca y destello ya lejano.
Tu querencia de luna busco en vano;
cierro mis ojos, te vas de mi mano.

Tu entraña verde de *Mensú y yerbales,
guarda historia de tiempos coloniales.

Pido al cielo que tenga compasión,
y que algún día vuelva, aunque ya anciano...
a esa tu tierra de mis ancestrales.


*Mensú: Nombre que recibe el trabajador rural semi-esclavo de la selva en la zona de Paraguay y las provincias argentinas de Corrientes y Misiones, y en particular el trabajador de las plantaciones de yerba mate.



Me voy...


(Jotabé triple rima decapentasílabos)


Me lleva el viento, la hecate musa con sus estrellas.
El firmamento, que oda rehusa, con sus centellas.

Me voy de viaje, con mi quimera dejando sueños.
no tengo eraje, ni primavera, de mis ensueños...
Llevo un paraje, de larga espera... de muchos dueños.
De mi paisaje, lo que un día era; campos risueños.

Volver no creo, me voy sin prisa, nada me resta.
Lo que poseo de luz requisa, mi ocaso a cuesta.

Me voy contento, no tengo excusa, dejo mis huellas...
En mi bagaje, como lumbrera, de mis empeños...
solo un deseo: no quiero misa, sino una fiesta.



Jotabés mi pluma


(Jotabé Acrósticos Sérmico)


Vagaba sin destino por los mares,
sin encontrar luz para mis pesares.

Rumbo al olvido de noche callada,
buscando mi alma gota de alborada;
poesía encontró de madrugada...
y era Jotabé la rima encontrada.

En un jotabero me he convertido;
Jotabés desde entonces he vertido.

Encontré a don Benito Manzanares,
mi maestro, de la rima aprobada;
¡pluma inigualable, vate escogido!


Acrósticos: Vagaba sin rumbo buscando poesía, y en Jotabés encontré mi pluma.



Nostalgia


(Jotabé Parmos)


El viento, nostalgia va derramando...
momento que en silencio va gritando.

Derramando sombras se marcha el viento,
gritando: ¡nostalgia! a cada momento,
y no espera del hombre juramento,
ni quimera sin ningún sentimiento.

El juramento no vale si espera...
un sentimiento muerto de quimera.

Pasajera la noche va dejando,
dejando nostalgia sin argumento;
argumento a la vida pasajera.



Mujer


(Jotabé)


Sempiterna eres, creación divina...
sublime mujer que el cielo ilumina.

Eres fortaleza, amor y ternura,
de belleza perenne, de alma pura.
En tus ojos de esperanza fulgura,
una ilusión de callada blancura.

La vida primigenia de la vida...
llevas en tu ser cual llama encendida.

¡Eres tú, mujer! edén que camina,
grandeza femenina que perdura;
promesa de la tierra prometida...



Poesía


(Jotabé)


Piélago de amor es la poesía,
de los poetas, su melancolía...

Es silente arrullo de alma invisible,
que vuelve realidad lo imposible.
Del hombre en su camino irreversible;
captura lo tangible y lo intangible...

Y lo viste de alborada y quimera,
de lozana alegría y primavera...

Y de tristeza de noche sombría...
forja un corazón humano y sensible,
de quien en la vida todo supera.



Betis amaranto


(5 Jotabés acróstico Jotárbico)


Recibiste del olimpo la pluma...
de Apolo, que tu corazón perfuma.

La ninfa de Pafos, de misteriosa
naturaleza, aguarda silenciosa.
Llama idílica, de pasión rebosa,
perenne de amor te canta dichosa.

De su ribera el Betis amaranto,
suma su murmullo a tu suave canto.

Grandeza que humilde baña en espuma,
tu canto para anauco, la arenosa...
alma púber; ribera de tu encanto.


II

Sensible al érebo que acaso asoma,
de sus alas como negra paloma.

Dulce Venezuela busca inocente,
mirada de afecto del hijo ausente;
amaba el aire, tu soplo doliente...
la noche, tu oda de luna inclemente.

Campiña de brote silvestre cubre,
la memoria que emerge por octubre.

Ensenada en tu seno que desploma,
la añoranza de tu tierra fulgente,
bóveda azul que tu lira descubre.


