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ARTÍCULO 345

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PILARES DE LA POESÍA: LA MÉTRICA

 

 
 

Siguiendo con la serie de artículos dedicados a los tres pilares fundamentales de la poesía, en esta ocasión hablaré sobre la métrica, la cual podríamos definir como el conteo de las sílabas métricas de un poema, para que todos los versos presenten las mismas.
Es preciso apuntar que no es lo mismo las sílabas gramaticales que las sílabas métricas, que son en las que hay que contar los poemas, y que, aunque en ocasiones puedan coincidir y parecer muy similares, no lo son. Así pues, los poetas siempre utilizaremos las sílabas métricas.

La métrica en la poesía se divide en dos grupos: la métrica libre, y la métrica medida. Y dentro de la métrica medida encontramos dos grandes subgrupos: la métrica de arte menor y la métrica de arte mayor. Y dentro de casa subgrupo, todas las posibilidades de diferentes métricas que puede haber.

También es procedente remarcar que un poema sólo puede utilizar una métrica para todos sus versos. Así, si un poema es de arte menor con una métrica pentasílaba, todos los versos de ese poema sin excepción, deben tener cinco sílabas métricas. Pero esta norma tiene alguna excepción en los poemas estróficos y las estrofas que están diseñadas para contener versos de diferentes métricas sin caer en la rima libre.

Un ejemplo de poema estrófico con versos de diferentes métricas, es la silva, la cual combina versos heptasílabos y endecasílabos. Como ejemplo citaré la silva Al sueño, de Miguel de Unamuno y Jugo (Bilbao, España, 29 de septiembre de 1864 - Salamanca, España, 31 de diciembre de 1936).

Como estrofa con nombre propio que admite versos de diferentes métricas, cabe nombrar las manriqueñas, también llamadas sextillas de pie quebrado, en las que los versos uno, dos, cuatro y cinco son octosílabos y el tercero y sexto tetrasílabo. Y para ejemplificar lo dicho, citaré el poemario, Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique (c. 1440 - 1479), por ser este poeta quien popularizo esta estrofa.

Además, por extensión, estrofas como los cuartetos o serventesios que tienen su último verso es más corto que los tres primeros, a modo de las manriqueñas, se les llama de pie quebrado. Así, encontramos la poesía La canción del esposo soldado, de Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, España, 30 de octubre de 1910 - Alicante, España, 28 de marzo de 1942), compuesta con serventesios alejandrinos de pie quebrado.

La métrica libre:

Según algunos autores, la métrica libre nació en el siglo XIX como contrapunto o alternativa a las tradicionales métricas predefinidas mucho más costosas de realizar. Incluso hay quien apunta que el verdadero punto de partida de la métrica libre, fue la creación de la citada composición estrófica llamada silva, pues es la primera, o una de las primeras ocasiones en que aparece este tipo de métrica sin métrica.

La métrica libre no tiene unas sílabas métricas definidas, por lo tanto, no requiere conocer las reglas de la preceptiva poética en este sentido. Así, cada verso tiene las sílabas que cada poeta quiere que tenga. En este sentido encontramos poetas como José Asunción Silva Gómez (Bogotá, Colombia, 27 de noviembre de 1865 - ibidem, 24 de mayo de 1896), quien en su poema Nocturno utiliza versos dovigintasílabos junto a versos tetrasílabos.
Con este tipo de métrica hay que tener mucho cuidado, pues a la hora de leerlo, y sobre todo de recitarlo, la gran diferencia de métrica, acompañada por una ausencia total de rima, como suele ser habitual en este tipo de métrica, hacen que la recitación sea algo compleja por la necesidad de realizar múltiples encabalgamientos y pusas interversales.

Es preceptivo comentar que, lo ideal es que los versos libres tengan todos aproximadamente las mismas sílabas para que el efecto citado no se dé o se minimice al máximo.

La métrica medida:

Este tipo de métrica es la tradicional y la que a la hora de leer / recitar el poema, resulta más poética, y la explicación de la misma, vale tanto para los versos de arte menor, como para los versos de arte mayor.

Los poemas que utilizan una métrica predefinida, debe ser siempre la misma en cada uno de los versos que compongan el poema por extenso que este sea, pues en cuanto un solo verso no tenga la misma métrica de todos los demás, el poema pasará a utilizar métrica libre.

Este tipo de métrica requiere del poeta habilidades que no son necesarias en la métrica libre, como el conocimiento de las reglas fundamentales de la preceptiva poética como los son la sinalefa, la diéresis, la sinéresis y el hiato poético, pues de la correcta utilización de estas cuatro reglas básicas, depende que el verso tenga unas sílabas métricas u otras, y esto es un punto importantísimo para los poetas que utilizamos la métrica en los poemas.

Las métricas en arte menor van desde la bisílaba hasta la octosílaba, siendo esta la rima de arte menor por excelencia. Y las métricas de arte mayor van desde la eneasílaba hasta cuando el poeta quiera dejar de contar sílabas, pero atendiendo a la preceptiva poética, la máxima cantidad de sílabas admitidas serían los versos hexadecasílabos u octonarios, y puntualmente los octodecasílabos, aunque como hemos visto anteriormente hay poetas que utilizan versos dovigintasílabos e incluso más. Pero lo cierto es que, pasados los versos octodecasílabos, podríamos decir que estamos escribiendo simplemente prosa, pues los versos comienzan a necesitar más de un renglón para escribirse. La métrica de arte mayor por excelencia, son los versos endecasílabos.

Cuando se ha leído mucha poesía, se llega a la conclusión que realmente has leído poesía libre muy buena y no tan buena, igual que pasa con la poesía medida, que la hay muy buena, y otra que no lo es. Pero no es menos cierto que en dos poemas, uno libre y otro medido en los que ambos sean verdaderamente buenísimos, el poeta que ha compuesto el poema con versos perfectamente medidos, ha realizado un sobreesfuerzo con el que pone de manifiesto realmente sus aptitudes y su oficio de poeta, y eso siempre tiene un valor añadido para su poesía y para el propio poeta. Y si esos versos medidos, los aderezamos con una correcta, bonita y sonora rima, el poema, si el vocabulario y mensaje acompaña, comienza a tener tintes de poema magistral.

En el siguiente artículo abordaré el tercer pilar de la poesía, el ritmo o acentuación fonética de los versos, hasta entonces, buena poesía.

 
 
 
Fuente:
Revista Esperanta
 
 
 
 
     
   
 
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