¡Ay, besos!

(Jotabé)


Moja mis labios, quita la amargura,
arrasa como el mar con mi tortura.

Quiero un beso mojado, casto y puro,
un beso que me envuelva en su conjuro,
bajo un tenue crisuelo o en lo oscuro;
no le tengas piedad a mi murmuro.

Los besos del poema de Mistral,
son los besos que quiero en cada umbral.

Hay besos que son una desventura,
y otros de una pasión cuyo perjuro
nos resecan los labios como sal,


mas yo quiero tus besos de pasión,
aunque se me evapore su poción.

¡Ay, esos besos suaves con espinas!,
cuando con su dulzura te empecinas
a una muerte fatídica encaminas
los latidos que tornan a resinas.

Aquella resonancia cuando explota,
cae del corazón como una gota.

El beso lleva impresa una ilusión
que de apoco termina siendo ruinas,
cuando su inmenso piélago se agota.


Vida mía, tus besos son mis gemas,
en este pentagrama de poemas.

Esquirlas de la luna son tus besos
y decoran con nobles embelesos
mis mundanas locuras, mis excesos;
en ti dejo mis labios bien confesos.

_Besos inermes, besos que con alas
atraviesan el alma como balas_

De esos besos causantes de problemas
de magia y de placer salir ilesos
es difícil, si ignoras las bengalas.



El vigor del amor

(Jotabea)


El vigor del amor desenfrena pasiones
y en sus dejos naufragan un millón de emociones.

Se ës feliz con tal prisa que se eriza la piel
al arrullo angustioso del sabor de la miel,
que los labios bermejos a merced de un clavel
le conceden al beso que destila oropel.

El amor confabula nos revuelca la vida
y la calma intranquila la entendemos perdida.

¡Ay, de quién del amor no conoce sus dones!,
es divina esa flor cuando eres un doncel
que en el pecho su tenue primavera suicida.


El sollozo inminente del invierno que llega
es la prueba de muerte, que tonto es el que niega

que el dolor del amor le concede al lirismo
su nostalgia de ensueño al caer al abismo,
que la pena obedece al amor y su holismo
incluso cuando el mismo padece de egoísmo.

Amar y comprender siempre van de la mano
si el acto no resulta habrás vivido en vano.

El amor y su encanto lentamente nos ciega
de él debe esperarse el clamor del orfismo
y una pieza incesante de violín o de piano.