III

Celeste numen es tu mar sagrado,
y tu humanidad, al mundo ha dejado...

Estrellada senda de libertad,
el sueño para la posteridad.
Ruidoso como Neptuno... ¡cantad
viento, del hombre toda su verdad!

De Andrés Bello su musa, cual silente...
madrugada, se desnuda en su frente.

Las candelas que iluminan el hado,
flores vestidas con la claridad...
el vate vertiendo va... de su fuente.


IV

Canto de tu testimonio gotea...
del chileno mármol, tu Galatea.

Arroyuelo de eterna lozanía,
los murmullos de tu sabiduría,
pájaros de blanca filosofía,
en tu pecho encuentran su rebeldía.

Su Tirsis pastorea el raudo vuelo
canoro, de aves en busca de cielo.

Vuelo que será del hombre de aldea,
alborada de su noche sombría;
inigualable herencia de tu anhelo.


V

Belleza y calma, Bellini te daba
en el piano, cuando tu hija tocaba...

Tu vellocino, letras de pasión,
corazón del alma y tu ensoñación;
fijaba en Libra su constelación,
morada de eterna contemplación.

Llenando de tristeza tu partida,
de la tierra, derramando tu vida.

Poesía es lo que tu don manaba,
tu lumbrera, tu adorada nación
suelo soberano, patria querida.


Acróstico Jotárbico de 55 palabras

(Jotabé)


Recibiste de la naturaleza
llama perenne de suma grandeza.

Tu alma sensible de dulce mirada,
amaba la campiña, la ensenada,
la bóveda celeste y estrellada,
el ruidoso viento de madrugada.

Las flores, el canto del arroyuelo,
los pájaros en su canoro vuelo.

Alborada, inigualable belleza
en tu corazón fijaba morada...
llenando de poesía tu suelo.



Lobos de olvido


(5 Jotabés acróstico Jotárbico)


I

Senda cabalística va conmigo,
silente como la noche, persigo...

Lobos de olvido mi carne devoran,
en mi alma azules estrellas demoran,
camino sin tiempo donde perforan;
desgarra el can las almas que no lloran.

El mío busca en su oscuro desvelo
viento apacible, un poco de consuelo.

La oscuridad como mi fiel amigo,
carne de mi carne que en brasas doran,
sin contemplación este árido cielo.


II

Tino, en la tumba espera la verdad,
la noche eterna con la soledad.

Tétrica despedida se oye lejos
noche abrasando unos entes perplejos,
en la quimera, el sueño ve reflejos,
espera en silencio, sabios consejos.

Aullante el eco vaga con el viento,
camina con la sombra su lamento,

sin encontrar jamás la libertad,
rumbo al ocaso rompe sus espejos;
el soldado caído en su momento.


III

Viento frío, cuervo del campo santo,
distante yace su otrora quebranto.

Olvidos visten las tumbas perdidas,
de huesos blancos, con llamas presumidas,
carne amarga como entes esparcidas,
con sus vanidades, duermen podridas.

Hueso de infierno, de amor y quimera,
errante busca luz su calavera.

Esparcen marchitas rosas cual manto,
por el viento como gotas dormidas;
el ánima busca lo que un día era.


IV

Campo de espíritus del adivino
nigromante, derramando agua y vino.

Babel de gritos, dolor del submundo,
de luna de sangre, hechizo profundo;
terror que camina, llenando el mundo,
de alma perdida de llanto infecundo.

Melancolía viviendo sin alas,
canción fúnebre y triste sin escalas.

Fúnebre tenor del campo divino,
fantasma del pasado moribundo,
sombría como la esfinge de Palas.


V

Hambriento persigue el lobo de olvido,
como la vida que no hemos vivido.

Espectro de un pasado ya lejano,
peregrino que arrepentido en vano,
perenne llora su canto profano,
silencio que ahoga y va de la mano;

del alma que va para no volver,
navegante del tiempo, para ser,

fastidioso espíritu sin sentido,
taumaturgo sin camino cercano
sufría y sufre sin amanecer.


Acróstico Jotárbico

(Jotabé)


Senda silente, lobos en camino,
desgarra el viento la carne sin tino.

