Bruja

(Jotabem trisílabo)


Te empuja
y estruja,

con ganas
arcanas.
Con sanas,
insanas

y feas
ideas.

Es bruja,
con canas
y breas.



Día marino

(Jotabé)


Mágicas olas mi cuerpo empaparon,
brujas de espumas tus aires notaron.

Toda la playa se vistió de amor
con tus caricias y con mi calor.
Almendras de arena, dieron sabor
al labio agitado del besador.

Los peces, pretendían alcanzar,
radiantes, las nubes con su saltar.

El cielo y el mar igual intentaron
unir matices en solo un color;
sobre las dunas de tu enamorar.



Naturaleza

(Jotabejo)


Divina mía la Madre Natura,
la respiramos bella y es muy pura.

Tiene su espíritu y nos rodea
con sus brazos de amor, que auto moldea
muy suave, para ser nuestra albacea
en el propio camino que ella crea.

Inmortal, no podrá ser abatida,
cual máxima deidad de toda vida.

La respiramos bella y es tan pura
en el propio camino que ella crea
cual máxima deidad de toda vida.



Hoy yo

(Jotabem trisílabo)


Yo soy
cual voy.

Amigo,
y abrigo.
Contigo
persigo

finuras,
dulzuras.

Yo hoy
bendigo
ternuras.



Mi damisela

(Jotabem pentasílabo)


¡Te quiero tanto!
Así te canto.

Te besaré
adoraré
admiraré
y serviré.

Por ser tan bella
cual una estrella,

tienes tu encanto.
Yo te amaré,
guapa doncella.



Compás de amor

(Jotabé tridecasílabo)


Quizás estés en la otra cara de la luna,
o tal vez detrás de aquella lejana duna.

No sé. De verdad no sé dónde tú estás.
Sí estoy seguro de acercarme más y más
a esa huella de luz que tú dejas cuando vas,
irradiando vida y dando amor, además.

Sé que llegará el día que podré tocarte
y lo haré eterno; sin dejar de besarte.

No habrá límite, obstáculo o muralla alguna
que siquiera intente detener el compás
de mis dedos, haciendo música al amarte.



Gracias a tu jardín

(2 Jotabé tetradecasílabos)


¡Qué maravilloso es pasear por tu jardín!
Un edén de flores donde domina el carmín.

En mis manos tenía cinco rosas al verte
sus botones te sintieron y vibraron fuerte.
El alma mía trepidó al tener yo esa suerte,
y sacudió mi hálito. Quedó mi cuerpo inerte.

Tú te acercaste y me pediste solo una rosa,
¿para qué la quieres? Siendo tú ya tan hermosa.

Por tu vergel yo andaba en busca de mi jazmín,
y lo grito sin parar: ¡mágico el conocerte!
No hallé la amarilla yema. Te encontré: preciosa.


Entonces comprendí qué significa vivir.
Lo qué es sentir cada día, el corazón latir.

Logré no tener dudas sobre la flor más bella,
para mí quedó muy claro tu sostén: mi estrella.
Marcas tú la senda de mi vida, no lo hace ella.
Todo quedó evidente desde la tarde aquella.

Desde que se ocultó el sol y te adquirí, tesoro.
el astro rey se ocultó, dejando en mi alma oro.

Fue cuando decidí: yo ya no quiero morir.
Que ningún ataque haría en mi persona mella.
Y todo se explica simple: es porque yo te adoro.



Para que…

(Jotabem)


Mis labios son mariposas
alegres besando rosas.

Recorren su cuerpo puro
sin encontrar ningún muro
ni presente ni futuro.
Ni siquiera lado oscuro.

Mis labios la besan toda
mientras ella se acomoda:

para que yo piense cosas,
para hacerla mi conjuro.
Para que goce a mi oda.



¡Qué suerte la mía!

(Jotabé)


Eres tú mi remedio a la codicia,
mi antídoto gallardo a la malicia.

Un encanto que me hace más humano,
me embruja de solo tocar tu mano.
Te siento y me abandona lo malsano;
se aparta todo detalle pagano.

Magia llena mi alma cuando te siente,
y se hace mi corazón más valiente.

Valor para desafiar la avaricia.
Aliento, que me toma de paisano.
¡Invadió al verte una estrella mi mente!



Gratitud

(Jotabé decasílabo)


Crees tú que todo ese dinero
borrará mi voluntad y esmero.

¿Sabes que obtendrás con tú mentira?
Mira bien, mi corazón se estira,
se agiganta, crece y nunca expira.
Por eso te digo: apunta y tira.

Al final nos queda agradecerte
y por este amor corresponderte,

porque ganamos. Por eso espero:
tu actitud lo piensa, se retira
y este amor la mano va a tenderte.



El río y tú

(Jotabé)


Ese río me maltrató ya inerte,
golpeó mi cuerpo, impulsó mi muerte.

Solo cumplía bien tu orden malvada
mandato vil de la mujer amada;
rogué yo al río y no sirvió de nada,
porque con dolor me dio su patada.

Mirando desde la orilla gozaste,
cada uno de sus golpes, disfrutaste.

Sin vida el río me arrojó a la suerte.
Por allí pasaste alegre, calmada,
e incluso así, tú dices que me amaste.



Disputa por tu amor

(Jotabem)


Yo, de tan solo olerte
ya me exijo tenerte.

Quiero en tu cuerpo hurgar,
tus dos labios besar;
tus dos senos tocar
toda a ti acariciar.

Si acaso yo en la noche
noto de ti un reproche;

no será esto perderte,
porque yo voy a luchar:
¡tú eres de mi alma el broche!