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Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé



Rima Jotabé



Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé en lenguas diferentes al Español

Directorio de Poetas que escriben en rima Jotabé en español
 
 
NOEL LEÓN RODRÍGUEZ
 
Poemas
 
Noel León Rodríguez

Noel
León Rodríguez

La Habana (Cuba)

Por Vilanova del Grau, canta Valencia

(Jotabeí con acentuación melódica)


I

Vilanova del Grau los pescadores,
se someten al mar con mil amores.

Por el paso del Turia te formaste,
una franja de tierra moldeaste,
en el firme tus brazos estiraste
a través de los siglos en desgaste.

No te oxidan cuchillos salitreros
esas veces que braman los esteros.

En el paño del agua sus clamores
la escalera lo trajo, lo adoraste.
El Santísimo Cristo en sus maderos.


II

Una hilera de chopos a ambos lados,
amortiguan el sol como soldados.

Esas tardes que corres a Valencia
Vilanova del Grau por tu elocuencia,
con tus cantos de cielo, de obediencia,
te convierten en flor de la paciencia.

La modestia discurre por el talle,
una diosa que roza en el detalle.

Una ceja de tierra, salpicados,
por sus gustos, su amor y la decencia,
una magia de Dios surcando el Valle.


III

En un canto un idilio de salitre,
tu remanso salpica en el pupitre.

A lo antiguo te enchapan en la historia,
acertijo que salta de la gloria.
En tu Grau, por los barcos de la euforia,
son las piezas marinas en tu noria.

Fue tan fuerte tu escudo que Valencia,
un baluarte de firme resistencia.

Es el tono rasgado de aquel buitre
que armoniza al compás la trayectoria
y Valencia sonríe en complacencia.


IV

Por Valencia la música retoza,
Vilanova del Grau se te desbroza.

En las aguas azules de su estero,
sobre el mar son las olas un puchero,
son los besos que saltan al te quiero,
van las gotas dispersas del joyero.

Valenciano te corren por las venas
esa música rica en frases buenas,

ese ritmo que al cuerpo humano roza
y que corre al igual que un avispero,
que disipa del alma viejas penas.


V

Vilanova del Grau de nueve vientos.
una flota que cruza a sotaventos.

Entre el puerto que se abre en su acogida
un respiro del agua por la vida.
El mar mediterráneo, convida
Vilanova del Grau tan complacida.

Es Valencia que canta sus amores,
son sus bailes con ritmos interiores.

En conciertos de bandas, instrumentos,
en retretas de amor por su avenida,
la avenida del canto y de las flores.


VI

A Valencia le llegan los cantares,
por el Turia que entona sus andares.

Trae un canto a trabajo permanente,
a sudor que desborda por la frente.
De las aves que son del continente
de la mezcla de sangre antecedente.

Es un canto a Valencia una fineza,
una nota sutil sola adereza.

Al compás de las olas de sus mares,
lleva el ritmo puntual como aliciente,
que se acopla a los pies y la cabeza.


VII

A Valencia le llegan sus talentos
y le cantan melódicos acentos.

Las montañas le dan esa armonía,
cordilleras de paz y de alegría,
la llanura resulta cofradía,
con sus músicos, baila la bahía.

Entra el Serpis, el Júcar entre cantos,
el Cabriel junto al Turia, tiernos llantos.

Un desborde total de alojamientos,
con las fiestas se llena la alcancía,
con la risa se alejan los quebrantos.


VIII

El Corpus valenciano es una fiesta,
donde el reino santísimo se gesta.

El altar santifica lo más puro
de los fieles postrados, al conjuro,
los creyentes son mirlos de aquel muro,
el pregón del comienzo es muy seguro.

La cantata por todos peregrinos,
por el paso de barrios y caminos.

Por los años ni el tiempo le molesta,
son los rezos que marcan el futuro,
van los cantos que parlan sus destinos.


IX

Marchas moras en siembras populares,
es la fiesta en Valencia, los altares,

entre músicos, danzas y placeres
valencianos alistan sus enseres,
las carrozas repletan sus deberes,
van los hombres y al paso las mujeres.

Los caminos son músculos viajeros,
en el puerto ya no hay amarraderos.

Una fiesta de luces en los mares,
en las noches se dan amaneceres,
carreteras parecen avisperos.


