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Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé



Rima Jotabé



Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé en lenguas diferentes al Español

Directorio de Poetas que escriben en rima Jotabé en español
 
 
MARCOS EMMANUEL PELOSSO
 
Poemas
 
Marcos Pelosso

Marcos Emmanuel
Pelosso

Córdoba (Argentina)

Los nombres

(Jotabé)


Los nombres son lluvia; caen de tarde,
traen nostalgias y no hay quien se guarde.

Unos se abrazan a bellas vivencias,
nácar recuerdo, de tenues presencias.
Otros se preñan de largas ausencias
o nutren tu amnesia, en simples frecuencias.

Unos desatan tu furia de mar;
otros moldean tu forma de amar.

Algunos jamás tendrán su resguarde
en tu memoria de finas querencias,
mas, uno será el que te haga llorar.


(Finalista del XIII Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)



El baile de los haces


(Jotabé)


Cortada es la luz, allá entre las copas.
Hojas que ocultan; son sedas y ropas.

La intermitencia, fugaz y serena,
tiñen con brillos la calma en escena.
Claros reflejos de rubia melena
las luces se pintan de miel y avena:

Perfectas, simples, sedosas, pulidas,
doradas, suaves, sutiles, dormidas.

Tranquilos, limpios, colores de estopas
se cuelan y huyen, jugando en amena
partida de tarde a las escondidas.



El gran juego


(Jotabé)


El calendario es quien marque los trazos
de este tablero de grima y gustazos.

Cenizas de oro serán las comedias.
Se hincan las metas que son intermedias.
Se busca y se busca aquello que asedias,
y el algo que encuentras lo hallas a medias.

Los mustios sueños que aplacan tu fuego
serán otros sueños que empujen tu ego.

Los logros y odas, los tiernos abrazos.
Las cruces y odios, las breves tragedias.
No existe otra cosa sino este juego.



Una mujer en tres tiempos

(Jotabé)

En homenaje a S. M. Mandrille


Hallo en mí sensación de rispidez.
Afuera la luz. Dentro lobreguez.

Caída infinita en cuarto cerrado
con ruidos de vientos, ruines, helados,
y el perro rabioso de ojo cerrado
laceran mi corazón desgarrado.

Por dar el zarpazo buscan la muerte;
carne servida, mi carne sin suerte.

¡Qué carne muerta, si hay más cada vez!
Entrañas del ser, un ser olvidado.
Miradas esquivas mi llanto vierte.


Defiendo un puño de arena dorada
tan húmeda y fría de agua salada.

Toco esta playa mirando hacia dentro,
pues busco y rebusco el mundo y mi centro.
Rugen las olas que van a mi encuentro;
meditaciones donde me concentro.

Viene la noche con luces finales.
Vuelven recuerdos con viejas señales.

En compañía de nada volada,
mi poema de amor y reencuentro
se moja de noche, mar y sus sales.


La primavera, abrazada a mi piel,
vibra en secreto, me tiñe de miel.

Aquí desafiando el suelo a mi paso
suenan mis tacos, camino que arraso
el fuego lento que guardo y envaso,
un fuego tan mío, incendio que atraso.

Florecen traiciones a la razón,
me baña un engaño fuerte y dulzón.

Se muere este miedo cubierto de hiel
y nace un amor sin fin ni parnaso.
Enciende y florece en mi corazón.



Lo que se perdió

(Jotabé)


Vida incesante que, lenta, persistes,
me hurtaste, en trozos, las voces que envistes.

Perdí las coplas, del ave su ruego,
ruidos del río y las coces del fuego.
El día, un alma, un silente desplego.
La noche es cuadro en un mudo sosiego.

La voz de mis padres ya no es notoria.
Todo otro idioma me es cosa ilusoria.

Quedan visiones calladas y tristes
que arman, seguras, un tácito juego;
solo escucho lo que está en mi memoria.



La espera


(Jotabé)


Tiempo te pierdes por cada sendero
que arma este parque, sin rumbo certero.

Yo aquí sentado, sumido en colores
siento sus danzas, sus tenues olores
nos une el silencio, en quietas labores
de espera y lluvia, de sueños y amores.

Fumo más lento, y mi amor te requiere.
Te extraño, te busco, tu nada me hiere.

Humo, la plaza, la banca y espero.
Quemo cigarros, deshojo las flores
no me quiere, me quiere, no me quiere…



La isla de las ondinas doradas


(8 Jotabés)


Nos cuenta la leyenda que existía
pirata capitán de nombradía.

Temido por sus actos de malicia,
seducido por diablo de codicia,
perseguido era muy por la justicia
mas podía esquivarlos con pericia.

Sus amigos, cómplices, lo adoraban,
leales que jamás se acobardaban.

Conocida era su gracia y bravía,
pero se sabía de su avaricia
y de su amor a quienes lo ayudaban.


Una mañana, en bahía, atracaron
y un cantinero amigo se cruzaron.

Éste, a unas copas, los invitó,
el oro de sus arcas rebozó.
El capitán esos lujos notó
y por su buen estado preguntó.

El cantinero, riendo, susurrando
los apartó del gentío, avanzando.

