
Aníbal José
García Espinoza
San Félix De Guayana, Edo. Bolívar (Venezuela)
Reside en Manaos (Brasil)
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El santo cachón
(Jotabé)
Sentir celos es algo natural,
en exceso puede ser exicial.
Le pasó a mi buen amigo Ramón,
siempre cuando hablaban sobre traición.
Por alguna experiencia o vacilón,
ah, se le aceleraba el corazón.
Y cuando al trabajo se dirigía,
algunas veces cerca se escondía.
La duda terminó trayendo el mal,
todos le dicen el «santo cachón»,
el bandido su escondite sabía.
Nota: se le dice santo cachón al que perdona la traición, es el tema de una agrupación musical del vallenato.
Y lloré
(Jotabé dodecasílabo)
Y lloré aquella mañana, sí, lloré;
fue inevitable, otra vez te recordé.
Al ver tu rostro lleno de juventud,
sirviendo al Señor con gran solicitud,
lucías distinto entre la multitud,
tu mirada reflejaba rectitud.
Hoy tu estado es tan vacío y decadente,
tal vez no sepas el dolor que se siente.
Y clamé aquella mañana, sí, clamé,
para que vuelvas aquí con prontitud.
lo sabes mi amor continúa latente.
El último segundo
(Jotabé)
Cuánto dolor hoy sintió don Simón,
dolor acompañado de aflicción.
El reloj, compañero, se paró;
dijo entre sí: «Otro más me dejó,
como el amigo que no despertó.
Ah, a todos la vejez nos alcanzó».
Se va deteniendo todo, Dios mío,
el último segundo causa frío.
¿Me dejará también el corazón?
apenas la soledad se quedó,
para guiarme a ese lugar sombrío.
Me alejé
(Jotabé)
Al pasar por aquel acantilado,
recordé nuestro momento dorado.
Como loco, te fui a procurar
para ver si podíamos soñar,
como aquella vez, contemplando el mar,
las estrellas queríamos tocar.
Por los viejos lugares te busqué;
de repente, a lo lejos te miré.
Mas tu corazón ya estaba ocupado,
el brillo del amor pude notar;
entonces di la vuelta y me alejé.
Sagrado reposo
(Jotabé dodecasílabo)
Oh Señor, ¿cuándo atenderás mi oración,
para darle consuelo a mi corazón?
Todas las noches mi llanto se derrama,
de dolor y angustia se inunda mi cama;
te niegas a escuchar cuando mi alma llama,
sabiendo que por tu presencia ella clama.
Me consumo en este lodo cenagoso,
esperando encontrar sagrado reposo.
Mas del pozo de la desesperación
tú me sacarás; no moriré en la lama,
pondrás mis pies en un lugar espacioso.
Envejecer
(Jotabé)
Llega un momento en nuestra humanidad,
que solo buscamos tranquilidad.
Nos volvemos algo más tolerantes,
las cosas antes insignificantes;
se transforman en hermosos instantes,
y las mañanas son más deslumbrantes.
Tal vez uno demore en comprender
lo que es soñar, sentir, amar, querer.
Se torna agradable la soledad,
de la vida nos volvemos amantes,
aunque todo parece envejecer.
Dignidad mancillada
(Jotabé decasílabo)
Con su padre conversaba un día,
muchas curiosidades tenía.
—¿Por qué nos cultiva el campesino?
» Dime, ¿para qué sirve un pepino?
» ¿Cuál es nuestro glorioso destino?
— Ser comida del hombre, imagino.
—Ah, si tienes suerte en la jornada,
» tú serás parte de una ensalada.
Mas sabe que el hombre se extravía
y pueden mudar tu buen camino,
la dignidad será mancillada.
Te desprecié
(Jotabé decasílabo)
Cuántas veces desnudo te vi,
y sin embargo no te vestí.
Alimento nunca te llevé,
y en la prisión no te visité.
Te vi caer y no te ayudé;
en todo tiempo te desprecié.
Por las calles te vi caminar,
con frío, deseando un hogar.
Miserable, la puerta no abrí,
yo que tantas veces te busqué;
con los pobres solías estar.
Tu viaje
(Jotabé dodecasílabo)
Algunas veces mi alma suele viajar
a ese solitario y vacío lugar.
