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ARTÍCULO 352

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BRUJAS EN VALENCIA

 

 
 

Un año más, nos encontramos inmersos en una serie de celebraciones que van unidas de manera inseparable, las cuales son:

31 de octubre: Halloween o Noche de las brujas.

Donde la línea que une el mundo de los vivos con el de los muertos se estrecha en extremo y los espíritus pueden pasar al mundo de los vivos. Los buenos son festejados por sus familiares y los malos rechazados, supuestamente por las brujas.

1 de noviembre: Día de todos los Santos.

Día en que recordamos a todos los difuntos que ya no están en el purgatorio y han obtenido la Visión Beatífica (1).

2 de noviembre: Día de todos los fieles difuntos.

Día en que se reza por las almas de todos los difuntos que aún permanecen en el purgatorio expiando sus penas, para que puedan salir pronto de él.

Mas, tomaré el día de Halloween, o como en España se ha llamado siempre, la Noche de las Brujas, como punto de partida, pues, como he citado, parece ser que eran las brujas las encargadas de alejar a los malos espíritus.

Mas, sea lo antedicho real o leyenda, lo cierto es que las brujas existieron, e incluso se afirma que existen en la actualidad, y Valencia no fue un lugar ajeno para las brujas, pues el primer juicio por brujería que se realizó en tierras valencianas, se realizó en 1357 en el cual compareció ante el provisor (2) Bernardo Doménech una mujer que fue denunciada por bruja, cosa que era enormemente fácil hacer, pues quien quería denunciar a alguna «bruja», tan sólo debía ir a la calle de Navellos, donde la Santa Inquisición tenía su sede y su cárcel.

Sobre el siglo XV, los jurats consellers (jurados consejeros) y el Justicia (3), se reunían en la Casa de la Ciudad, lo que hoy en día sería el Ayuntamiento, que según el canónigo historiador Roque Chabás y Llorens (Denia, 8 de mayo de 1844 - ibidem, 20 de abril de 1912), estuvo situada en un principio en la Plaza de la Almoina (Limosna) y posteriormente en la plaza que encabeza de calle Caballeros, y de esas reuniones salió el «Manual de Consells» («Manuel de Consejos») o libro de actas que, Valencia publicó el 3 de enero del 1413, ordenando que ninguna persona de cualquier condición consultase a brujas, adivinos o similares, sea lo que fuere que sea lo que deseasen solicitarle.

A consecuencia de estas denuncias y otros medios, conocemos una larga lista de brujas valencianas como: Esperanza Cafabregues, Felipa «la Negra», Úrsula Navarro, Violante Mascó, Juana Torrelles «la Paridera», Catalina Ruíz, Mari Cabello, Esperanza Ramón, Tecla Sirvent y muchas más. A las que solían acompañar algunos brujos como: el presbítero Nicolau Gerni, Juan de Chaves, Pedro Sancho, el tintorero Pedro Gregorio, el canónigo Miguel Maestro, Damián Andrés y el fraile Antonio Rodríguez entre otros, los cuales ponían una vela a Dios y otra al diablo.

La mayor cantidad de brujas se contabilizó entre los siglos XVI y XVII, y según nos comenta Àlvar Monferrer Monfort (Valencia, 1940) en su ensayo «Bruixes, dimonis i misteris» («Brujas, demonios y misterios»), en Valencia no se quemaron muchas brujas.

Aun así, la historia de las brujas en Valencia marcó fuertemente la ciudad, pues incluso hubo una calle que tuvo el sobrenombre de la «calle de las brujas», actualmente llamada, calle Angosta del Almudín, que discurre tranquila e iluminada flanqueada a una parte por la fachada del Almudín y a la otra por las fachadas de edificios privados.

Esta calle es uno de los callejones más estrechos de la ciudad del Turia, y en el tiempo en que no había luz eléctrica, fue uno de los más oscuros de la ciudad, y, además, hasta 1862 estuvo cerrada por ambos extremos con unas rejas que se cerraban al llegar la noche y se abrían al clarear el día haciendo que durante un largo tiempo de la historia de esta calle, gran parte del día estuviera cerrada al libre paso de los vecinos de la ciudad y esto unido a los malos olores que despedía y los extraños ruidos que provenían de ella, favoreció y fomentó aún más la leyenda o quizá la realidad, de que en ese estrecho, sombrío y a veces tétrico callejón vivían brujas.

Según el citado historiador, Àlvar Monferrer, la bruja que estaba más extendida, era la del tipo «celestina», que eran a las que recurrían las mujeres que no habían encontrado el amor, para que estas les hicieran unas pócimas o filtros para, con ellos, engatusar y enamorar a su hombre deseado.

En este sentido tenemos el caso documentado de Esperanza Badía, una mujer que se quedó huérfana a los 9 años y que con 13 años se casó con un hombre llamado Francisco M. el cual la dejó embarazada y la abandonó. Con el paso del tiempo Esperanza se enamoró de Andrés Berenguer y acudió al citado callejón para que las brujas le hicieran un filtro con el que conseguir a su amado, pero la pócima no surtió efecto y Esperanza Badía decidió convertirse en bruja y con el paso de los años llegó a ser una de las brujas más activas de Valencia.

Pero las envidias y otros supuestos, hicieron que en 1655 la denunciaran ante la Santa Inquisición y fue apresada junto a numerosos brujos y brujas más, en total cuarenta, treinta y una mujeres y nueve hombres. Algunos de los apresados recibieron cien latigazos, y otros doscientos, cien en privado y cien en público ante el gentío que se acercaba a ver este tipo de eventos, de castigos.

Otras versiones de otros historiadores, tan sólo apuntan a que en el callejón llamado «de las brujas», tan sólo vivirían una o más curanderas que destilarían algún remedio con plantas y que, además, cumplirían las funciones de matronas llegado el caso.

Mas, fuere como fuere, Valencia tiene bien marcada su historia de brujas, las cuales incluso las unen de manera fuerte y directa a los grandes prostíbulos que tenía Valencia en la Edad Media, quizá los más grandes de ese entonces.

Pero, como Valencia no sólo cuenta con historias de brujas, en otras ocasiones hablaremos de sus santos, pues contamos con una buena nómina de ellos como: San Agatángelo (Colonia romana de Elche, ca. 253 - entre el 303 y el 323); San Bernardo de Alzira (Alquería de Pintarrafés, Carlet, España, ca. 1135 - 20 o 21 de agosto de 1180 Alzira, España, 1181-1); San Pedro Pascua (Valencia, Imperio Almohade, ca. 1227 - Granada, Reino Nazarí de Granada, 6 de diciembre de 1300); San Vicente Ferrer (Valencia, Reino de Valencia, 23 de enero de 1350 - Vannes, Reino de Bretaña, 5 de abril de 1419); San Francisco de Borja (Gandía, Reino de Valencia, 28 de octubre de 1510 - Estados Pontificios, Roma, 30 de septiembre de 1572); San Luis Bertrán (Valencia, Reino de Valencia, 1 de enero de 1526 - Valencia, Reino de Valencia, 9 de octubre de 1581).

Valencia es sinónimo de cultura.

(1) En la doctrina mística cristiana, es el privilegio divino consistente en el conocimiento inmediato de Dios, privilegio que tienen los ángeles y las almas de los justos.
(2) Juez diocesano nombrado por el obispo, con quien constituye un mismo tribunal y que tiene potestad ordinaria para ocuparse de causas eclesiásticas.
(3) El Justicia fue el cargo de la ciudad de Valencia que en el Reino de Valencia se encargaba de los temas judiciales.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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