Los hombres, a su ronda, se acercaron
y secreta historia a todos contó
con foscos cuchicheos, murmurando:


Sobrepasando la Isla del Sol Negro
esquivando el remolino ojinegro,

es la isla de las ondinas doradas
que está sin códigos. Abandonadas
se hallan las féminas, avergonzadas,
que comercian riquezas por bobadas.

En sus cofres la fortuna se abulta
y venden sin ideas ni consulta.

Una montaña de hongo verdinegro
Esconde aquellas puertas nacaradas
que llevan a la capital oculta.


El fiero capitán, emocionado,
de inmediato partir quiso alocado.

Cuando el cantinero se retiró
el buen contramaestre se acercó
palabras, a los otros, consultó
y al capitán, con cuidado, contó:

Esa isla que menciona visitamos
¿recuerdas? Nada había, nada hallamos.

Ese cuento es extraño, mal gestado,
creo que vil mentira nos vendió
yo ruego, mi señor, que no vayamos.


El capitán, avaro, pervertido
se sintió, por sus hombres, agredido.

No quiso escuchar de buenos consejos,
y sus ojos se pusieron bermejos.
Los acusó de débiles y viejos
y los hombres quedaron muy perplejos.

No existía ni mala intención de ellos
mas nunca querían perder sus cuellos.

¡Hoy ustedes el valor ya han perdido!
¡Hasta de oro pues serán mis vencejos!
Dijo, y se marchó solo, sin aquellos.


El capitán, muy por el oro ardiente
se sintió un poco solo, de repente.

Dolido por la ausencia de sus pares,
recorrió en silencio largo los mares.
Notó con catalejo los lugares
claves para guiarse por esos lares.

Pasó de refilo el gran remolino
Y a la isla llegó, en viento vespertino.

Mal agüero ese viento impertinente
pero, ciego de brillantes soñares,
estaba un presagio que no previno.


Encontró la playa deshabitada
estéril, casi virgen, sin pisada.

Caminó por un sendero marcado
alcanzando hasta el monte señalado.
El musgo de un verde petroleado,
tupido, mas estaba recordado.

Detrás era la cueva luminosa:
parecía una entrada esplendorosa.

Pero dentro se hallaba abarrotada
de agentes del gobierno tan odiado:
lo apresaron con calma bochornosa.


Ya cierta la traición del cantinero,
su alma vil se llenó de desespero.

Que, por hacer oídos de pezpalo,
Y por avaro, en un corto intervalo,
quedó solo sin plata, ni guilalo:
halló pura cárcel y puro palo.

La lección que nos queda, con valores,
yo te entrego, lector, a que atesores:

En este mundo tan perecedero,
donde predomina el consejo malo,
al verdadero amigo nunca ignores.



El baile


(2 Jotabés)


Cortada es la luz, allá entre las copas.
Hojas que ocultan; son sedas y ropas.

La intermitencia, fugaz y serena,
tiñen con brillos la calma en escena.
Claros reflejos de rubia melena
las luces se pintan de miel y avena:

Perfectas, simples, sedosas, pulidas,
doradas, suaves, sutiles, dormidas.

Tranquilos, limpios, colores de estopas
se cuelan y huyen, jugando en amena
partida de tarde a las escondidas.


Encuentran su campo aquí en tus facciones;
ríen, se mezclan en mil diversiones.

Y es tu mirada el lugar preferido
hallan un mundo feliz y bruñido.
Mundo en ensueños, un mundo dormido,
de mares, de hojas y de un todo fluido.

¡Bella armonía de tonos pintojos!
¡Azures, ámbar, la piel y melojos!

Espejos de haces, matices bailones,
un campo de juego y mundo nutrido.
La luz en el cielo, y éste en tus ojos.



El arpista y la fama


(9 Jotabés)


Narra la leyenda de un gran arpista,
reconocido, muy buen folclorista.

Lo acompañaba en guitarra su hermano
y lograban que todo ser humano
bailaran felices son campechano
siendo el dúo más vivaz y lozano.

Cedía el arpista a su arte adorado
la vida, y su hermano estaba a su lado.

Suele pasar a todo gran artista:
el primero se volvió un tanto ufano
mucho deseó ser muy alabado.


Tanto su talento, tanta su gracia,
que su pericia le trajo desgracia.

De un vil productor llamó la atención
que le demostró mucha devoción
mentiras le dijo en gran profusión
lisonja tras lisonja en su versión.

Le dijo que el dueto le era una traba
que todo en familia muy mal acaba.

“Ve, tu hermano no posee tu audacia…
de tu gloria será la perdición”
dijo el productor mientras bostezaba.


Siguió el consejo del productor
que prometía el más grande esplendor.

Sereno el arpista a su hermano dijo:
“Pues tu guitarra tiene un canto fijo
y yo grande cambio en mi vida exijo…
Rebúscate en otros artes cobijo.

Por suerte a mí me ha tocado crecer
mientras que tú me harás retroceder.

Te digo hermano esto con gran dolor,
puesto que allí hacia donde me dirijo
no hay gloria que tú puedas recoger.


Por lo que nuestro dueto de deshace
"Búscate algún otro que me remplace".

El guitarrista, absorto, enmudeció
aquel abandono lo sorprendió,
a largas miradas serias se osó
mas ni una frase mala profirió.

