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Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé



Rima Jotabé



Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé en lenguas diferentes al Español

Directorio de Poetas que escriben en rima Jotabé en español
 
 
PAUL MARTÍN
 
Poemas
 
Paul Martín

Paul
Martín

Segovia (España)
Reside en L'Ampolla,
Tarragona (España)

Soñadores de sueños

(3 Jotabé)


Tratando de llegar a un armisticio
con este alma que asoma desde el quicio

de cordura tan cierta como insana;
desperté el raciocinio, a la mañana,
sujetando su impulso, con desgana,
de salir a correr, por la ventana

y perderse en el monte y su misterio
para escapar al fin del cautiverio

que, en este mundo, sin dejar resquicio,
ordena siempre, al toque de campana,
los cuerpos en camino al cementerio.


Y así cada mañana llegó el día,
tal vez sería tras una noche fría,

en que no pude contener su brío
y con la fuerza de un toro bravío
empujó mi razón al cajón frío
que prepara la muerte a todo impío.

Y quitando cadena al corazón
salió mi alma sin decir perdón

a buscar por el monte la alegría
encontrar luz hasta en lo más sombrío
y olvidar en su mundo la razón.


Buscó la libertad con tal empeño
que incluso el mundo pareció pequeño

y así paró el camino por soñar
juntando de las letras el azar
que las flores dejaran al pasar
prendidas de sus pies al caminar.

Despertó en el olvido del camino
ebria de libertad, que no de vino,

y se puso a cumplir su desempeño
y me dio por reír y por llorar,
soñando que este sueño era divino.


(Poesía ganadora de una Mención Especial del III Concurso Internacional de Poesía El mundo suena en Jotabé)



Brazo de brujo, bastón de gitano


(Jotabé)


Brazo de brujo, bastón de gitano
armas de los talentos del villano

tintas sobre olas de este calamar
que vino a sumergirse en este mar
para en su sombra de negro sin par
componer en estrofas su cantar.

Engaño al viento que distrae el ojo
como de los sabores el hinojo

encubre el mal olor de este marrano
pasado ya de fechas como ansar
dejado en putrideros de su antojo



Por mis bigotes, podemos


(Jotabem con estrambote)


El amor será el que venza
escalando de esta trenza

la muralla que combate.
Haciendo de pluma bate,
Constantino nos desate
lo que a todos nos abate.

¡Venga de su mano ciencia!
Y de mi verso, paciencia.

Que combatir esta influenza
no ha de ser tal disparate
con de Rapuncel conciencia.

¿La sentencia...?
Rascándome ya el cogote,
¡la saco yo del bigote!



Entre dos continentes


(Jotabem con estrambote)


Otra flor ponga al jardín
me pide este malandrín

que con sus artes desata
duelos a espada de lata
que en cubiertas de fragata,
con letra nada barata,

surcan el mar de allí a aquí
y vuelven desde aquí a allí

en un constante trajín
que aprieta, pero no mata,
a quien hoy suscribe así.

¡No mentí!
y a Miguel Cantú le digo
"con este verso, prosigo".



Procesión de silencios


(2 Jotabejoa)


No resuenan los pasos desnudos por las calles
y el silencio se extiende del Gólgota a los valles.

Ya los tambores callan su palabra ante el mazo
sumidos en su ayuno de estrecharse en un lazo.
No recogen las calles la magia de tu abrazo
sin redención de penas en el fervor que aplazo.

Y así, tan lentamente, se agota el recorrido
de tan tristes pasares en la pasión dormido.

Y el silencio se extiende del Gólgota a los valles
sin redención de penas en el fervor que aplazo
de tan tristes pasares en la pasión dormido.


Saetas en balcones desaten nuestras penas
Procesión de silencios que inundan nuestras venas.

Estas calles vacías parecen desoladas
sin caminar de pasos que atraigan las miradas
ni cruces imponentes en hombros arrojadas.
Almas en penitencia de errar desconsoladas

se ausentan de estos llantos en que solo me inmolo;
ausencias de uno mismo, viviendo en vida solo.

Procesión de silencios que inundan nuestras venas
almas en penitencia de errar desconsoladas
ausencias de uno mismo, viviendo en vida solo.