X

Las colinas se inclinan de repente
apresura el camino confidente.

De las aves que cruzan danzarinas,
son las nubes que alfombran las colinas,
con las alas de mar las golondrinas,
como diosas que vuelan repentinas.

En el cielo se agolpan las estrellas,
de la luna comentan viejas huellas.

De la riada conversa el viejo puente
los quioscos engalanan las esquinas.
Peregrinos le cantan coplas bellas.


XI

En las fiestas se ensayan nuevos cantos,
en los parques retretas entre encantos.

Los tambores se ríen de los mitos,
los oídos aturden con los pitos,
a los niños les gustan estos gritos
que se escapan de tantos requisitos.

Es el coro que acoplan las naciones
es la música el sello, distinciones.

Con el tiempo transcurren nuestros Santos,
es el baile que claman favoritos.
En Valencia convergen religiones.


(Jotabé ganadro del Premio «Valencianía» Fulla del Taronger 2022)



Forjando a golpe de mandarria


(Jotabem)


Siento como se me amasa
el cuerpo, bajo la casa.

Se me ha puesto lento el paso,
soy un duende del retraso
y todo lo que repaso,
me conduce, al «porsiacaso».

Eso sí, veo al despiste
en un tramo que no existe.

Nací con esa argamasa,
que me endurece el ocaso
y al tiempo malo, lo embiste.



El silencio de las noches españolas


(6 Jotabejo)


I

Asalto de la proa cuando el viento
embiste de cornada a sotavento.

Al paso de la noche a la bonanza,
una luz se amotina en lontananza
la vista que galopa y nunca alcanza
la tierra se engalana en verde panza.

Un enjambre de estrellas saltarinas
explota entre las noches anodinas.

Enviste de corona a sotavento
la tierra se engalana en verde panza
explota entre las noches anodinas.


II

A fuerza de dar remos, pobre quilla
que gasta la mirada hacia la orilla.

¡Y los tropos!, juguetes de las olas
en música ritual de caracolas
son brazadas, que danzan sus estolas
al silencio de noches españolas.

Es el reino del mar en absoluto
la marea que entona el negro luto.

Que gasta la mirada hacia la orilla
al silencio de noches españolas
la marea que entona el negro luto.


III

Una garza planea el infinito
se oye el eco que inflama el viejo mito,

el presagio mortal suena agorero.
Ruge el mar sus ampollas de aguacero
la túnica consigue amarradero
en los brazos cansinos del estero.

Destroza de placer la madrugada,
la marea se duerme perfumada.

Se oye el eco que inflama el viejo mito
en los brazos cansinos del estero
la marea se duerme perfumada.


IV

La luna corre a prisa para el viaje
esclava de la tierra en maridaje

vecina del lucero de la aurora.
El camino a San Diego no demora
en brindarse de paz abarcadora
si la noche resulta embajadora

en el paso triunfal, del marinero
cuando el día te ofrece otro te quiero.

Esclava de la tierra en maridaje
si la noche resulta embajadora
cuando el día te ofrece otro te quiero.


V

La vida de emigrante es tan salobre
como al fondo una cueva para el pobre

en el reino sutil de otro rebaño.
Los cuentos de mi abuelo son de antaño
el cuerpo de la vida otro tamaño
y el tono del idioma un canto extraño.

La música natal del otro estero
al oído del mar para el viajero.

Como al fondo una cueva para el pobre
y el tono del idioma un canto extraño,
al oído del mar para el viajero.


VI

Todo es canto ritual a cielo abierto
la dicha del retorno toca puerto.

Se ha cumplido por Dios otra promesa
con la carga de antojos se regresa,
un regalo de amor que tanto pesa,
la magia del pescado va a la mesa.

Los niños deslumbrados por dos soles
en un brindis de vinos españoles.

La dicha del retorno toca puerto.
La magia del pescado va a la mesa
en un brindis de vinos españoles.


(Poema ganador del Primer Accésit del X Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)



Alerta jotaberos


(Jotabé)


Alerta jotaberos, los cantares
no mueren en silencio ni pesares

ahora que la nube llora espanto,
si la tierra colapsa por el llanto
la voz de los poetas, adelanto
del tramo recorrido, amemos tanto

a la voz que bendice los conciertos;
que lleguen a los puntos más inciertos

con fuerza. Juan Benito Manzanares
por los vivos que escuchan éste canto.
Oremos Juan Benito por los muertos.