La tétrica noche en espera aullante,
camina sin rumbo, el viento distante,
olvidos de carne, con hueso errante,
esparcen por el campo nigromante.

Babel de terror, de melancolía,
canción fúnebre, fantasma sombría.

Hambriento como espectro peregrino,
perenne silencio del navegante,
fastidioso Taumaturgo, sufría.



La tarde y el ave


(Jotabé Misrimo dodecasílabo con doble rima)

(Leer de abajo hacia arriba para el «ave»)


Sintiose rugosa, la tarde serena,
la fuente rebosa cantando de pena.

En el campo deja su pesar errante,
a la urraca vieja, de triste semblante.
Su fruta bermeja se quedó distante,
el tiempo lo aleja, del fruto brillante.

En la fuente baña su ocaso que llega,
ver el campo extraña, quedó casi ciega...

Solo sombra airosa camina en la arena,
del sueño la queja su noche constante;
bajo la guadaña que el tiempo le entrega.


Maniqueos ojos de fugaz aliento,
destella despojos, su triste lamento.

Va la tarde añeja, tranquilo talante,
la noche corteja su paso menguante,
a la urraca aqueja su vuelo restante,
la oscura calleja... fulgura acechante.

Ya ciega de noche se va con la tarde,
dejando reproche del corazón que arde.

Recuerdos y antojos lleva el firmamento;
su canto refleja su otrora levante...
del tiempo fantoche, cual amor cobarde.



Veterano de la «Guerra del Chaco» 1932/1935


(2 Jotabés)

al sargento de infantería
Damián Inchausti (Mi abuelo) 1912/2006



Rumbo a la guerra marcha el pelotón
del ejército, el primer batallón.

En él, marchando brioso va mi abuelo
preparado para batirse a duelo
defendiendo de la Patria, su suelo,
en el árido Chaco bajo el cielo.

En Boquerón su bautismo de fuego
veinte días de ataques, sin sosiego.

El sargento guaraní a su nación...
defiende con coraje, sin recelo
al enemigo; vencería luego.


Tres años de batallas le esperaba,
de día, de noche y de madrugada.

Porque la muerte no muere con muerte,
se vistió en muerte para mala suerte
del enemigo que su fin no advierte
sino tarde; en el campo yace inerte.

Curtido en sangre regresó el soldado
¡Victorioso! con el alma extasiado.

El sargento Guaraní regresaba...
a casa con la convicción más fuerte;
siempre defendería el suelo amado.



Aves perdidas


(Jatabemo Espejo, Verevés, acróstico)


Llamas con nostalgias enmudecidas,
arden en mi corazón sus heridas.

Va despacio el eremita silente...
invadiendo con canas el presente,
dejando recuerdos de luz ausente;
arranca la memoria de la mente.

Enmudecidas nostalgias con llamas,
sutilmente va apagando sus flamas.

Ubérrimas noches de almas dolidas,
navegan sin destino la corriente...
consumidos en dulces melodramas


Ardiente corazón, ¡cómo reclamas!
mientras vamos al eterno poniente;
icáreos vuelos en despedidas.

No volveremos a las viejas ramas
aunque de vida, de savias derramas.

¡Reclamas cómo! corazón ardiente...
fugaz es tu vida, eso es evidente,
una vez has visto la luz creciente,
guardando sueños de luna inclemente.

Aves somos en vida, aves perdidas...
Zorzal en vuelo, de noches seguidas.


Acróstico: La vida es un caminar fugaz.



Silencios con almas (gótico)


(Jotabé Verevés)


Miradas silenciosas, con tristezas
vagan en sus tétricas fortalezas.

Son entes como negras alboradas,
tristezas con silenciosas miradas;
en infiernos yacen encadenadas,
almas, con silencios aprisionadas.

Sin amor, se golpean con las palmas,
aprisionadas, silencios con almas...

En el mengue no existen las noblezas,
ni esperanzas en sus tristes moradas,
y sueñan (tal vez), con mares en calmas.



Una canción lejana


(Jotabea con doble rima)


Una canción lejana gotea en mi memoria,
de la noche profana su candela ilusoria.

¿A dónde va su canto cuando llega mi olvido?
¿Dónde queda el encanto de lo que hemos vivido?
Tal vez nos cubra un manto de nieve derretido,
del tiempo suave llanto del corazón rendido.