Era, que el otro, más inteligente
y jugó la carta de ser paciente.

El arpista, feliz del desenlace
a sueños de grandeza se vendió
y marchó a por el productor sonriente.


Se enojaron los adeptos del dueto
Al saber del arpista el irrespeto.

Al arpista por cruel desconocieron
A ningún concierto de él asistieron
El apodo de traidor le impusieron
Lo denostaron y lo persiguieron.

El guitarrista, triste, mientras tanto,
repudió los actos a puro llanto:

“otra senda fue solo su decreto
Pero está mal, amigos, lo que hicieron
Sus maldades, hacia él, me dan quebranto".


Estaba el arpista muy indignado
Que por el público fuese ignorado.

El productor controlar no podía
La mala fe que la gente tenía
Todo al arpista culpaba y reñía
Puesto que la furia lo consumía:

¡Fui ciego! ¡Si alguien me hubiera advertido!
¡De estas cosas me hubieras prevenido!

¡Miseria, ahora está todo acabado
derroché el dinero que poseía!
¡Oficialmente quedas despedido!


El lego arpista suplicó paciencia,
el productor no tenía clemencia:

“de mi separación se olvidarán,
esos tontos a mí regresarán,
Con nuevas obras se sorprenderán
Y verás que pronto me alabarán”.

Pero el avaro industrial fue tajante
“Esto es dinero, tonto petulante.

No me sirves de nada sin audiencia
Que paguen mi comida y mi champán
en la nada eres solo un mal crispante”.


Tanto ofendido más desengañado
el arpista iluso lloró amargado.

Pensó que valoraba su talento
aquel falso que parecía atento
Mentiroso Que luego le fue cruento
de nuevos chances se mostraba exento.

Ya con su hermano quería volver
de esa mala par desaparecer.

Por plata había sido utilizado
Engaño perverso, triste y violento
Ahora hacia el bien debía correr.


Huye pagado con mala moneda
llega al hogar de su hermano y se queda:

“Perdón hermano, soy ser tan inmundo,
Entiendo que estés por mí, furibundo
en sonsos engaños me muero y me hundo
Aquel era embustero vagabundo.

¡Perdón! ¡Acepta mi ruego rastrero!
tenías razón; conmigo te quiero.”

Una moraleja buena nos queda
En este muy perecedero mundo
nunca abandones lo que es verdadero.



Mañana en las Sierras de Córdoba


(Jotabé)


Mañana lánguida, brisa viviente
el sol se desmaña allende, sonriente.

El rocío yace aún acostado,
reposa tranquilo en verde soñado,
dulcísima cuna en cuerpo curvado
brillando tranquila, y brilla en dorado.

Las aves que cantan valses se esconden;
las hojas y el viento al canto responden.

Serena belleza, abierta y silente
cuerpos presentes de un mundo sagrado
tibios amores que se corresponden.



Un juego más


(2 Jotabem)


En mi corazón, funesta,
veo que no fuiste honesta.

Tantas trampas me plantaste,
tantas cartas me ocultaste,
tantas veces me embaucaste,
tantas faltas me jugaste.

Muy en el fondo de mi alma
no hallo paz y no hallo calma.

¿Fui pasatiempo, una fiesta?
¿Solo juguete que usaste?
¿Como un títere en tu palma?


Me entregué completamente
cuerpo, corazón y mente

dejé a tus manos cediendo
viví mi vida creyendo
dos que estábamos creciendo…
mas te estaba distrayendo.

Fui solo un esparcimiento.
Un mero entretenimiento.

Usado absolutamente
cual muñeca dependiendo
de tus manos, mi tormento.



Mi Pequeña Flor


(Jotabeí)


Mi pequeña flor, que no te imaginas
cómo cada segundo me alucinas.

¿Tiembla quizá tu ser al presentir
el vendaval oculto por venir,
un viento salvaje por devenir,
amor devoto que me haces sentir?

¿Acaso sospechas de modo alguno
que secreto admirador tienes uno?

Tal vez, mi pequeña flor, lo adivinas
mas ya esto no lo puedo reprimir:
escucha y siente mi cantar lobuno.


¡Mi pequeña flor, solo si supieras
que tendrías todo lo que quisieras!

¿Sabes que el viento sueña con moverte
y entre sus dedos largos envolverte,
y con su cuerpo lábil contenerte
para en cada cariño complacerte?

Por eso vuela y vuela furibundo
dando vueltas y revueltas al mundo.

Gira tan frenético ¡si lo vieras!
chiflado por volver a acariciarte
queriendo aprovechar cada segundo.


Mi pequeña flor, ¿acaso conoces
que el agua solo quiere que tú goces?

¿Que además de ser bebida y bañarte
delira cada noche con amarte,
de su lado vez nunca separarte
para en su seno pomposo ocultarte?

Quiere hacerte de su entera oclusión
¡tamaña así es por ti su adoración!

Ama con su rocío darte roces
y no teme en cada lluvia nombrarte:
eres ser de su entera devoción.


Mi pequeña flor déjame decirte
que hasta Febo parece preferirte.