La sombra del tiempo


(6 Jotabé)


I

El tiempo mide un paso definido,
un ritmo, semejante al del latido.

Una rueda que acopla su engranaje
en una esfera que le marca el viaje,
el todo, se refugia en su embalaje;
el sol, es quien define su arbitraje.

El tiempo pasa igual en todo el mundo,
con la infesta que nubla el aire inmundo.

El globo se desplaza deprimido,
oremos por vestirle con un traje,
que no pierda en la vida, ni un segundo.


II

El tramo de la tierra necesita,
espacios bendecidos de afrodita.

Que luzca un paño verde cada braza,
zurcir éste planeta con hilaza
madeja caprichosa que entrelaza
un aire de esplendor en cada raza.

Los pulmones que rozan la pureza
necesitan un toque de nobleza.

Un poco de placer y agua bendita
aliento sosegado en cada plaza
y todo lo que encarne la belleza.


III

El globo solicita un sol radiante
un espejo de luna reflectante,

una carne sin nada de aderezo,
el cáliz con el vino de cerezo
la mano en el santuario con el rezo
el paso de la vida sin tropiezo.

Oler a blanco puro, con limpieza
le suprime del mundo la impureza.

Nada más que cuajado en lo adelante,
torcido sobre el grumo de un bostezo
se queda lo soñado sin riqueza.


IV

Un árbol bien plantado es sabia pura
el fruto del mañana es su dulzura.

La tierra es quién define el crecimiento
si el hombre le dedica su momento
si besa sus raíces con talento
el árbol se convierte en monumento.

El mundo convulsiona y se reciente,
necesita un soporte resistente

un tesoro que engrane la cultura.
Los actores: el sol, el mar, el viento
lo que limpie de infesta el medio ambiente.


V

El olor a la pólvora, a la guerra
la muerte en su capricho nos aterra.

Un barco petrolero que derrama
una mancha tendida, sobrecama
donde el mar se convierte en una cama
de muerte, va Caronte con su drama.

Se torna tan velado y espantoso,
sobre el mundo enigmático y acuoso

a pasos de gigante toma tierra.
Convertido en funesto panorama
ese drama Dantesco y peligroso.


VI

Escupen chimeneas polvo y lava,
volcanes van rodando mugre esclava.

Se van las estaciones de embarazo,
el frío da al calor su espaldarazo,
torrentes aguaceros de un planazo
reduce el monte verde de un hachazo

dejando flora y fauna demolida;
la tierra desojada y conmovida

necesita de urgencia gente brava,
que funda de cariño en un abrazo,
un mensaje de amor para la vida.


(Poema ganador del Cuarto Accésit del IX Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)



Vítores por la Marimba


(2 Jotabéjo)


De tierras africanas, de viejos balafones
con la brisa del mar, vibran los corazones.

En el lustre remanso del Caribe se posa
con un toque ligero distinto en cada cosa
gracias Señor del Pozo vuelo y mariposa
al golpe del bolillo vibra el palo de rosa.

Venustiano Carranza sorprendida su gente
al sonar la Marimba vibra en si el Continente,

Con la brisa del mar, vibran los corazones,
al golpe del bolillo vibra el palo de rosa;
al sonar la Marimba vibra en si el Continente.


Con ropa chiapaneca por el talento Andino;
jardín de la Marimba, para ti Zeferino

cada nota es un salto, cañón del sumidero.
Un andar peregrino Villa Flores prefiero
tu altar guadalupano, tu andar de misionero
y besar tus costumbres desde enero hasta enero.

Golpear fuerte la maza del regalo fecundo
el patrimonio hermoso que suena por el mundo.

Jardín de la Marimba, para ti Zeferino
y besar tus costumbres desde enero hasta enero
el patrimonio hermoso que suena por el mundo.



Hirundo rustica


(2 Jotabé)


Oteas el invierno golondrina,
la maleta del viaje se avecina:

ya tienes pasaporte de la mano,
que lejos se contempla tu verano,
el vuelo se organiza bien temprano;
te lanzas a cruzar el meridiano.

Hay olor todavía a cascarones
en las plumas que baten los pichones.

Yo tengo la semblanza en la retina
blandiendo el catalejo en lo lejano
y sintiendo los mismos moretones.


