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ARTÍCULO 474

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REAL MONASTERIO DE SAN MIGUEL

 

 
 

La historia nos ha dejado grandes momentos unidos a bellas edificaciones, como es el caso que nos ocupa en este artículo, una gran construcción unida a una historia que hay que conocer.

La historia de este monasterio se remonta a 1319, año en que el rey Jaime II de Aragón y de Valencia (1267-1327), llamado «el Justo», decidió construir un santuario sobre el tossal (Monte) de San Miguel, situado al sur de la localidad de Liria, aunque algunos autores barajan la hipótesis de que la idea originaria pudiera ser de su abuelo el rey Jaime I de Aragón y de Valencia (1208-1276) llamado, «el Conquistador».

El santuario fue inaugurado en 1326 y se dedicó al capitán de las milicias celestiales, el Arcángel San Miguel, siendo bastante habitual que los santuarios dedicados al Arcángel San Miguel, se situaran en lo alto de las montañas, como también lo está el Santuario de San Miguel de Aralar, situado en la cumbre de la Sierra de Aralar en Navarra (España); el Santuario di San Michelle Arcangelo en Monte Sant’Angelo, situado en el Macizo del Gargano, en Apulia (Italia); o la Abadía del Monte Saint-Michel consagrada al Arcángel San Miguel, y construida en el Monte Saint-Michel en lo alto de una pequeña isla rocosa en Francia. Esta situación de los santuarios, de alguna manera simboliza la cercanía o unión entre el cielo y la tierra.

El monasterio se encuentra a 271 msnm, y la subida al mismo realizada a pie, y en ocasiones de rodillas, es una de las promesas que, en tiempos, se realizaban con bastante asiduidad. Es preceptivo añadir que, la subida del último tramo es muy pronunciada, quizá en exceso. También se puede subir con coche.

En la llanura que hay en lo alto de este tossal, se alza el monasterio y desde la misma se puede ver todo el Campo del Turia llegando hasta el mar, divisando ciudades como Sagunto o Valencia, además de poder ver el Parque Natural de la Albufera. Y mirando al sur, en días claros se llega a ver el monte del Montgó en Alicante.

El monasterio, que desde el 31 de agosto de 1983 está declarado Bien de Interés Cultural (BIC), se levanta sobre las ruinas romanas de la ciudad íbera de Edeta, las cuales también se pueden visitar, que daba nombre a la región de Edetania, la cual se extendió por todo el sur de la provincia de Castellón y las dos terceras partes del norte de la provincia de Valencia.

El monasterio, según algunos documentos encontrados en él, comenzó siendo un ermitorio, convirtiéndose al poco tiempo en un beaterio para la práctica de la oración de las beatas, que vivían en paz y humildemente bajo la protección del rey.

Hay que destacar que este beaterio no dependía del poder eclesiástico sino por el poder civil, es decir, del poder real. Así, en 1406 el rey Martín I de Aragón (1356-1410), llamado «el Humano o el Viejo», dada la inmejorable reputación de estas beatas, decidió otorgarle al beaterio unas nuevas ordenanzas y privilegios. Desde ese momento la comunidad debía constar de 15 beatas, solteras o viudas pero honestas, pudiendo ingresar tan sólo señoras de buena familia. Estos privilegios se mantuvieron hasta 1806, año en que el rey Carlos IV de España (1748-1819) llamado, «el Cazador», le dio unas nuevas ordenanzas que permanecieron hasta 1895.

Con el paso del tiempo el monasterio sufrió las diferentes desamortizaciones que hubo en España, con especial atención a la que ocurrió entre 1836 y 1837, la desastrosa Desamortización de Mendizábal (Juan Álvarez Mendizábal (1790-1853)), en la cual las beatas fueron desalojadas del beaterio y sus bienes confiscados. Pero se realizó una reclamación al gobierno, pues al no ser religiosas y no depender del poder eclesiástico no estaba sujetas a la Desamortización, así pues, las beatas volvieron a su beaterio y además, les fueron devueltos todos los bienes que les confiscaron.