Si para siempre calla la dulce primavera,
¿Perderá la batalla mi alma de azul quimera?

La juventud lozana con su breve victoria,
se llevó mi quebranto con el pecho partido...
mi tiempo lo avasalla, mi noche ya no espera.



Un mundo nuevo


(Jotabea)


Es utópico el sueño que fulgura en mi pecho...
Yo sueño un mundo libre, con amor y derecho.

Que nadie sea menos, por su sexualidad,
que la piel solo sea, matiz de libertad,
y la religión sea, solamente humildad;
libre en el hombre crezca, toda su humanidad.

Sueño un mundo sin guerras, un mundo sin racismo,
un mundo sin violencia, sin hambre ni egoísmo.

Que el odio desterrado, del alma sea un hecho
y en el corazón brille, por siempre la unidad;
un mundo diferente, donde ser uno mismo.



Mi loma


(2 Jotabés tetradecasíbos)

I

Yo nací en una loma, con arroyos y pinos,
rodeado de un bosque, y dos ríos cristalinos.

El aire nos traía, fragancias de azucenas,
Y el eco de una copla, se estrellaba de penas.
La cantaba un arriero, ya de nostalgias llenas,
solitario en el bosque, soñando con sirenas.

Un cielo de palomas, el ocaso inundaba,
luciérnagas de luces, el patio iluminaba.

Era un vergel mi loma, con fulgores divinos,
con dorados y bagres, en el río a decenas.
y la vida era bella, en la loma que yo amaba.


II

Hoy mi tierra está enferma, mi loma ya no existe.
Mi bosque depredaron, el río no resiste.

Ya secos los arroyos, la vida se marchó...
La fauna sin el agua, en el recuerdo quedó.
Y mi alma de tristeza, en la loma se apagó;
el corazón de penas, en dolor se ahogó.

En silencio consume, recuerdos del ayer...
Pues mi infancia en la loma, nunca podrá volver.

Destruímos el vergel, ya no serás lo que fuiste;
mi alma hueco de vida, con tu vida voló...
Mis hijos no verán, donde yo pude crecer.



Soy donante de órganos


(Jotabé)


¿De qué serviría mi corazón
a mi cuerpo inerte; ya sin razón?

Conservarlo no tendría sentido,
y por si alguien requiere su latido,
por favor, conscientemente les pido,
cumplan para mí el último pedido:

Dono mi corazón para quien quiera,
y si algo más, serles útil pudiera...

Pueden sacar de mi caparazón,
y si en algo alivia a quién ha sufrido,
su alivio será, lo que yo quisiera.



Ausencia y soledad


(6 Jotabés)


I

Apuro mi tibio café a deshora...
Mientras escribo en la computadora.

No dejo de pensar en ti, tus ojos...
invaden mi alma y me llena de antojos,
y por si llegas, dejo sin cerrojos
la puerta y miro el móvil de reojos...

Esperando que envíes un mensaje
diciéndome: -he regresado del viaje-.

¡Cuánta soledad tan desgarradora!
¡Cuánto silencio de labios tan rojos!
¡Cuánta ausencia de tan vasto equipaje!


II

Oigo tus pasos anidar la sombra.
y mi alma, de dolor quedo te nombra.

Sé que el río ya no vuelve a su fuente.
como el tiempo y la vida del ausente.
Solo tu voz en la noche silente,
grita lo que ayer fue nuestro presente.

Miro las publicaciones que has hecho
y golpea este corazón deshecho.

Tu partida que me tortura y asombra...
duele más cuando te veo sonriente,
en tu foto que me tiene al acecho.


III

Ya estamos en septiembre y afuera llueve...
amabas la lluvia aunque fuese breve.

Te encantaba mirar por los cristales...
Decías: «la lluvia lava los males
y viste de perfumes los rosales,
llevando la tristeza en sus raudales».

Me colmaba tu preciosa alegría,
tu amor y tu entrega de cada día.

Recordar tus batallas me conmueve.
Siempre luchaste por tus ideales,
y dabas la mano al que te pedía.


IV

Sigue lloviendo... golpean las puertas,
mil fantasmas de negras horas muertas.