Allá por lontananza golondrina
una vieja casona levantina

aglutinó tu prole de otros lares;
una orquesta de tonos y cantares,
un silencio de tiernos escolares
han roto cascarones con lunares

y piden el sustento a pleno pecho;
insaciable apetito por derecho

que asiste al ser viviente. Lo adivina
aquel desamparado en otros mares
sufriendo la nostalgia por acecho.



La vuelta al mundo en Jotabé


(Jotabeí)


I

La voz de un nuevo metro que rebosa
sus dos lustros de vida respetuosa.

Estructura que llama a requisito,
una espiga creciendo al infinito,
un lápiz que no para en cada escrito,
que llega en su momento, ¡que bendito!

Talento que se esconde en lo fecundo
del alma, guarecido en lo profundo

rescatada la métrica gozosa.
Se te vuelve la vida Juan Benito
en un parto de luz por todo el mundo.


II

Te llamas Jotabé y la voz vuela,
un toque inteligente lo cincela.

Ya los niños lo sienten a su lado.
“Es tierno como un árbol delicado”,
me dijo un escolar entusiasmado
esa frase que nunca la he olvidado.

Yo pienso que al poeta de la suerte,
que levanta su rima y se revierte,

le sorprenda su canto en una escuela
y el poema vestido de agraciado
se convierta en el centro más que fuerte.


III

Hay variantes que son para el espacio,
que se sueltan al viento y pelo lacio.

Es la imagen que pinta una estructura,
es el rombo que rosa su armadura,
es un reloj de arena, que no apura,
estrambote que cuelga con mesura.

Siento al rey del cubismo que renace,
figuras geométricas que trace

el que tiene la forma de palacio,
donde sirve su metro de cultura
y los bardos lo tomen como enlace.


IV

El ritmo de esta rima resplandece,
el tiempo puesto en ella lo merece.

La vista no se eclipsa ni se apaga,
la mano corre sola, no divaga,
el texto tiene un rostro que te alaga,
el rastro no te deja ni una llaga.

Estamos en presencia del denuedo,
de todo el que conquista el, yo sí puedo.

Entonces la belleza no encarece,
la vista de la imagen no es aciaga
y los pasos resisten ante el miedo.


V

El metro va trotando las llanuras,
se va consolidando en las alturas

a fuerza de energía y sinsabores,
rompiendo zancadillas y dolores,
estirando sus brazos seductores,
subiendo hasta los picos retadores.

Así, rompiendo monte sin descanso,
para que todo verso se haga manso

al paso de las verdes en maduras.
Así, se han conquistado los amores.
Los mares encrespados en remanso.


VI

Lo he visto desfilar montado en coche,
del camino a San Diego en clara noche.

Ha vagado resuelto entre los mares,
ha sido un Santo más de los altares,
andante en limoneros y azahares,
un toque necesario en los cantares.

Los pareados son como mimados
porque viven del todo enamorados

Los tercetos me cierran como un broche
la idea conclusiva entre avatares,
como tríos de versos realizados.


VII

Muy triste me he sentido cuando al paso,
caballos trotadores del ocaso

preñados de calumnias y atropellos
con furia deshilachan sus cabellos.
Se imaginan que trancan sus resuellos
sin ver como resaltan sus destellos.

Sin prisa va la rima en la Riviera
un embullo de fiesta a su manera

por el goce de verla en el parnaso
vestida de los tropos… los más bellos.
Metáforas del valle a la carrera.


VIII

Valencia suena a canto y cordillera
a la brisa que peina su ladera.

Al río que se extiende por el valle
es la imagen del Turia a boca calle
pasando por el sur cada detalle
al sonar de su propio pasacalle.

Debe ser por sus vistas azulinas
entre ocasos de rojas cartulinas

que viste diferente en primavera,
se ajusta la poética en el talle
y vuelan sus modernas golondrinas.


IX

La rima que has creado Juan Benito
la presiento que toca el infinito.

Aquí por el contorno americano
la noto galopar el altiplano,
un susurro de voces al lejano
Rumbo, de un galopar en cada mano.

Así de estimulante Manzanares
ha dejado detrás sus olivares,

ha cambiado el idioma. De otro escrito
regresa por su fuero al castellano,
sedienta de tus mimos y cantares.


X

Ya llegamos al diez de tu existencia,
estamos por rondar la adolescencia.

