
Edel Vicente
González Pérez
Las Villas (Cuba)
San Miguel de Tajao, Arico,
Santa Cruz de Tenerife
(España)
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Fragor al amanecer
(Jotabé)
En la fresca, gris y otoñal mañana
salen cortos rayos de luz temprana.
Suena un «kikirikí» en plan alerta,
su canto estridente al buen sol despierta,
sigiloso un «miau, miau» puesto a cubierta,
del bravo «guau, guau» detrás de la puerta.
Temidos «jiiii, jiiii» de feroz garganta
a un «cucurrucú» a volar levanta.
En medio de esta fiesta campechana
el «tabobó» su rico trino inserta:
¡bellas notas de amor de magia santa!
Soplan vientos de paz
(Jotabé)
Lágrimas convoca el poder que amaña
su avidez cruel en exicial campaña.
A lo largo de un conflicto enquistado
donde todo un pueblo ha sido forzado;
dejar, casa, huerta, campo y arado,
con las manos vacías, sin bocado.
Los vientos de paz y un mundo tranquilo
aunque inevitables, penden de un hilo.
Las casas envueltas en telaraña,
es lo que el pobre trivial ha encontrado
triste, consternado y el alma en vilo.
Versos romos
(Jotabé dodecasílabo)
Érase una vez en Potrero Güinía,
un poeta, versos romos escribía.
Pasos cortos sobre rústicos escaños
entre escaleras de distintos tamaños,
siempre escondidos de elementos extraños
en las íntimas fiestas de cumpleaños.
Cantos adolescentes bajo el rubor
que en cortedad susurran «te quiero amor».
Mucho tiempo ha transcurrido y todavía,
y el bardo, cumplidos los ochenta años,
con versos del alma, embalsama el dolor.
Un viernes de aguacero
(Jotabé tetradecasílabo con estrambote)
La obra de César Vallejo retiene la impronta,
de la personalidad torturada que afronta.
Desde un lenguaje poético muy personal,
que encaja con el vanguardismo a nivel mundial,
él pone su mirada en la Europa occidental,
cumplido el sueño, no volvió a su tierra natal.
Del dolor de exacerbada sensibilidad,
emanan sentimientos de solidaridad.
Poeta que la profunda inquietud que tramonta,
borda su narrativa, íntima y original,
de altura expresiva y regia minuciosidad.
Visto en realidad,
su legado literario, en predicción o agüero,
nos trasladó a su París, «un jueves de aguacero».
La rima fresca
(Jotabé octonario)
Llega fresca y atractiva con nuevo porte y diseño,
la rima que recupera, del verso clásico el sueño.
Esta avispada estructura, de excepcional pulcritud
rescata, métrica y rima con sencillez y virtud,
atrae a miles de bardos por su magia y magnitud
y elevada a lo más alto goza de buena salud.
Sin desdorar el soneto, la décima, la quintilla...
elaborar bien un terzo ¡supone una maravilla!
Y en el siglo que transita realizado su empeño:
es la primera vanguardia, que rebosa plenitud,
con un brioso movimiento, que el Jotabeísmo anilla.
La inercia de los años viejos
(Jotabé octonario)
Me acechan en ralentí, los inertes años viejos,
me condenan al sillón, acotado de reflejos.
El hastío de la tarde, la flaqueza en el sendero;
ya mis piernas no responden a sentimientos de acero
y en motín insospechado se oponen a lo que quiero,
sobre todo, no recuerdan, dónde colgué mi sombrero.
Mis obstinados sentidos, con todo el mundo en porfía
en tanto evento reñido, no se acoplan noche y día.
Y no se avienen a engaño, ni les mienten los espejos,
buscan refugio en el verso con aroma de romero
que llama a la reflexión y convoca la alegría.
Babaco y papaya
(Jotabé)
Delicioso es de papaya el batido,
muy cremoso y de largo recorrido.
Fruta tropical de olor delicado,
madura, es un exquisito bocado,
verde en almíbar bien elaborado
es en mi tierra de lo más buscado.
Sea de masa roja o amarilla
fresca o en dulce es una maravilla.
Con el babaco es grande el parecido,
solo en forma con tamaño acotado,
nunca en color de masa ni en semilla.
Jotabé generacional
(Jotabé)
Bajo el sopórtico de blanca losa,
cae la tarde fría y perezosa.
A lo lejos se exhibe el mar sereno
reflejado en el cielo de azul pleno,
en un paisaje vibrante y ameno
sin la sombra mortal del cruel veneno.
Observo absorto desde el ventanal,
el universo a través del cristal.
Cuando ebria, mi alma trémula reposa
entre los versos sueltos que encadeno
para un Jotabé generacional.
La dulce campiña
(Jotabé decasílabo)
Me viene la tarde y la morriña
asoma por la dulce campiña.
Trae el aroma del cafetal,
con la frescura del manantial
y el viento susurra musical
sobre las hojas del platanal.