Glorioso ante ti gusta presentarse
a puro esplendor galante mostrarse
y entre las nubes blancas ocultarse;
anhela interesante aparentarse.

Fantasea con que de él te enamores
dando su espectáculo de colores.

Mas bien sabe que puede derretirte
y matarte si pudiera acercarse;
feliz se conforma con que lo adores.


Mi pequeña flor, pena da la tierra
que a tus pies tan temerosa se aferra.

Miedo siente pensando que te fueras
llora imaginando que perecieras
que en nada misma desaparecieras
o que su eterno tacto no quisieras;

de otros, los rendibúes aborrece
y más por retenerte se enceguece.

vive en ti, no al revés, y como mierra
tira de tus raíces por si huyeras
pues sin ti cada día, se enloquece.


Mi pequeña flor, mira que en la noche
la luna alta te invita a su derroche

Con su luz y sus coplas va cantando
su frescura y su calma regalando
con canciones de cuna está buscando
asirte y llevarte a ella volando

Quiere hacerte una casa en el espacio
unidos en un mundo crisopacio.

Vanidosa, la tildan de fantoche
pues la luna encantada va jurando
que reina tú serás de su palacio


Mi pequeña flor, tú que tanto ignoras
las lúbricas nubes a todas horas

ellas de deseo con tu talle arden
y con sus cuerpos contoneos blanden
en voluptuosas figuras se expanden
por provocarte sin que se desmanden.

Para excitarte buscan cada argucia
dicen versos lascivos con astucia

con tu indiferencia las acaloras
mas con tu inocencia hace que se agranden
vagan henchidas de pasión y acucia.


Mi pequeña flor al resto distinta
destacas mucho, y la envidia las pinta:

crecen fulguran e igualarte quieren
mas con su propia fruición tristes se hieren
y por más que quisieren y quisieren
más feas son, y más a ti difieren

No entienden tu fantástica simpleza.
Se enfadan con la gran naturaleza.

Recelosas desean verte extinta
darían lo que fuera si pudieren
imitarte en tu sencilla belleza.


Mi pequeña flor, siempre el césped verde
de robarte nutrientes se remuerde.

Pues se siente ante ti desmerecido
comunacho, olvidable, deslucido
Y aunque se expanda en cuerpo desmedido
Par darte o agotarte no ha podido.

Solo puede acompañarte ente mudo
Y hacerte solo suya nunca pudo.

Siente que al marchitarte solo pierde
lo único importante jamás tenido
Sin ti sería el más tétrico viudo.


Mi pequeña flor, cuando la mañana
la neblina te cubre y es villana.

Pues Febo enfurece de ti privado
el viento por la bruma es rechazado
Las nubes se revuelven del enfado
Y la tierra porque ésta te ha tocado.

La neblina de abrazarte se jacta
mas sufre pues su vida es inexacta.

Muere en la madrugada y se devana
en la nada sin habiéndote amado
Ella enorme y vaga: tu tan compacta.


Mi pequeña flor, que sepas espero
Que mi canto haya sídote certero.

¿Notas cuántos anhelan tu fragancia
cuántos admiran mucho tu elegancia
cuántos desean fieros tu sedancia
cuántos adueñarse de tu sustancia?

Quiero que muy bella te reconozcas
que viva y codiciada te conozcas.

Quiero alegrarte con amor sincero
y te adoro aun en la larga distancia.
Sabe: soy tuyo aunque me desconozcas.



Te recuerdo


(Jotabé)


Te recuerdo cuando cantan las aves
cuando Febo anda tras sus nubes/naves.

Te recuerdo cuando es de mediodía
con la luz que refulge en lozanía.
Te recuerdo en la tarde de sangría
con somnolencia que fluye en cuantía.

De noche tu recuerdo me despierta
el extrañarte me mantiene alerta.

Pues tu recuerdo son presencias suaves
no ausencias que me envuelven de agonía;
tan efímera, de distancia incierta.



Mar Incompleto


(Jotabé)


Pálida arena de color escueto,
océano inerte, en pasma repleto.

Agua salitre que no me mojado
brizas marinas que no han refrescado,
mudas gaviotas que nunca han volado
olas hastiadas de humor apagado.

Un sol matutino henchido en carencia,
olas insulsas que el frío silencia.

Estas visiones de mar incompleto
son el reflejo de mi triste estado
es mi alma que llora tu larga ausencia.



Holograma


(2 Jotabé)


Del mundo conmigo sois holograma:
perenne y vacía, un sueño de cama,

un verbo prohibido, gusto de nada,
lo sucio en lo limpio, magia de un hada,
un aire perdido, ruido de espada,
recuerdo de noche en la madrugada,

tela intocable, un silente murmullo
me llega, de vos, tan solo un arrullo.

Grácil cual viento, la niebla hecha dama,
un brillo oscuro, fantasma ensenada,
de tus andanzas me llega el garbullo.


Belleza espectral, imagen disuelta
sois cima inmortal y nube revuelta.

Contacto fundido entre mil vapores
canto vetusto de los oradores
el dulce llamar de los ruiseñores,
fútil recuerdo de extraños sabores

Presente y ausente, ser intocable
pareces cercana, e inalcanzable.

