Reynaldo Aquiles
Duret Sotomayor
Santiago de Cuba
(Cuba) |
Alabanza a la madre
(Jotabéa)
Absorto te venero, mujer clarificada
que apacigua sus predios con voz revisitada.
¿Qué pesares te habitan con infieles azules?
Aunque arda el hechizo de tus sólidos tules
y abocados ocasos en tus penas ondules,
o suicides temores, o penumbras adules
Dios calculó tus rumbos con curiosa embestida;
hizo tu vientre néctar, de la familia brida.
Mujer que al miedo engaña con sublime estocada.
¡Cuánta ternura oficies y verdades ovules
florecerán las aguas en la sed de tu vida!
Romeo y Julieta
(Tragedia de William Shakespeare en Rima
Jotabé)
Acto primero
Fuerte altercado en calles de Verona
entre dos castas arrebato encona.
Unos sirvientes de los Capuleto
blanden espadas en sangriento dueto.
Lucha de escarnios, árido irrespeto.
Contra Montescos siempre lleva el reto.
Aumentan los espantos del combate.
El príncipe detiene tal embate.
Jura que si otra saña desbotona
final dará y enterrará en gris seto
a quien monstruosa situación desate.
Montesco solicita pormenores
que originaron esos resquemores.
Benvolio —su sobrino— le argumenta
las peculiaridades de la afrenta
que consumaron guerra muy violenta
de tajos, sangre, gritos, rabia cruenta.
La señora Montesco se interesa
si fue Romeo de esa ofensa presa.
Vi a mi primo bajo unos sicamores
—dice Benvolio—, nadie lo contenta
mientras su ser desconsolado reza.
El cuerpo de Montesco se desgana:
Muchos lo han visto allí por la mañana,
más las causas no sé del vil tormento,
tarde en la noche cierra el aposento,
llora y suspira con tan leve acento
que las paredes pintan su lamento.
Benvolio desconoce qué le apena
y en confesora plática desvena
motivo y cruz que al joven amilana.
Su amor por Rosalina es mar sediento,
cuerda locura, vuelo que encadena.
"Casta quiere morir, no tocar hombre
que a su virginidad coloque nombre.
Cupido es su traidor, no le conoce
ni quiere conocer el tibio roce
que la flecha carnal convierte en goce".
"¡Ojalá otra mozuela se desbroce
ante tu sol!" "¡Callad, Benvolio, nada,
podrá romper el podio de mi amada!"
"Fresca lindura busca que te asombre
y amargura que vives hoy destroce
cual cándida deidad iluminada".
En el palacio Capuleto el Conde
saca del pecho la ilusión que esconde
por Julieta. "Verás, Paris querido,
mi hija edad de casorio no ha cumplido,
si esperas dos veranos se hayan ido
y el fuego que te hiela sigue erguido,
¡tomadla pues!, en concordia con ella;
pero, prueba... quizás conozcas bella
ninfa que tus actuales bríos ronde.
Fiesta daré esta noche, ¿complacido?
Asiste y logra el sino de tu estrella.
Enterado Romeo al baile acude.
Con máscara y antorcha el odio elude;
su cálida voz Teobaldo siente.
Capuleto le impide que lo enfrente:
¡Ay de ti si el festejo se resiente!
"¡Adiós, tío, maldigo este incidente!"
En el baile Montesco ve a Julieta.
Su mano roza cual paloma inquieta.
El estreno de un beso los sacude.
La alquimia del placer posa naciente
sobre las almas que el presagio reta.
La nodriza interrumpe los deseos
que el sabor de los dos convierte en reos.
"Vuestra madre os espera, mi tesoro".
"¿Quién convirtió a la bondad en oro
trayendo al mundo majestad que añoro?
¡Con solo verla compasión imploro!".
Responde la pregunta la nodriza:
Hija de Capuleto... ¡Dese prisa!
Rota la duda de sus devaneos
arpegios de nostalgias hacen coro
en el vergel, que enamorado, pisa.
"¿Cómo se nombra el caballero? ¡Dime!"
"Es Romeo su nombre, no lastime
mi Julieta con tal doncel su aprecio.
¡Montesco es!, un enemigo recio
de su familia, que lo da por necio
y es motivo de tirrias y desprecio".
"¡Oh, grave voluntad de mi destino
que devoción convierte en desatino!"
El corazón de la muchacha gime.
Ambos deben pagar un alto precio
por romper las discordias del camino.
Acto segundo
Romeo, del jardín, la tapia salta.