Escapado jinete entre la brisa,
maduro siendo joven, tu sonrisa
cazado con la flecha de Artemisa,
nació bajo su noche poetisa.

Tomados de las manos por el mundo,
cada día más puro, más profundo.

Trocemos el pastel de la elocuencia,
el motivo… la fiesta nos precisa.
Son diez años, de un metro tan fecundo.


XI

Son dos velas tu rostro de diseño.
El altar me resulta muy pequeño.

Le pondremos diez velas encendidas,
serán como diez flores divertidas,
las frases correrán agradecidas,
por anchas y lujosas avenidas.

Su rima es un encanto en mar y roca,
saltando con su luz de boca en boca.

Es el fruto que emana de este sueño,
son diez velas que alumbran conmovidas,
y el mundo de un soplido, las sofoca.



¡Oh, Madre!


(Jotabéjo)


La madre es una Santa que no muere,
la nota principal de un miserere.

Compuesta de tejidos y tendones
diseño de coraza anti aluviones;
una orquesta que lanza sus canciones
con la voz melodiosa a sus pichones.

La madre es una eterna agradecida,
orquestando el concierto de la vida.

La nota principal de un miserere
con la voz melodiosa a sus pichones
orquestando el concierto de la vida.



El sueño de mi abuela


(Jotabeía)


I

En un barco extranjero mi abuela tomo asiento
la vela de la nave se hinchó a favor del viento,

la quilla corto el agua con casta marinera
y se quedó la orilla llorando por la espera;
se consumió la tarde, descendió la bandera
y se atascó la puerta por la zona aduanera.

Tiene el recuerdo atado de la maltrecha cuna
y la ventana abierta por donde entró la luna.

La mano de su madre con sus besos de argento;
del padre con la vista rezando a la carrera
y el gajo del olivo que guarda una aceituna.


II

La vista a las alturas con la mirada adentro,
una lágrima afuera, del lloro, al desencuentro.

Sobre una mar en calma turbulencias se agitan,
de las cosas pasadas mil recuerdos le gritan,
de los tantos amores aun las venas palpitan,
todas las oraciones del pecho resucitan.

Toda su historia cabe dentro de un mismo sobre.
Y su riqueza al dedo con material de cobre.

Esta es la historia viva danzando al epicentro
de un fenómeno oculto, que sus cumbres habitan;
sobre un cuerpo flotante. Donde todo es salobre.


III

Se avistan las distancias capas de mar y cielo,
sobre una historia nueva, la angustia monta en pelo.

Una comida pobre sin muchos ingredientes,
degustar en secreto sin molestar los dientes,
acostumbrase un poco con otros recipientes
y reposar tranquila como seres vivientes.

Para bañar su cuerpo con una gota escasa,
allí de agua potable te brindan una tasa,

para bañarse en llanto se desprecia el pañuelo
y en éste largo viaje, de cariños ausentes,
no encuentra en el perchero la ropa de la casa.


IV

La noche se le arropa con negra vestimenta,
algún lucero escaso su tenue luz revienta.

¿Y a la luna?, le han puesto turbia gasa en la cara,
una nube ha cruzado como una sombra rara.
El camino a San Diego detrás de una mampara,
pronto vendrá la aurora, se viste y se prepara,

un renacer de cobre, se va alisando el pelo
y la vista se alarga reviviendo al consuelo.

Ella acude a la proa con la mirada atenta
con la vista aguilucha visualizada y clara.
Como le dijo un día su pobre anciano abuelo.


V

Allá se ve una sombra, perdida en lontananza
ya se le ve la cresta, tomando al sol la panza.

Junto a mi abuela corren bisoños tripulantes,
hay caminos que paren espejismos constantes.
Los marinos que saben se agrupan delirantes,
presienten de la tierra sonajeros distantes.

La costa emite voces con música, el sonido
de pájaros que cantan bajo el sol derretido.

Se teje el movimiento donde la vista alcanza.
La tierra bien vestida de verdes abundantes.
La vista le retrata lo que graba el oído.


VI

Por suerte la palabra viene del mismo acento,
pero el trato es tan grave, como es el mar violento.

Los agrupan con fuerza, se le llama cuadrilla;
los hombres van aparte, mujeres a otra orilla.
Mi abuela es cocinera de caldero y de hornilla,
la ropa del que manda tiene raspa amarilla.