En luces de ocaso te hayas envuelta,
me llegas difusa en muchos colores,
por eso tenerte es tan improbable.



El fantasma parpadeante


(6 Jotabé)


Nos cuenta este muy reciente relato
la peripecia de un vivo niñato

que cierta madrugada despertó
pues una sed aguda lo asaltó,
y alzarse de su cama lo incitó
mas, medroso, la idea descartó

pues cuando la noche, en su hogar, llegaba
el fantasma parpadeante andaba.

Blanco, mudo, con deforme formato
que varias sedientas noches notó
cerca la ventana solo flotaba.


El pobre niñato se atormentaba
del pálido ente que no lo atacaba;

Que solo observaba, quieto y distante
como si aguardase el preciso instante
para, de calmo, volverse atacante
trayendo en su paso muerte asfixiante.

Hundida y presente allí en la negrura
dando destellos de pura locura

Harto de aquello, pues ya no aguantaba
el chico tomó un arbitrio tajante
cansado de aquella diaria tortura.


Le contó a su madre que, con soltura,
no le brindó al asunto envergadura.

Su padre escuchó muy poco del tema
porque para él no existía un dilema
le habló diciendo: “enfrenta el problema,
bravo confronta ese fiero anatema”

Los fantasmas solo atraviesan, hijo
¡y no puede tocarte! ¡échalo!” dijo.

El niño, bravo, urgió un plan con premura
tomando la solución más extrema
diciéndose “¡Ala, no seas canijo!”.


Al día después armó un escondrijo
usando sillones como cobijo

Tomó la linterna más poderosa,
cubierto con una manta plumosa,
un palo de escoba su arma gloriosa
que atacaría como hacha filosa.

Y el anochecer esperó escondido
Muy asustado pero decidido.

Horas pasaron, y como predijo
pasadas las doce ¡estaba la cosa!
Allí, brillando, en silencio, sumido.


El niño observaba despavorido,
mas, luego miraba algo confundido.

Entraba una luz desde la ventana,
nívea de una bombilla mundana,
que era vecina, bastante cercana,
y que atravesaba bien la persiana.

La forma humana por un orificio
le daba formato al ente ficticio.

Prender y apagar, ciclo repetido,
y la cortina fue pantalla plana
juntas armaban un ser de artificio.


El niño rio y sonrió de su mal juicio.
Para su valor fue un buen ejercicio,

pues con esto pudo reconocer
que de poco sirve desconocer
y buena enseñanza pudo aprender
la de confrontarse en vez de correr

y desde aquel día el niño dirá
que ningún fantasma lo asustará

Y una moraleja les anoticio:
“Si el miedo viene por desconocer,
siempre averigua, y el miedo se irá”.



Laso de amor


(Jotabé)


Corre, amor, corre todo lo que quieras;
irte no podrías si lo quisieras.

¿No ves que, por estaca, estás atada?
¿Que en rondas y rondas vas mareada?
Como huyendo, cambias desesperada
ignorando que por mí estás ligada.

Tu correr tiene yo como destino
cerrándote hacia mí cual remolino.

Yo el poste de las vueltas que tu dieras
e intentar huir de mí sirve de nada:
tu lazo es mi lazo de amar divino.



Un Paseo por el Convento de Saint Larií


(6 Jotabé)


Hay largos sombreros de oblongas copas,
mudos pasillos, susurros de ropas.

La flauta del viento en grave y profunda
mientras las sombras esquinas fecunda.
De salvia el aroma que el aire inunda
por donde la lumbre es meditabunda.

Rocas antiguas ruedan por los pisos
donde gravitan los monjes sumisos:

Con ojos dormidos marchan en tropas
flotan, silentes, con paz tremebunda;
rumbos rugosos para pasos lisos.


Patios abiertos y patios cerrados
cantan secretos jamás revelados.

Brilla una fuente tapada de sombra
por duros fresnos que el hambre acogombra
flacos y tiesos, que el tiempo renombra:
antes hacían del suelo una alfombra

de hojitas café, tiernas y pequeñas;
ahora barridas, y antes las dueñas

de aquella estatua de ojos tan perlados
que solo al pasar, parece, te nombra:
habla en el alma lenguaje de señas.


Gruesas, las vigas de troncos de antaño,
muertas dan vida: son techo y peldaño.

En los dormitorios se halla el mutismo
que siempre descansa en pleno nudismo
haciendo del ruido, simple espejismo:
broma que el viento deja con cinismo.

Los crucifijos, jamás invertidos,
oyen plegarias de los reprimidos.

Toscas paredes de cemento huraño
venida, antaño, del Oriente mismo
hechas por los primeros convertidos.


Techos tan altos que no hay escaleras,
galerías grandes como laderas.

Grises umbrales que todo oscurecen
brisas respiran que nunca humedecen:
frescas tan frescas que rejuvenecen,
frías tan frías que nunca envejecen.

Columnas vigías, duras, barrocas
adornos/soportes viejos cual rocas.

Ventanas esbeltas, largas y austeras,
múltiples luces ellas resplandecen
como si de Febo fueran las bocas.


La torre empinada, poste hacia el cielo,
con gruesas almenas, blanca como hielo.

