Carne de membrillo

(Jotabé)


Poco dura el membrillo en la alacena
cuando apenas su aroma entra en escena.

Y a la par que su olor se desparrama
algo revienta en mí y se me inflama
—quemando como si fuera una llama—
deseo que satisfacción reclama.

La mano que lo amasa yo bendigo;
la misma que me estrecha como amigo.

Que no sabe que a un tiempo me condena
a sufrir esta angustia, esta jindama,
propiciando cruelmente mi castigo.



Mascarón de proa

(Jotabé)


Sintió tu cuerpo el mar cuando desnuda
sembraste entre las olas una duda.

Si el mascarón de proa de tu pecho:
¡tan terso, tan gentil, y tan bien hecho!,
quedaba en la tormenta tan maltrecho
por mil embates, mil, casi deshecho.

Te arrojó a la playa la marea
con ese ir y venir que balbucea

aparentando calma, casi muda.
Ocultando que siempre está al acecho
y cuando no lo esperas, te golpea.