Se está recalentando la cazuela y la braza,
la dieta se la puso quien dirige la caza.

El humo ha puesto el traje con disparos de argento,
vislumbra un manto triste como una pesadilla.
Los comensales vienen en virtud de la raza.


VII

Mi abuela es una mezcla de aroma a caña santa,
que pasa el frio rudo con un poncho de manta.

Que fue a la tierra aquella pendiente del trabajo,
como una transparencia cultural de su gajo,
luchó por solo un grano de terreno cascajo
con la pobreza al hombro, como el de más abajo.

A fuerza de doblarse por surcos paridores
se resintió la espalda, surgieron los dolores

pero cantó a la vida por su misma garganta.
Se confesó ante el cura cuando sonó el badajo
y abandonó la Iglesia sin rastros pecadores.


VIII

Buscó entre tanta gente, vecinos del poblado
el hombre más apuesto, pero que fuera honrado.

Algunos pretendientes fijaron su cobija
y ardieron sus cachetes con el polvo de bija
con mirada inocente se ocultó tras la hendija,
tal vez por pretenciosa, negando una sortija.

Esos días de tedio, de trabajo y crudeza,
le llego la esperanza con su voz de nobleza.

Se fundió para siempre junto aquel ser amado.
De aquellos dos horcones ha nacido una hija;
que rompió los encantos que inundó la belleza.


IX

Mi abuela no está sola, se alarga la madeja,
otros brazos la aguantan su prolongada queja.

El sudor compartido corre por el arado,
se disimula un poco todo el tiempo pasado
por los frutos que acopian se abastece el mercado,
la descendencia corre con paso agigantado.

Los años son tatuajes grabados en la piel,
historias que no caben en un solo papel.

Mi abuela es una santa cuidando a su pareja
dichosa adormecida junto a su enamorado.
Los tres toman la escala, de retorno al bajel.


X

Volvieron a la orilla sujetando su injerto
y besaron la tierra con un sueño despierto.

La joven descendiente purificada rosa,
explorando lo nuevo con la mirada ansiosa,
con los ojos vidriosos y la mejilla acuosa
extendiendo las alas, como una mariposa.

Y dicen que la joven de casta marinera
rompió la fuente un día noveno mes de espera

para que yo saliera por la boca del puerto
ampollando pezones de mi madre amorosa
y recibiendo besos de mi abuela niñera.


XI

La historia de mi abuela, también la de mi abuelo,
las recibió mi madre, tejida en un pañuelo

y yo la he traducido, respetando el idioma.
La incrusté sobre el ala de mi mejor paloma,
amén si sobran puntos, si le falta un axioma
o me sanciona el burdo peritado en glaucoma.

Que Dios me deje el paso liberto en mi garganta,
para que vuele el ave si la tierra lo aguanta.

Para que deje un nicho protegido en el cielo
para que la esperanza proteja cada loma
y viva en paz con Dios mi pobre abuela Santa.



Jardín en forma de rombo


(Jotabév)


En un jardín florecido
existe un oculto nido,

y el incipiente pichón
le comienza el corazón
a tomar la dimensión
propia para la mansión.

Se levanta y despereza
y al levantar la cabeza

se le despierta el latido
y a su lado hay un botón
blanco, como la pureza.


Es propia del jardín la mariposa.
Perseguida por ella, está la rosa

que le lanza un perfume tan sublime,
que todo ser viviente que se arrime
no quiere que ni el roce le lastime
y teme que el contacto le deprime.

Así va de un asiento al otro asiento
agitando las alas con el viento;

acrobacia que la hace tan hermosa
que no siente de envidia ni la oprime
el diario divagar del aposento.


En un jardín pequeño consigo tantas cosas,
los pájaro que cantan, volar de mariposas,

las rosas perfumadas, botones nacarados,
hermosas melodías, con tonos delicados
abejas laboriosas, con néctares preciados,
guerreras que combaten con clavos afilados;

hasta que el turno llega de la reina que llama
y salen desprendidas sin asustar la rama

la que cuida, un labriego con sus manos callosas.
Trampolines viajeros para los emplumados
que a fuerza de gorjeos saltaron a la fama.


Hay fiestas de azadones, cada abuela
han colmado el vergel con su Pamela.