Filo soberbio de porte severo
Angosto, solemne, el frente calero
que antes servía como matadero
de res, de pollo, de libre y cordero.

Lar de la carne del monje encerrado
así por las gentes fue bautizado

Allende, en la esquina, un grave torzuelo
lozano guardián de semblante austero;
cuida la torre, y al monje guardado.


Rodeado en pastos, el claustro se halla
paredes de piedras le hacen de valla.

Graves murallas, son infranqueables,
eternas, pesadas, invulnerables:
para los ladrones son insalvables
para curiosos, inconmensurables.

Cerrando el bastión un portal mugriento
que ha mortificado el tiempo y el viento:

pasando la puerta, breñas sin dalla
cubren los caminos, hoy insondables,
cuidando el descanso de aquel convento.


(Poema ganador del Cuarto Accésit del VIII Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)



Visión desde la ventana del mayoral


(Jotabé)


Fuego invisible que gran Febo alumbra
con rocas de río que hacen penumbra.

Y canta el rocío un sueño olvidado
bailan las hojas un son apagado.
Tocan de oído el recambio pactado
de las cosechas del tiempo oxidado.

Aves tan secas que vuelan lejanas
repiten su ciclo por las mañanas.

En tanta belleza uno se acostumbra.
De tanta belleza no hay desagrado.
Por tanta belleza en tierras cercanas.



Oro y Rio


(Jotabé)


Había una vez, en tiempo lejano,
hundido en el bosque, un rico gitano.

Cargaba en sus hombros montañas de oro.
Los metalcitos sonaban cual coro
de ángeles bellos riendo en decoro.
¡Gozoso estaba con llanto sonoro!

Feliz marchaba silbando contento,
no concentrado… más bien desatento.

De lejos miraba un grave fulano,
un campesino, tan serio cual toro
un culto, un sabio, de genio opulento.


El gitano iba volviendo a su hogar
y un hondo río debía cruzar.

El agua lóbrega muy honda estaba:
molicie corría y piedras llevaba
negros ciclones de sombras mostraba,
la muerte velada en ella nadaba.

El campesino vio con desagrado:
«cruzar el río era muy arriesgado»

“¡Gitano!” —gritó— “No debes pasar”
“¡Gente imprudente antaño se ahogaba
y nada en hombros habían llevado! ”


Creyó el romaní que aquel campesino
era un envidioso viejo ladino

tomó con desprecio el sabio consejo,
juzgó que mentía el triste tipejo
“¡Cruzar este charco es nada complejo!”
dijo confiado y burlóse del viejo.

¡No iba a renunciar todas sus riquezas
que terminarían con sus tristezas!

Lleno de peso siguió su camino.
El río, muy turbio, no era un espejo
Mas ni dejaría una de sus piezas.


Dos pasos en agua y se hundió hasta la oreja
por no escuchar lo que bien se aconseja.

Se hundió y se hundió como en una laguna,
el sabio quiso salvar la infortuna.
No pudo sacarlo de forma alguna:
el romaní no volvió a su comuna.

El oro se fue en el agua batida,
dejó en nada la riqueza querida.

A usted, con alfayo, esta moraleja:
“Si arriesgas vida por oro y fortuna
milagro será que sigas con vida”



Notas de mis sueños de amor 3

(Jotabé)


Soy niño y corro a la par de mi hermano
marchamos hacia a un monte cercano

En un bosque aparezco y ya he crecido.
Un solo camino en mil dividido.
Calmado ando; no me siento perdido
atento, feliz, y nunca aburrido.

Adulto soy, estoy enamorado
lo único claro: tu rostro adorado.

Contento y viejito voy de tu mano
abro los ojos y no he fenecido
sonriendo, acostado, me hallo a tu lado.



Notas de mis sueños de amor 2

(Jotabé)


Yo puedo, de pronto, volar como ave;
siento en mi rostro la garúa suave.

Garua que en lluvia y tormenta se torna
Un recelo horrendo me hiere y trastorna
en flores caigo, buen lecho que adorna
una puerta grana, que el oro exorna.

Tu voz, difusa, susurra un mensaje
por más que acerque no entiendo el lenguaje.

De la puerta en mano tengo la llave
abróla y te observo riendo con sorna
“¡Despiértate amor, nos vamos de viaje!”



Notas de mis sueños de amor 1

(Jotabé)


En ese sueño un gran monte diviso
que, de cristales, repleto está el piso

Busco, te llamo, no puedo encontrarte.
La niebla se entinta y logra pintarte,
Nubosa vienes; no puedo abrazarte.
Nada puedo hacer, solo atravesarte.

Cambios, y en un lago rojo me quemo
del bote, una rama, sirve de remo.

Sombras y luces, del fin son aviso
y la luz solar me deja tocarte.
Vuelvo a tu lado, un encanto supremo.



Los "te amo" de tu voz se acabaron

(Jotabé)


Rondándome está tu nube de ausencia,
como espinas dáñanme con violencia.

Los “te amo” de tu boca se acabaron.
Los dedos de tus manos se ocultaron.
Los ruidos de tus pasos se marcharon.
Los soles de tus ojos se nublaron.

en mi cama no quedó tu silueta:
en mi alma si quedó tu gruesa grieta.