Romance del entierro pospuesto de San Genarín


(16 Jotabé)

(Encomendado)


— A empellones procesionan las gentes
por el orujo sembradas sus mentes

que no nubladas por el ebrio efluvio,
pues aunque en sus gargantas el diluvio
de tanto dulce néctar sea antuvio
de algún necesitado maniluvio

no ceja en mantener su mente clara
quien a San Genarín se encomendara.

Pues es sabido aquí de concurrentes
que el agua que se ingiere del impluvio
era en la mesa de este más bien rara.


Nacido del hollejo de alguna uva,
macerado en el fondo de una cuba,

transportado en el buche de un pellejo,
es el licor capaz de hacer de un viejo
el más hermoso Adonis en espejo
y en la cama oportuna un buen conejo.

Que encaminándote a la sepultura
buena vida te diera en tu andadura

y a los cielos sin duda tu alma suba
esa ambrosía que en aljibe añejo
guardabas en desquite de amargura.


Mas hete aquí que no ha de ser este año
la algarabía de tu entierro el baño

de multitud de tantos de tus fieles
que tras probar de aquel licor las mieles
tan felizmente juntaban sus pieles
en profusión de lenguas cual babeles

camino de tu lecho funerario
en homenaje póstumo al calvario

que dejó a esta ciudad, ya desde antaño,
huérfana de tu esencia en los burdeles
y analfabeta sin tu abecedario.


Por combatir este virus que azota
nos han pedido no bailar la jota

por las calles y rincones de esta urbe
no habiendo ya ni un alma que conturbe
ni tan siquiera perro que disturbe
ni mucho menos moza que se turbe

y alivie con su ardor el sufrimiento.
Dejando solo en el licor contento

corren grandes silencios en chacota
no hay muchedumbre que la paz perturbe
ni quién a entierro de consentimiento.


Ya están los lupanares solitarios;
y las tabernas mueren sin horarios

y por más que hoy consultemos a sabios
que sacan punta doctos a astrolabios,
nadie acierta a decir si estos agravios
permitirán besar pronto unos labios

ni a poner fecha exacta al disparate
de tener a la gente cual abate

pasando toda hora en rezos santuarios
y alimentando tanto sus resabios
que solo ha de parar esto en dislate.


Bien seguro que ahora el despertar
tan solo te podría hacer llorar

mas yo te invoco aquí, San Genarín,
rogándote perdones el trajín.
Solo vean tus ojos el mohín
acomodado en tanto fiel afín

que en su confinamiento desespera
por no poder echar su cuerpo fuera

y disfrutar del dulce trasegar
en la taberna de un buen orujín
y en mancebía de mejor manera.


Así es que me encomienda que te invoque
la autoridad que sin blandir estoque

de tu memoria se ha encargado tanto
y que en fidelidad te hizo tan santo
que hoy más de treinta mil siguen tu manto
en el embrujo de este Jueves Santo.

por calles de León hoy tan cerradas
que otrora vieran desfilar mesnadas

y hoy más bien hacen que solo provoque
en estas multitudes triste el llanto
desde balcones con caceroladas.


Así me lo ordenó el evangelista
del cual, si quieres una sola pista,

diré que tu devoto él fue el primero,
que su tercer pronombre dice Herrero,
no tuvo nunca un pensamiento huero
ni fue la suya vida de trilero;

qué buen hijo de Pedro fue el difunto
que ayer se apareció con este asunto

a decir que te pida de esta lista
tu intervención de santo con esmero
sabiendo cumplirás punto por punto.


Dice don Paco que ha de ser primero,
y se ha de proceder con buen plumero,

el cuidar que el contagio no se extienda
y sabiendo el esmero de tu hacienda
que pusiste a enseñar en la contienda
de otros asuntos también sin enmienda,

no ha de ser falso que quien cuido pito
sea con este virus exquisito

y te ruega te pongas al tintero
a razonar que no han de ir a la tienda
a comprar lo que salga a uno del güito.


(San Genarín; bostezando)

— Ya que me invocas y me has despertado
desde este sueño tan largo y apartado

deja que enjuague en un poco de orujo
el gaznate reseco cual garujo
y exponga sin embate y sin tapujo
las verdades que ya algún sabio adujo

sobre higienes en temas de epidemias
que pueden provocar grandes pandemias.

