Amigo. Una bella palabra que sin duda es una de las más mejores que alberga cualquier diccionario junto a las de madre y padre.
Sobre los amigos se ha hablado mucho y se ha especulado sobre si esta palabra realmente cumple con su verdadera función, y hasta hace unos años en que pareció Facebook, podríamos decir sin temor a equivocarnos, que sí, que sí que cumplía con su verdadera función, y sobre este tema hay multitud de bibliografía en versos, frases hechas y grafitis, como, “Los amigos es la familia que se escoge”, o “El verdadero amigo es como la sangre, que acude a la herida sin llamarlo”, y así infinidad de frases más que ensalzan la amistad y los amigos, aunque a mí hay una frase que me gusta en especial, pues la encuentro muy acertada y es esta, “La única manera de poseer un amigo, es serlo”, y por qué me parece tremendamente acertada, pues porque no en pocas ocasiones, hay personas que se visten el traje de “ser amigo”, pero en realidad no lo son, y más que amigos, son unas personas totalmente interesadas que tan sólo se dedican a estar junto a ti “en las maduras”, pero nunca en “las duras”, e intentan aprovecharse de todo aquello que puedan, pues cuando una persona tiene buenos momentos o vive un pasaje de su vida dulce, es fácil estar a su lado ya que todo lo que emane de esa persona serán buenas vibraciones que un “amigo aprovechado” sabrá exprimir hasta donde sus posibilidades se lo permitan, y en ocasiones incluso forzará la situación para poder llegar incluso donde sus posibilidades no se lo permitan. Pero realmente un amigo está junto a ti en las situaciones más complejas de tu vida, ayudándote, apoyándote, acompañándote o simplemente ofreciéndote su hombro para que te puedas desahogar, que en ocasiones es una de las mejores terapias para el alma y la mente de una persona, y para llegar a tener un amigo de esa categoría, que podría calificarse de “muy buen amigo”, evidentemente ha de comenzar uno mismo por serlo, por ser un buen amigo, pues no es lógico esperar recibir sin dar nada a cambio, y os puedo asegurar que ser un buen amigo, siempre tiene su recompensa.
Pero, como decía al principio, desde la aparición de Facebook, que incluye la palabra “amigo” para designar a cualquier persona que “hace clic” en un botón en la pantalla de cualquier monitor, la palabra “amigo” se ha prostituido hasta el punto de que puedes llegar a ser “amigo” en Facebook, de personas totalmente contrarias a tu forma de ser, de pensar, de actuar, de entender y de vivir la vida. Puedes llegar a ser “amigo”, de personas que nunca has visto y que nunca vas a ver y con las cuales tan sólo te une un triste clic que una persona que igual vive a 12.000 kilómetros de ti realizó en un acto, igual casi involuntario o mecánico.
Eso señores no es un amigo y nunca lo será, pero aun así, hay muchas personas, cada vez menos por cierto, que se vanaglorian de decir, “tengo diez mil amigos en Facebook”, pero vamos a ver, si realmente tuvieras 10.000 amigos, no tendrías tiempo material ni para poderlos saludar una vez al año, y aunque los amigos siguen siendo amigos incluso en la distancia, como dice el dicho, “El roce hace el cariño”, y sin un roce entre amigos, es casi imposible mantener una amistad con nadie, pasando esta amistad a ser un “hola, ¿cómo te va?” esporádico, que se contesta con cualquier frase hecha, pasándole a pelota al tejado de su interlocutor, o amigo sin nada más en el horizonte.
Al margen de esta bastarda acepción de “amigo” del Facebook, en el cual, ¡cómo no!, también es posible encontrar de vez en cuando a alguna persona a quien con el tiempo puedes llegar a llamar amigo, un amigo es esa persona en la que confías sin medida y a quien le confiarías tu propia vida y él te confiaría la suya, pero eso amigos míos, es muy difícil de encontrar.
A Lee Iacoca, alto ejecutivo de firmas automovilísticas como Ford o Chrysler, se le atribuye una frase que, cuenta la leyenda que dijo en días muy próximos a su muerte, y fue esta. “En mi larga vida he tenido mucho conocidos, pero realmente amigos me sobran dedos en una mano para contarlos”.
Hasta la próxima Columna de Juan Benito. Un abracico. |