¡Hermosa tierra! ¡Cuánto te añoro!
Allende los mares mi tesoro:
De mamey, mango, anones y piña,
debajo del rojo caimital;
ricuras que en mis sueños adoro.
Extraña anomalía
(Jotabem)
Por la extraña anomalía
de prolongada sequía.
Llora nuestra agricultura,
en la triste desventura
de no ver a su espesura,
ni lo que el clima le augura.
Por cenizas cambió el monte,
¡quedó en silencio el sinsonte!
Se secó la cañería,
«solo la pared oscura»
mirando hacia el horizonte.
Devorado por las llamas
(Jotabem heptasílabo)
Cuando miras y ves
que todo está al revés.
Sin casa, sin paisaje,
por túnica el coraje,
de un obligado viaje
de muy pobre bagaje.
Pierdes eso que amas,
devorado por llamas;
Que han brotado después
que un obseso salvaje
prenda fuego a las ramas.
Versos sin vendaje
(Jotabem con estrambote)
Muy fina ha de ser la rima
que el buen jotabero esgrima.
En merecido homenaje,
al purista del lenguaje
que encontró el preciso encaje
para versos sin vendaje.
Su garbo, ingenio y certeza,
dan a su obra la grandeza.
Pedro Salinas sublima,
con agudeza y coraje,
del poema la belleza.
Tal riqueza,
sin retóricas y excesos,
prima en todos sus impresos.
Luna de tenues albores
(Jotabeíno)
Rielas sobre el mar, superluna de fresa
acercas tu luz, iluminas mi mesa.
Tráeme al salón tus destellos de amores,
me acusan valor de distintos colores,
los anhelo aquí con mis versos de flores
y juntos radiar, halos tenues de albores.
Mira al tocador, tu fulgor se refleja,
tu caro rubor, el espejo festeja.
Luna llena, ser, que en su fase regresa,
cumple la misión de inspirar a cantores
y al ponerse el sol, prende su candileja.
Rizar el rizo
(Jotabé)
No llegan mis versos por un hechizo
ni intento con ellos rizar el rizo.
Caen voluntarios de buena gana
por la noche, de tarde, de mañana,
visten letras sentidas de alma sana
con raíces de lírica antillana.
No se cree aún que sea poeta,
esta alegre pluma torpe e indiscreta.
Que presume de lenguaje castizo,
vivo, jovial, cocido a la cubana
como el congrís criollo sin etiqueta.
Sólo dos palabras: lo siento
(Jotabea con versos franceses)
Nadie pide perdón si es ligera la falta,
que no daña el cariño y el encono no salta.
Quizás pedir perdón, provoque la arrogancia
fustigue la promesa, hiera la tolerancia,
cual moneda de cambio, coaccione la estancia,
socave la paciencia, fulmine la constancia.
Mas, un simple lo siento dicho alto sin demora,
procura enternecer a un alma previsora.
Da empatía al amor y la unidad exalta;
al vínculo sublima y acerca la distancia,
con palabras hermosas que en el pecho atesora.
La niña Poeta
(Jotabé tridecasílabo con heterostiquios 6-7 y estrambote)
La niña poeta de sublime hermosura,
tan suave, encendida, de genuina cultura.
Íntegra mujer, trovadora temprana,
en el «Libro Blanco» marca su entidad llana
que luego remata: «Cantos de la Mañana»,
donde el verso amante su exaltación desgrana.
Bella ave canora de ágil y corto vuelo,
canto melodioso de desbordado anhelo.
El mito Delmira dio a la literatura
la nueva visión de la mujer hispana,
que halló la verdad con ardor sin desvelo.
Fue arrancada del cielo
la naciente estrella de fulgores divinos,
por la «honra» machista de instintos asesinos.
El genio que niego
(Jotabé utilizando el recurso del anagrama)
A veces creo que el genio* que niego*
echa impasible mis versos al fuego.
En mi mundo es mi pluma quien lidera*,
urge, razona o delira* a mi vera;
la musa con calma* clama* y espera
por los* rayos del sol* en primavera.
Y con morbo mi rima reta* al arte*
para con versos un beso robarte.
Rendido en un retal* de letras* juego
para seducir tu alma de soltera
y sobre mi pecho ardiente abrazarte.
Palabras que son nagramas: Genio, niego; lidera, delira; calma, clama; los, sol; reta arte; retal, letra.
Y llegó la rima
(Jotabé)
Surge el jotabé cual sutil conjuro
que salva a la rima del lado oscuro.
Instala farolas en la penumbra,
que a los poetas el camino alumbra,
su trayecto por las letras encumbra
y un futuro memorable vislumbra.
En ese breve y ordenado guion,
orienta al jotabero corazón.
Le da gracia a cada verso seguro,
que presto a su cadencia se acostumbra,
por su bella y amena proyección. |