Quiere aliviar lo que a su pecho exalta.
Benvolio entre las sombras, lo adivina.
Ese se fue a soñar con Rosalina,
dice Mercucio y presto determina
conjurar a su amigo. Burla fina
nace con algazara y picardía.
Doble sentido a las palabras guía.
“Un etcétera abierto en breve esmalta
el tallo de tu pera poperina.
¿Nos vamos ya, Benvolio?, casi es día".
Bajo el balcón Romeo oye a Julieta.
"¡Ay del amor cuyo dolor es meta!"
Hondos suspiros orlan sus pesares.
"Dicho nombre borrar de los altares
como quisiera y más llena los lares
de la calma reducida por mares
que en orilla de inquinas se aposenta".
"Si el nombre de Romeo te violenta
¡Cambiadlo pues!, justa será la treta
para inundar de ardor nuestros hogares,
no sea que la lumbre se arrepienta".
Los dos, bajo sagrado juramento
exilian de la vida el drama cruento
de saberse enemigos que se adoran.
Las ansias de Julieta no demoran,
pide a su amado, matrimonio. Oran,
porque las fauces del sufrir azoran
los minutos que restan de la suerte.
"Florecerás mañana cuando al verte
haga sello de unión mi pensamiento
y acaben esas dudas que aminoran
estas locas razones de tenerte".
"¿A qué hora le mando mensajero?"
"Justo a las nueve esperaré. ¡Te quiero!"
"¡Llama la nodriza! ¡Adiós, mi vida!"
Romeo entristecido urde partida;
pero con la esperanza redimida
visita a fray Lorenzo y lo convida
a que en secreto enmiende ese delirio,
ya no es de Rosalina su martirio;
por Julieta palpita el desespero.
"Tal vez sus nupcias abran la salida
que rencores apaguen como a cirio"
En la mañana la nodriza viene
por la respuesta que el Montesco tiene.
A Julieta la angustia la devora.
"Diga las buenas nuevas, ¡Oh, señora!;
o las malas si existen; ¿me desdora?"
" Es recado del mismo que a la hora
de confesaros vos, será su esposo.
¡Corred niña a la celda sin reposo
y que el fervor de vuestro arrojo truene!
Escalera traeré. El lecho implora
por regia noche que tendrá de gozo".
Fray Lorenzo le habla a los pretendientes:
El amor es paciencia de impacientes,
miel que en exceso amarga y deshumana.
Explosivo en la boca que se hermana.
Si no besa al besar es fruta vana.
Reduce el cielo a la función mundana
y las delicias sin mesura embota.
Dios los bendiga y llene gota a gota
el surtidor frondoso de sus fuentes.
¡Ámense hijos y con vivencia sana
alivien llagas que el azar azota!
Acto tercero
En la plaza Mercucio sermonea
a su amigo Benvolio, que planea
impedir en la calle brutal cita.
Aparece Teobaldo, que incita
disputa con Romeo, quien lo evita
aunque lo llamen ruin. Mercucio grita,
ataca a su adversario y es herido.
Muere después. Romeo, desmedido,
saca su espada. En letal pelea
al maldito por fin la vida quita
y escapa del lugar, enloquecido.
Pasa el príncipe Escalo y su cortejo.
Observa el sitio, frunce el entrecejo
ante el cadáver del pariente muerto.
"Fue Teobaldo, en esgrima experto
el que dejó a Mercucio el pecho abierto.
Luego mi primo, con marcado acierto
mató a su emparentado. ¡Ya mirad!"
La Capuleto muestra hostilidad,
a su alteza se arrima y da consejo:
"¡Benvolio miente, nada de ello es cierto!
¡No perdone, castigue la maldad!"
Aqua vitae pide la nodriza.
Habla llorosa. Tiene aún la brisa
el olor a difuntos del suceso.
Julieta se desgarra. Siente el peso
de la pasión truncada y el deceso
del primo consumirla en dual exceso.
El príncipe a Romeo ha desterrado.
"Emisaria seré, voy por su amado."
En la celda del fraile al mozo avisa.
"El desvelo la quema y sigue ileso,
esta sortija os manda. ¡Ve a su lado!
Sube hacia su balcón en la penumbra.
¡Cabalgadla! Sensual corcel encumbra
como jamás soñó vuestra hermosura".
Lo anima fray Lorenzo con bravura:
El suicidio es un acto de blandura.
No le pongáis una infeliz moldura
a la virginidad de tu doncella.
