María del Carmen
Gárate García
Cebreros, Ávila (España) |
En mis venas
(Jotabé)
Porque tu amor lo inventé un azul día,
porque tú fuiste bella poesía,
siempre de mis poemas un renglón,
estarás dentro de este corazón.
Y porque amarte ha sido mi elección
siempre serás de mí misma un rincón.
Te hallé entre la lava de un volcán,
te recogí y tú fuiste mi pan.
Por eso un pétalo de ti sería
aquel amor que retó a mi razón
y a los versos que en mis venas ya están.
Una sombra
(Jotabé)
Era una sombra triste, cualquier sombra
con su fervor constante, aquél que asombra.
Era una sombra que pasó tranquila,
que la aurora enredada cose e hila.
Lo oscuro, mientras tanto, ella alquila.
Fue como la tormenta que aniquila.
Era tan descuidada que olvidaba
la espuma que, cortés, ella alquilaba,
algo que siempre enjuga una zozobra,
un rubor que, febril, así titila
y que era como el mar pues no acababa.
Lía
(Jotabé)
Era un pequeño sol que yo tenía,
toda la sed del ser que en mí latía.
Era la sal del mar, río que quita
un pedazo de cielo, una lunita.
Era una bella flor, era bonita.
Se deshojaba como margarita.
Por donde iba dejaba blancos trazos.
Su aroma borbotaba entre mis brazos.
No la pude decir que la quería.
Mientras ella se hacía pequeñita,
la nada la cubrió con sus abrazos.
Crucifijo de amor
(Jotabé)
Pon tu sexo en el mío y ponlo fijo
al centro de mi ser que es su cobijo.
Yo adoraría tal sacro retazo
y con él me ataría en un abrazo,
sensual bandera de amor que es pedazo
de ese Ser que gobierna ese tal lazo.
Y esa atadura que me torna mansa
será la lluvia que nunca se cansa.
¡Ay! ¡Qué dulce aposento Dios bendijo
cuando trazó con su sagrado brazo
esa ruta de amor que nos amansa. |