Vagan por las callejas de mi mente
empuñando dagas de plomo hirviente.
Tienen alas de un monge penitente
y perfume de una luna doliente.

Son entes eremitas del pasado,
prisionero del tiempo, mi cruel hado.

Nunca abandonan mis noches desiertas,
y si busco tu mirada fulgente...
un poco de paz, nunca lo he encontrado.


V

La primavera se marchó contigo,
solo el gélido invierno me da abrigo.

Y el corazón casi inerte de frío,
va afluyendo sus pesares al río...
de la ausencia; confundido, sin brío,
sin esperanza y del amor vacío.

Vivir ya no quiero, ya no hay razón,
pero olvidó matar mi corazón...

La muerte, a quien cada noche mendigo,
que me lleve como el alba al rocío;
esta vida, mi fúnebre cajón.


VI

El lánguido ermitaño solo mira,
con su guadaña en la mano y suspira...

Espero con ansias su acometida,
y él se empeña a prolongarme la vida.
En sus ojos de llama derretida...
veo mi nave; señal de partida.

Que me cubra el mar de la oscuridad,
y eternas mis penas en soledad...

Sean la leña perenne en mi pira,
fogata de mi sufrimiento y herida;
encendida toda la eternidad.



Con amor


(4 Jotabés dodecasílabos)


I

Mientras tus astros bebían en la luna,
ibas puliendo las estrellas, una a una...

En el norte tu oso blanco de esperanza,
jugaba con una flor de tu añoranza.
Y tu moreno ardiente de suave danza;
en el sur fue herido con aguda lanza.

Tus callejas de nostalgia y frío invierno,
el viento al pasar le dejó tu eco eterno.

Y tembloroso de aurora en la laguna,
el sapo cantor espera venturanza,
copiando tu suave canto posmoderno.


II

La niebla de tu senda se ha disipado...
con el caracol; su camino ha encontrado.

Las luciérnagas bailoteán en versos,
como luces de colores, tan diversos,
pintando de acuarelas y «multiversos»,
tus otroras, fuentes de ideas dispersos.

La hormiga filósofa a todos proclama...
su peculiar idea, donde declama:

«Las estrellas de ojos de niebla morado,
viven sobre nuestras cabezas inversos,
revelando que existe vida en su llama».


III

Tu canción otoñal se hizo primavera.
Tu tristeza se volvió lo que nunca era.

El silencio quedo de tu alma doliente,
vuela con el viento su grito fulgente.
Y derrama sobre el pobre penitente...
en su tristeza; luz y esperanza ingente.

Del amor bien conocías su secreto,
aunque tu forma de amar fuese discreto.

Tu antorcha iluminará la larga espera,
y será tu vida luminária hiriente;
para el hombre de hipocresía repleto.


IV

En tus gotas claras de la luna veo...
tu vida, amor, dolor, nostalgia y deseo.

Y en tu penoso ruiseñor de rocío,
alas de tu alma cuajadas por el frío;
halla fortaleza en tu libre albedrío,
para enfrentar las injusticias con brío.

Federico: mi alma tan profundamente...
te ama con locura y, por ser diferente...

Te amo más, porque de la noche poseo,
lágrimas y melancolías del río,
donde se baña la luna indiferente.



Dudas


(Jotabé)


Yo solo soy quimera y soledad.
Como átomo de luz y oscuridad.

No sé a dónde voy, ni de dónde vengo.
Pero sé bien; de lo que planto obtengo,
frutos de mis actos a que me atengo...
derramar solo el amor que contengo.


Si mi copa se llena con veneno,
derramando voy en mi lago sereno.

Donde el nauta va en busca de «verdad».
¿Para dónde voy y de dónde provengo?
Eternas dudas del ser en mi seno.



¡Yo soy libre!


(Jotabé tridecasílabo)


No soy y nunca seré un anticapitalista.
Nunca fui, ni seré nacionalsocialista.

Demócrata por autodeterminación
soy; incorruptibilidad es mi nación.
Fácil de ver por la individualización,
no me ha tomado la insensibilización.

Siempre voy buscando el multiculturalismo,
la telecomunicación sin espejismo.