A finales del siglo XIX el beaterio comenzó a decaer por falta de ingresos en el mismo, así en 1895 se convirtió en una Orden Canónica, redactaron sus propios estatutos y se convirtieron en monjas de clausura con la regla de la Visitación bajo el nombre R. R. Diocesanas de la Visitación de Nuestra Señora y de San Miguel Arcángel. De nuevo debido a la falta de vocación e ingresos, las monjas se redujeron mucho, debiéndose integrar en otra comunidad religiosa hasta 1975, año en que se fundó en Valencia el Santuario de las R. R. Terciarias Franciscanas de la Inmaculada, las cuales se establecieron en el monasterio y permanecieron en él hasta 1996. Desde ese año hasta 2001, lo habitaron las religiosas de la Cruz y del Sagrado Corazón, monjas de clausura procedentes de México dedicadas a la contemplación. Y desde que estas religiosas abandonaron el monasterio, tomaron las riendas del mismo la comunidad cristiana de seglares llamada Hermandad de San Miguel de Liria, volviendo con esto quizá a sus inicios fundamentales. En 2021 el monasterio estaba pendiente de restauración e incluso de que lo volviera a habitar una orden religiosa.

El monasterio como tal, es un conjunto heterogéneo de varias edificaciones que se construyeron entre los siglos XVIII a XX. A saber. La iglesia actual se construyó entre 1756 y 1774, siendo una edificación de una sola nave dividida en cuatro tramos, que consta de capillas laterales comunicadas entre ellas. La nave central está construida con una bóveda de cañón con lunetos, estando el presbiterio coronado por una cúpula. La decoración es de estilo rococó en yeserías y pinturas dieciochescas pintadas por Manuel Camarón Meliá (1763-1806).

Del camarín realizado entre 1794 y 1807, que se encuentra tras el presbiterio, hay que poner en valor sus ocho columnas dóricas con molduras y cornisa sobre la que se inicia la bóveda con decoración dorada obra del arquitecto valenciano Vicente Marzo (1763-1824).

Tras el altar hay una preciosa imagen del Arcángel San Miguel con alas doradas que luce una armadura plateada y, en su mano derecha sostiene una lanza con forma de cruz con la que está lanceando al diablo. Mas, hay que apuntar que esta es una imagen que data de 1940 y fue esculpida por el escultor José María Ponsoda Bravo (1882-1963), pues la imagen original de 1411 y costeada por la beata Enriqueta Gilabert se destruyó durante la Guerra Civil Española.

En la capilla que se encuentra tras la imagen de San Miguel, el cual luce un impresionante manto rojo y bordado en tonos amarillentos, hay varias pinturas alusivas al mismo, pero con una gran curiosidad en ellas, pues cuando San Miguel es el protagonista de la imagen, como en la que está lanceando al diablo, aparece coronado; mientras que en las pinturas como en las que está ante la Santísima Trinidad, no aparece coronado, mostrando así su clara obediencia y amor por esta.

La fachada principal fue construida en 1900 y presenta una disposición sencilla y limpia con dos amplios y altos portalones de entrada realizados con arco de medio punto, desde las cuales se accede a una escalera que acaba en un bello patio interior. Sobre estas puertas hay una gran imagen de San Miguel y, rematando la fachada hay una gran espadaña que recorre toda la anchura de la fachada luciendo en su centro una pequeña campana.

El citado patio se encuentra en la parte más elevada de todo el conjunto, luciendo en el centro un bello pozo, además podemos ver un aljibe con brocal en piedra y, desde este patio es desde donde se tiene acceso al convento y a la iglesia.
El monasterio realmente es digno de verlo, y si te es posible, de subir hasta él andando, pues con ello te impregnarás de todo lo que ofrece, tanto en su interior, que es una preciosidad, como en el entorno, el cual no tiene desperdicio.

Liria es sinónimo de amor y veneración al Arcángel San Miguel.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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