Marisol
Puche Salas
Alicante (España) |
Mi despertar
(Jotabé)
Mi otoño de puntillas me alcanzaba,
y sentí que una luz me deslumbraba.
Era aquella palabra adormecida,
una gran emoción que, contenida,
luchaba por encontrar la salida
sintiéndose del alma concebida.
Dio un suspiro la musa compañera
de mi pena, mi gozo, mi quimera.
Sin saber, dulces sueños albergaba
esa voz musitada y convertida
en canto de poesía mensajera.
Se inundaba mi vida de retazos
y sueños convertidos en abrazos,
que llenaron de amor y de ternura
mis sentimientos plenos de hermosura.
Una pizca de vértigo y locura
adereza mis versos con dulzura.
Sintiéndome acunada en esta nana
se mece mi palabra y engalana.
Quisiera sujetar con suaves lazos
la suerte de vivir esta aventura
que colma de belleza mi mañana.
Espejismo
(Jotabém)
Es tu luz el espejismo
que me pierde en el abismo.
Si despierta mi mañana
alguna ilusión temprana,
mi corazón se engalana
y vence a la cruel desgana.
La noche se vuelve día
derrotando a mi agonía.
Mas si todo el magnetismo
sucumbe en promesa vana
vuelve mi melancolía.
Las cuatro estaciones
(Jotabé)
Un brote de emoción adormecida
anuncia la explosión de nueva vida.
Primavera vestida de gran gala
presume de hermosura, y se acicala
de color y de aroma con que avala
la luz que su belleza nos regala.
Su porte y su garbo femenino
la dotan de un candor casi divino.
Siguiendo su camino, agradecida,
nos cuenta su proceso y nos señala
la próxima estación de su destino.
Se frena la pasión y languidece
después del alboroto que perece.
El verano remiso, candoroso
le da un toque candente de reposo
a esas plantas que añoran el jugoso
esplendor de un recuerdo tan hermoso.
Los brotes del buen fruto madurado
se tornan de un suave tono dorado.
Se agosta su fulgor, se desvanece
vagando por sus huellas, deseoso
de ver su cometido consumado.
Ya susurra el otoño, agradecido,
dulce canto al legado recibido.
Amainando la fuerza, suavemente,
una gama de grises reincidente
acaricia la calma, reverente
al letargo que yace dulcemente.
Languidecen las hojas que pregonan
arraigo que tristemente abandonan.
Cediendo, poco a poco, su testigo
sucumben con su vuelo, lentamente,
y en el frío jergón evolucionan.
Y las ramas de escarcha acicaladas,
dormitan el invierno esperanzadas.
Despojándose al fin del blanco manto
confían convertir su dulce llanto
en nuevo amanecer como adelanto
del brote que anuncia un nuevo canto.
Ya casi se adivina que la espera
desnuda de tristeza y de quimera
las eternas jornadas despojadas
de luz, que recuperan el encanto
que augura la anhelada primavera.
(Poema ganador del Tercer Premio del,
V Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)
La vid
(Jotabé)
La aventura imponente y misteriosa
nos la ofrece la cepa prodigiosa.
A través de sarmientos retorcidos
fluyen jugos gozosos, bien nacidos.
Sus flamantes racimos adheridos
agradecen sustentos recibidos.
La lluvia con el sol, en gran medida,
les brindan el regalo de la vida.
Por fin, la mano humana y hacendosa
recoge, en madurez, frutos crecidos,
loando la vendimia conseguida.
Y sigue su proceso y su camino
buscando conseguir otro destino.
Nos ofrecen su don en pleitesía,
aledo, moscatel o malvasía,
el aroma, explosión de fantasía,
regala su toque de poesía.
Tocadas con los pies, sucoso lecho
o técnicas actuales por derecho.
Al catar el enólogo tal vino,
con tacto, reverencia y cortesía,
brindará al viñador en candelecho.
(Poema ganador del Primer Premio del,
IV Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)
Un triste sueño
(Jotabé)
Escondiste detrás de aquella ausencia
tu promesa y palabra en decadencia.
Olvidaste las noches en mis brazos,
rompiste aquellos besos en pedazos,
sentir aquella ausencia de tus lazos
cruzó mi corazón con cien balazos.
No ceso de apostar todo el empeño
que torne mi dolor nimio y pequeño.
Pondré todo mi amor y mi consciencia
para recomponer esos retazos
que me hagan despertar de un triste sueño. |