Y siendo de alma libre, autodeterminista,
lo que digo, sin descontextualización;
el empequeñecimiento, se da uno mismo.



La mar y yo...


(Jotabé)


A veces sueño, a veces... y contemplo,
la divina eternidad de tu templo.

Y en tu silente espuma de otras eras,
entre ecos, caracolas y quimeras;
sobre tus playas expiran ligeras,
de mis viejos males, sus calaveras.

¡Oh... mar serena de mis sueños rotos!
¡Pisé tu arena de tiempos remotos!

Y desnudo con tus sales destemplo,
mis heridas, prejuicios y barreras,
y te cuento... mis deseos ignotos.



Niño


(Jotabé)


Ahora me voy, me dijo sonriente,
mi niño de mirada reluciente...

Se marchó a aquel tiempo, a volar cometas...
jugar canicas y tirar saetas.
A aquel lugar de utópicas mesetas,
pueblito de paz y noches discretas.

Muy Triste, vi marchar mi dulce infancia;
solo ha quedado una sutil fragancia.

Vulnerabilisímo el alma, siente...
al ver marchar su niño con sus metas,
solo resta el silencio y la distancia.



Oscuro


(Jotabemo Espejo dodecasílabo)


Son oscuros los versos del alma mía
esta ahogada en negra melancolía.

Y en la tristeza de su amarga ilusión,
va sangrando de penas el corazón.
No hay consuelo, la noche, su perdición...
lo apuñala sin piedad con su afección.

La tétrica musa con daga de plata,
desnuda de pudor el dolor desata.

Y en su andar eremita el alma sombría,
va buscando silencio de adoración,
en lejano altar de la musa beata.


En la sombra de su acrónica fogata...
manando va el alma una vieja oración,
misereres de una infernal sinfonía.

En las alas del pérfido astro escarlata
vuelan los deseos que en el pecado ata.

Y en el parterre prohibido, una pasión
florece en el pecho como tentación.
Y rompe la quietud con su agitación
liberándose de su oscura prisión.

Tú, mariposa de eterna fantasía...
vuela, que en mi pecho la noche está fría.



Tu olvido


(Jotabé dodecasílabo)


¡Si pudiera recordarte en el olvido!
¡Oh, si pudiera morir en lo vivido!

Moriría viviendo tu amor mil veces
para matarme con vida que tú ofreces.
Y ante la dicha de un nuevo amor; con creces...
elijo el olvido donde tú apareces.

Si vivo en tu olvido; nunca estaré muerto.
Viviré en la perenne luz del desierto.

Pero si encuentro algún oasis florido,
elijo el olvido donde tú apareces,
aunque mi amor, en la sombra viva yerto.



Eres libre


(Jotabé dodecasílabo)


Maravillosa... ¡sí, maravillosa eres!
Teniendo alas de libertad tú prefieres...

Anidar el árbol de mi corazón,
otrora marchita de tanta aflicción.
Y plantar en ella una nueva ilusión;
de la muerte en vida, mi resurrección.

No puedo decirte «mí», no te poseo.
Tú estás conmigo porque ese es tu deseo.

Tu libertad es plena y, si un día quieres,
emprende tu vuelo sin contemplación;
yo aquí esperaré tu silente aleteo.



El viejo poeta y el tiempo


(Jotabeí)


I

El viejo poeta, ya rancio y huraño
gotas vierte del opresor tacaño.

Conoce el tiempo, que la eternidad,
del poeta nace en su soledad.
Y alumbra en silencio la oscuridad,
que abraza la vida con su verdad.

En cálamo de sueño hunde su ser,
como la brisa del día postrer.

Tal vez un día de mayo, un extraño
sienta con tus versos la ubicuidad,
entonces verá, tu alma renacer...


II

Sin tiempo del tiempo vas a volver,
y el tirano ya no tendrá el poder.

Tu verso perenne, será alborada...
la esperanza encontrará su morada,
y en la ilusión de una bella mirada;
florecerá tu flor de madrugada.

Entonces de tu alma saldrá el consuelo,
para quien triste llora en su desvelo.

Te irás volando, tal vez sin saber,
en una hoja de papel a su amada
y tus palabras... le dirá su anhelo.


