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ARTÍCULO 296

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MONASTERI DE SANT VICENT DE LA ROQUETA

Escrito en valenciano

 

 
 

En el Ensanche de la ciudad, en la calle San Vicente, se encuentra el antiguo monasterio de San Vicente de la Roqueta, llamado así tal vez por la existencia en el lugar de un promontorio rocoso, junto a la antigua Vía Augusta, que tenía en origen un uso conventual, aunque en la actualidad es diocesano. El cual ha tenido dos estilos básicos, en primer lugar, un estilo románico y, en segundo lugar, un estilo barroco.

Sus orígenes datan del siglo IV cuando se levantó un “martiryum” donde recibió martirio San Vicente Mártir, instalándose luego su tumba fuera de las murallas de la ciudad. En este lugar también hubo una necrópolis hasta el siglo VII.

En el período árabe, la iglesia siguió abierta al culto, siendo la catedral de los mozárabes, que se agruparon en torno a la misma. Además, aquí se veneraron los restos de San Vicente Mártir durante años. Al templo se accede desde un patio interior con entrada desde la calle.

Jaime I restauró el templo con una comunidad monástica. Así, en el conjunto estuvieron los Benedictinos de San Victorian de Asán de 1238 a 1255. Los Frailes Mercedarios de 1255 a 1259. Y de nuevo los monjes de Asán de 1259 a 1287 u 89, momento en que los cistercienses quedaron en posesión del conjunto como priorato dependiente de Poblet.
En 1240 comenzó la construcción de la iglesia, el monasterio y el hospital. De esta primera etapa se conservan dos portadas de estilo tardorománico, una de ellas se encuentra en el claustro, en el lado norte de la iglesia y coincide con la capilla interior de San Vicente. Se trata de una portada de arco de medio punto abocinada con arquivoltas sujetadas en finas columnas cuyos capiteles están historiados. En los capiteles se representan los distintos episodios del martirio de San Vicente. La otra portada se encuentra en la parte occidental de la iglesia y comunica con una de las dependencias parroquiales.

Durante el siglo XIV y XV se levantaron varias capillas alrededor de la iglesia mayor. A mediados del siglo XV, el monasterio contaba con 11 monjes, y se tienen noticias de que disponían de las siguientes dependencias: cocina, dormitorio, sala capitular, sacristía, y otras dependencias menores a parte de la iglesia.

En el siglo XVII la iglesia fue renovada utilizándose sillares de la antigua fábrica. Se trata de un templo de una sola nave dividida en cuatro tramos con capillas entre contrafuertes. Presenta transepto con cúpula sin tambor y coro alto a los pies. La cubierta se realiza mediante una bóveda tabicada de cañón con lunetos. El alzado interior se realiza mediante pilastras corintias con un entablamento denticulado. Tiene decoración de esgrafiados en los fustes de las pilastras, friso, intradós de los arcos y la parte interior de la cúpula.
A mediados del siglo XVII se renovaron parte de las dependencias monásticas situadas en torno al claustro.

La actual capilla de la Comunión fue la capilla de la Virgen de Belén, siendo reconstruida en 1701. Es de planta rectangular y en la parte central presenta una cúpula sobre pechinas. El alzado se realiza con pilastras de orden compuesto y una decoración con cabezas de ángeles y motivos vegetales que recorre toda la capilla. Durante este siglo XVIII, se concluye el claustro con pilastras dóricas sobre pedestales, que se sujetan con arcos de medio punto. La planta superior presenta vanos rectangulares con balcones de forja. En las guerras carlistas fueron derribadas la torre, parte de la iglesia y el convento.
Durante la guerra de la Independencia, las tropas francesas lo utilizaron como cuartel. Tras la desamortización y la exclaustración de los monjes en 1837, el Ayuntamiento ordenó el derribo de parte del monasterio. Así desaparecieron la cabecera del templo y su torre, para dar paso a un nuevo plan urbanístico.

En 1838 la iglesia, el monasterio, y los huertos, fueron adquiridos por un particular para ser dividido en viviendas, pero afortunadamente no fue así. En 1879 las monjas agustinas, procedentes del derribado convento de San José y Santa Tecla en 1868, compraron este monasterio con la ayuda del marqués de Tremolar, y se encargaron obras al arquitecto Antonio Martorell, obras que le confirieron su aspecto actual.

La iglesia fue consolidada y se cerró la cabecera con testero plano. En el claustro solo se conservaban las pandas norte y oeste, realizándose las otras dos con similares características y se recreció con una planta. En la planta baja se encontraban los servicios como: el refectorio, el locutorio, el aula capitular y el coro bajo. En el primer piso se encontraban las celdas de los monjes, y en el segundo piso las celdas de las novicias y la enfermería.

La fachada actual, recayente a la calle San Vicente, fue realizada en el siglo XIX con un revestimiento neogótico. Está dividida en tres plantas con vanos con arcos conopiales y cerrados con celosías. La cabecera del templo se cerró con un muro con vanos ojivales y un óculo central con un remate triangular.

Fue incendiado en 1936 y tras la guerra civil, perteneció a la Orden de los Agustinos, los cuáles lo vendieron en 1973 a una empresa privada para la construcción de viviendas. La opinión pública y la voz de los expertos, evitaron la catástrofe, siendo en la actualidad propiedad del Arzobispado.

Aún a pesar de la precariedad de sus instalaciones, es un buen monumento para visitar en Valencia y dejar que por tus pensamientos pasen cientos de años de la historia de Valencia.

 
 
 
Fuente:
Revista Renou número 84 de xx de 2018 - página
 
 
 
 
     
   
 
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