En Mantua olvidarás esta querella.
¡Gozadla! ¡Luego vete! Se vislumbra
que tras tormentas siempre viene albura.
Mis confidencias seguirán tu huella.
Capuleto le da el consentimiento
a Paris para unirse en casamiento.
Julieta más se apaga y conmociona.
Con excusas y quejas decepciona
a los padres. La realidad traiciona
cada evasiva que del ser entona
y demorar pretende el maridaje.
Nada le vale ya llorar encaje.
Resuena en la mansión el escarmiento:
"¡Deslenguada, malévola, bribona!
¡Subirás al altar de blanco traje!"
Acto cuarto
No sale fray Lorenzo del asombro.
Da palmadas a Paris sobre el hombro.
"¿Desposarla este jueves? No es prudente
si a Julieta no habló de lo que siente.
¿Por qué tornar lo incierto en evidente
sin saber si tendrá algún aliciente?"
"Para mis suegros es incuestionable.
Aunque pronta, ven la unión deseable.
No soportan los pobres el escombro
que a su retoño enclaustra infelizmente
dentro de un malestar considerable".
Entra Julieta y Paris la corteja.
El discurso del Conde no despeja
desconsuelos que bordan apariencia.
Él se retira. Queda ella en presencia
del fraile, quien conjuga su experiencia
y gana confortarla con urgencia.
"He aquí la solución que tanto añoras.
Tu pulso extinguirá por unas horas
este licor. Destruye cada queja
y el pensamiento oscuro que silencia.
Pronto vendrá la paz que ahora imploras.
Finge aceptar la boda sin temores
y halaga el buen hacer de los señores.
Sola en tu lecho ingiere la bebida.
Cuando vengan por ti, estarás ida.
En la cripta honrarán tu despedida;
tiempo después recobrarás la vida
y a tu lado hallarás al fiel Romeo.
Hacia Mantua la gloria con su arreo
de campanas será senda de honores
y tocará con ilusión crecida
el milagroso allegro del deseo.
Acto quinto
Romeo pide informes al sirviente.
Baltasar le confiesa que "lo siente”;
puso a Julieta oscura vestidura.
Siente el mancebo ronca desventura
que en segundos deshoja galanura.
Compra veneno cuya fuerte agrura
cien caballeros mate en un momento.
Sale de Mantua. Llega al monumento
donde reposa el cetro de su mente,
sonámbulo verdor, grata dulzura
que al ánimo sirviera de alimento.
El monje Juan declara las noticias
que fray Lorenzo cree son albricias.
"Fui encerrado por unos celadores
que crédito prestaron a rumores
de que la peste con sus sinsabores
toxinas producía en mis humores.
Aquí entrego la carta con pesar,
a vuestro ahijado no logré avisar".
"¡Oh, Dios mío atajad estas sevicias!
Permitidme purgar tantos dolores
que muralla de enredos pudo alzar"
Triste, Paris visita el camposanto.
Melancólico esclavo del quebranto
coloca flores en la tumba fría.
A Romeo confunde en su agonía
y se enfrentan los dos con osadía
hasta que expira el conde en la porfía.
Cae también Romeo envenenado
al pensar que Julieta se ha marchado
de la existencia y deja solo llanto.
Ella despierta. "¡Solución tardía!"
Hunde en su pecho el arma del amado.
Verona se estremece de desvelo.
La tragedia sangrienta tiñe el cielo.
Sobre mármol la muerte se desposa
con el luto de todos. Asombrosa
la reconciliación, en roja prosa,
Montesco y Capuleto hacen gloriosa;
no obstante, el porvenir la voz agrieta;
lazos insomnes atan su silueta.
Una paz lúgubre oscurece el duelo;
pues nunca habrá pasión más dolorosa
que aquella de Romeo y su Julieta.
(Mención de Honor en el,
VI Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)
Elogio de la Rima Jotabé
(Jotabé)
"Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tal aprieto…"
Lope de Vega
Como Lope, Juan Benito me exprime
a que sus rimas con mi lira esgrime.
Ya burlado el A-A, el ritmo alaba
un musical B–B que me endulzaba
con estrófica miel, cuarteta esclava
que el monorrimo jotabeico acaba.
El segundo pareado desbotona
su capullo de versos que persona
lúcido terzo que al final se exime.
Ubérrima su esencia en mi alma clava
y endecasílabo final entrona.
(Poema Finalista del,
V Certamen Poético Internacional Rima Jotabé) |