
Ángel Florencio
Calle Sacoto
Quito (Ecuador) |
Feliz cumpleaños, querido amigo
(Jotabé)
Los brazos cálidos de la distancia
abracen con venias en abundancia
al Maestro que ha dado su verdad,
con sabiduría y honestidad;
a cada paso su sinceridad
va con nosotros con honda bondad.
Siempre va muy cerca del jotabero
para llevarnos por recto sendero.
Que el Padre Dios le colme con prestancia
de amor, paz y noble cordialidad.
¡¡¡Que viva por siempre el cumpleañero!!!
Viviendo la vida
(Jotabé)
El buen sentido de ponderación
abraza prudencia y moderación.
A los obstáculos demos la espalda,
luchar contra ellos es nuestra guirnalda,
la dignidad de varón nos respalda;
la audaz lucha nos dará su esmeralda.
Primera condición, nunca olvidar
nuestro origen para bien avanzar.
El as de la vida, la discreción,
del hombre la armonía que enguirnalda
a su existencia por su batallar.
La memoria de la tercera edad
(Jotabé)
Hay tesoros que exigen cajas fuertes,
pero un día se irán aquellas suertes.
La memoria se irá con otro amante
dejando desconsuelos, muy galante,
obligando al sujeto delirante
a vivir su dolor hoy dominante.
Ella prefiere mentes muy sutiles,
jamás ingenios huecos y seniles.
Los hombres al final cargan sus muertes,
no son dichosos; sueño delirante
del destino sutil en sus rediles.
Mujer, eres mi dulce luz
(Jotabea)
Jamás te olvidaré, tu pasión fue total,
mi pecho late fuerte por tu entrega brutal.
Tu agraciada sonrisa recoge los tormentos
del mundo con sus penas, borrando sus lamentos
transforma en frescas brisas por alegres momentos
de paz y algarabía del alma condimentos.
Eres mi dulce luz, eres todo mi amor,
el dulzor de tu boca mitiga mi dolor.
Bendito encantamiento de mi vida puntal,
corazón generoso que apagas rudos vientos,
tu exquisita bondad abre rutas de honor.
El dolor y la esperanza
(Jotabé)
La esperanza, el dolor, nacieron juntos,
facturan igual número de puntos.
El dolor en el hombre ha descubierto,
que el amor y la fe vence el desierto,
la esperanza sutil al desconcierto
da luz, la alegría halla rumbo cierto.
Los caminos del mundo ofrecen cardos,
extraña carga, son brutales fardos.
La ilusión con su filtro los asuntos
dolorosos mitiga con acierto;
y otra vez, los ardores van gallardos.
Ya no soy río furioso
(Jotabé)
Señor, yo ya no soy río furioso,
apenas charco seco muy turbioso.
La sequía domina con sorpresas
la frescura cristal que otras represas
ofrecen generosas, cual princesas
de auroras que se empinan tan montesas.
Tóxico vespertino que alimenta
cada arruga, la tarde lo cimenta.
No es lamentación de un ensueño brioso,
es un hilo de tantas engañosas
quimeras de mi vida que avejenta.
Gastada evocación
(Jotabé)
Los efluvios de un sol primaveral
se hallan caminando a su vesperal.
La soledad me tiene aprisionado
como si un cachorrillo trastornado,
la soga de la duda me ha domado,
mi débil ser va un tanto desquiciado.
Si me ven aburrido y fastidioso,
mi equipaje incierto me vuelve ansioso.
Mi existencia valora un funeral,
el Amor infinito me ha mirado,
viendo su misericordia me endioso.
Mi amigo no me olvida
(Jotabé)
Fuera la soledad y el aislamiento,
la amistad y el amor son mi cimiento.
Mi amigo es el apoyo emocional
más efectivo en mi fenomenal
aventura, pues nada hay tan brutal
en la sed que un vaso de agua, ¿qué tal?
Si hay autovalor, la existencia brilla,
las ilusiones vuelven a su orilla.
Para la vejez fuera el decaimiento,
una sonrisa amplia da paz total,
anima el alma, es caricia sencilla… |