Salvador
González Moles
Vigo, Pontevedra (España)
|
El maestro escribe de Sorolla
(Jotabé)
Del hondo espíritu surgió su estro
y puso en gran valor aquello nuestro.
Y fuera la palabra del poeta
la que alcanzó tan honorable meta;
si en rimas portentosas se sujeta
el ánima enervada en ella aquieta.
Y fuera para hacer con galanura
elogio delicado a la hermosura.
Entonces al maestro otro maestro
le escribe, y la mixtura en su paleta
brota como la luz de la pintura.
Un poema en el cementerio
(Jotabé)
Haciendo hermosear un cementerio,
¿qué tiene aquel poema de misterio?;
tan solo tiene versos que en los ojos
retiran de repente los cerrojos
y allí, si acaso crecen los abrojos,
se mudan por claveles todos rojos,
tan solo fue la voz que en derredor
sonó con vibración del buen Amor;
entonces por tan grande magisterio
cayeron en la cuenta, y ya de hinojos
lanzaron alabanzas al Señor.
Soñar contigo
(Jotabem)
Siempre beso la almohada
al soñar contigo, ¡amada!
Dicen, no tiene sentido
pasar el tiempo dormido...
¡Más desdichado no he sido
si al despertar te he perdido!
Llega el alba, y nunca avisa,
y se me va tu sonrisa.
¡Qué feliz la madrugada!
¡Cuánto yo hubiera querido
volviera otra noche aprisa!
De aniversario
(Jotabé con estrambote)
con un gran abrazo pleno de afecto y admiración
su amigo siempre
Si Juan Ramón llevaba mariposas
a lomos de Platero muy hermosas,
un buen día de solo hace diez años
estudiaba con ganas y redaños,
y pensando en Miguel que con sus daños
nunca hiciera de versos desengaños,
cruzó el Mundo con rimas singulares,
Juan Benito Rodríguez Manzanares.
Se oyen coros de voces armoniosas
por su niña que está de cumpleaños
y atraviesan llanuras, sierras, mares,
pues en tantos lugares
escriben los poetas bajo un sol
que nació levantino y español.
Sin fronteras
(Jotabem)
Al Excmo. Sr. Don Juan Benito Rodríguez Manzanares,
Muy Ilustre Caballero Laureado.
Con una pluma y tintero
el poeta hace el sendero.
Si echa al frente la mirada
hacia una tierra soñada
no existe cumbre escarpada
ni una frontera cerrada.
Porque siembra cada día
sus versos con gran porfía
le han impuesto al caballero
capa blanca y noble espada:
¡Que brille su poesía!
Todo fue hermoso
(Jotabé)
¡Qué hermosa la mañana y sus albores
pues ya estabas por mis alrededores!
¡Qué hermosa fue la tarde de Granada
en tanto que esperaba tu llegada,
mi alma en ansiedad ilusionada
y luego tu palabra y tu mirada!
¡Qué hermosa aquella noche en que nos vimos:
las horas mil pedazos las hicimos!
¡La tarde se vistió de mil colores
y el tiempo no fue tiempo, fuera nada,
pues como un vino dulce lo bebimos!
La vida en unos versos
(Jotabé con estrambote)
Cabe la vida entera en un soneto
[…]
Alfa y omega
Manuel Machado
La vida en unos versos es tan breve…,
infancia y juventud un sueño leve.
De amores que olvidé no queda el llanto
y siendo ya maduro, por lo tanto,
estuve a la intemperie con mi canto
y dije algún adiós con cierto espanto.
Mi oído retumbó del primer jaque,
sentí la puñalada del achaque.
Y verme encanecido me conmueve
entrando en el ocaso con quebranto
pues temo que me mate algún ataque.
Mirando el almanaque
los días poco a poco voy marcando
y alguno, sin tachón, me irán llevando.
Alegre cautiverio
(Jotabé con estrambote)
[...]
no me tienes que dar porque te quiera
porque si lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
A Jesús crucificado
atribuido Santa Teresa de Jesús.
Yo tengo una pasión de la que vivo:
el hecho de esperar seguir cautivo.
El cuerpo llevo atado a una galera
bogando sin parar. Y solo espera
su voz que reconozco la primera
si acaso silenciosa más la quiera.
