Victoria
López de la Torre
Uriguay |
Bello horizonte
(Jotabé eneasílabo)
Deambulando por el monte.
Explorando el bello horizonte.
Disfrutando el cielo celeste
De aquel paisaje tan agreste.
Sintiendo los vientos del Este.
Siguiendo la ruta, aunque cueste.
El aire era liviano y fresco.
En aquel lugar pintoresco.
No he visto lugar que así atonte,
que hasta el alma más libre arreste.
Con ese ambiente novelesco.
El anciano
(Jotabé dodecasílabo)
Sus arrugas marcaban su rostro pálido.
Cansado, pero sin dejar de ser cálido.
De joven, su sonrisa te iluminaba
era luz, y como esta se propagaba
tanto que parecía que encandilaba,
como una vela que nunca se apagaba.
Con el pasar del tiempo, este fue creciendo
eso que lo distinguía fue perdiendo.
Para el anciano el amor ya no fue válido,
sin saber cómo, ya nadie en él confiaba,
y su alma rota, se encontraba sufriendo.
La declaración
(Jotabém heptasílabo)
Mirándome de frente
Me dijo lo que siente
Que me ama con locura
Y sin tener premura
Que perdió su cordura
Me quiere con dulzura
Eso es lo que yo siento.
Dije en ese momento.
Viéndome dulcemente
Me besó con ternura
Y dejó sin aliento.
Para mi amor
(Jotabé eneasílabo)
Querido amor, quiero explicar,
porque no te dejo de amar.
Tu mirada es mi perdición,
parando mi respiración,
al mirarla con atención,
y ambos hacemos conexión.
Tus palabras son poesía.
Tu sonrisa es pura alegría.
Me gustas tanto como el mar,
tienes su ímpetu y su pasión,
y al mirarte haces que sonría.
El enamorado
(Jotabém)
Cada día la veía,
Cada noche la quería.
En sus ojos la pasión,
lo llenaba de emoción.
Su amor sin comparación,
como una hermosa canción.
Él en secreto la amaba.
Y en secreto la soñaba.
Un enorme amor sentía,
le daba satisfacción,
Y a viva voz lo gritaba. |
