Hay vuelos en que la indiferencia de la naturaleza pareciera instalarnos la tranquilidad. En rutina que hiela los sentidos, pasa el tiempo soporífero y no logramos descifrar en qué momento se nos desvanece en la vista la configuración rayada del espaldar de la silla de adelante.
Otros, donde quizá perdemos toda fortaleza y solo esperamos que empiecen a volar chanclas, sacos, anteojos, prótesis, portátiles y todo lo que no disponga de un cinturón de seguridad, despiertan extremas sensaciones y en breve nos reducen a una simple historia que en segundos repasa nuestras décadas de vida convertidos en seres bonachones que amamos hasta los confines y no merecíamos haber tomado el vuelo.
Así es la vida. Un montón de circunstancias retadoras que nos hacen palparnos y encontrar en lo remoto las pequeñas briznas que podrían seducir asombros y curiosidades, ciñéndolos a sueños tal vez perdidos en las inmediaciones del olvido o la indiferencia.
Hace dos años, en un covidioso vuelo en que la congestión de los pulmones me retó la afiebrada imaginación, vi saltar muchas cosas. Entre estas, la inspiración que día a día, desvelo tras desvelo, me propuso arrancarle alguna generosidad a tan malicioso estado. Entonces mis remotos rincones afloraron y dieron a la luz una buena cantidad de escritos.
No hubiese sido tan satisfactoria para mí la producción, de no haber sido porque un tiempo atrás descubrí la maravillosa creación de la estructura estrófica llamada Rima Jotabé. De la mano de su creador, el maestro Juan Benito Rodríguez Manzanares (poeta de Valencia, España), dicha estructura ha venido conquistando mundo desde 2009. Al ajustarse a cánones de la poesía que otrora me embebieron en la escuela, inicié el largo recorrido que hasta hoy me entrega la satisfacción de vivir la poesía tal como los grandes docentes de mi infancia que, en sencillez de pueblo, me la dieron a beber en las totumas de la declamación.
El domingo 18 de junio se celebrará el Día Mundial de la Rima Jotabé, evento que a distancia viviremos quienes dedicamos momentos de inspiración a la práctica y goce de escribir en Rima Jotabé.
¡Gracias, Rima Jotabé! Quienes en tu barca navegamos, sabemos que los puertos más prolíficos esperan felices nuestro arribo.
¡Gracias, maestro Juan Benito Rodríguez Manzanares! Quienes tus pasos seguimos, sabemos que tus huellas generosas han de llevarnos hasta la satisfacción.
¡Felicidades para todos los jotaberos del mundo!
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