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ARTÍCULO 326

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CUARENTENA CULTURAL: PLANILANDIA. UNA NOVELA DE MUCHAS DIMENSIONES

 

 
 

En Valencia, España y prácticamente en todo el mundo, estamos padeciendo una dramática pandemia debido a un virus llamado Covid-19, popularmente conocido como coronavirus por su forma esférica y unas puntas que salen de ella, dándole la apariencia de corona, pues, en las imágenes impresas la representación del virus se ve circular con puntas a su alrededor.

Pero no voy a entrar en los detalles de dónde o cómo comenzó esta pandemia, o qué se está haciendo por parte de los diferentes gobiernos del mundo para controlarla y erradicarla de la faz de la tierra, pues sobre todo esto, más que tener información, estamos sobresaturados de información.

En nuestro país, nuestra querida España, se ha decretado el Estado de Alarma, para frenar el avance de esta pandemia que podríamos calificar como de «proporciones bíblicas» por la cantidad de países en los que está manifestándose, por los miles de infectados en todo el mundo, y tristemente, por el rastro de muerte que está dejando a su paso.

Mas, esta medida, el Estado de alarma, ha obligado al grueso de la población a permanecer confinada en sus casas, cancelando y dejando de lado todos sus quehaceres habituales, y con ello, toda la actividad personal, y en muchos casos laboral, teniendo un día inmensamente largo que ocupar con algo que nos distraiga y a la vez, si pudiera ser, que fuera instructivo.

En este punto, quiero agradecer infinitamente su labor a médicos, sanitarios, camioneros, empleados de supermercados, equipos de limpieza, policía y cuerpos de seguridad del estado y todas las personas que están jugándose sus vidas por el bien de la comunidad. ¡Bravo!

Mas, para paliar en gran medida las largas horas de confinamiento casero obligado, los españoles contamos con una gran arma, nuestra imaginación. Pues en esta bendita tierra tenemos la habilidad de sacar todo lo bueno incluso de los peores trances, y así, hemos convertido los patios de vecinos en verdaderos centros de ocio donde igual se canta que se escucha sonar un saxofón, se aplaude, o se hace gimnasia de forma colectiva dirigidos por el/la más «cachas» de la finca. Además de poder jugar a diferentes juegos haciendo con esto que las horas de enclaustramiento obligado por bien de la humanidad, se pasen más rápidas.

Además, hay un nutrido grupo de cantantes y grupos como Alejandro Sanz, Rozalén, Juanes o Taburete, que nos han hecho disfrutar de su música en conciertos en línea, para que ese «Yo me quedo en casa», eslogan y mantra de esta pandemia, se nos pase más amenamente.

Para intentar hacernos la vida más llevadera en este trance entre cuatro paredes, se han sumado algunas de las grandes empresas llamadas «mass media», aportando unas de ellas decenas de gigas gratis para que podamos navegar sin costo. Y otras, las que operan por cable, han dejado en abierto todos o casi todos los canales que suministran, aunque no los tengas contratados.

Y otras empresas, como el Teatro Flumen, ha cedido obras grabadas a sus amigos y asiduos para que, a pesar de no poder desplazarse hasta su sala, podamos disfrutar del buen teatro que habitualmente ofrecen.

Incluso la UNESCO ha brindado al mundo entero el acceso a la Biblioteca Digital Mundial para que todos, sin excepción, podamos disfrutar de grandes y buenas lecturas, pues parafraseando una conocida máxima, «El libro es el mejor amigo del hombre», aunque realmente en esta gigantesca biblioteca virtual no encontraremos sólo libros, sino también artículos de todo tipo, periódicos, manuscritos, diarios, revistas, mapas... e infinidad de cosas que podréis encontrar navegando por esta impresionante web.

Dejo aquí la dirección para que todos podamos disfrutar del lujo que es esta inmensa biblioteca: https://www.wdl.org/es

Y en este sentido, en el sentido literario, quisiera aportar mi granito de arena para aliviar los largos días en casa, comentado muy brevemente un muy buen libro, aunque no muy conocido, escrito en 1884 por el genial escritor londinense Eddwin Abbott Abbott (1838-1926), el cual mantiene su mensaje tan vigente como si se hubiera publicado su primera edición ayer por la tarde.

La condición de Abbott de profesor y teólogo, se deja notar en la narración que fluye de una manera educativa y humana, aunque tiene innumerables trazas de ciencia matemática, siendo todo el trabajo un libro que, cuando acabas su lectura, y la asimilas totalmente, te llega a hacer que veas la vida de otra manera.

El libro comienza presentado a los hombres punto, los cuales toman conciencia de su naturaleza y están totalmente contentos con ser lo que son, un simple punto en un inmenso espacio aislado de todo y de los demás hombres punto. La total ignorancia de cualquier otro supuesto de entornos de vida, le hacen sentirse bien consigo mismo.

Mas, como ocurre muchas veces en la vida, nuestro protagonista, el «hombre punto», por azar se tropieza con los hombres raya, los cuales, siguen siendo unos hombres punto, pero que, al contrario de estos como unidad individual, pueden desplazarse a lo largo de un segmento, a lo largo de una raya, dando esto un nuevo nivel, un nuevo estatus y una nueva perspectiva de vida a los hombres punto.

Pero, posteriormente encuentra a los hombres plano, que, a la libertad de desplazarse por una raya, unen la libertad de poder desplazarse libremente por un conjunto de muchas rayas unidas longitudinalmente entre sí, es decir, por un plano, por el cual deambulan junto a otros muchos hombres punto constituyendo todo un mundo de infinitas posibilidades que los hombres punto por sí mismo e individualmente, nunca hubieran podido imaginar.

La habilidad narrativa de Abbott, unida a la gran enseñanza filosófica de esta novela, hace de la misma un libro de imprescindible lectura, pues el mismo te indica que todos estamos felices con lo que somos, sin saber qué más hay a nuestro alrededor y que seguramente nunca podremos alcanzar, pero que si por algún motivo podemos ascender en cierta medida dentro de la ámbitos donde nos movamos tanto social como laboralmente, siempre hay un paso más que poder dar con unas posibilidades que ni siquiera podríamos imaginar.

Recomiendo a todos esta lectura para estos días de confinamiento casero, pues no defraudará a nadie, y menos, a los que tengan una visión filosófica de la vida.

Y… aun a pesar de estar entre cuatro paredes, las posibilidades culturales para una mente abierta y despierta, son inimaginables. ¡Descubre todo tu potencial!

Valencia es sinónimo de cultura.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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