III

Como en otrora, la pulcra doncella,
pintó de ausencia su fulgor de estrella.

Se inundó en versos de negra tristeza...
el mar de tu desdichada pobreza.
Y emergió desde el fondo la belleza,
de la musa escondida en la maleza.

Navegaste tan lejos en ti mismo,
hallaste al fin, la fuente de tu abismo.

Llenaste con poesías para ella;
el abismo sonrió por tu nobleza...
al verte desprovisto de egoísmo.

IV

El mesero de la vida en el bar...
te derramó la luna de azahar.

Empapado del brillo de su esencia,
jamás abandonarás su presencia
y, en tu camino de dolor y ausencia
será ella la musa de tu existencia.

En la noche, será fiel confidente,
y en tu vago caminar, irá al frente.

Como el río que va buscando mar,
fluye la vida dejando su herencia;
vida en la vida de la vida ausente.


V

Solitário el ave, triste solloza...
y su trinar de nostalgia reboza.

El poeta acompaña su lamento;
él conoce de añoranza y tormento.
Enteco llanto bajo el firmamento;
el viento a sus alas no da sustento.

En un árbol, desnudo permanece,
en su primavera ya no florece.

El invierno frío su alma destroza
y en su miseria atesora un momento;
su vuelo errabundo que desvanece.


VI

«Zorzal moribundo... ¡yo, soy tu amigo!
también volé por el campo de trigo...

Conozco la aurora, que dulce canta
lejos de mi portal su himno que encanta,
y en el embeleso la hermosa infanta,
se va con la bruma que lo adelanta.

Amigo zorzal... sé de tu dolor,
sé de tu vida, sé que sos cantor.

Cantabas muy feliz bajo el abrigo
del amor, que en tu pecho se agiganta
Hoy tu trinar, es solamente clamor».


VII

El clamor lentamente se apagó...
todo en sepulcral silencio quedó.

El zorzal se convirtió en poesía
Su amigo lo llamó: «elancolía»
Vuelo etéreo que jamás podría,
aprisionar dentro de una abadía.

Sin mirar atrás, se fue en libertad,
sin más cortejo que su soledad.

Hacia el eterno azúl cielo voló
ya no más tristeza, solo alegría;
al «vate» visita por amistad.


VIII

La memoria se esparce en el rocío
y los recuerdos se mueren de frío.

La musa, como el tiempo, se diluye,
el olvido que todo lo destruye,
aguarda en la fuente de dónde fluye,
el amor, que de sus garras rehuye.

Su cometa de blanca porcelana
miró alejarse desde su ventana.

En su partida llevó su alma y brío
y en su corazón el silencio intuye;
ya se aproxima la noche temprana.


IX

Si la vida es una hermosa quimera,
solo sufre quien de ella mucho espera.

-Dice el senil vate meditabundo-
Que ha forjado en versos su propio mundo.
Con su alma de poeta vagabundo,
ha amado la vida cada segundo.

Si la oscuridad reclama su noche,
no habrá de su parte ningún reproche.

Llevará su candela, luz de su era...
y florecerá en su seno infecundo,
como perenne sol de medianoche.


X

El viejo poeta plantó una flor,
Y lo llamó: «despedida de amor».

Estaba al este, frente a su ventana,
por donde el lucero su rayo emana,
como un recuerdo de noche lejana,
él la contemplaba cada mañana.

Un día amaneció llena de flores...
su ventana, se tiñó de colores.

Su corazón de alegría y calor,
desbordó con su acuarela galana;
regalo de «despedida de amor».


XI

Como suave brisa el silencio abraza,
el alma a otra dimensión desplaza.

El viejo poeta se vuelve eterno;
se hizo primavera lo que era invierno.
Y las flores marchitas de su averno,
florecen con versos en su cuaderno.

Su pasado siempre será presente,
en la locura de su amor ausente.

No se extinguirá el alma de su braza,
brillará como un faro sempiterno,
en la casa del tirano inclemente.



Prisionero errante


(Jotabé tetradecasílabo)


He dejado al prisionero errante en libertad
condenado a vivir en la eterna soledad.

Clama doliente una gota de paz la razón
en silencio grita el eremita corazón
escondido en el fondo de su caparazón
nadie lo escucha; nunca mas abrió su buzón.