La tierra está nerviosa, la guadaña
le da muerte a la hierba, desentraña
la maleza que al tronco le enmaraña.
la mano es una trampa con su maña.

El empuje del hombre va delante,
requiere un beneficio en el semblante

a fuerza de machete y tijeruela;
el labriego se empeña por la hazaña
en dejar el jardín más elegante.


Hay que sentir la frescura
De un jardín en miniatura,

Hay que ver la mariposa
volando de rosa en rosa;
bailarina majestuosa
sobre una planta coposa.

Hay que ver al tomeguín;
cantor que no tiene fin

luciendo su tesitura
delicada y melodiosa
el tinador del jardín.



(Poema Finalista del VII Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)



Al paso de la vejez


(Jotabéa)


Abuelo del trabajo siente la vida atada,
lleva la mano ruda, con la pupila hinchada

de resistir el sol, tras las rejas de sus cejas,
borbotan cataratas de ilusiones añejas:
allá quedo el llamado con sus penosas quejas
allí murieron casas de acanaladas tejas.

Aquí se gasta un viejo para que nazca un niño,
que va siguiendo el rastro de su cola de armiño.

Yo soy un emigrante que no le queda nada:
un poco de recuerdos tal vez de cosas viejas
y una semilla fresca repleta de cariño.


(Poema ganador del Segundo Accésit en el I Concurso Internacional de Poesía Purullena suena en Jotabé)



El golpe de la tristeza, pasa

(Jotabém)


Siento como se me amansa
el cuerpo, fláccido cansa

la prontitud de mi paso
que llega, con tal retraso
al agua muerta, en el vaso
Sucio, de olor a fracaso.

Y la ceguera me embiste
en un tronco que no existe.

¡Cuando la tarde se lanza
a morir en el ocaso
soy un peregrino triste!


Y del golpe me repongo
porque lo malo lo entongo

en línea, sobre la estiba
y sigo llegando arriba
donde seca la saliva
da una nota conclusiva

en el último cordal.
No soy un hombre fatal

del todo, por eso expongo
sobre mi carga explosiva
mi dureza espiritual.



Un paso para salvarnos

(Jotabéa tetradecasílabo)


Posa naturaleza, en tu alfombra de agonía
Sufre, callada y muda, rachas de alevosía.

Se siente como azufre el torso contaminado
de tristeza, con sol de poniente inanimado,
ráfagas de calor y de continente helado.
Ariscos temporales de paso exagerado.

Y la tierra bosteza como quebrada y seca.
Aquel verde arbolado se entristece y diseca.

Protejamos al mundo de tanta felonía.
Que nos resguarde Dios de lo ya contaminado.
Y que no caiga mas, (salitre), en la nave enteca.



¿Qué pasará?

(Jotabeí)


I

¿Qué pasará de mi sombrilla verde
que su techumbre natural se pierde?

Cuando el sol implacable y crudo pasa
con sus mandíbulas de fuego, brasa
seremos, retorcidos sin la casa
natural, la arboleda se hace escasa.

El llanto en cada poro vuelto río,
portentoso torrente, escalofrío,

sobre la piel la enfermedad nos muerde;
y el mundo se derrite entre su masa.
Espero que Dios, frene el desvarío.


II

¿Qué pasará?, la angelical sombrilla
verde, cambio su faz, toda amarilla

es una viva estampa de la muerte,
¿el globo terrenal echó su suerte?
Si en un espacio corto no revierte
esas facciones mustias, ¡mundo inerte!,

seremos uno más del cataclismo.
Llenemos nuestro espacio de optimismo,

plantemos cada cual una semilla
que a golpe de conciencia se haga fuerte,
a un paso de caer en el abismo.


III

¿Qué pasará si del glacial nos llega
la voz del sol enajenada entrega?

Toda la paz del ártico agredida
conduce al astro rey esta embestida,
para dejar la mole derretida,
una locura de hielo consumida,

un derrumbe total desde la altura.
Que frene el hombre la total locura,

no necesita el mundo un estratega,
hace falta para salvar la vida,
un bálsamo de paz que nos apura.


IV

¿Qué pasará si el mangle se hace escara
y el mar buscando tierra se dispara?

¿Si se estira su lengua salitrera
y de bonanza se vuelve pantera?
¿Qué pasará de la verde pradera
y de mi flamboyán, rojo de espera?