Que si el yacer sucio y desaseado
para el placer con hembra es de blandujo
de necio es exponerse a septicemias.


Salir sin prever protección alguna
parece sea cosa inoportuna

y ha de ser más de hereje que de ateo,
el toser cien mil miasmas al venteo
sin cuidar a los otros con aseo
de nuestro esputo, salsa o moqueteo.

¡Qué el salir con embozo hoy no es delito!,
e igual que cubres con capucha el pito

parece cobertura muy oportuna
el usar mascarilla aun sin ser feo
con el fin de evitar el finiquito.


Y mirad que lo dice un descuidado
que solo por cagar fue amortajado.

Por no poner oído a ruido alguno
ni prestar ojo a trabajo ninguno,
que no fuera plantar el aceituno,
hoy se ve silenciado, triste y bruno.

Que en estas cosas de la vida y muerte
no conviene confiar nada a la suerte

y siempre está mejor ser arreglado
que aquí conozco yo ya a más de alguno
que yace eternamente por ser fuerte.


— Bien dicho habéis San Genarín lo dicho
que solo así podremos con el bicho.

— Tampoco os olvidéis, mi buen hermano,
que ahora no es cortés el dar la mano,
que incluso el casto beso es de marrano
y habremos de esperar hasta el verano

a visitar tabernas y burdeles
con paso acompañado de caireles.

Que tanto gusto da el mayor capricho
y como bien dijera Vespasiano
¿qué valen los dineros si no hueles?


Hágaseme el entierro ya en otoño.
¡Dejen que ya la gente esté hasta el moño

y corran los pellejos a raudales!,
regando de aguardiente a comensales
e incluso a algunos dignos concejales
o algunos buenos curas con misales.

Solo os pido que ya fuera del nicho,
y habiendo despertado en entredicho,

me dejéis un pellejo en matrimoño
aquí a mi vera, con sus credenciales,
para esperar mi entierro a mi capricho.


Que ebrio de este beber tan exquisito
me recojáis del suelo ya bendito

y solo tres mujeres me jaropen
de sus labios el licor con que hisopen
mi cuerpo y mis entrañas cuando arropen
mi mortaja final cuando la empopen.

Y navegar las calles de León
sin ver ningún cristiano en su balcón.

También os ruego que en gran plebiscito
gentes diversas en bullir se atropen
y acompañen mi entierro en procesión.


Prometo de esta suerte con mi entierro
poner ya fin lo más pronto a este encierro

regar las calles de León con vino
hasta inundar el cielo y lo divino
para borrar la huella de este espino
sin dejar su memoria en pergamino.

Beber hasta morir; nacer de nuevo,
morir para beber dentro de un huevo

y romper las cadenas de este hierro
saliéndole al encuentro en su camino
al mundo que en este pacto hoy os renuevo.



Soledad apática


(Jotabé)


Pasan horas veladas por cortinas;
difuminadas en blandas rutinas

que desdibujan grises la mirada
cuando al nacer parece terminada
y al dar un paso fallece extenuada
incapaz de escapar de su morada.

Pasan de largo en su latir sin pulso,
en esa complacencia de lo insulso

que edifica palacios solo en ruinas
en un yunque por horas golpeada
sin el aliento de un mínimo impulso.


Cada día es un mundo el que amanece
y en cada despertar rejuvenece

la eterna duda de elegir vivir
o devenir en triste sinvivir
esperando partir a un provenir
sin decidirse a dejar de dormir

y en esa espera convertir los días
en lágrimas, a mares, de agonías.

A un soplo de locura se parece
el corazón que desea partir
rumbo a un paisaje lleno de alegrías.


Es un insulto al mar en cada día
dejar de componer su melodía

para enterrar la vida en los disfraces
de esa rutina gris en que deshaces
tus horas como piezas de desguaces
en el tejer de manos incapaces.

Es un insulto; enorme desperdicio;
un agravio a la mar sin armisticio

no componer el día en sinfonía
y solo recordar, ya cuando yaces,
ese tiempo arrojado al precipicio.



Arquitecto de la rima


(3 Jotabé)


Muere la letra y nace la palabra
en el gesto de un mago, abracadabra.

Suerte nacida del caliente ardor
del fuego abrasador de algún amor,
de la venganza del fuerte rencor
o como de la muerte el estertor.

