La Rima Jotabé es el intrépido himno de una colectividad de poetas, loor de modernos juglares unidos entre sí, liderados por su creador, el dilecto Juan Benito Rodríguez Manzanares, un Caballero y gentilhombre. Distinguido Mosén. Académico, valenciano de credenciales ejemplares y guía generoso de inventiva imperecedera.
En torno a la Rima Jotabé se han aglutinado innovadores rapsodas de sentimientos sublimes, caracterizados por sus emociones gloriosas, su lirismo prodigioso y su fantasía cautivante; los cuales rinden merecido tributo a letras que marchan puntuales en el itinerario de una estética que trascenderá las centurias y traspasa día con día las fronteras.
La Rima Jotabé es un convite poético tenue, etéreo, hilado sutil para bordar divisas inusitadas que transmiten mensajes profundos. Recados que son festividades en las que el plectro vuela dadivoso, liberal, franco. Significativos mensajes que, como albatros poseen un par de esplendorosas alas dispuestas a navegar entre inspiraciones y surcando creatividades egregias.
Custodiar la Rima Jotabé es comprometer al espíritu con un arte que es en todo momento descubridor de versos preclaros y gallardos. Es envolver el ánimo con un papel fino para mantenerlo íntegro, es salvaguardar la destreza invariablemente exploradora de composiciones ilustres y notables.
Ser Custodio de la Rima Jotabé supone también convertirse por diáfana convicción en un devoto vigilante de los nítidos recipientes que contienen los más variados medicamentos para el alma, múltiples brebajes para el denuedo e infusiones diversas dispuestas a contribuir en el aporte necesario para nutrir al intelecto.
Un custodio de la Rima Jotabé estará implicado en la protección de coloridas elegías que describen universos generados desde un bolígrafo de cuya tinta brota bella lírica o desde un teclado de un ordenador o dispositivo móvil que se yergue como la versátil péndola del siglo XXI que traza hermosos caminos a la poesía neoclásica.
Un custodio de la Rima Jotabé es un prefecto inflexible ante posibles detractores que no comprenden que el respeto, el esmero continuado y la perseverancia son proyectores de la excelencia, entendida como la bondad que hace que algo sea digno de singular aprecio y estimación, y cuyo rasgo principal, en este contexto, es el profesionalismo artístico.
Creo que ser su custodio representa ser un inspector escrupuloso de cada estrofa para lograr excelsitud en cada poema, para alcanzar una exquisitez que nos vuelve conscientes de nosotros mismos y de nuestro entorno. Y esto no en una fruslería pues un vate consiente, siempre estará comprometido con las causas más nobles. |