La anhelada libertad que vió, no es como tal.
En la espalda una quimera, en el pecho un puñal.

Y abandonado en la efímera realidad
de estar vivo, golpea el alma como un tizón
bajo el cielo perdido, lanza un grito abismal.



A Federico García Lorca


(Jotabé dodecasílabo)


¿Qué tienes poeta para amarte tanto?
¿me presta acaso tu alma su dulce canto?

Hace tiempo que de ti estoy enamorado
de tu lumbre su fulgor me ha obnubilado
y en mi corazón por siempre te he guardado
como perenne tesoro, el más preciado.

La luz de tu alma baila en tu poesía
¡Jamás lo vestirá la noche sombría!

En mansa gallardía brilla tu encanto;
vidro eterno de los dioses que ha brotado
para el mundo desolado; tu osadía.



Pájaros

(3 Jotabés)


I

Tus pájaros de amores se quedaron
hacia el sur de ida; jamás emigraron.

«Esa cosa» de celestial blancura,
candela en la tétrica noche oscura;
pluma que vierte su amor y dulzura,
muerte y esperanza de ella supura.

Al amor, por amor, para el amor.
Amabas en secreto; con dolor.

¿Será hombre o mujer? - ruines preguntaron...
¿Ese amor que lo llevó a la locura?
¡Qué importa! Lo que importa es el amor.


II

El amor no conoce de atadura
la pureza es su blanca vestidura.

Su monacal refugio; el sentimiento.
Con su esperanza con alas de viento
besa y abraza con el pensamiento;
bálsamo para cualquier sufrimiento.

Alma con fortaleza femenina,
faro de emancipación que ilumina.

El horizonte libre de censura
con su rebeldía, fuerza y aliento,
con su grito de igualdad encamina.


III

Tus pequeñas manos, han recogido
la manzana de un edén prohibido.

Tu péndulo de nieve se derrama
vértigo de la noche que reclama
Y en el corazón de fúlgida llama
como el abismo; su intención proclama.

Viva, sí... ¡viva está tu poesía!
Y muerto está, aquel que no te creía.

El canto del pájaro no se ha ido,
canta en el atril de la eterna rama
de tu alma... soberana melodía.



Con respeto y admiración


(Jotabé)

a Don Juan Benito Rodríguez Manzanares


Desde su Valencia Don Juan Benito
lanzó para el mundo un perenne grito.

Es Jotabé su novel escritura...
Neoclásico verso que fulgura
con gotas de su alma donde perdura;
su aporte para la literatura.

Y será para siempre recordado
Don Juan Benito, que nos ha legado.

En su primer Jotabé por escrito
una senda de sueño y aventura,
Rima y estructura que él ha firmado.



Alas


(Jotabé tridecasílabo)


Una vez tuve alas, no podía volar
eran tan pesadas, las tuve que cortar.

Entonces, herido corrí por la pradera
sin más alas que mi pensamiento me diera
en el etéreo mundo de mi quimera
volé con las aves de la noche viajera.

De la vida pasajera sentí el dolor
y bebí de la fuente perenne; el amor.

Hoy vestido el alba de silencio y de mar
extraño mis pesadas alas que me fuera
el alma que me diera, esperanza y valor.



Gris candor...


(Jotabé)


Me gusta el gris caminar del otoño
color del alma, de mi amor bisoño.

Esencia de melancolía pura
corazón doliente donde perdura
el gris perenne como vestidura
y el dolor silente, no tiene cura.

Del negro y blanco nació mi color
pinté con ella una pequeña flor.

En mi alma planté como un gris retoño
y el gris floreció con tanta hermosura;
yo en mi locura, lo llamé candor...



¿A dónde vas?


(Jotabé)


¿A dónde vas eterno navegante?
Prisionero del eco de un instante.

En tu barca de sueños; errabundo,
Perdido ya, en los mares de tu mundo
buscando de aquel único segundo;
cenizas de un amor ya moribundo.

En su despertar la tímida aurora,
de nostalgia muda con tu alma llora.

Y volando cada vez más distante
como aquel herido ave vagabundo
su vuelo infecundo, la muerte implora.

 
     
   
     
 
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