Los grandes temas son así tratados
amar, morir y odiar ya maniatados

y expuestos a la danza de una cabra
truco brillante del gran burlador
trayendo pensamientos endiablados.


La pluma los escoge y los recoge
los estira, ya aprieta, o los encoge.

Los ajusta en el verso más diverso
con variedad de rimas al reverso
y juegos de palabras en su anverso
capaces de emular un universo.

Los dispara en un mar de disparates
o los ordena evitando dislates.

Nace la estrofa que en su nido acoge
la confesión rebelde del converso
inepta para oídos botarates.


Brota en junio en la mano que la escribe
la hace suya, la narra y la describe

la ordena, la estructura y, la regula,
la mide la formula, la estipula,
establece su norma y la articula
alimentándola en su propia gula

tiñendo en sangre roja sus papeles
en un sufrido paño sin caireles.

Y lejos de su muerte sobrevive
siendo casi mujer, no disimula
y en su vibrar llena mis anaqueles.



Cuando vivir es lento


(3 Jotabé)


Cuando vivo despacio me entretengo;
y lento en cada paso me contengo

del pintar con mi sombra tus paredes,
hacerme eterno lastre de tus redes,
servir de fiel morada de tus sedes
o siquiera pedirte que te quedes.

Cuando vivo despacio voy sin prisa
a la caza de risas en la brisa.

Y me sobran las horas cuando vengo
a seguir el camino que precedes
tan lejos de alcanzar a tu sonrisa.


Cuando vivo despacio pasan horas
que vienen como trenes con demoras

dando ritmo a mi tiempo en un latir
ajeno a toda prisa por partir
si no ha de detenerse en el sentir
cada instante que tengo por vivir.

Cuando vivo despacio vivo intenso
al abrazar en ti tu ser inmenso.

Paladeando tiempos como moras
cogidas arañándome y morir
en las espinas de su zumo denso.


Cuando vivo despacio solo vivo
y es por ese vivir que yo percibo

que tu casa y la mía están en una
que no necesitamos ya la luna
para buscar camino en su fortuna
y tan solo soñar sin vida alguna.

Cuando vivo despacio te recojo
siendo en mi corazón donde te alojo

Cuando vivo deprisa me desvivo
nadando errático en laguna bruna
buscando en mil rincones de reojo.



Diálogo con Salma


(6 Jotabé)


Salma me dijo al terminar el día
que era de su vivir del que extraía

que era Dios un eterno laberinto
donde buscar un ser en sí distinto
era el error frecuente del instinto
que mueve al ser humano a usar su cinto

para amarrase en él a fuerza pura
sin entender su punto de locura.

Que es solo el hombre en su sabiduría
el que pone a sus vidas el precinto
de buscar por caminos de cordura.


Ella dijo que el Dios al que buscaba
no se encontraba en los campos que araba

que antes quizás lo encontraría errante
entre gotas de sal y azul brillante
reflejo de la luz que en un instante
da magnífica vida a un ser atlante

que derrama sus dedos sobre el agua
desprendiendo la nota de su enagua

y arranca sinfonías cuando acaba
todo sonido errático y distante
y solo queda ya el latir en fragua.


También me dijo que entre el agua y el fuego
habría de buscar caminos luego.

Que en ellos se presentan tentaciones
que dan vivir intenso a las pasiones
capaces de sembrar las emociones
en que camina Dios por los rincones.

Y que en esas esquinas vive eterno
entre la paz y el humo del infierno.

Que el simple transitar del rezo al ruego
esperando benditas bendiciones
era buscar en un eterno invierno.


Me dijo que era un barco en su zozobra,
errar en el que nada falta o sobra

que entre el averno y cielo se debate
para encontrar el corazón que late
en ese frágil límite de empate
marcado por las olas en su embate.

Que no se hallaba en el buscar condena
y sí en el no hacer corta cadena.

Ancla que impide por sí la maniobra
de desbordar la estela en disparate
en busca de alegrías o de pena.


Vivir intensamente lo que ofrece,
me dijo Salma que es lo que merece

la búsqueda de un Dios en libertad
que aprecia más un alma en soledad
que las palabras huecas, sin piedad,
de tantos doctos que en su iniquidad

justifican en Dios su gran tortura
para llenar las vidas de amargura

y del padecimiento que empobrece
solo ver en la vida oscuridad
despreciando los bienes que procura.