Demonios del recuerdo dan sentencia
a mi ser que tus rizos no olvidaron
por gracia a mi corazón dan saeta.



La que abandonó, vuelve

(Jotabé)


Hoy abrí la puerta y allí estuviste;
otra vez, igual a cuando te fuiste.

¡Y cuando me empezaba a olvidar,
pensarte no me podía dañar,
de noche ya dejaba de llorar,
tu ausencia no podía recordar!

Harás lo que quieras y luego huirás
algunos días y te largarás.

No quiero saber para qué volviste
y no quiero siquiera oírte hablar.
Vete, no quiero verte nunca más



De vivir y morir

(Jotabé)


Vivir en el dinero sumergido
morir sin haber sed jamás sentido.

Vivir con vinos finos mis comidas
y morir entre mil sedas mullidas.
Vivir haciendo el mundo como Midas
y morir entre joyas coloridas.

Vivir dueño de montes y ribazos
morir despedido con trompetazos.

Pero de esto ni nada yo he querido
pues contigo quiero unir nuestras vidas
y prefiero morir entre tus brazos.



Bandera de mi patria

(Jotabé)


De mi patria flameas, oh bandera,
orgullo de mi tierra a quien te viera.

El viento que resalta tus colores
con el sol que reluce tus honores
sean siempre inspiración de cantores
buscando eternizarte en sus folclores.

Y bandera preciosa, en mi adorarte,
hay un deseo que tengo con mi arte:

Quiero que este verso siempre viviera,
banderita hermosa de mis amores,
para que, honrosa, vuelvas a elevarte.



El joven avaro y el limonero viejo

(Jotabé)


Esta historia que voy a relatar
espero os deje un algo que pensar:

Pues moraba un joven junto a su abuela
entre buenos vinos y fina tela.
él preso de una ambición que desvela
soñaba fortuna propia que enciela.

Pero inútil para la labor era
más vago y atorrante que cualquiera.

El dueño de un palacio singular
para el gasto no tenía cautela
derrochando fortuna que tuviera.


En el patio extenso de su morada
un árbol destacaba en la arbolada:

El viejo limonero que se alzaba,
de cada una de sus ramas colgaba,
decenas de limones los que daba;
incontables cada mes que pasaba.

Y muchos frutos caían al piso
descomponiéndose en el suelo liso.

Era fruta, por el pueblo, adorada
que mucho, de momento, escaseaba;
allí una oportunidad él diviso.


Puso en la puerta un cajón con limones
para venderlos a los peatones.

Por el importe muchos se quejaron
pero, por la falta, igual los compraron
al joven truhán, y pues lo dejaron
con dinero que sus arcas llenaron.

Qué felicidad le daba el dinero
ganado tan fácil y sin esmero.

Por reganar monedas en montones
malas cosas a su mente llegaron
anticipándose un futuro fiero.


Un campo muy vasto se imaginó
lleno de limoneros él se vio.

Si cada árbol cuatro mil frutas daba
y fruto por plata se transformaba
¡su bolsillito más se rellenaba
y su patrimonio siempre aumentaba!

Solo precisaba el limpio terreno
pero la vieja casona era un freno.

Timar a la vieja abuela pensó,
por la casona si se derrumbaba,
daba un área por sembrar a pleno.


El joven, alocado, vendió todo:
dinero haría de algún u otro modo.

Con la fortuna compró limoneros
lozanos y muchos en los viveros
y los plantó en sus terrenos austeros
y así obtener sus ingresos groseros.

Pero el iluso no pudo prever:
los limoneros debían crecer.

Allí se quedó, pasmado, en el lodo
culpando a sus pensamientos arteros
rogándole al tiempo, retroceder.


La gloriosa casona pereció
y pronto la abuela pobre murió.

Como la arboleda nada crecía
de los limones nada se vendía
casa, ganancias todo se perdía
y su esperanza se desvanecía.

quedó el joven avaro en la pobreza
consumido por su avara vileza

Qué gran enseñanza esto nos dejó:
“Si por dinero tu ser desvaría
piensa primero qué es tu riqueza”

(Poema ganador del Segundo Premio del,
VI Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)




Oro y Rio

(Jotabé)


Había una vez, en tiempo lejano,
hundido en el bosque, un rico gitano.

Cargaba en sus hombros montañas de oro.
Los metalcitos sonaban cual coro
de ángeles bellos riendo en decoro.
¡Gozoso estaba con llanto sonoro!

Feliz marchaba silbando contento,
no concentrado… más bien desatento.

De lejos miraba un grave fulano,
un campesino, tan serio cual toro
un culto, un sabio, de genio opulento.


El gitano iba volviendo a su hogar
y un hondo río debía cruzar.

El agua lóbrega muy honda estaba:
molicie corría y piedras llevaba
negros ciclones de sombras mostraba,
la muerte velada en ella nadaba.

El campesino vio con desagrado:
« cruzar el río era muy arriesgado »

“¡Gitano!” —gritó— “No debes pasar”
“¡Gente imprudente antaño se ahogaba
y nada en hombros habían llevado! ”


Creyó el romaní que aquel campesino
era un envidioso viejo ladino

tomó con desprecio el sabio consejo,
juzgó que mentía el triste tipejo
“¡Cruzar este charco es nada complejo!”
dijo confiado y burlóse del viejo.