Pobre la palma que despeina el guano,
cegado el horizonte con su mano,

hay que sembrar con bellos la mampara
y vigilar el mar en nuestra esfera.
Porque la duna salve al globo anciano.


V

¿Qué pasará, la luna se ha eclipsado?
O debe ser que un manto oscuro, dado

a una capa de tizne que la traga.
Hay un vuelo de hollín que en ella vaga;
el hombre es quién la eclipsa y quién la llaga,
la muerte viene oculta en una daga

que le parte el azogue de su faz.
La luna tiene atado un antifaz

negro. No puede el sol, desesperado
barrer con tanta infesta, tanta plaga
que la tierra le lanza de incapaz.


Vl

¿Qué pasará?, no corre el viejo río
el que fue corcel de agua, y poderío

puño, sobre sedientas plantaciones,
al trote cantarines aluviones
saltando entre los cerros, culebrones
asustados, ¿qué son? Invocaciones.

La mano criminal le ajusta cuenta
le lanza la inmundicia que revienta

la vena de su cauce en desafío,
las fábricas le parten sus tendones
y la tierra del susto se lamenta.


VII

¿Qué pasará, si el mar se contamina
por una costra negra?, gelatina,

mancha sobre la tez, le deambula
postrado sobre el cuerpo y se acumula
allá donde la sombra disimula
la muerte disfrazada, ni calcula

que fuerte le resulta este bandazo.
La fauna ha recibido éste colazo

que mella el arrecife, le asesina
la vida marinera, se articula
la voz y dice, mato de un abrazo.


VIII

¿Qué pasará, del ave migratoria
que volaba tendida en mi memoria?

Cruzaba la bahía, huyendo al frio,
para anidar un lecho del bajío
tranquilo de placer, que el lomerío
le dio como hospedaje en su plantío.

Se van quedando junto a un cayo, triste
lejanos de calor, porque el despiste

le causa la inclemencia, nueva historia
de un trago de agua amarga de otro río
y el bocado con sal, que da ese alpiste.


IX

¿Qué pasará?, ¿por qué manda la guerra
con ese olor a pólvora que aterra

a pequeños y adultos descubiertos?,
si rezan con los brazos casi abiertos
para tocar sus ruegos, en los puertos
reclamando la paz, en sus conciertos.

Porque ese olor a pólvora se expande
turbia infesta que mata y se hace grande.

La polvareda y fuego al mundo encierra
con la carga dolida de los muertos.
Hace falta la súplica que ablande.


X

¿Qué pasará?, del vaso el agua fresca
que no llega a mis labios, quijotesca

burla, místico entuerto enajenante
que hace impacto directo en mi semblante.
Un espejismo raro, alucinante
es la escasez del líquido importante,

y siento que se agrietan en mi boca
un grupo de tejidos, se hace roca

la lengua y la garganta, que dantesca
la tierra marca un tramo espeluznante;
ahorremos esa gota que nos toca.


XI

¿Qué pasará si un mundo hecho destrozos
solicita calmemos sus sollozos?,

entonces hay que unirnos simplemente
y descontaminar la nave ausente
de paz y de agonía seriamente.
Que se vista de lujo el medioambiente,

que a los pobres el pan les llegue a diario,
que el río llegue al mar limpio al estuario

para entonces, alcemos nuestros gozos
para llevar la luz en el presente,
y el mundo lucirá nuevo vestuario.

(Poema ganador del Tercer Premio del,
VI Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)




Desesperado

(Jotabém)


Estoy cansado de andar
busco la palabra amar.

¿Adónde se habrá metido
que no encuentro su latido
ni el contraste repetido
del calor que da su nido?

Y vago como un demente
en contra de la corriente.

En las oleadas del mar
salven a éste confundido
que ya su voz no se siente.

(Poema Finalista del,
V Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)




La diosa que yo imagino

(Jotabé)


Al leve taconeo de su paso
mudo, de ritmo roto, que acompaso

con la vista, que pinta sobre rojo
lienzo, que deja el trazo del antojo,
pare la discreción, se ve de hinojo
y en tal postura se convence el ojo.

Que la diosa me ha puesto en tal aprieto
y mudo la palabra por respeto.

y bebo su licor del mismo vaso,
de todo en mi pintura lo recojo,
y cargo con la diosa de amuleto.

 
     
   
     
 
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