Pero puedo moverme encadenado
volando el pensamiento a su velado.
No quiero gesto alguno compasivo,
tampoco que su imagen carcelera
me saque de su llaga del costado.
Y en tan feliz estado,
en esta su prisión, vivo contento,
y sólo por amarlo tengo aliento.
Lo mejor de ti, poeta
(Jotabé con estrambote)
Si vas hacia el pasado de tus días
habrá seguro buenas poesías;
encuentra luminarias de ti mismo
que nunca eran fanales del abismo,
fiereza en la batalla al conformismo
y brillo sin el polvo del mutismo;
color acompasado en la pintura
volcándolo después en tu escritura;
y un canto a las tristezas y alegrías,
ser libre, sufrir, gozo, idealismo,
y al fin, tu sorprendente partitura.
Si acaso la amargura,
hábilmente mezclada en la paleta,
tu propio acento suena de poeta.
Por La Mancha
(Jotabé con estrambote)
A lomos de un brïoso Rocinante
y siempre por La Mancha hacia delante.
Atrás se van quedando los caminos,
colinas con gigantes, los molinos,
antiguos manuscritos, pergaminos
de grandes episodios cervantinos.
Enormes extensiones de llanuras
portentos de la vid y sus dulzuras.
A cada legua, paso, a cada instante
se sienten los milagros de los vinos
como una bendición de las alturas.
Y en cruces de culturas
los árabes, judíos y cristianos
hicieron estas tierras con sus manos.
¡Enhorabuena!
(Jotabé)
¡Este logro, a tus muchos seguidores,
servirá para darte más honores!
La Rima Jotabé que deseamos:
la mejor que tenemos y pensamos;
y cada verso escrito que dejamos
con cuidados hacemos y mimamos.
¡Con estos delicados ingredientes
construyamos estrofas relucientes!
¡Yo quisiera mandarte algunas flores
simbólicas que ahora celebramos:
tus rimas cada vez ya más presentes!
La Rima Jotabé es fácil
(Jotabém)
Si rimas con buen cuidado
harás pronto un pareado.
Después hay que hacerse cargo
que es un poema más largo
pero jamás, sin embargo,
jarabe que sepa amargo.
Queda muy poco ratito
para que quede bonito.
Casi está ya terminado,
verás qué poco me alargo
y ¡gracias a Juan Benito!
La flor del hijo
(Jotabea)
Un hijo es una flor que pronto se marchita
y al caer de las manos más bella resucita.
Hay que dejarlo ir, la infancia es corta, y dura
mientras la fragua templa a fuego su armadura.
¡Ay fuego, de amor fuego! ¡Ay fuego de amargura!
¡Espada guarda el temple que es guerra ya segura!
¡Ay flor de mi jardín! ¡Ay flor de mis entrañas!
¡Mis manos ya sin él son manos tan extrañas!
Ya apenas tengo boca pero una prez musita,
siempre mirando al cielo, confuso con la altura:
¡Que nunca lo sorprendan traiciones ni alimañas!
Olvidos que cuidan la memoria
(Jotabé)
Al llegar esa hora del adiós
las almas se conduelen dos a dos.
Es mejor pronunciar un hasta luego,
sufren menos la voz y el propio ego,
quizá sea intermedio que en el juego
avive los rescoldos de ese fuego.
Los olvidos que cuidan la memoria
siempre saben contar mejor la historia.
Por eso es que le pido siempre a Dios
por la llama del alma, y si la entrego
de ti me acordaré en aquella Gloria.
La muerte parturienta
(Jotabé con estrambote)
Aquí no hay alta noche, y tras la hora
más oscura de un cielo descendido,
se enciende el sol, de pronto, sin aurora.
Mañana será
Dios
Juan José Domenchina
Cuando llene mi cuerpo de lo inerte
del transcurso será la negra suerte.
Cuando ya mi existencia se termine,
y la tierra por fin me difumine,
y por esta penumbra no camine,
y total mi despojo se fulmine,
las esencias vencidas de mi ser
le pondrán la frontera a su poder.
Será sólo el principio en que la muerte
ya no exista, y de pronto se ilumine
sin aurora mi nuevo amanecer.