¡No iba a renunciar todas sus riquezas
que terminarían con sus tristezas!

Lleno de peso siguió su camino.
El río, muy turbio, no era un espejo
Mas ni dejaría una de sus piezas.


Dos pasos en agua y se hundió hasta la oreja
por no escuchar lo que bien se aconseja.

Se hundió y se hundió como en una laguna,
el sabio quizo salvar la infortuna.
No pudo sacarlo de forma alguna:
el romaní no volvió a su comuna.

El oro se fue en el agua batida,
dejó en nada la riqueza querida.

A usted, con alfayo, esta moraleja:
“Si arriesgas vida por oro y fortuna
milagro será que sigas con vida”.

(Poema Finalista del,
V Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)




Corona de Odio

(Jotabé)


La brutal soledad me ha transformado
y mi buen corazón se ha destrozado.

La felicidad no tiene sentido
cuando la cólera te ha consumido.
Así en mi semblante el seño fruncido
se fue perpetuando. Estoy corroído.

¡¿Porqué nunca pude decir “te amo”?!
¡¿Es tanto pedir mi triste reclamo?!

El llanto y la furia me han coronado.
En la negrura me veo sumido.
En la malicia, yo asciendo y me enramo.


Fui tan rechazado toda la vida.
Fui separado, cual fruta podrida.

No remarcaron todos mis defectos,
fui condenado, solo, sin afectos.
Fui relegado por seres abyectos
hicieron de mí, ejemplo a insurrectos.

Ahora detesto todo este mundo.
Todo es insulso, todo me es inmundo.

Corona de odio que bien cargo erguida
me hace visiones de seres infectos.
Plagado de sombras, pesado me hundo.


He fantaseado con destrucciones
de los que me hirieron, en mis visiones.

Todos rehuyen por miedo a mi toga.
pues por mis manos su vida epiloga.
Soy su ejecutor; preparo mi soga
será la venganza mi vida y droga.

Robo las almas de vidas avaras
¡verás mis obras por donde miraras!

Antes burlado y ahora, bufones,
yo seré su juez y mi mano eroga
a la tortura sus pútridas caras.



Caminando por el Barrio

(Jotabé)


Sol de mañana, la brisa despierta
se alzan persianas sin casa desierta.

Se siente el aroma del desayuno
“buenos días” se escucha y siempre hay uno,
que se tambaleas con sueño osuno,
no encuentra la taza ni útil alguno.

Aun, en las plantas, se vé su rocío
bellos colores resisten el frío.

Cuando cada vecino abre su puerta
suena una orquesta, si se es oportuno.
Disfruto todo. Lo siento tan mío.


Los autos que pasan marchan despacio
y el sol encandila su oro y topacio.

El viento fresco sacude las rosas,
lilas, las nubes, se mueven globosas,
gimnastas que andan caminan cual diosas,
los árboles tienen copas gloriosas.

Cielo zafiro con tintes glaciales
aun ilumina en azules graduales.

¡Qué lindo el día! ¡La calle es palacio!
¡En la mañana de ven tantas cosas!
¡Son tan hermosas! ¡Y son tan normales!



Lucía

(Jotabé)


Hace más de un año que no nos vemos
no nos hablamos… ni aunque nos forcemos.

Mi ego mentecato me ha dominado,
quedé corrompido y de ti alejado.
Tantas veces soñé estar a tu lado,
mas mi corazón no te ha perdonado.

Es imposible que pueda gustarte
por eso, triste, he dejado de hablarte.

Hace siete años que nos conocemos
pero nunca de tí me he olvidado,
y he fantaseado dejar de amarte.


Por otro optaste y fue buena elección:
él, oro puro; yo, simple latón.

Y termine solo; solo y llorando.
Buenos momentos vivo recordando,
tus ojos tiernos en mí van rodando
tu risa y tu cuerpo en mí van calando.

Ya no podía ser solo tu amigo.
Quería vivirlo todo contigo.

Mis sueños contigo: pura ilusión.
Y mi corazón se fué destrozando…
pesada carga que llevo conmigo.


Me equivoqué al decirte que te amaba.
Nunca pensé que de mí te alejaba.

Pero pienso que si hubiera mentido
un falso, un engaño habría yo sido.
Y eso, quizá, me habría permitido
seguir viéndote y seguir escondido.

¡Haberme debí quedado en silencio!
Para ti nada soy y eso evidencio.

Pero todo eso, en la nada acababa
vivir en farsa… no hubiera servido
a tu nostalgia yo me penitencio.



Paloma negra

(Jotabé)


Paloma negra, tu volar no freno
pues cargas tragedias bajo tu seno.

Paloma negra, como el cuervo auguras
miserias a quien a tu par figuras,
reguardas mil penas en tus negruras
o graves desgracias das y conjuras.

Ya es hora que tu vuelo reasumas.
¡Vete y no vuelvas! ¡¿Porqué no te esfumas?!

Aléjate de mi lado te ordeno.
Eres señal de penurias futuras.
Que ni una me rocen tus sucias plumas.

 
     
   
     
 
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