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ARTÍCULO 347

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PASEO DE LA PECHINA: LA GRAN PECHINA

 

 
 

Valencia rebosa cultura e historia allá por donde se deslice tu mirada. Y aun sin ser una edificación conventual o palaciega, algunas calles de Valencia por sí mismas, son parte fundamental de la historia y la cultura de la ciudad del Turia, y ese es el caso del Paseo de la Pechina, una calle que, junto al Paseo de la Alameda y el Paseo de las Alameditas de Serranos, adquirieron la denominación de Paseo cuando la «Fàbrica de Murs i Valls de Valéncia» («Fábrica de Muros y Fosos de Valencia») realizó en encauzamiento del río Turia con la construcción de los pretiles de nuestro emblemático río, pues a ambos márgenes del río se generaron unos lugares donde las personas del momento acudían a pasear. Hoy en día ya no es así en todos los paseos citados, como ocurre con el de la pechina, al cual sólo le queda la denominación.

El río Turia hoy en día está seco a su paso por la capital valenciana y el cauce del mismo está aprovechado para innumerables actividades culturales y deportivas, y para la construcción de edificaciones emblemáticas para la ciudad de Valencia como el Palau de la Música, el Parque Gulliver, o la espectacular Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Mas, la construcción de los pretiles del río, de los cuales es preceptivo comentar que es el río que más kilómetros de pretil tiene del mundo, viene dada desde muy antiguo, pues desde que el río Turia tuvo sus primeras crecidas y riadas conocidas y de las que se tiene constancia, ya surgió la necesidad poner «vallas» al agua del río para evitar que esas crecidas y riadas afectaran a la ciudad de Valencia, pero nunca ha sido así, recordemos las riadas más grandes que ha padecido Valencia, la de 1957 y la de 1870 que fueron dos de las más devastadoras que ha padecido la ciudad del Turia a causa de su río que atraviesa toda la ciudad de punta a punta.

Pilar Carmona González, Doctora en Geografía y Joan Olmos Lloréns, Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos., en su monografía «Río y Ciudad: El caso de Valencia», nos dicen:

«Entre 1321 y 1957 se registran 22 desbordamientos del Turia, 11 crecidas y 15 noticias de inundación sin referencia a la magnitud o alcance del acontecimiento. Además, en el subsuelo del casco antiguo de la ciudad, aparecen las huellas de otras inundaciones de época romana y musulmana; mientras que en la época visigoda la ciudad no se inunda.»

Así, en el siglo XIV, la «Fàbrica de Murs i Valls de Valéncia», acometió la construcción de los pretiles del río Turia, pero no se conformó con eso, y en la margen derecha del río, en el tramo que va desde el fin del término municipal de Mislata hasta la Avenida de Guillén de Castro, unos 4 km aproximadamente. situó unos elementos ornamentales, todos ellos dignos de mención.

De esta manera tenemos que, en la línea divisoria de los municipios de Valencia y Mislata, construyó el llamado, Frontón del «Rat Penat» («Murciélago»), le sigue el Banco de los Magistrados, el sillón monumental llamado «el Navío», por su parecido con la popa de un barco, originalmente situado unos metros antes del puente de Campanar, y hoy trasladado de su emplazamiento original a los jardincillos que hay frente a la Casa del Temple, también llamado Convento de la Orden de Montesa, siendo en la actualidad la sede de la Delegación de Gobierno. Luego le sigue el Monumento a Isis, el monumento a San Pedro Pascual y por último una inmensa Pechina.

Mas, como todos los elementos ornamentales merecen una especial atención, hoy sólo comentaré sobre la gran pechina que se encuentra situada en la base de la larga y amplia rampa de acceso al cauce del río Turia frente a la Casa de la Caridad, siendo por esta pechina el motivo de que el Paseo de la Pechina recibe este nombre.

Haciendo un poco de historia tenemos que retrotraernos hasta 1928, año en que realizando unas excavaciones para proceder a la limpieza del fondo seco del río Turia, los operarios encontraron algo excepcional, una inmensa pechina tallada que se encontraba bajo dos metros de tierra, lodo y sedimentos diversos que con el paso del tiempo y el discurrir de las aguas, se habían ido amontonando encima de la monumental pechina.

Recién descubierta, el diario vespertino La Correspondencia de España fundado en 1859 por Manuel María de Santa Ana (Sevilla, España, 1820 - Madrid, España, 1894) y desaparecido en 1925, se hizo eco de la noticia a la vez que se alarmó sobre el hecho de que se pretendía trasladar la pechina a los Jardines de Viveros, como se había hecho con otros hallazgos.

Mas, en ese momento, la gran pechina, que fue considerada como:

«Un alarde de arte en piedra muy propio de los grandes valencianos que hicieron la “obra del riu” (“obra del río”)»

Finalmente se quedó en su emplazamiento original, pues además era preceptivo que así fuera, ya que se descubrió que esa gran pechina era uno más de las decenas de contrafuertes poligonales con forma de pirámide, que se encuentran reforzando los pretiles del río, y no procedía quitarla de su emplazamiento, pues además de su función ornamental, cumplía una función fundamental en la estructura del pretil del río.

Mas, aunque se desconoce quiénes fueron los canteros/escultores que tallaron esta inmensa pechina, la misma tiene una historia algo oscura que contarnos, pues durante el tiempo en que funcionó la Santa Inquisición, la cual tuvo unos orígenes remotos allá por 1231-1244 para perseguir a los herejes, creada por el papa Gregorio IX (Anagni, ca. 1170 - Roma, 22 de agosto de 1241), esta inmensa pechina fue el lugar escogido por la Santa Inquisición en Valencia para arrojar y quemar los cadáveres de los ajusticiados por esta institución.

Como apunte extra comentar que, aunque en 1826 ya no existía la Santa Inquisición, en Valencia en arzobispo de la ciudad había creado la Junta de Fe, que era una institución similar a la Santa Inquisición, siendo el último ajusticiado por la Junta de Fe, el vecino del entonces municipio de Ruzafa, hoy barrio de Ruzafa en la ciudad de Valencia, Cayetano Antonio Ripoll (Solsona, España, 1778 - Valencia, España, 1826), que fue un maestro de escuela acusado de no creer en los dogmas católicos, y por ello condenado a muerte por hereje y ahorcado el 31 de julio de 1826.

Actualmente la gran pechina se encuentra liberada de todo cuanto la cubría y luce a ras del fondo del cauce del río rodeada por una valla metálica que impide que se pueda tocar y mucho más subir a ella por el placer de subir.

La pechina del Paseo de la Pechina, es todo un símbolo de la ciudad de Valencia, y visita obligada para todos los amantes de la arquitectura y de la historia, sobre todo, de la historia de Valencia.

De nuevo, una vez más, sólo que queda por decir que:

Valencia es sinónimo de cultura.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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