Primer mundial

(3 Jotabé)


I

Crudo grito de vida embebecido
me sorprende de dicha complacido.

Prima dicha que vi resplandecer
en la noche, un humano amanecer.
Hijo mío, tú debes de saber
has nacido de vientre de mujer.

De mujer has nacido, bello y sano
y por ti yo he nacido, ser humano.

Maravilla que llena mi sentido
cuando un mundo completo he de tener
agarrado a un dedo de mi mano.


II

Soy estoico, en las malas y en las buenas
en las menos o más y enhorabuenas

que la vida azarosa azul artera
tras un mundial umbrío en la tapera
de cebar mansedumbre a la quimera
dona un uno más uno, a quien espera.

Uno, en pos de hallar pronto el tenue aliento
y uno más, para el goce del momento.

Días malos o buenos, nochebuenas
se traspasan la gloria pasajera
los tormentos, mi único alimento.


III

Como atlante del tedio descendiente
que ve en flor la verdad polar, que miente.

Miente, más no resguarda basta ciencia
razonar calmo sobre la inconsciencia;
si a bigornia, con mazo y con paciencia,
en la senda, se forja la experiencia.

Es ser triste, poblar en quien desiste.
Es ser noble, poblar en quien persiste.

Sin embargo, un abrazo del simiente
es verdad, es la dicha resiliencia
recompensa del hombre, que gris viste.



Eras – Eres

(Jotabé)


Al mirar el tibio cielo finito
revivo mi vida, mientras medito.

Y de mí orbitan las largas esperas
cual jotes hambrientos por las praderas,
malvadas negrasaves mensajeras,
que portan la respuesta, de que tú eras.

Eras, cierta verdad profetizada
que mi alma deseaba ilusionada.

Certidumbre, que en el catre marchito
de viles soledades traicioneras,
cual joven Segismundo, fue encerrada.


Como la voz del viento persistente,
sin temor, jamás te hallaste silente.

Mudaste en voraz y rebelde olvido
que me destrata, lúgubre graznido,
al saberme que he latido y he perdido
la fe y la compañera de mi nido

Andar discurrir aceptar parece
la única senda en que la flor florece.

Voy, día a día, presente a presente,
y algún regado camino florido
por un recuerdo que te pertenece.