Me despedí de Salma en la mañana
pasada ya la noche en una nana

llena de paz en su lento discurso
y en ese bello rumbo de su curso,
que asomó el laberinto a mi transcurso
mostrándome el camino y su recurso,

hallé en perderme al fin poder hallar
sin brújula o sextante que mirar.

En esta forma habló su voz temprana
protegida de Dios en un decurso
lleno de estelas por nadar en mar.



Amar en un instante


(3 Jotabé)


El ansia que persigue tus rincones
es razón de alejar dos corazones

que se visten despacio en el intento
y se desvisten rápido al momento
de darse paz en el abrazo lento
de la noche que brinda su alimento.

Pobre comida la de esta locura
que solo busca piel y no procura

el poderoso beso de pasiones
que eleven más allá del simple aliento
el respirar profundo que perdura.


Triste destino el de un amor sin tino
que, a destajo, se vuelve desatino

perdido en los sabores de una piel
que en su dulzura se percibe en miel
y al comulgarla se traiciona infiel
en la seca amargura de la hiel.

Una caricia que suave y ondulada
al final de su viaje ya no es nada

busca en su levedad un gran destino
y apenas puede serle fiel al riel
que le lleve a parar en la posada.


Efímeros instantes, fugaz verso,
incapaz de alcanzar el universo

de la palabra escrita en una estrofa.
Burla de amor que en instantes se mofa
sin darse cuenta que sin pie ni cofa
la tersa vela es ya mañana bofa.

Jirones en el viento de un velamen
sin nadie que les ame o a quienes amen.

Triste destino el de poner lo terso
y anteponer lo bello de la estofa
al tejido del tiempo y su dictamen.



Tu mar en mis rincones


(3 Jotabea)


Me dijiste que el barco se movía despacio,
que no batían olas de camino al palacio

ni escondía tesoros del mar en sus bodegas
ni latían los vientos en las amplias fanegas
de sus hermosas playas anidadas por vegas
regadas por los ríos en sus dulces entregas.

Me dijiste que el mar no era en sí tan violento
y que era, como el mío, su caminar muy lento.

Que deshacía en horas las olas de topacio,
de intensos amarillos, esperando las siegas
mecidos arrozales en su profundo aliento.


Me contaste que el mar era un solo universo
prendido de las aguas de un infinito verso.

Que sus playas sonaban a mordiscos de arenas
y a pellizcos de sales bajo las lunas llenas
que inquietaban las almas inundándolas plenas
de esas grandes mareas que corren por tus venas.

Me contaste las horas, minutos y segundos
de la paz que tenías sumergido en sus mundos.

Que mil vidas latían cuando estabas inmerso
en sus aguas profundas nadando entre ballenas
entre las algas tiernas y los peces fecundos.


Me narraste las vidas eternas de tus mares
los cantos innombrables de sirenas a pares,

pero no me dijiste que tu ya no estarías
que en mi justa llegada sobre el mar partirías
en otros vuelos lentos que no compartirías
y solo me dejaste tu baúl de alegrías.

Me explicaste despacio que tu vida era loca
y tan solo dejaste la sal sobre mi boca.

Y ya vivo despacio tus mismos despertares
y gozo los rincones que tú tanto querías
cuando imagino verte pescando allá en tu roca.



Confesiones


(Jotabé tetradecasílabo)


Cuánto rencor es posible alojar en el pecho;
tanto para asomarse por la espalda derecho

marcando una joroba jorobada de nidos
carga de soledades y muertos escondidos.
Reino es este de reyes de insomnios sin sentidos
que guardan paraísos de deuda consentidos.

Albergues de conciencias que alojan previo pago
pecados susurrados al pie de un pobre alago.

Hipocresía fugaz de ese perdón de lo hecho,
antes que la verdad en llantos arrepentidos,
escupido en palabras para pasar el trago.


Cuánto no ha de pesarte este sin pecado hallado
en perdón de lo dicho y nunca de lo callado

Cuánto no ha de dolerte tu triste desembarco
cuando al romperse la cuerda que tira de este arco
alcances la playa de oro a que pusiste marco
y veas que tu triste equipaje es más bien parco

para habitarla en su paz y a corazón abierto
en ese mundo feliz que creías tan cierto

Y en lugar de en tu espalda encontrar un torso alado
halles tan solo el barro batido en ese charco
al que condena el gran peso de tu desacierto.



