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ARTÍCULO 402

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LOS SILOS DE BURJASSOT

 

 
 

La necesidad de comer es algo inherente a la especie humana, y cuando una ciudad llega a hacerse enorme, la necesidad de esta de hacer acopio de comida para que esa población no pase ninguna hambruna, es tanto o más importante que la propia necesidad de comer.

Es por ello que, a finales del siglo XVI, Valencia, como ciudad principal que era (y sigue siendo) y con una importante población, debía tener las reservas de comida suficientes para hacer frente a la alimentación de todas esas bocas, así, cuando era necesario, importaba grano de los reinos de Castilla y/o Aragón o lo traía de ultramar desde reinos como el de Sicilia, siendo ya entonces el Puerto de Valencia un gran referente en el devenir económico de la ciudad.

El grano se almacenaba en el Almudín, que era un gran almacén situado entre las actuales Calle del Almudín y la Plaza de San Luis Beltrán, pero éste se comenzó a quedar muy pequeño para las necesidades de la ciudad, problema al que se unía el de la conservación del grano y el de su vigilancia para que el mismo no fuera robado.

Así pues, en 1573, el Consell (Consejo) de la ciudad y sus Jurados, decidieron solucionar este grave problema y, tras valorar diferentes opciones, decidieron construir unos nuevos almacenes, unos nuevos silos de mayor capacidad, en un mejor emplazamiento y que, a su vez, solucionara los problemas de conservación y vigilancia. Así, para solucionar todo en la medida de lo posible, decidieron comprar una loma en la población de Burjassot, muy cercana a Valencia. El suelo de la loma era de limo-arcilloso, el cual era ideal para construir los silos, encontrándose la misma algo más elevada sobre el nivel del mar de lo que estaba Valencia y siempre, tanto en invierno como en verano, tenía un aire y un clima seco, lo cual favorecía la conservación del cereal, y además, se decidió que el nuevo silo estaría excavado bajo tierra y no construido sobre ella, favoreciendo esto a conservar mejor el cereal y, la necesidad de vigilancia se reduciría a la mínima expresión, con lo que eso supondría de economía para el municipio.

De esta manera en 1573 el Consell, de manera experimental, encargó al cantero Sancho de Camino, llamado «Mestre de fer siges» («Maestro de hacer silos»), la construcción de tres silos, los cuales, una vez concluidos, recibieron el primer cargamento de grano procedente del reino de Sicilia.

Los resultados superaron las expectativas, así, en 1574 Sancho de Camino construyó tres silos más. Posteriormente el cantero Joan Alfafara en 1575 construyó once silos más. El cantero Agustí Roca en 1578 construyó cinco silos más, y algunos más en 1580 y 1585, aunque desgraciadamente no se conoce con certeza los años y canteros que construyeron todos los silos. Pero lo que sí se conoce es la fecha en que se inició la construcción de los silos y la fecha en que se inauguraron oficialmente gracias a una inscripción que hay en una de las paredes. (Aunque estaban funcionando desde 1573):

D.O.M
LA ILUSTRE CIUDAD DE VALENCIA COMENZÓ
LA OBRA DE ESTOS 41 SILOS, CAPAZ DE
22270, CAHÍCES DE TRIGO
EL AÑO 1573.
DESPUÉS DE 215 AÑOS
EN 31 DE MAYO DE 1788

Aunque es muy probable que esta inscripción no sea de la época sino muy posterior, pues cuarenta y un silos son los que han llegado hasta nuestros días, pues se tiene la certeza de que fueron construidos algunos más, según autores, pueden oscilar entre cuarenta y tres y cuarenta y siete silos. Al hilo de esto cabe comentar que, de la cantidad total de silos construidos, desde 2015 y hasta el día de hoy, son visitable seis de ellos.

Para que el grano estuviera aislado lo más posible de la humedad y de los insectos, el interior de los mismos se revistió de sillares. Cada uno de los silos tiene una tapa circular y semiesférica que da a un patio en la superficie con forma cuadrangular y vallado llamado «Patio de los Silos». Esa tapa en Valencia recibe el nombre de «Piló», siendo en la actualidad uno de los símbolos de Burjassot. Estas tapas tienen grabados dos números, uno de ellos es el número de orden del silo y el otro es la capacidad del mismo en cahíces. Un cahíz es una unidad de medida de la época que era variable dependiendo del lugar donde se medía, pero podríamos apuntar que un cahíz equivalía aproximadamente a 201 litros). El silo más pequeño tenía una capacidad de 150 cahíces, y el más grande de 1.278 cahíces, una capacidad realmente grande para las construcciones de la época de este estilo.

En el interior de la explanada vallada donde se encuentran las tapas (pilones) de los silos, junto a una de las vallas se encuentra la ermita de San Roque y de la Virgen de la Cabeza, la cual estaba muy vinculada al Patriarca Latino de Antioquía San Juan de Ribera (1532-1611), el cual compró el Señorío de Burjassot para el Colegio del Corpus Cristi.

También pegado a esa misma valla se encuentran las edificaciones que popularmente se conocen como «l’Embarrotat» («el Embarrotado»), por los barrotes en puertas y ventanas, hoy de hierro forjado y en origen de madera, que a lo largo del tiempo han tenido diferentes usos, siendo uno de ellos el de almacén.

A la explanada realizada con sillares de piedra caliza, que se encuentra en lo alto de la loma, se accede por una gran escalera principal en el lado opuesto a la valla que tienen las construcciones, y además, por una rampa situada en la parte trasera de esas edificaciones para que los carros pudieran subir con facilidad. Junto a esta rampa hay un pozo cubierto con una construcción a modo de templete, el cual en lo alto luce el escudo de la ciudad de Valencia y la fecha 1795.

A principios del siglo XX aún se utilizaban los silos con la finalidad para la que fueron construidos, pero en la Guerra Civil Española, algunos de los silos se unieron con túneles, de esta manera perdían su funcionalidad como almacén de grano, pero esto le daba al bando republicano la posibilidad de tener un refugio en el que cobijarse ante un ataque aéreo del bando nacional y, además, también se utilizaron como almacén de armas republicano.

En el centro del Patio de los Silos, hay una gran cruz de estilo plateresco con la imagen de Cristo en la misma, la cual se eleva sobre un pedestal que está sobre una grada de cinco peldaños, siendo esta una réplica de la original de estilo renacentista que fue destruida durante la Guerra Civil Española.

Ya en época reciente, en 1975, el Ayuntamiento de Valencia, que sigue siendo el propietario de los silos, cedió los mismos al Ayuntamiento de Burjassot, y en 1982 los «Silos de Burjassot» fueron declarados Monumento Histórico-Artístico Nacional.

En 2018 se derrumbó uno de los muros del Patio de los Silos, y tras ello se realizaron las gestiones necesarias para la reconstrucción de todo el conjunto, dándose luz verde para su restauración en el presente año 2021.

Como dato curioso comentar que, los Silos de Burjassot aparecen en la película de 1964, «Tintín y el misterio de las naranjas azules».

Burjassot también es sinónimo de Patrimonio Histórico-Artístico-Cultural de la Comunidad Valenciana.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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