Y volveré a nacer:
¡bendita parturienta y vida rota
que me pares allí donde rebrota!
Insomnio
(Jotabé)
–Hijo, para descansar,
es necesario dormir,
no pensar,
no sentir,
no soñar…
–Madre, para descansar,
morir.
Morir, dormir…
Manuel Machado
El cuarto se hace sombras lentamente
y el negro es el color más prominente.
Llegando están ahora los momentos
de cansancio, sonidos soñolientos
del crujir de maderos polvorientos,
postigos bostezantes a los vientos.
Ya sólo del recuerdo es el celaje,
la bruma y la tiniebla del paisaje.
Entonces, gota a gota, con silente
ansiedad, con insomnes pensamientos,
a otra noche he pagado su peaje.
Alegre cautiverio
(Jotabé con estrambote)
[...]
no me tienes que dar porque te quiera
porque si lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
A Jesús crucificado
atribuido Santa Teresa de Jesús.
Yo tengo una pasión de la que vivo:
el hecho de esperar seguir cautivo.
El cuerpo llevo atado a una galera
bogando sin parar. Y solo espera
su voz que reconozco la primera
y aun siendo silenciosa la entendiera.
Pero puedo moverme encadenado
volando el pensamiento a su velado.
No quiero gesto alguno compasivo,
tampoco que su imagen carcelera
me saque de su llaga del costado.
Y en tan feliz estado,
en esta su prisión, vivo contento,
y sólo por amarlo tengo aliento.
Es Galicia
(Jotabé con estrambote)
En busca de horizontes más cercanos
el mar casi se alcanza con las manos.
Andar por esa tierra que musita
la voz fina y lluviosa, que recita
en cada ocaso un verso a la marchita
luciérnaga final que resucita
a la noche brumosa. Siempre medra
un misterio ancestral en cada piedra.
Y luego los albores ya tempranos,
y el húmedo paraje que dormita,
y el liquen, y los musgos, y la hiedra.
Galicia nunca arredra
pues con sus construcciones seculares
apaciguan las almas sus lugares.
Jirones de corazón
(Jotabem con estrambote)
El corazón en jirones
me lo dejé en sus rincones.
Por senderos de alto sol
de rastrojo y girasol
con el celeste arrebol
la campiña era un crisol.
Y ante el ocaso de oro
el negro matiz de un toro.
Entre piedras y blasones
con aire puro español
está todo lo que adoro;
y el tesoro
que solamente adivina
quien despacio allí camina.
Aherrojado
(Jotabé con estrambote)
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
[…]
El Ciprés de Silos
Gerardo Diego
a la secuoya de Silos
Creciste intemporal en la aventura
extendiendo tu alfombra de frescura
sobre el muro macizo y empedrado
del suelo. Siglo a siglo aherrojado,
sereno, vigilante, buen soldado,
al otoño despides de tu lado,
ya que intacto conservas el paisaje
reteniendo en tus ramas el follaje.
Sigiloso guardián de la clausura
a la vez que refugio descansado
del que busca monástico hospedaje
Antiguo en el linaje
y en hiedras enraizándote profundo
emerges poderoso sobre el mundo.
Con aire de malagueña
(Jotabem)
Publica la enfermedad
aquel que espera remedio.
Yo no pregono mis males
porque curarme no quiero.
Malagueñas
Manuel Machado
Con aire de malagueña
Don Manuel Machado enseña:
¿pregonar la enfermedad
por toda la vecindad?,
no quieras la caridad
ni llenar su vanidad.
Más sensato es no decir
si un amor hace sufrir.
No es maestría pequeña:
¿a qué la publicidad
de que se quiere a morir?
Un recuerdo de mi padre
(Jotabém con estrambote)
No era mi padre mi amigo
y estuvo siempre conmigo.
De vinos no me llevó,
con seriedad me ayudó,
su mirada no me hirió
y siempre me cobijó.
Y un día en una escalera
a cantar vino a mi vera.
De la siega y del buen trigo,
de la trilla me cantó
un fandanguillo de era.
¡Ay traicionera
que lo estabas acechando
y me lo estabas matando!
Bajo de Guía:
Sanlúcar de Barrameda
(Jotabé con estrambote)
Perfumes de la gualda manzanilla
y azahares me llegan a esta orilla.