Gozos de paz y rezos a raudales


(2 Jotabé)


Deja la paz y el agua en mí por dentro;
que acomoden su luz en nuestro encuentro;

que en el latir profundo de la noche
busco acortar la vida en este atroche
y poner al camino digno broche
para alcanzar la luna a medianoche

y en descanso ponerme a contemplar
de incontables estrellas su templar

tañendo notas que en profundo adentro
compongan sinfonías que en derroche
aneguen con mareas mi manglar.


Dale la paz que pido así a los míos
que se inunden de mar con estos ríos

que me corren por dentro tan aprisa
y deja que se pongan mi camisa
traída por el aire, que en su brisa,
bruñe de alumbre y sol esta sonrisa.

Que no les falten nunca los instantes
puestos a ser memoria en sus estantes.

No les dejes llegar a ser impíos
ni a perderse en la nada de la prisa
ni en la sabiduría de ignorantes.



Laguna negra


(2 Jotabé)


Desde lo más profundo y en sí enterrado
nace el recuerdo más apasionado.

La emblemática luz de lo que vive
en una simple nota que se escribe
al vuelo del susurro que recibe
el pequeño cajón en que se inscribe.

Memoria de sonrisas y de abismos
de la que ausentes no somos los mismos,

no me dejes vivir abandonado
que sin ti en esta vida se percibe
una inmensa laguna de ostracismos.


Llena mis mares y mantenme cuerdo
que no quisiera entrar en desacuerdo

con el voraz discurso del olvido,
y el abandono extraño de este nido
que es sustento de todo lo vivido,
tanto lo dado como recibido.

Laguna negra de negro improperio
no inundes mi cabeza de misterio,

deja que anide en mí todo recuerdo.
No me dejes vivir desfallecido
ni entierres ya mi mente en monasterio.



Gota de mar


(Jotabé)


Gota de sal que anidas en locura
con el picor que sirve de tortura

a un alma que sin sal no busca nada
al sentirse desnuda y desnudada
en los ojos que arropan la mirada
de aquella que es más que querida amada,

no me faltes jamas en estos labios
por mucho que entre ellos halles agravios

y en esta soledad que hoy me procura
el convertirme en solo y solo en nada
dame la paz de tus consejos sabios.


Que es en este silencio que me acuna
donde encuentro la sal de mi fortuna

la lágrima salada, este acicate,
que me acerca y me aleja en su debate
del sollozo de tanto disparate
llenándome de olas que con su embate

juegan en esta playa a no morir
rompiéndose en las rocas por vivir

pintando de colores agua y luna
o haciendo que entre tanto gran dislate
tiña la rosa en rojos al abrir.



Como un silencio lleno de cansancio

(Jotabé)


Como un silencio lleno de cansancio
exprimo mi latir y aquí lo escancio

atrapado en el grito de un estruendo
que con el tiempo va disminuyendo
a fuerza de sustraerle el minuendo
a la suma inconstante de mi atuendo

en el batir las alas desbocadas
que hoy el viento ya se bebe a bocanadas.

Y de ese cáliz tomo el vino rancio
que en sus vapores ya me va envolviendo
al hilo de palabras susurradas.


Es en estas palabras hilvanadas
en donde se recogen las puntadas

que cosen este tul de la memoria,
suavizando la vista de una historia
que solo por rescoldo deja escoria
en el círculo eterno de esta noria

que me mueve a sentir la borrachera
de todo lo que puse en sementera.

Esta vida narrada a pinceladas
sea expresada aquí en convocatoria
para comadres de misma escalera.


No le pongan rumor a lo que digo
ni le echen ya mas cuentas a este abrigo

de las que le echarían a un borracho
o a las palabras de un pobre muchacho
al que la vida hizo este mamarracho
por no querer seguir al populacho.

De antisocial, sociópata, es tachado
quién aquí les presenta su entorchado.

Tengan a bien considerar conmigo
las letras que hoy escribo, y les despacho,
en semblanza cabal de este apachado.

 
     
   
     
 
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