Reiner
del Pino Cejas
Cuba |
Jotabém del Padre
(Jotabém)
Con su manita pequeña
de mi existencia se adueña.
Niña flor. Hada vestida.
Ángel de luz retenida.
Hada que deja dormida
mi prudencia envejecida.
Casta sobre mi regazo
su inocencia me echa el lazo.
Se mueve. ¿Será que sueña
ese trozo de mi vida
con la cuna de mi abrazo?
Intentarlo
(Jotabé)
Voy a escribir un verso en Jotabé.
Palabras donde a trazos estaré
consciente de que el verso es una herencia.
Forzar, por limitada, mi sapiencia
para contar del bardo con la anuencia
sin padecer de cargos de conciencia.
Y si por mi escasez se torna en grito
la suave voz del ángel infinito.
Que sepa el rimador que lo intenté.
Que dejó en el papel mi reverencia
Y apelo a la piedad de Juan Benito.
Reflejo
(Jotabé)
Sembrada en el contén. Por esa esquina
donde la luz parece más genuina.
Allí la vi. Ataviada. ¡Era un portento!
Toda una diosa para el movimiento.
También la vi llorar por un momento.
¡Era tan hondo el mar de su lamento!
Creí ver su pudor cerrando un broche.
La imaginé cansada de la noche.
Soñando una pasión al fin genuina.
Un claxon. ¡Mala suerte! Tomó aliento.
Le dijo adiós al alma y subió al coche.
Rapto
(Jotabé)
El mar tiene la frente desteñida.
Besa la arena. Roca desprendida.
En ese beso que me sabe frío
el mar se hace también un poco mío.
Se funde a los rincones de mi hastío.
Margina con su efluvio mi albedrío.
Así deja mi carne: triste y sola
entre el olor a sal y caracola.
Se apropia en un instante de mi vida.
Deja en mi cuerpo el eco del vacío.
Arranca mi existencia en una ola. |