Buscas entre las sombras del vil pasado,
promesas rotas, el llanto desolado,
de un chiquillo errante, triste y maltratado;
entre ruinas quedó un sueño sepultado.
Quizás allí se esconde la poesía,
la buena semilla que el mal extravía.
Alma mía, espero que puedas hallar
todo aquello que en ansias has deseado,
que regrese a ti otra vez la alegría.
Ten cuidado
(Jotabé decasílabo)
Al águila le contó su sueño,
ese que tuvo desde pequeño.
Dijo que lo quería ayudar,
en sus garras podía volar,
las grandes montañas contemplar,
ver toda la inmensidad del mar.
El pobre pez se sintió confiado,
el águila lo había engañado.
Y comida fue del halagüeño;
esto también nos puede pasar:
tus sueños son perlas, ten cuidado.
Maldito vicio
(Jotabé)
Se nos puso difícil el camino,
sombras grises, terrible torbellino.
Las lágrimas brotan durante el día,
y en las noches es la misma agonía.
Nunca pensamos que esto pasaría;
culparnos, tal vez, de nada valdría.
Parece que el tiempo se ha detenido,
maldito vicio que todo ha destruido.
Resta solo esperar que el Dios divino
restaure en nuestras almas la alegría,
y vuelva a sus pies nuestro hijo perdido.
Que sepan todos
(Jotabé tridecasílabo)
Que sepan todos que me torné trovador,
de las dulces caricias de una bella flor.
Que sepan todos que mi tiempo dediqué
a escribir poemas en rima Jotabé;
que sepan que de su esencia me enamoré
desde el día cuando sin querer la encontré.
Que sepan todos que es mi sagrado deber,
llevarla por el mundo, hacerla florecer.
Con su forma proclamo un mensaje de amor,
sembrando en el corazón esperanza y fe:
muy pronto tendremos un nuevo amanecer.
Te llevo en mi pecho
(Jotabé dodecasílabo)
Llevo en mi pecho un amor que late fuerte,
un amor que supera la misma muerte.
Llevo en mi pecho la risa que dejó,
la fragancia que nunca se marchitó;
llevo su mirada, esa que me mostró
los sufrimientos que en secreto guardó.
Llevo la esperanza que me hace pensar
que allá en la eternidad te voy a abrazar.
Papá, tu legado no se quedó inerte:
la semilla en mi corazón floreció,
tu ejemplo me inspira para continuar.
Te extraño
(Jotabé)
Yo te extraño como el alma al Edén,
como el cielo a la estrella de Belén.
Te extraño como el triste desterrado
suspira al ver su suelo idolatrado;
como el judío su templo sagrado,
como la paz añora el fatigado.
Te extraño como el ave aprisionada
sueña con regresar a su alborada.
Te extraño, madre, y sé que tú también;
si pudiera volaría a tu lado,
mas se diluye el vuelo en mi llegada.
Penitentes
(Jotabé)
En la vieja iglesia se escuchan voces,
salen del sopórtico ecos feroces.
Dicen que son almas encadenadas,
que en un tiempo atrás fueron torturadas;
las paredes tienen uñas marcadas,
huir no pudieron, fueron sepultadas.
Otros dicen que niños inocentes,
fueron víctimas de actos indecentes.
Mas todas esas historias atroces,
tal vez nunca podrán ser comprobadas;
quedarán para siempre penitentes.
Eterna querencia
(Jotabe dodecasílabo)
Le rindo tributo con gran emoción,
a un gran cantautor, nuestro Tío Simón.
De olor a patria fue su mágica prosa,
escrita sencilla, pluma prodigiosa;
inmortalizó a la «vaca mariposa»,
y el «caballo viejo» fue su obra famosa.
En los niños sembró una sabia conciencia,
con su noble programa de gran audiencia.
Simón Díaz, quedaste en el corazón,
de ti Venezuela se siente orgullosa;
tu partida nos dejó eterna «querencia».
Mi tierra
(Jotabe)
Cada vez que escucho un arpa sonora,
en mi pecho una tristeza se aflora.
Me vienen al recuerdo tus colores,
aquellas llanuras de mis amores,
la olla tiznada que exhala sabores,
contemplo al campesino en sus labores.
Que se levanta bien de madrugada,
en la vacada canta su tonada.
