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II Congreso Internacinal de la Rima Jotabé

Ponencia de;

Pura Fernández Segura

Pura Fernández Segura
(Granada, España)

Profesora en el IES Ribera del Fardes, Purullena, Granada, España.
Poeta y escritora.
Pura Fernández Segura

La vigencia de la poesía

“La palabra poética pondrá ojos donde no los había” J. E Cirlot.

Estimado público: Permítaseme arrancar estas reflexiones sobre poesía, haciendo alusión a un fragmento de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, la novela póstuma de Cervantes, donde el escritor hace decir a Periandro “- el año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre; porque dámele poeta, y dártele he pobre, si ya la naturaleza no se adelanta a hacer milagros; y síguese la consecuencia: hay muchos poetas, luego hay muchos pobres; hay muchos pobres, luego caro es el año”, y es que según parece, los tiempos difíciles son proclives a estimular la creación poética y generan el humus necesario para la exaltación lírica. Es habitual escuchar que vivimos tiempos de crisis, pero ¿cuándo no ha acompañado al ser humano la dificultad o el conflicto? Y habríamos de responder naturalmente, que siempre.

Es por ello que la poesía ha sido siempre y será fiel compañera, en nuestros avatares existenciales y el verdadero poeta, pobre sin remisión. Cierto que hoy día, contamos con un elemento hasta cierto punto novedoso e incierto, como es la llamada revolución tecnológica, que ha venido a cambiar las formas tradicionales de comunicación afectando también a la poesía.

Llama la atención la gran cantidad de poetas que publicitan sus poemas en redes sociales. La accesibilidad a estos medios, procura una difusión inmediata y nunca hubo tantos poetas que llegaran a tanta gente y tan diversa; a decir de un buen amigo mío, muy crítico con el tema, es hecho palpable, que nos reproducimos con la facilidad de las setas.

Existe por lo demás, la aceptación entre los poetas consagrados, de que las nuevas formas de expresión poética actuales son tan valiosas, como las que nos han precedido y no hay una corriente poética que sobresalga o domine sobre las demás.

El asunto está, seguramente, en quiénes de los muchos poetas que hay, prevalecerán en el tiempo con sus versos. Quiénes de los muchos que se llaman poetas lograrán infiltrarse en los humedales de los días y los años y alcancen a conmover, interpelar y emocionar al lector de hoy y del futuro con palabras nuevas y trascendidas.

Tengo por seguro que, si preguntáramos entre el gremio de los poetas, qué es la poesía, no habría acuerdo posible sobre su definición, tan etérea e inasible, tan heterogénea, múltiple y misteriosa se nos presenta. En mi opinión hay un rasgo que se debiera compartir, aun respetando los distintos pareceres, y es la ausencia del poema, cuando éste queda huérfano de emoción, verdad y belleza. Por el contrario, hay verdadera poesía cuando el lector reconoce su propia herida en palabras de otros. Y esto exige una actitud de apertura, permeable, donde el poeta, no debiera hacer otra cosa, que esperar paciente y en silencio a que lleguen las palabras precisas, la palabra que de pronto, asume un sesgo nuevo hasta entonces oculto y no usado, abriendo una brecha desconocida.

Una palabra que deja en ella sitio a otra y hace posible la llegada de algo distinto a ella misma. Y es necesario para acometer esta tarea, alejamiento y silencio, “estar a solas y sin testigo” como afirmara el maestro Fray Luis de León. Será en ese espacio sinérgico e íntimo, donde se produce a veces, de forma prodigiosa el fenómeno de la creación poética. Momento que para el poeta es de plenitud y dicha, eso sí, una alegría efímera, pero no por ello menos intensa. En unos casos el poema nos sobrevendrá en tono de celebración, en otros tendrá clave elegíaca, siendo esta última, la más común, quizá porque muestra con más contundencia y desnudez, la fragilidad humana. En cualquier caso, experiencia de completud, que se produce cuando logramos congregar en la palabra, significado y forma de aquello que queríamos decir o comunicar y que no es sino el fruto de un trabajo intenso, acompañado de períodos de seca inspiración, a los que el poeta debe responder con humildad, hasta que las musas, que son mudables y caprichosas tengan a bien visitarnos.

La ocasión que hoy nos convoca, el II Congreso Internacional Rima Jotabé, promovido por su director D. Juan Benito Rodríguez Manzanares, nos afirma en la vigencia y la buena salud de la poesía. Así lo corrobora la abundante participación de ponentes, novedad e interés de las aportaciones, que con toda seguridad servirán de estímulo para seguir en esta aventura apasionante que es la creación poética. Más no hemos de bajar la guardia y estar atentos, buscando sin descanso la sólida formación intelectual, que nunca estorba, la lectura de los clásicos, el cuidado de la forma, el ritmo y la musicalidad del poema, sin olvidar que los asuntos sempiternos de los que se ocupa la poesía, han de ser dichos con palabra nueva, desterrando la banalidad y los artificios huecos.

Instinto y vigilancia aconsejaba Juan Ramón Jiménez. Y es que la poesía nos reconcilia en nuestras soledades, nuestros anhelos y alegrías. Nos ayuda a mejor conocernos y a empatizar con los otros y en definitiva nos hace trascender y crecer como personas.



II Congreso Internacional de la Rima Jotabé

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