Estelas de caballos en la arena,
aroma familiar a yerba buena,
cantares y guitarras, Luna llena,
delgada bajamar que apenas suena.
Y por Bajo de Guía está la historia
que vive por completo en mi memoria
Cazorla, Jaén, Córdoba y Sevilla
el Betis las volvió marea plena
y en luces del ocaso sal y gloria.
Y es mi jaculatoria:
Que sienta de Sanlúcar la salmuera
unos instantes antes de que muera.
Con este delicado Jotabé
(Jotabé)
Con este delicado Jotabé
su arte en lo poético se ve.
Pues démosle valor a la estructura
cantándole con versos y hermosura
que el suyo sin dudar tiene segura
como toda su forma de escritura.
Y por esta le digo lo que pienso,
le doy sobresaliente y no suspenso.
Aparte lo anterior yo le diré
que mucho en poesía se le augura
por ser a la belleza tan propenso.
El papel blanco
(Jotabé con estrambote)
Parece el papel blanco una mortaja
o agudísimo filo de navaja.
Que allí por su desértica blancura,
por esa vacua inmensidad tan pura,
está lo que al poeta le procura
el cauce torrencial de la amargura.
Y cuando el primer trazo lo emborrona
al inicuo vacío no perdona.
Entonces, si la pluma lo trabaja
y con calma de arado lo rotura
y es la tinta alimento que lo abona,
el blanco lo abandona
y el sacrificio es ya completo rito
quedando para siempre el manuscrito.
Oasis
(Jotabém)
Bajo las hojas de palma
el tiempo pasa con calma.
Cae el intenso relumbre
a plomo, con reciedumbre,
y de la duna, en su cumbre,
trémula sale la lumbre.
Como delicada alfombra
sutil se tiende la sombra.
Entonces, tranquila el alma,
goza de esa mansedumbre
y una frescura que asombra.
Por Galicia
(Jotabém)
Ya se acerca, peregrino,
el final de tu camino,
el de rutas ancestrales
de toxeiras y canchales,
bosques, helechos, maizales;
y al pasar los soportales
ya verás con qué delicia
el orvallo te acaricia…
¡Santiago, santo destino!
¡Catedral de catedrales!
¡En el amor de Galicia!
Instantes en Castilla
(Jotabé)
Aquella inmensidad tendrá el abrigo
del Sol y crecerá toda de trigo.
Se divisa a través de la ventana
la pulcra rectitud de una besana,
la cigüeña en la torre y la campana
canta arrullos de paz esta mañana.
Con calma, poco a poco en la sencilla
planicie esparcirán buena semilla.
Y un pálpito de luz trae consigo
donaires y nobleza en la temprana
hora amable en la estepa de Castilla.
La cárcel de la mirada
(Jotabé)
Te quisiera en mis ojos encerrada
por si acaso perdiera la mirada.
Contigo en la retina quedaría,
¿lo demás?, ni la luz me importaría,
pues si ciego vagase un solo día
en penumbras feliz te llevaría.
Que casi te deseo en la ceguera
para hacerte por fin mi prisionera.
¡Traspasa la pupila, y entra amada,
y deja que te mire todavía
ya que a nada ni a nadie más se espera!
Diálogo con el recuerdo
(Jotabé)
Te llamó la tristeza de perderte,
compañero, que estabas con la muerte.
Contesta tu recuerdo a mi llamada
que resuena en mi alma desolada,
la memoria se llena ilusionada
de una voz elegante acostumbrada.
Que me dice, -¿No ves mi primavera?,
¿qué dulzura de luz tan duradera?
Y respondo, - Si ya no puedo verte,
¿dónde debo dejarte la mirada?
Y escucho -¡Pon tu mano en la madera!
Ausencia
(Jotabé)
Al ver como marchó por la alameda
con lágrimas regó la rosaleda.
Y los años pasaron de repente
detrás de un carillón impertinente
que lanzaba su tono displicente
ignorando lo eterno del presente.
El reloj de murmullo despiadado
parecía emerger de cualquier lado.
Y a la sombra que vio por la vereda
dirigió su mirar indiferente:
¡aquel rostro no era el de su amado! |