Cuando en mi tierra se asoma la aurora,
se despiertan en los campos las flores,
y las garzas adornan la quebrada.
Letras de paz
(Jotabem)
Un homenaje para el poeta Fabio Robles a quien admiro de corazón.
Sus letras son luz de vida,
eco en la noche dormida.
Sus letras hacen vibrar,
son cual caricias del mar
que te invitan a soñar,
ver la tarde y suspirar.
Sus letras llevan bondad
y reflejan su humildad.
Sus letras curan la herida,
el alma vuelve a cantar;
letras de paz y hermandad.
Perdón alma mía
(Jotabé dodecasílabo)
Querida alma mía, te pido perdón,
tus sueños se quedaron en un rincón.
Estoy preso en este círculo vacío,
y para salir tal vez me falte brío;
pero es que todo parece tan sombrío,
pienso que nuestro tiempo será tardío.
Mas, mismo así, no desistas de soñar;
prometo que no dejaré de luchar.
Inmensa será, sin duda, la emoción
cuando zarpe de las sombras el navío,
y otros mundos al fin puedas contemplar.
Se fue con ella
(Jotabé)
Quería tanto detener la hora,
congelar en su mirada la aurora.
Pero por más que quiso persistir,
con gran tristeza la dejó partir;
sus pisadas no podía seguir,
así empezó su amargo sufrir.
Él nunca se pudo reencontrar,
se negó su corazón a olvidar.
Se fue con ella su alma soñadora,
su cuerpo quiere volver a sentir
las caricias que lo hicieron vibrar.
Su verdadera religión
(Jotabé dodecasílabo)
Viendo a la multitud, tuvo compasión;
andaban como ovejas sin dirección.
Hombres y niños de todas las edades
venían a Él desde muchas ciudades,
con diferentes tipos de enfermedades;
y de sus labios fluían puras verdades.
Encontró consuelo el corazón herido;
en su regazo descansó el afligido.
Esa fue su verdadera religión
al mundo reveló sus grandes piedades,
y todo por amor; nada fue vendido.
Ya no llores
(Jotabé eneasílabo)
Otra vez has vuelto a llorar,
al mirar mi forma de actuar.
Sangra de nuevo tu costado,
por culpa de mi vil pecado.
¡Ah! Debí haberlo dominado,
pues tu poder me has entregado.
Mas sé que, en tu benignidad,
perdonarás mi iniquidad.
Señor, quiero poderte amar
más allá de lo imaginado,
ya no llores por mi maldad.
Luna triste
(Jotabé decasílabo)
Hoy se ve tristeza en tu mirada,
tú que siempre andas enamorada.
Tu brillo luce un poco marchito,
¿dime, el poeta no te ha escrito?
Ya no te incluyen en aquel rito...
fantasías de un amor bonito.
Oh luna, ¿cómo puedo alegrarte?
no llores, nadie puede olvidarte.
No tengo la palabra adecuada,
mas a soñar conmigo te invito;
sabes que de mi mundo eres parte.
Tu sonrisa
(Jotabé)
Me enamora tu hechizante sonrisa,
mi corazón un poema improvisa.
No existe nada más angelical
como tu belleza tan natural,
galopo en una estrella de cristal
cuando veo sonreír mi rosal.
Eres mi flor azul, mi dulce amada,
eres belleza pura como un hada.
Cuando me sonríes siento la brisa
de tu corazón, es como un ritual,
me enamoró tu angelical mirada.
Adiós papá
(2 Jotabés dodecasílabos)
Tenía algo importante para decirte,
mas se te hacía tarde, debías irte.
Te esperé aquella noche para cenar,
mas llegaste cansado de trabajar;
la comida apenas lograste probar,
y de nuevo no pudimos conversar.
Decidí esperar hasta el fin de semana,
pensé que estarías toda la mañana.
Con tus amigos saliste a divertirte,
deseaba tanto contigo jugar;
mas preferiste tu vida cotidiana.
Y tu lucero en mi cielo se apagó,
lucero que en realidad no brilló.
No consigo descifrar en mi conciencia
lo que se siente: el vacío de tu ausencia;
es el mismo vacío de tu presencia,
por favor, no me culpes por mi indolencia.
Cuando mis hijos me pregunten por ti,
tal vez les diga que no te conocí.
