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ARTÍCULO 349

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LOS POETAS Y LA POLÍTICA

 

 
 

Los poetas no son personas que vivan al margen de la sociedad, es por ello que algunos poetas, además de su impecable e impresionante obra poética, también se involucraron en la política en mayor o menor grado, y en cierto modo, esto marcó el devenir de poética y el de su propia persona como poeta, pues es sobradamente sabido que en todos los aspectos de la vida, y en todas las épocas de la vida, la política ha sido, es, y seguramente será, quien maneje los hilos de la cultura aunque no debiera ser así, pues la política y la cultura deberían caminar juntas pero nunca la primera sobre de la segunda.

Bajo el título de este artículo «Los poetas y la política», podemos encontrar varios grados de implicación de unos en la otra. Así, tenemos casos como el del poeta Rubén Darío (Metapa, Nicaragua, 18 de enero de 1867 - León, Nicaragua, 6 de febrero de 1916), llamado el «Príncipe de las letras castellanas» y padre del movimiento llamado «el Modernismo», que supo unir su vida poética a su carrera como diplomático, teniendo una vida muy ajetreada en ambos sentidos, y a la vez, sabiendo distanciar la una de la otra sin dejar influir su poética por su vida diplomática filtrada por la cantidad de políticos con los que tuvo que alternar.

Y, además, tenemos un grado de implicación en la política mucho más alto, en el que la obra de los poetas se vio muy influida por su actividad política, y sobre todo por el signo político al que dedicaron su vida.

En este sentido voy a citar dos casos muy claros para ejemplificar este extremo. Uno de ellos fue Víctor Hugo (Besanzón, Francia, 26 de febrero de 1802 - París, Francia, 22 de mayo de 1885), con su militancia en el Parti de l’Orde (Partido del Orden), partido conservador dentro de la Segunda República francesa.

Marie-René-Alexis Saint-Leger Leger, cuyo seudónimo fue Saint-John Perse (Pointe-à-Pitre, Guadalupe, Francia, 31 de mayo de 1887 - Hyères, Francia, 20 de septiembre de 1975) que, a su vez fue poeta y diplomático, le reprochó a Víctor Hugo haber pervertido el romanticismo por su compromiso político, pues, desde 1849, Víctor Hugo consagró un tercio de su obra a la política, un tercio a la religión, y un tercio a la filosofía humana y social. Víctor Hugo, además de poeta, fue un gran dramaturgo, y su obra maestra, «Los Miserables», es un verdadero canto en contra de la miseria y de los más desfavorecidos. La lucha social fue uno de los estandartes que lució en su obra

Y en esta dicotomía entre componer una buena obra, sea en prosa o en verso, como es el siguiente caso, y el compromiso con sus colores políticos, destaca sobremanera uno de los poetas más aclamados mundialmente, Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, España, 30 de octubre de 1910 - Alicante, España, 28 de marzo de 1942). Este genial poeta autodidacta de poesía fuerte que hay que leer poniendo gruesa la voz, tiene dos vertientes poéticas muy marcadas y separadas.

Una de ellas es sin duda sus más grandes poemas que han pasado a la historia de la poética mundial, como la «Canción del esposo soldado», «El niño yuntero», «El herido» o tantas otras que cuando las lees se te encoge el corazón por la inmensa capacidad que tiene de transmitir penas y alegrías, aunque fueron más penas que alegrías, con una magistral impetuosidad.

Pero estas y otras obras maestras de la poética de Miguel Hernández, están incluidas dentro de algunos de los poemarios que se llamaron «de guerra o de urgencia» y en el fondo de estos poemarios tan conocidos como «El hombre acecha», o «Viento del pueblo», podemos comprobar que la mayoría de sus poemas son totalmente partidistas, calificándolos algunos autores como «panfletos partidistas», pues no sólo ensalzaba a sus correligionarios ideológicos, sino que incluso llegaba a tirar por tierra a quien no lo era.

Esto, visto desde la distancia que da la publicación de sus poemarios, hemos de comprender que estaba intentando, y consiguiendo, animar y entusiasmar a sus iguales ideológicamente, cosa que en los tiempos actuales ya no tienen el mismo sentido, y además debemos saber separar lo que fue su poética en el momento de escribirla y lo que es su poética en el momento en que una persona puede leer esos poemas.
La producción poética de un poeta debe estar mucho más allá de lo que pudiera ser su ideología política, y quien lee los poemas debe saber encontrar en la poesía de cada poeta lo que realmente puede llegar a sentir como suyo, y dejar al margen esas poesías con las que no se identifica y que en cierto modo pudiera herir su sensibilidad, pues esas poesías pueden ser del total agrado de otra persona u otro colectivo de personas.
De igual modo podríamos hablar de la poesía social, de género o incluso de corrientes poéticas como el romanticismo o del silencio, pues todos los poetas y todas las corrientes poéticas tienen sus seguidores y sus detractores, y cada lector debe saber escoger los poetas que desea leer y dentro de su poética, los poemas que son de su agrado.
Y si quieres leer casi siempre poemas de amor/desamor, en el que en un muy alto porcentaje te van a acariciar o romper el corazón del alguna mera, siempre quedan opciones como Amado Nervo (Tepic, hoy Nayarit, 27 de agosto de 18701 - Montevideo, Uruguay, 24 de mayo de 1919), o José Ángel Buesa (Cienfuegos, Cuba, 2 de septiembre de 1910 - Santo Domingo, República Dominicana, 14 de agosto de 1982), con los que pasará una ensoñadora tarde es un valor seguro.

Sea como fuere, siempre está en las manos del lector escoger sus lecturas. Y, sobre el tema de este artículo, quizá algún día hable de los Hermanos Machado Ruiz, Manuel (Sevilla, España, 29 de agosto de 1874 - Madrid, España, 19 de enero de 1947) y Antonio (Sevilla, España, 26 de julio de 1875 - Colliure, Francia, 22 de febrero de 1939), pues ellos y la política, siempre han caminado de la mano.

Nos damos cita en el siguiente artículo, y hasta entonces, buenas lecturas.

 
 
 
Fuente:
Revista Esperanta
 
 
 
 
     
   
 
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