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(Jotabé)
El eco de tu voz mi ombligo desnuda
la pluma muerde tu relieve, tozuda.
La llovizna de la palabra callada,
saeta de pasión enfervorizada,
deshoja la rosa de la madrugada
flameando la lujuria liberada.
La piel reescribe el deseo vencido,
centellea en el silencio del gemido.
Me persuade tu mirada testaruda,
amparada por la luna deshilada
canto, ruiseñor, al verso malherido. |