Lo que quería decir se me olvidó,
no te juzgo: que lo haga la Providencia.
Adiós, papá; nunca más volveré aquí.
Sin miedo
(Jotabé tetradecasílabo)
No teníamos miedo de empezar desde cero,
nuestro amor tenía ese espíritu aventurero.
Aún recuerdo aquella pequeña habitación,
donde se forjó nuestra historia con emoción;
recuerdo aquella cama con su viejo colchón,
testigo mudo de nuestra primera pasión.
Cada logro lo celebramos agradecidos;
en los momentos duros estábamos unidos.
Construimos con esfuerzo nuestro propio sendero,
recibiendo del cielo su gracia y bendición;
nada detiene a dos corazones convencidos.
Siempre soy yo
(Jotabé)
Siempre soy yo quien debe suplicar,
a quien no sabe, o no pretende, amar.
Siempre soy yo, el vil necesitado,
el que se queda triste, aferrado
a corazones fríos del pasado;
mas de alguna forma fui atrapado.
Siempre soy yo detrás del viejo amigo;
y me pregunto por qué lo persigo,
Si soy yo el que no logra olvidar,
de la forma en que suelo ser dejado;
ah, Dios mío, yo mismo me castigo.
Abrazando el cielo
(Jotabé tridecasílabo)
Hagamos el amor bajo los arrayanes,
acompañados del canto de los tucanes.
Hagamos el amor cerca de la laguna,
donde, al anochecer, en la hora oportuna,
un juego de colores refleja la luna
y las ranas cantan una canción de cuna.
Hagamos el amor acariciando el cielo,
viajando a otro mundo a través de tu pelo.
Hagamos el amor despacio sin afanes,
que tu alma y la mía se vuelvan solo una,
como dos golondrinas en un mismo vuelo.
Esencia mestiza
(Jotabé dodecasílabo)
Toda mujer con sus curvas engalana,
¡mas qué curvas tiene la venezolana!
Que me disculpe la mujer europea,
y también las bellas damas de Corea,
pero la que al caminar bien se menea
está aquí: con su «tumbao» coquetea.
Ha sido la esencia mágica mestiza
que originó ese cuerpo que paraliza.
Tal vez digan lo mismo de la cubana,
lo afirmo: la venezolana campea.
¡Sepan que le dije que no a una suiza!
El alma de tu esencia
(Jotabé)
Después de tanto tiempo regresé,
el camino de la luz encontré.
Mas cuánta soledad sentí al entrar,
tus tiernos brazos no pude encontrar.
Ah, dijiste que me ibas a esperar...
Culpable soy: demoré en regresar.
Padre, con gran dolor lloro tu ausencia;
tu partida me pesa en la conciencia.
Hoy comprendo que no lo imaginé,
cada vez que te veía llegar;
me sostenía el alma de tu esencia.
La nueva Jerusalén
(Jotabé dodecasílabo)
Hermosa es la Jerusalén celestial,
sus calles doradas y el mar de cristal.
Un río limpio atraviesa la ciudad,
en su orilla un árbol para sanidad;
no existe la luz del sol ni oscuridad,
el Cordero de Dios es su claridad.
Y los redimidos por ella andarán,
ante el trono sagrado celebrarán.
Será disipado para siempre el mal,
no habrá maldición para la humanidad;
los justos sobre la tierra reinarán.
El último vuelo
(Jotabé decasílabo)
Levantó sus alas hacia el cielo,
sabía que era su último vuelo.
De las montañas se despidió,
con paz en el alma agradeció
por todo el tiempo que lo abrigó;
sus grandes hazañas recordó.
Le dijo adiós a la gran cascada,
lugar que escondía su morada.
Y lo vieron caer en el suelo,
como cae un rayo, así murió,
pero su huella no será olvidada.
Un toque de fe
(Jotabé tetradecasílabo)
A la casa de Jairo Jesús se dirigía,
para sanar a su pequeña, que padecía.
Entre la multitud, el Maestro percibió
que de su interior un poder divino salió.
Se detuvo y, con voz de autoridad, preguntó:
—¿Quién me ha tocado? ¿Quién me ha tocado? —replicó.
Una mujer dijo: —Fui yo quien tocó tu manto,
y al tocarlo, mi Rey, libre fui de mi quebranto.
Por doce años un flujo de sangre ella sufría,
y en busca de cura, todo en la vida perdió;
Con fe transformó su aflicción en júbilo y canto.
La que manda
(Jotabé dodecasílabo utilizando el recurso del anagrama)
Aquel día, por dármela de machón,
de ella tuve que correr como un ratón.
Pequeña la sala* se estaba quedando,
¡quién me diera alas* para salir volando!
-decía mientras me estaba golpeando-
En el hospital me estoy recuperando.
Y por pena, dije que fue una caída...
¡Oh, señores, son las cosas de la vida!
Todos ya saben quién tiene el pantalón:
es mi señora la que está gobernando...
¡lo peor es que no tengo otra salida!
Palabras que son nagramas: Sala, alas.
Dolor profundo
(Jotabé dodecasílabo)
Sublime y maravilloso es nuestro mundo,
verlo en guerra me da un dolor tan profundo.
Las casas todavía están enlutadas,
millares de vidas yacen sepultadas,
inocentes, valientes, almas calladas,
con penas que jamás fueron consoladas.
El planeta llora ante tanta locura,
¿seremos acaso la peor criatura?
Todo podría acabar en un segundo,
si la paz condujera nuestras pisadas,
y al final prevaleciera la cordura.
Sueños marchitados
(Jotabé)
Llega a la ciudad con sus pies cansados,
sus ojos tristes, sueños marchitados.
Llega con la esperanza de encontrar
algún suelo que le sirva de hogar;
su alma sedienta desea saciar
y las heridas del hambre curar.
¿Será que alguien mostrará compasión,
y dará consuelo a su corazón?
Señor, te pido por los refugiados:
bajo tus alas puedan reposar,
que nunca les falte tu bendición.
Tu joven huella
(Jotabé eneasílabo)
Voy siguiendo tu joven huella,
cual peregrino tras la estrella;
Voy siguiendo tu simpatía,
la esencia de tu poesía;
eres la llama en noche fría,
rocío en la alborada mía
Voy tras el pulso de tu andar,
pues dejas flores al pasar.
Te seguiré, gentil doncella,
que en cada aurora y cada día,
tú me inspires para soñar.
Te recuerdo
(Jotabé)
Te recuerdo con tu bella sonrisa,
tu pelo alborotado por la brisa.
Ah, recuerdo todas tus expresiones,
tu dulzura y tus locas emociones;
hacías palpitar los corazones,
tu silueta está en todos los rincones.
Te recuerdo con esencia de mar,
cuando en la playa solías jugar.
Te recuerdo, mi amada poetisa,
tus dulces poemas eran canciones;
por siempre amor te voy a recordar.
Canto de libertad
(Jotabé)
Con su vieja guitarra se marchó,
para vivir lo que siempre soñó.
Se fue con su canto de libertad,
a cantarle al mar en su imensidad;
a las flores llenas de majestad,
debajo de un árbol en soledad.
La noche lo espera para soñar,
la luna su verso quiere escuchar.
El mundo su corazón marchitó,
mas hoy su utopía es realidad;
las aves lo acompañan al cantar.
Tu poeta
(Jotabé)
Escribir, ¿ha sido tu voluntad?
o es el fruto de mi temeridad.
¿Querías que fuera predicador?
guiar al rebaño como buen pastor,
o tal vez un profeta con fulgor;
que le muestre el camino al pecador.
Pero si puedo cumplir con mi meta,
oh Señor déjame ser tu poeta.
Y en mi verso hablaré de tu verdad,
revelaré la esencia de tu amor;
de religión la tierra está repleta.
Amor sagrado
(Jotabé eneasílabo)
Tu bello amor puro y sagrado,
como el de Dios es comparado.
No es una blasfemia es verdad,
como el cielo en imensidad
brilla en la densa oscuridad;
y da abrigo en la tempestad.
Sus palabras son cual rocío,
florece el corazón estío.
Su amor debe ser valorado,
con mucho respeto y bondad;
pronto dejará un gran vacío.
General Manuel Piar
(Jotabem)
La sangre en el muro,
sufrimiento oscuro.
Murió fusilado,
aquel gran soldado,
había luchado;
por su pueblo amado.
Venció la locura,
allá en Angostura.
Piar, hombre seguro,
no fue derrotado;
brilla su bravura. |